Por Germán Ayala Osorio
Entrevistar al presidente de la
República suele asumirse como un privilegio periodístico por todo lo que
representa para una sociedad como la colombiana que lo asume como una figura emblemática
con un aura especial, casi como una deidad.
El escenario se torna mágico y
trascendental cuando dichas entrevistas se realizan en la Casa de Gobierno a la
que la prensa suele llamar el Palacio de Nariño, como si en su interior
pernoctara un inmaculado Rey, acompañado de doncellas, la guardia real e
incluso mosqueteros como Atos, D'Artagnan, Portos y Aramis preparados para ofrendar
sus vidas al momento de proteger la del encopetado soberano.
Cuando entrega el poder el
presidente de la República, abandona el frío Palacio y adquiere la condición de
expresidente, hay periodistas que lo siguen llamando “presidente” en lo que
bien se puede catalogar como una actitud zalamera más propia de un súbdito que
la de un reportero preparado para confrontarlo por lo hecho durante su periodo
de gobierno o consultarlo por asuntos coyunturales.
A diario escuchamos en la radio y
la televisión a periodistas aduladores que llaman a Uribe, Duque, Gaviria y a
Santos “presidentes” cuando ya no ostentan esa condición. Y lo que es peor:
ninguno de los exmandatarios es capaz de corregir a sus interlocutores porque quizás
les fascina oír la palabra presidente como una manera de sobrellevar la viudez del
poder.
Si ya no ostentan la condición de
jefes de Estado ¿por qué los periodistas de la prensa tradicional insisten en
llamar “presidente” a los expresidentes de la República? Trataré de encontrar respuestas a esa actitud
lisonjera y servil de los colegas. Es posible que haya una excesiva admiración hacia
el exmandatario, lo que justifica llamarlo “presidente”. También es probable
que por filiación política al reportero poco o nada le importa que lo
califiquen como adulador y sumiso; quizás la línea editorial “les ordena” a los
periodistas, presentadores y directores de medios llamar presidente a quien ya
no lo es como una manera de mantener las relaciones con el poder económico y político
que aún mantenga a pesar de la condición de expresidente.
Ese periodismo melifluo en lugar
de generar confianza en las audiencias produce dudas por cuanto se piensa que ese
periodista adulador será incapaz de confrontar las ideas que exprese el expresidente
durante la entrevista. Hoy, en la emisión central del Noticiero Caracol
Noticias, Juan Roberto Vargas, su director, entrevistó junto a una colega a
Juan Manuel Santos Calderón, a quien por lo menos tres veces lo llamaron “presidente”.
Los apartes televisados de la entrevista confirman el talante zalamero, sobón,
cobista, quitamotas y empalagoso de los dos periodistas interesados más en aprobar
todo lo dicho por Santos, en particular cuando hizo una lectura catastrofista
del actual gobierno al decir que el “país va a la deriva”.
Sin caer en la grosería y sin
desconocer al “calificado” interlocutor, los periodistas deberían de abstenerse
de llamar “presidente” a quien ya no ostenta esa condición. Por respeto a las
audiencias y en una clara muestra de independencia, lo correcto es llamarlo
expresidente o señor Santos, Uribe, Duque o Gaviria. A lo mejor a los colegas
les gusta actuar como periodistas lisonjeros y quitamotas. Bueno, esa también es
una opción de vida.
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