Por Germán
Ayala Osorio
Bastó que el escritor Héctor Abad
Faciolince dijera que “le preocupa la salud mental del presidente Petro”,
para que otros miembros de la derecha colombiana empezaran a exigir, no se sabe
a qué entidad, que le practicara un examen al mandatario para determinar si
efectivamente está loco, como lo insinúo, maliciosa y moralmente, el reconocido
escritor.
En la historia de la humanidad
todos aquellos ciudadanos disonantes para el sistema han sido perseguidos y
encerrados para evitar, justamente, que la forma delirante como la especie
humana asumió el control del planeta, fuese cuestionada por quienes jamás se
sintieron a gusto o tranquilos en este mundo loco en el que vivimos hoy.
La invención de instituciones de
control y exclusión como el hospital(el manicomio) la cárcel, el cuartel y la
fábrica apuntan hacia la limpieza moral de una sociedad que de manera natural
ya viene enferma, pero que el sistema social, político y económico se encarga
de limpiar y legitimar cada cierto tiempo para evitar que esos disonantes, críticos y
altaneros ciudadanos le ocasionen grietas al sinnúmero de narrativas sobre las
que se soporta la vigencia de ese perverso sistema sobre el que la humanidad
ancla su dominio del planeta Tierra.
Se sobreentiende que lo que pretenden
Héctor Abad y los representantes de los partidos Cambio Radical y Alianza Verde
es, además de generar dudas sobre la capacidad de dirigir al país del
presidente de la República, excluirlo políticamente para que deje tranquila a la
élite mafiosa que hoy, desde la Casa de Nariño, Petro fustiga a sus más
representativos miembros. ¿Estarán pensando en montarlo en un barco para que
este dé vueltas en altamar como se lee en el libro Historia de la locura en la época
clásica?
Ahora bien, si conectamos las
ideas de Petro y su enconada lucha contra el régimen mafioso y criminal que
opera en Colombia de tiempo atrás, con el sistema mundo capitalista, entonces
claro que podríamos decir que el presidente tiene algo de loco. Creer que
posible cambiar el rumbo del mundo hablando en inocuas conferencias ambientales
es propio de orates. La lógica del sistema mundo capitalista no se va a cambiar
porque un “loquito” ambientalista hable de nuevas extinciones y de la
posibilidad de que la especie humana se extinga.
Lo curioso de todo es que los que
hoy dudan de la condición mental de Petro, jamás se preguntaron por la salud
mental de aquellos que exigieron “más y mejores resultados operacionales y
tanques de sangre”. Claro que no. Y mucho menos cuestionaron a quienes patrocinaron
a los señores que, motosierra en mano, cubrieron de sangre y desdicha veredas y
corregimientos. Tanto los operadores de la motosierra y sus financiadores no
están locos, son criminales, pero, ante todo, defensores del sistema dominante. A gente como Héctor Abad le gusta ver en la Casa de Nariño a payasos, títeres y sobre todo, a quienes desde ese palacio, hagan todo lo que esté a su alcance para que Colombia siga siendo un platanal, un matadero y el mejor ejemplo de un desarrollo insostenible, ambiental, ecológica y culturalmente.
Vamos a imaginar por un instante que efectivamente se logra demostrar que Petro está loco y esa condición no le permite gobernar. Imagino que quienes están detrás de este nuevo ataque moral saben que en ese caso hipotético le correspondería a Francia Márquez Mina asumir la presidencia, de acuerdo con lo prescrito en la carta política. Les tocará imponer la narrativa que señale que Márquez Mina también estaría impedida para remplazar a Petro por tres razones: una, por ser su fórmula vicepresidencial; dos, porque se trata de una mujer y este país no está preparado aún para que nos gobierne una; y tres, porque es negra. Y en un país misógino, racista y clasista como Colombia, resulta inaceptable esa situación. Me pregunto: ¿Petro está loco o están locos por tumbarlo?
Adenda 1: Están afanados por convertir a Petro en un Bucaram (expresidente ecuatoriano declarado loco).
Adenda 2: las
llegadas tardes del presidente y sus ausencias requerían de un mejor manejo por
parte de la Ofician de Prensa. Esos silencios los han aprovechado muy bien los
loquitos que hoy lo quieren sacar de la Casa de Nariño, porque están pensando
en reinstalar en ese palacio, a un amigo cercano de la motosierra, los
falsos positivos y de la corrupción público-privada, bandera de la derecha
uribizada.
Imagen tomada de Semana.com
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