lunes, 21 de agosto de 2023

¿PETRO ESTÁ LOCO O ESTÁN LOCOS POR TUMBARLO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Bastó que el escritor Héctor Abad Faciolince dijera que “le preocupa la salud mental del presidente Petro”, para que otros miembros de la derecha colombiana empezaran a exigir, no se sabe a qué entidad, que le practicara un examen al mandatario para determinar si efectivamente está loco, como lo insinúo, maliciosa y moralmente, el reconocido escritor.

En la historia de la humanidad todos aquellos ciudadanos disonantes para el sistema han sido perseguidos y encerrados para evitar, justamente, que la forma delirante como la especie humana asumió el control del planeta, fuese cuestionada por quienes jamás se sintieron a gusto o tranquilos en este mundo loco en el que vivimos hoy.

La invención de instituciones de control y exclusión como el hospital(el manicomio) la cárcel, el cuartel y la fábrica apuntan hacia la limpieza moral de una sociedad que de manera natural ya viene enferma, pero que el sistema social, político y económico se encarga de limpiar y legitimar cada cierto tiempo para evitar que esos disonantes, críticos y altaneros ciudadanos le ocasionen grietas al sinnúmero de narrativas sobre las que se soporta la vigencia de ese perverso sistema sobre el que la humanidad ancla su dominio del planeta Tierra.

Se sobreentiende que lo que pretenden Héctor Abad y los representantes de los partidos Cambio Radical y Alianza Verde es, además de generar dudas sobre la capacidad de dirigir al país del presidente de la República, excluirlo políticamente para que deje tranquila a la élite mafiosa que hoy, desde la Casa de Nariño, Petro fustiga a sus más representativos miembros. ¿Estarán pensando en montarlo en un barco para que este dé vueltas en altamar como se lee en el libro Historia de la locura en la época clásica?

Ahora bien, si conectamos las ideas de Petro y su enconada lucha contra el régimen mafioso y criminal que opera en Colombia de tiempo atrás, con el sistema mundo capitalista, entonces claro que podríamos decir que el presidente tiene algo de loco. Creer que posible cambiar el rumbo del mundo hablando en inocuas conferencias ambientales es propio de orates. La lógica del sistema mundo capitalista no se va a cambiar porque un “loquito” ambientalista hable de nuevas extinciones y de la posibilidad de que la especie humana se extinga.

Lo curioso de todo es que los que hoy dudan de la condición mental de Petro, jamás se preguntaron por la salud mental de aquellos que exigieron “más y mejores resultados operacionales y tanques de sangre”. Claro que no. Y mucho menos cuestionaron a quienes patrocinaron a los señores que, motosierra en mano, cubrieron de sangre y desdicha veredas y corregimientos. Tanto los operadores de la motosierra y sus financiadores no están locos, son criminales, pero, ante todo, defensores del sistema dominante. A gente como Héctor Abad le gusta ver en la Casa de Nariño a payasos, títeres y sobre todo, a quienes desde ese palacio, hagan todo lo que esté a su alcance para que Colombia siga siendo un platanal, un matadero y el mejor ejemplo de un desarrollo insostenible, ambiental, ecológica y culturalmente. 

Vamos a imaginar por un instante que efectivamente se logra demostrar que Petro está loco y esa condición no le permite gobernar. Imagino que quienes están detrás de este nuevo ataque moral saben que en ese caso hipotético le correspondería a Francia Márquez Mina asumir la presidencia, de acuerdo con lo prescrito en la carta política. Les tocará imponer la narrativa que señale que Márquez Mina también estaría impedida para remplazar a Petro por tres razones: una, por ser su fórmula vicepresidencial; dos, porque se trata de una mujer y este país no está preparado aún para que nos gobierne una; y tres, porque es negra.  Y en un país misógino, racista y clasista como Colombia, resulta inaceptable esa situación. Me pregunto: ¿Petro está loco o están locos por tumbarlo?

Adenda 1: Están afanados por convertir a Petro en un Bucaram (expresidente ecuatoriano declarado loco). 

Adenda 2: las llegadas tardes del presidente y sus ausencias requerían de un mejor manejo por parte de la Ofician de Prensa. Esos silencios los han aprovechado muy bien los loquitos que hoy lo quieren sacar de la Casa de Nariño, porque están pensando en reinstalar en ese palacio, a un amigo cercano de la motosierra, los falsos positivos y de la corrupción público-privada, bandera de la derecha uribizada.


Imagen tomada de Semana.com 


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