Por Germán Ayala
Osorio
El candidato a la alcaldía de
Bogotá, Juan Daniel Oviedo por fin mostró que lleva puestos los crocs y lo hizo
de la peor manera posible: dijo que, durante la administración de Álvaro Uribe Vélez
(2002-2010), él sentía “tranquilidad institucional”. De esta manera, el
exdirector del DANE se quitó la máscara de independiente (se presenta a la contienda electoral, por firmas) y se puso los crocs
que simbolizan la militancia en lo que se conoce como el uribismo.
Así, los bogotanos ya saben que
Oviedo es un uribista pura sangre y por esa vía, un defensor a ultranza del “legado”
del hijo de Salgar. Deja mucho qué pensar aquello de la “tranquilidad
institucional” que sintió Oviedo en los tiempos de la seguridad democrática,
los falsos positivos, la compra de la reelección presidencial inmediata que
benefició a Uribe Vélez, las chuzadas del DAS a los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia y en general, el uso de esa entidad como la policía
política con la que Uribe persiguió a sus críticos y detractores.
Si los anteriores hechos y
circunstancias contextuales le hicieron sentir a Oviedo “tranquilidad institucional”,
entonces estamos ante un candidato que no le conviene a Bogotá porque no solo
aprueba la violación sistemática de los derechos humanos, sino la captura del
Estado y el manejo despótico que del poder presidencial hizo Álvaro Uribe.
Oviedo estaría encubriendo su
real talante político, en la medida en que cohonestó con todo lo que hizo mal
Uribe durante sus aciagos ocho años de gobierno. Ante los bogotanos se muestra como un
candidato que escucha y que le preocupan los problemas de la capital del país,
cuando lo que realmente le interesa es encubrir todo lo que se viene haciendo mal
desde los tiempos de Peñalosa, con la frase “tranquilidad institucional”. Para
los problemas de movilidad y seguridad de Bogotá, la señalada locución le servirá
a Oviedo para asegurar más Transmilenio y enfrentar al Tren de Aragua con las
mismas estrategias policivas, sin ir al fondo de estas dos problemáticas, porque
lo importante es vender “tranquilidad institucional”.
Imagino también que dentro la “tranquilidad
institucional” que sintió Juan Daniel Oviedo estarían los eufemismos con los
que varios políticos cercanos a Uribe Vélez trataron de ocultar la dimensión de
graves problemas del país, como, por ejemplo, el desplazamiento forzado. En su
momento, José Obdulio Gaviria, primo del criminal Pablo Escobar, dijo que en Colombia
no había desplazados, sino migrantes internos.
Oviedo repite las mismas ideas de
Uribe Vélez y de los uribistas: “seguridad, seguridad, seguridad; y lo privado
es más eficiente que lo público”. Con esa narrativa lograron capturar el Estado
y llevarlo a niveles evidentes de privatización, lo que significó la naturalización
de la corrupción pública, liderada por agentes privados. En entrevista al
diario del banquero Sarmiento Angulo, comprometido con hechos de corrupción reconocidos
ante autoridades americanas, Oviedo dijo que “a Bogotá le falta
gerencia y que se la vea como una empresa. Cuestionó que, mientras en el sector
privado las cosas salen bien, en el público salen mal. “Sí, Bogotá es una
empresa y necesita un gerente”.
Lo dicho a EL TIEMPO pone a Oviedo en la misma línea política de Enrique Peñalosa, quien se vendió como un gerente, un urbanizador y terminó siendo un vulgar vendedor de buses y de humo. Ojo bogotanos: Oviedo es un uribista pura sangre y un defensor de las perversas ideas y acciones que confluyen en eso que se llama el “uribismo”. Los otros candidatos que andan en crocs son: Lara, Vargas, Galán y Molano; Robledo, anda en pantuflas; y Bolívar, en ferragamo.
Imagen tomada de Infobae
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