Por Germán Ayala Osorio
La entrevista que le concedió Gustavo
Petro a Daniel Coronell fue un verdadero encontronazo entre un presidente
atrincherado en su dignidad y en su incontrastable ego y un periodista
empecinado en cuestionarlo y en sacarle un titular que sirviera para empeorar
las relaciones con Trump,
mandatario al que el columnista se cuida de criticar por razones ideológicas y
migratorias. Desde su cuenta de X, Coronell iba dejando claro de qué lado estaba:
Petro se muestra desafiante ante la grave crisis diplomática con Trump.
¿Se atrevería Coronell a usar el mismo vocablo para caracterizar y calificar la
conducta altanera, irresponsable y soberbia del fatuo presidente de los Estados
Unidos? Por supuesto que no. Cuando se trata de hablar de las tensas relaciones
bilaterales entre los dos países, el reconocido columnista siempre se parará
del lado de la tierra del Tío Sam. Es claro que a Coronell le da miedo cuestionar las andanadas de Trump en contra del presidente colombiano.
Petro concede la entrevista pensando
quizás en llegarle al público hispano de Univisión y muy seguro de que el secretario
de Estado, Marco Rubio, entre otros agentes políticos que le hablan al oído al
convicto presidente norteamericano estarían atentos al desarrollo de esta. Entre
tanto, Coronell buscó entrevistarlo para aprovecharse periodística y económicamente
de lo que pudiera decir el jefe de Estado en medio de la crisis diplomática entre
Estados Unidos y Colombia. El rating estaba asegurado.
En términos periodísticos se
trató de una entrevista enrarecida, dispersa, incómoda, “jarta” y difícil por dos
razones fundamentales: 1. Por la predisposición ideológica con la que ambos
llegaron al encuentro. Petro reconoce a Coronell como un periodista de derecha,
lo respeta, pero sabe muy bien que como ciudadano y periodista es un cipayo que
sabe rendirle pleitesía a los gringos. Y Coronell llegó con la firme intención de
desdibujar a la figura presidencial colombiana, tratando de pincharle el
ego con preguntas, insinuaciones y señalamientos que Petro manejó relativamente
bien a pesar de que en términos comunicacionales evitó contestar los interrogantes
que le expuso su interlocutor, lo que claramente ensució el diálogo y lo hizo
ver como un presidente grosero. 2. Por la compleja coyuntura política y
diplomática, tanto Petro como Coronell buscaron sacarse provecho. El presidente
colombiano le hablaba al periodista, pero estaba pensando más en sus detractores
estadounidenses, que en explicarle a las audiencias de Colombia las razones por
las que se llegó a este punto de no retorno en las relaciones entre Bogotá y Washington.
Petro debió tranquilizar a los colombianos que la prensa hegemónica local está
empecinada en asustar por cuenta de las posibles sanciones económicas que imponga
el anaranjado presidente estadounidense.
Coronell
es un periodista anti uribista que ha sido incapaz de llamar genocidio a lo hecho
por Israel en Gaza, con la anuencia de los Estados Unidos, país en el que vive desde
hace varios años. Es un columnista muy leído, pero es cercano al
establecimiento colombiano.
Después de la entrevista-encontronazo,
Coronell
dijo lo siguiente: “Nunca he tenido una conversación tan difícil con
él, como la de hace dos días, en la Casa de Nariño. A lo largo
de estos 40 años de conocernos he tenido grandes diferencias con él y he
criticado su gestión como alcalde y presidente, tanto como reconocí sus grandes
debates de denuncia y control político como congresista. Nunca, en todos
estos años y entrevistas he visto al presidente Gustavo Petro tan alterado como
este lunes. No es el mejor estado de ánimo para manejar una crisis de
las dimensiones que puede tomar en los próximos días”.
Después de ver completa la entrevista,
señalo que tanto Coronell como Petro se equivocaron. El primero, por querer aprovecharse
de la compleja coyuntura diplomática entre USA y Colombia y creer que Petro le
contestaría todas sus preguntas, cuestionamientos e insinuaciones que por
momentos incomodaron al mandatario. Coronell sabía que Petro llegaría “cargado
de tigre” y quiso aprovecharse periodística y políticamente de ese momento; y
el segundo, porque llegó al diálogo cargado emocionalmente y golpeado en su ego
por el tratamiento de mafioso
que le dio el convicto y pederasta presidente estadounidense. Conclusión: Petro
no debió conceder la entrevista a Coronell. Como diría el entonces Defensor del Pueblo, Carlos Camargo: "salió mal".
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