Por Germán Ayala Osorio
Convertido el retiro de la visa americana al presidente Petro en tema de discusión mediática y en las fétidas redes sociales, aparecen por lo menos dos lugares de enunciación desde donde se entiende, explica, se valida o se invalida la decisión del Departamento de Estado, convertida en un suceso político-electoral generado, claramente, por la provocadora e insensata exhortación que hizo Petro a los marines a desobedecer las órdenes de Trump.
En un primer lugar de enunciación aparecen por supuesto los ciudadanos, políticos y periodistas americanistas, pro gringos y admiradores de la potencia militar y económica. También, los que gustan visitar cada cierto tiempo los parques de diversiones de Orlando en lo que puede ser un eterno retorno a la niñez. Hacen parte de ese selecto grupo otros que por razones económicas y periodísticas les toca, sí o sí, ponerse del lado de los gringos a pesar de sus arbitrarias acciones político-militares desarrolladas durante décadas en cumplimiento del rol que creen que deben cumplir: el de gran Sheriff que anda por el mundo castigando, apresando y matando "terroristas" y "monstruos", muchas veces creados por la propia Casa Blanca. Baste con recordar el caso de Osama Bin Laden. En ese grupo también están los periodistas y políticos de la derecha colombiana que casi al unísono salieron a rechazar las arengas del presidente colombiano, convertido en un agitador callejero en pleno Manhattan.
En el segundo lugar de enunciación confluyen los ciudadanos, intelectuales, políticos y periodistas anti yanqui e incluso muchos que han usado sus visas para ir a ver a Mickey Mouse, pero que rechazan con furia el genocidio que Trump está patrocinando en la franja de Gaza en contra del pueblo palestino. También comparten un espacio en este grupo aquellos ciudadanos que reconocen el grave error que cometió el presidente colombiano con las señaladas arengas.
Este texto está inspirado en la columna El Automártir que escribió el reconocido periodista Daniel Coronell Castañeda, de quien se dice que es de origen judío aunque el inefable José Obdulio Gaviria, primo del criminal Pablo Emilio Escobar Gaviria, dijo lo contrario en un texto titulado ¡DANIEL CORONELL NO ES JUDIO! Pero aquí lo realmente importante es examinar el lugar de enunciación desde el cual habla el periodista bogotano.
Daniel Coronell destroza a Petro cuando dice que "el agitador se impuso al estadista. Excitado hasta el paroxismo por los aplausos de unos manifestantes, Petro fue subiendo el calibre de su arenga callejera. Ya entrado en gastos, habló de reclutar combatientes, de la experiencia militar de los colombianos, del Ché Guevara, de entrenamientos bajo el oscuro régimen de Muamar el Gadafi y de ir él mismo a combatir a Gaza". Hasta ahí, digamos, todo bien desde la perspectiva crítica con la que se debe abordar el "descache" del presidente.
Pero justamente, al estar ubicado en ese preciso lugar de enunciación, Coronell evita criticar al gobierno Trump, al tiempo que se cuida de llamar genocidio a lo que está haciendo el sionista ejército de Israel, que cumple las órdenes del criminal Benjamin Netanyahu. Interpelado por un usuario de la red X, el sagaz periodista respondió: "Lo hago porque sinceramente considero que el presidente Petro dedica más esfuerzo a la construcción de su leyenda que a hacer lo que necesita Colombia y que está a su alcance. Condeno la masacre de civiles en Gaza por parte del ejército israelí y también las acciones terroristas de Hamas contra personas indefensas. No profeso ninguna religión".
Curiosamente Coronell hace lo mismo que en su momento hicieron José Obdulio Gaviria y el títere-presidente, Iván Duque: apelar a un eufemismo. Mientras Gaviria dijo que en Colombia no había desplazados sino "migrantes internos", Duque llamó "homicidios colectivos" a las masacres. El periodista bogotano está "a tres doritos" de usar la expresión que acuñó el fatuo "presidente" Iván Duque. Lo que cometió Hamas fue una masacre, así no hay forma de comparar lo hecho por esa organización terrorista con lo que viene haciendo Israel desde hace ya dos años. Coronell cae en un error conceptual por su condición de judío y por el miedo que le da hablar con la verdad estando viviendo bajo la administración del convicto Donald Trump.
El texto que subrayo y puse en negrillas sirve para reconocer el lugar de enunciación desde el que habla Coronell. No es una masacre lo que sucede en Gaza. En Colombia cada nada se registran masacres que en nada se parecen a lo que sucede en ese territorio en el que están asesinando niñas, niños, viejos y mujeres. Lo que están perpetrando Trump y Netanyahu contra el pueblo palestino se llama GENOCIDIO. En términos teóricos, "la enunciación implicará siempre una relación de manipulación, dado que, más que la comunicación de un saber (hacer-saber), la enunciación pone en juego un hacer-creer; esto es, anticipa y orienta el lugar que el enunciatario es llevado a ocupar con respecto a aquello que se transmite". No diré más.
Nota: la fotografía fue tomada de la página de la revista en la que escribe el columnista. Páginas consultadas: La Huella nazi, Daniel Coronell, a Rectificar: ¡DANIEL CORONELL NO ES JUDIO!
La enunciación: reflexiones actuales
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