martes, 21 de octubre de 2025

EFECTOS CULTURALES E INSTITUCIONALES DEL FALLO A FAVOR DE URIBE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El fallo de segunda instancia que absuelve al expresidente Álvaro Uribe Vélez  de la condena a  12 años de prisión domiciliaria proferida por la jueza 44, Sandra Heredia tendrá importantes y graves efectos institucionales en la rama judicial en donde reposan otros procesos a los que está vinculado el expresidiario y exgobernador de Antioquia y por supuesto, esa misma decisión judicial de dos de los tres magistrados del Tribunal Superior de Bogotá que estudiaron la apelación de la defensa del político antioqueño,  generará perjuicios en el ámbito sociocultural.

Miremos los efectos negativos que generará el laudo leído por el magistrado Merchán en las dinámicas internas del aparato de justicia.  Lo primero que hay que señalar es que la interpretación que hicieron los magistrados del Tribunal Superior de Bogotá del material probatorio y los cuestionamientos a la exégesis de la jueza Sandra Heredia ponen en entredicho la probidad, el criterio jurídico y la idoneidad de todos los operarios judiciales que por ejemplo avalaron la legalidad de la intervención de las líneas telefónicas en las que se escucha hablar a Uribe Vélez con su aboganster Diego Cadena.

Los togados de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) a la luz de lo leído por Merchán (magistrado ponente), actuaron de mala fe al usar los audios allanados para impulsar el proceso penal que después de 13 años mantiene a Uribe procesado, condenado en primera instancia, absuelto en segunda y vinculado hasta que sea la misma CSJ la que defina la situación jurídica del temido político. A pesar de la absolución que acaba de recibir Uribe, mantiene su condición sub judice hasta que la CSJ tome una decisión de fondo en la instancia de casación a la que la defensa de las víctimas de Uribe ya dijo que llevará al mediático y espinoso caso.

De regresar al poder el uribismo a la Casa de Nariño en el 2026 no se descarta que se inicien actividades de persecución judicial en contra de la jueza Sandra Heredia y sus antecesoras que validaron todo lo actuado por los magistrados de la Sala de Instrucción de la CSJ, corporación en donde se originó este enrevesado proceso. No podemos olvidar las amenazas, cuestionamientos políticos y mediáticos que recibió Heredia después de leer el fallo en el que condenó a Uribe a 12 años de prisión por tres graves delitos.

Con la absolución de Uribe, el Tribunal Superior de Bogotá envía un mensaje que bien puede leerse como intimidante por parte de los fiscales y los jueces que en diferentes momentos compulsaron copias a la Fiscalía para que Uribe fuera investigado por sus relaciones con grupos paramilitares y recientemente por el asesinato del defensor de derechos humanos, José María Valle, en los tiempos en los que el caballista y hacendado fungió como gobernador de Antioquia. Hablo del magistrado Rubén Darío Pinilla Cogollo, que siendo presidente de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín compulsó copias para que se investigara a Álvaro Uribe Vélez por vínculos con el paramilitarismo; y también de la jueza de Medellín, Claudia Marcela Castro, quien compulsó copias a la Fiscalía para que investigue si el expresidente Uribe y su hermano Santiago tienen alguna responsabilidad en el crimen de José María Valle.

En lo que respecta a los efectos socioculturales del polémico fallo de segunda instancia que beneficia al “rufián de esquina”, estos tienen que ver con la legitimación y naturalización del imaginario individual y colectivo que señala que entre más poder económico y político concentre un hombre en Colombia, la capacidad de la justicia de procesarlo y condenarlo desaparece, en particular cuando son jueces o fiscales hombres a los que les corresponde revisar los procesos a los que está vinculado el señor Uribe. Creo que aquello del “cacorraje nacional” del que habló la escritora Carolina Sanín tendría una inexorable conexión con los fallos proferidos por jueces. La magistrada María Leonor Oviedo se apartó de la decisión con la que sus dos colegas del Tribunal Superior de Bogotá absolvieron a Uribe Vélez, Alexandra Ossa Sánchez y Manuel Antonio Merchán. 

Ese imaginario deviene atado del ethos mafioso que rodea a la operación de jueces. Fiscales y magistrados que emiten fallos politizados e ideologizados en virtud de presiones o de simpatías hacia políticos poderosos, asumidos por una parte importante de la sociedad como deidades intocables e incuestionables.

Los dos magistrados del Tribunal Superior de Bogotá dejaron pasar la oportunidad de fallar para producir un cisma cultural en una sociedad como la colombiana que además de devenir confundida moralmente, necesita con urgencia proscribir el ethos mafioso y por supuesto el imaginario colectivo e individual que indica que la “justicia es para los de ruana” como consecuencia del incontrastable poder que acumulan hombres como Uribe Vélez. Eso sí, el fallo absolutorio no es sinónimo de inocencia porque por lo menos la mitad de los colombianos hace rato “condenó” al expresidente Uribe. A veces, la condena social y el consabido desprecio por las actuaciones del temido político resultan con mayor legitimidad que las que se producen en instancias judiciales permeadas por presiones de carácter político.




Imagen tomada de la red. 

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