lunes, 20 de enero de 2025

DONALD TRUMP, SEGUNDA PARTE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En su discurso de posesión, Donald Trump habló desde la arrogancia, la amenaza y el negacionismo de la pluricrisis ambiental planetaria. En su alocución el condenado putero prometió “recuperar la dignidad y la grandeza de América” a partir del cambio educativo, la amenaza expansionista y el proteccionismo económico. En su intervención, aplaudida a rabiar por la derecha internacional, incluida la colombiana, puso el foco en México y Panamá.

En sus relaciones con los manitos, la porosa frontera lo llevó a declarar la emergencia en seguridad en un nuevo intento por frenar la entrada de ilegales de todas partes del mundo que van tras el “sueño” americano. En el plano interno deberá acabar con las mafias que de tiempo atrás se incrustaron en las autoridades migratorias que viven del negocio de la inmigración ilegal. Trump parece ignorar que al fisco le entran millones de dólares por cuenta de cientos de miles de migrantes que obtienen permisos de trabajo “chimbos” o de aquellos que adelantan costosos procesos de regulación en la paquidérmica institucionalidad migratoria americana. Los más afectados quizás serán los abogados de migración y por supuesto aquellos inmigrantes que están pendientes de ser llamados a las cortes para definir su estatus migratorio.

En lo que toca a Panamá, asegurar que ese país está incumpliendo el principio de neutralidad acordado en los tratados Torrijos-Carter constituye una forma de presión política y económica hacia el país canalero. De esa manera le envía un mensaje a China, país que con su “nueva ruta de la seda” viene inundando al mundo de mercancías, tecnología y maquinarias. Mientras los chinos consolidaban su imperio capitalista bajo el esquema político socialista, Estados Unidos perdía el tiempo en sus aventuras militares por todo el mundo y en particular en su “patio trasero”: América Latina. ¿Se atreverá a invadir el istmo? ¿Impondrá sanciones económicas a Panamá para buscar mejores tarifas para los barcos gringos que atraviesen el canal?

Frente al cambio climático, Trump vuelve a liderar el movimiento negacionista de la crisis climática. Habló de explorar más petróleo. Quizás por ello no aludió a Venezuela, país con el que las multinacionales gringas han negociado la compra del hidrocarburo. Asume Trump la industria automotriz como la oportunidad para recuperar la “grandeza” de los productos americanos de los años 60, 70 y 80, antes de que los japoneses empezaban a golpearla con sus vehículos compactos y con bajo consumo de combustible.

En cuatro años veremos si alcanzó a devolverle la “dignidad” a los americanos. Eso sí, su discurso no deja de producir miedo y llenar de incertidumbre el multilateralismo. Estamos ante un octogenario caprichoso, violento, creyente, fatuo y putero que en cualquier momento puede tomar una decisión que ponga en riesgo la vida en el planeta. Curiosamente, su consigna de ponerle fin a la decadencia de su pueblo se tropieza con su perfil de macho premoderno y decadente masculinidad.



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