Por Germán Ayala Osorio
Ahora que el término “cucha” gana
visibilidad política y mediática desprovista de su acepción despectiva y de
cara a las elecciones de 2026, puede resultar interesante mirar los nombres de
las cuchas que quieren ser presidentas de la Colombia machista y misógina. ¿Será
que es tiempo de que llegue a la Casa de Nariño una cucha, esto es, una mujer,
después de más de 200 años de gobiernos presididos por cuchos? Veamos.
María Fernanda Cabal es una cucha
derechosa que aspira a ser presidenta de Colombia para reinstalar en el país las
ideas de su mentor Álvaro Uribe Vélez. Cabal es una mujer de carácter fuerte, clasista
y racista. En términos económicos defiende el neoliberalismo y la privatización
del Estado. En términos ecológicos y ambientales es amiga del modelo de la gran
plantación, de los monocultivos de caña de azúcar y palma africana y de la ganadería extensiva de baja producción. Niega el
cambio climático y menosprecia el discurso ambiental.
Con ella en la presidencia la
causa feminista no saldría favorecida por cuanto considera que las
feministas son “locas, feas y horrorosas”. Cabal es una mujer “machista” que
cree en la hegemonía masculina, lo que anula cualquier asociación de su aspiración
presidencial con la conquista del poder por parte de las mujeres cercanas al
feminismo.
Paloma Valencia es, junto a Cabal,
otra cucha que aspira a ser presidenta de la República. Ambas están pendientes
del guiño del Gran Macho, el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. La
cucha Valencia es clasista y racista como Cabal. Valencia es nieta del
expresidente de Guillermo León Valencia (1962-1966). La historia lo señala como
responsable de la Operación Lasso, acción militar que justificaría el
nacimiento de las Farc. La Comisión de la Verdad dice que “el modelo de
pacificación del segundo presidente del Frente Nacional, el conservador
Guillermo León Valencia (1962-1966), se hizo con las armas. Las acciones
militares contra los asentamientos comunistas de Marquetalia, El Pato,
Guayabero y Riochiquito, con las que el Gobierno dio por terminadas las
repúblicas independientes, son muestra de ello”. Hay que recordar que eso
de los “asentamientos comunistas” fue una invención política.
Su abuelo también es recordado
porque “le daba pereza leer y escribir”. Algo de esa flojera parece que sacó
Paloma pues su paso por el Congreso deja ver a una mujer que solo sabe aprobar
o desaprobar proyectos de acuerdo con lo que le dicten en su partido. Eso sí,
gritar “viva el presidente Uribe” es su mayor logro político. El movimiento feminista
tampoco estaría representado en esta cucha. Valencia es amiga de someter a la
Naturaleza, de allí que esté bastante alejada de la causa ambientalista.
Otra cucha uribista como Paloma
Valencia y María Fernanda Cabal es la periodista Vicky Dávila de Gnecco. La
exdirectora de Semana es una cucha arribista que durante años ejerció un
periodismo pro-establecimiento. Defiende
a dentelladas a Uribe Vélez, lo que la convierte en una uribista purasangre defensora
de la temida política de seguridad democrática. La cucha Dávila es derechosa y por
estos días se declara “libertaria” como el presidente de la Argentina, Javier
Milei. Es una mujer poco leída, arrogante y le seduce el poder político y
económico.
Otra cucha que aspira a llegar a
la Casa de Nariño es Claudia López Hernández. El ser lesbiana en un país machista
le da puntos importantes dentro de la comunidad LGTBQ+. Eso sí, la defensa de esa
causa en particular no es suficiente para instalar a López como progresista o
una mujer de izquierda. No. López Hernández es una cucha de centroderecha. Otra
cosa es que hábilmente se acercó a la izquierda para sacar provecho político. Claudia
López Hernández es una cucha que actúa como una veleta ideológica. Su cercanía a
Peñalosa, pero sobre todo su visión de ciudad la convierte en una ficha de las
constructoras, responsables en gran medida del crecimiento desordenado de
Bogotá y los problemas de abastecimiento de agua que soportan los capitalinos.
El desastroso sistema Transmilenio es la mácula que acompaña a esta veleidosa
cucha.
Recientemente el cucho Julio Sánchez
Cristo lanzó la candidatura presidencial de Elsa Noguera. Aunque parece que la “cuchita”
(mide 1.45) negó tal aspiración, ella tampoco podría representar al movimiento
feminista. Esta mujer es ficha del clan Char, lo que la convierte en una
política de derecha, neoliberal y poco preocupada por las causas sociales y ambientales.
Todas las anteriores cuchas hacen parte de lo que se conoce como el “uribismo”.
De parte del progresismo aparece
la exministra de salud, Carolina Corcho Mejía. Esta cucha es médica psiquiatra,
perfil que hace que su aspiración presidencial resulte interesante y llamativa
en los momentos en los que el sistema de aseguramiento en salud está a punto de
colapsar por la corrupción al interior de las EPS y a la captura mafiosa de billonarios
recursos públicos. Conoce muy bien el sistema de salud. Aunque nació en
Medellín, no militó jamás en el uribismo. La cucha Corcho Mejía es defensora de
lo público, aspecto que la diferencia de todas las anteriores candidatas
presidenciales. De todas, es la más joven, tiene 42. Aunque para los y las jóvenes de 18
años cualquiera que pase de los 30 ya es una cucha o un cucho, la ex ministra es una mujer joven. María Fernanda
Cabal tiene 60. Claudia López Hernández, 54; Elsa Noguera y Vicky Dávila, 51 y Paloma
Valencia, 47.
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