domingo, 2 de febrero de 2025

TRUMP, MIGRACIONES Y GLOBALIZACIÓN

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las medidas de protección económica adoptadas por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y la criminalización de los migrantes están atadas al largo y sostenido proceso de globalización en el que a pesar de que el mundo se interconectó y se hizo pequeño gracias al triunfo del capitalismo, los sentimientos endogámicos, fundados en supremacismos étnico-civilizatorios siempre estuvieron presentes en quienes vieron los riesgos y sufrieron los efectos de la llegada de millones de migrantes del sur global, convertido por largo tiempo en la cantera y la letrina de las fuerzas económicas del ampuloso norte.

Aunque las responsabilidades son mutuas por los sistemáticos encontronazos culturales entre locales y foráneos, entre civilizados e incivilizados, las culpas siempre señalan hacia ese grupo poblacional universal en el que confluyen africanos, asiáticos y latinoamericanos, asumidos como indeseables plagas en los encuentros cotidianos, pero útiles instrumentos de trabajo para producir la riqueza con la que los países ricos seguirán dominando a aquellos que de manera desesperada buscan el deseado desarrollo económico.

La estigmatización de los inmigrantes no es un asunto exclusivo de los Estados Unidos. En varios países de la civilizada Europa la xenofobia que despertó la migración de latinos y africanos ha sido brutal. Esos comportamientos hostiles hacia los migrantes vienen aupados desde gobiernos y sectores societales que se cansaron de tener que soportar prácticas culturales consideradas impuras e incivilizadas, a lo que hay que sumar medidas económicas de protección humanitaria (subsidios) hacia quienes llegaron al viejo continente y a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida.

En esta etapa que recién inaugura Trump hay que recordar los riesgos y las tensiones de las que habló Bauman cuando escribió La Globalización, consecuencias humanas. “La globalización divide en la misma medida que une: la causa de la división son las mismas que promueven la uniformidad del globo. Los procesos globalizadores incluyen una segregación, separación y marginación social progresiva”.

Trump no busca exclusivamente “volver a hacer grande a América” sino que le está apostando a limpiar su país de los efectos culturales e incluso raciales que dejaron años de una hibridación cultural sostenida por la necesidad de trabajo de millones de ilegales y el aprovechamiento económico y político del “sistema gringo” permeado desde hace tiempo por un ethos mafioso que se creía exclusivo de países como Colombia, Perú y otros tantos de centro América.  

Para lograr la grandeza y la limpieza, Trump necesita, vaya contradicción, de ciudadanos migrantes, en particular latinos que denigren de su origen y sean capaces de hablarles duro, en español, a aquellos gobiernos que les dé “arrebatos de dignidad y soberanía”. El cubano americano Marco Rubio es un buen ejemplo de esas fichas a las que apela el octogenario putero para consolidar su proceso de limpieza étnica y de animadversión migratoria hacia América Latina. Por supuesto que Colombia también ofrece su cuota. El congresista republicano, Bernie Moreno, es otra ficha clave para las intenciones del presidente de los Estados Unidos. Moreno dejó ver su enorme desprecio hacia Colombia al momento de proponerle a su ídolo que impusiera sanciones económicas al país.


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