Por Germán Ayala Osorio
Que el ex boina verde Jordan
Goudreau diga que el entonces presidente de Colombia Iván Duque Márquez y el
expresidente Uribe Vélez acompañaron la idea de una incursión militar en
Venezuela para asesinar a Nicolás Maduro Moros constituye un hecho noticioso
que debería ocupar la atención de toda la prensa colombiana. A pesar de que fue
La W el programa radial que entrevistó al mercenario, el hecho noticioso
no ha sido recogido como se esperaría que lo hicieran las otras empresas
mediáticas, para convertirlo en un escándalo político de gran envergadura.
El legionario Goudreau, de origen
canadiense, dijo a La W que les informaron que “Iván Duque nos
iba a dar campos para entrenar, paso seguro en la frontera entre
Colombia y Venezuela y poder traer a Colombia lo que necesitáramos, pero tenían
una contingencia que era atacar al ELN. Había mucha gente en esa reunión. Hubo
otra persona que salió a relucir y fue Uribe, él tenía representantes
como Lester Toledo, que decía que se había reunido con Duque y Uribe.
El señor Lester Toledo tenía el teléfono en altavoz, escuché la voz de
Duque, esas presentaciones se hicieron, querían que nos reuniéramos, pero no me
gusta reunirme con presidentes”.
Más allá de los dimes y diretes
que puedan sobrevenir si es que los propietarios de los medios masivos colombianos
no se deciden a dar la directriz a sus periodistas de olvidarse de lo dicho por
Goudreau, hay un asunto de fondo que no se puede dejar de señalar: durante los
ocho años de Uribe y la aplicación a rajatabla de su temida política de
seguridad democrática se consolidó un régimen criminal por la probada
paramilitarización de varias instituciones estatales, como el Congreso de la época,
guarniciones militares y el entonces DAS, cooptado por las AUC y usado por Uribe
Vélez como su policía política para perseguir periodistas, enemigos y críticos
de su gobierno.
Bajo esas circunstancias contextuales,
y si lo dicho por el mercenario en mención es cierto, la llegada de Iván Duque
Márquez a la Casa de Nariño en calidad de monigote de Uribe no solo sirvió para
criminalizar la protesta social en el marco del estallido social, sino para que
Colombia se consolidara como un Estado asesino y gansteril, capaz de participar
de operaciones militares-sicariales para ultimar al presidente de Venezuela. Ya
exportamos sicarios-mercenarios que se fueron a la guerra entre Ucrania y Rusia,
mientras que otros participaron del operativo internacional que terminó con el
asesinato del presidente de Haití Jovenel Moïse. Así las cosas, por cuenta del
uribismo se estaría echando a la basura la tradición democrática y respetuosa
del Estado colombiano de los asuntos internos de otras naciones.
Ya el país reconoce que efectivamente Iván Duque Márquez fue el títere de Uribe. Ahora, si lo dicho por el legionario resulta verídico, quedaría claro que como consecuencia de esa relación de dominación que ejerció el expresidente antioqueño sobre el “gordo marica”, como lo llamó María Fernanda Cabal, Duque será recordado como el jefe en la sombra de los mercenarios que estuvieron a punto de asesinar al presidente venezolano. Grave y espeluznante.
Adenda: algo puede haber detrás de la revelación que La FM permitió. ¿Le quieren cobrar algo a Duque? ¿Se trata de una acción propia del fuego amigo?
La foto con la que exboina verde vincula a Iván Duque con operación contra régimen en Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario