Por Germán Ayala Osorio
La decisión unilateral de Israel
de detener la exportación de “seguridad”, es decir, de suspender el envío a
Colombia de aeronaves y tecnología militar es, a todas luces, retadora y con un
tinte vengativo ante la postura asumida por el presidente Petro, frente a los
asimétricos enfrentamientos militares entre el grupo Hamás y el Estado de
Israel. Hamás solo puede plantearle a la poderosa Israel una guerra de
guerrillas, lo que supone golpes de mano como el que dicha organización
terrorista propinó a la hasta ayer segura Israel. El ataque, sorpresivo y
violento, fue agravado en su magnitud por la prensa internacional, la misma que
evita calificar con el mismo adjetivo la operación venganza que desató Israel
sobre la Franja de Gaza y que deja ya miles de muertos, entre ellos, niños y
niñas.
Frente a la decisión política, el
presidente de Colombia respondió de inmediato: “Si hay que suspender
relaciones exteriores con Israel las suspendemos”. Exagera la cancillería
israelí al calificar las declaraciones del presidente Petro de “hostiles y
antisemitas”. Convendría que tanto el presidente de la República como los
responsables de las relaciones políticas, económicas y diplomáticas de Israel, le
bajaran al tono y morigeran sus reacciones.
Israel esperaba que la Cancillería
colombiana y en particular el presidente de Colombia rechazara, con firmeza, el
ataque artero que Hamás perpetró contra civiles en territorio israelí. Aunque
así sucedió en un primer comunicado de la entidad nacional, en un segundo
comunicado la Cancillería cambió radicalmente el sentido de la postura oficial.
El 7 de octubre emitió un comunicado en el que se leyó que “el Gobierno de
Colombia condena con vehemencia el terrorismo y los ataques contra
civiles que han ocurrido en la mañana de hoy en Israel, y expresa
solidaridad con las víctimas y sus familias. Igualmente, hace un llamado para
que cesen la violencia y las provocaciones, puesto que con ello se causa mayor
sufrimiento y se crean obstáculos para la solución del conflicto”.
Luego, un día después aparece
otro comunicado en el que el término “terrorismo” no aparece, lo que supone que
la primera reacción de la Cancillería se dio sin consultar al presidente de la
República. En esta segunda misiva se lee: “El Gobierno de Colombia reitera
el llamado a retomar, de manera urgente, el diálogo entre Israel y Palestina
para iniciar un proceso de paz que conduzca a la coexistencia pacífica, dentro
de fronteras seguras acordadas mutua e internacionalmente reconocidas, con
pleno respaldo a la integridad territorial de las partes”. Igualmente,
expresa su más enérgica condena a las afectaciones a civiles que han ocurrido
en la mañana de ayer y de hoy. El
Gobierno de Colombia manifiesta su solidaridad con las víctimas y sus familias,
al tiempo que hace un llamado para que cesen la violencia y las provocaciones.
La violencia sólo causa mayor sufrimiento y profundiza obstáculos en la
búsqueda de una solución del conflicto. En este sentido, Colombia hace un
llamado a la comunidad internacional”. Quizás ese bandazo que dio la
Cancillería colombiana, más lo dicho por el presidente Petro en su cuenta de X,
o mejor, por lo no dicho o lo que Petro calla, el gobierno de Israel tomó la
medida económica.
La postura del jefe del Estado se
explica porque Petro rechaza y busca subvertir esa parte del orden internacional
que respalda sin restricciones la violenta reacción de las fuerzas militares israelitas
contra del pueblo palestino.
Por su historia política, Gustavo
Petro cierra filas para que se proteja a los más débiles, esto es, a la
población civil y de contera, defiende la causa palestina, sin que ello
signifique que sea pro-Hamás y mucho menos antisemita como lo vienen tildando
algunos sectores de la prensa colombiana, alineada con la derecha internacional
que respalda a Israel. Recientemente, en cuenta de X, dijo: "
Hay que decirlo sin ambages:
tanto Israel como Hamás cometieron actos de terror. Ambos atacaron blancos
civiles y, por ende, los dos bandos violaron el DIH. Lo demás, son las siempre interesadas
e hipócritas posturas diplomáticas de aquellos países, que, con sus presidentes,
jefes de Estado y de gobierno, optaron por evitar la discusión de fondo: el
reconocimiento de Palestina como Estado y el retiro de Israel de los territorios
que viene ocupando de tiempo atrás.
Estos no son tiempos para que los
países latinoamericanos extiendan en el tiempo posturas políticas pro-orden
internacional, a sabiendas de que ese orden internacional deviene injusto y
criminal por cuenta de una entidad como la ONU que advierte ya un agotamiento
en su legitimidad, justamente, porque países poderosos de Occidente vienen legitimando
al aplastamiento del pueblo palestino.
Imagen tomada de El Espectador.
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