Por Germán Ayala Osorio
La inclusión de Gustavo Petro y miembros
de su familia en la famosa “Lista Clinton” obedece a una decisión política con propósitos
electorales, y con visos de venganza personal de específicos congresistas norteamericanos.
Además, se trata de un despropósito judicial y una arbitrariedad del fatuo
presidente de los Estados Unidos, condenado por 34
cargos y señalado de pederastia,
junto a Jeffrey Epstein.
El inmoral presidente de los Estados Unidos está siguiendo el guion político-moral-electoral que la uribizada derecha colombiana diseñó de la mano de Marco Rubio y Bernie Moreno, entre otros congresistas republicanos para construir el peor ambiente electoral en Colombia de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella, Álvaro Uribe Vélez y Juan Carlos Pinzón Bueno, entre otros, le están apostando a deslegitimar al gobierno Petro con fines desestabilizadores, pero sobre todo para generar terror en el empresariado y en millones de colombianos que asumen que votar por la continuidad del proyecto progresista concita enormes riesgos económicos.
En los visos de venganza que se observan en la decisión está el congresista republicano Bernie Moreno y su hermano de Luis Alberto Moreno, presidente del BID entre el 2005 y el 2020. En trinos y en reciente alocución presidencial, Petro atacó de manera directa a los hermanos Moreno. “En este libro que hice, que espera ser editado y ojalá traducido al inglés, se cuenta prueba fehaciente el robo del Banco del Pacífico por el hermano del actual senador por Ohio, Bernie Moreno. Aquí podrá ver porque están tan interesado en que Trump rompa con el gobierno de Colombia”. En otro mensaje, borrado por Petro, hizo referencia a “…una operación de lavado de activos hecho en el gobierno de Pastrana. Y hay un segundo hecho que vincula al señor Bernie y es que su hermano participa en esa operación de lavado de tierras”.
La reacción del presidente de la
República le da sentido de realidad a la participación de Bernie Moreno en la
decisión del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, siguiendo
instrucciones del huésped de la Casa Blanca. Esto espetó: “Efectivamente la
amenaza de Bernie Moreno se cumplió, yo y mis hijos y mi esposa entramos a la
lista OFAC. Mi abogado en mi defensa será Dany Kovalik de los EE. UU. Luchar
contra el narcotráfico durante décadas y con eficacia me trae está medida del
gobierno de la sociedad que tanto ayudamos para detener sus consumos de cocaína.
Toda una paradoja, pero ni un paso atrás y jamás de rodillas”.
Veamos entonces cuáles son los
objetivos planteados en esa tarea conjunta diseñada entre los republicanos y la
derecha local: acorralar al presidente Petro para que de manera
impulsiva termine de ahondar la crisis diplomática entre Washington y Bogotá,
por ejemplo, expulsando del país a los militares gringos que hacen presencia en
bases militares colombianas gracias a la cooperación bilateral firmada en el
2009. Una medida de esa naturaleza terminaría por consolidar la narrativa que indica
que Petro y Maduro son enemigos de los Estados Unidos, razón suficiente para impulsar
una intervención militar en ambos países, extender el bloqueo económico a
Colombia y de esa manera construir un nuevo “eje del mal” que anime a Trump
a tomar otras medidas excepcionales.
El segundo propósito es deslegitimarlo
como figura política haciéndolo aparecer como una defensor de Hamas, grupo
extremista y terrorista que masacró a más de mil personas, hecho que generó la ira
santa de Israel y el consabido genocidio contra el pueblo Palestino que Estados
Unidos y Europa apoyaron de manera decidida.
El tercer objetivo es
naturalizar de tal manera la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos
internos del país, que la continuidad del proyecto progresista o el triunfo de
un candidato de “centro”
obligaría a esos mandatarios a aceptar sin chistar las nuevas formas de intrusión
de los gringos en las dinámicas institucionales de Colombia, en particular en
asuntos como la lucha contra el narcotráfico en las que el próximo gobierno estaría
obligado a perseguir al campesinado y olvidarse de hostigar a los agentes mafiosos que
el sistema financiero internacional y la DEA previamente han aceptado para mantener
la pantomima de una lucha que aunque fracasada debe continuar por el bien de la
economía norteamericana, la colombiana y la del mundo entero.
La pregunta que surge es: ¿Se
pudo evitar este desenlace político-moral-electoral? La respuesta es no, por
varias razones a saber: la crisis diplomática entre Bogotá y Washington, el
desobligante trato de Trump al presidente Petro y la inclusión de este último en
la Lista Clinton jamás fueron manejados internamente como asuntos de
Estado. El silencio de los presidentes de las altas cortes, el apoyo de varios expresidentes
de la República y del propio empresariado frente al calificativo que lanzó Trump
contra Petro, llamándolo
“líder de los narcotraficantes” dio cuenta de una inexistente visión de Estado
y una fractura institucional que al final incentivó al presidente de los
Estados Unidos a continuar atropellando al país, a la dignidad presidencial y a
los colombianos. Por supuesto que estos tres últimos elementos los asumen los
miembros de la derecha uribizada como parte de la retórica
mamerta con la que Petro insiste en inhumar el concepto de dignidad que Uribe y
otros agentes del Establecimiento colombiano enterraron en una de las tantas
fosas comunes que aún existen en el “País de la Belleza”.
Por supuesto que al presidente Petro le cabe
responsabilidad política al preferir la confrontación personal con Trump, en
lugar de entregarle a los diplomáticos la tarea de manejar este desenlace que de todas
maneras afecta negativamente la continuidad del proyecto progresista en el
2026. Y no se trata aquí de gritar “ni un paso atrás y jamás de rodillas”, estribillo
sostenido en una visión de Estado, con todo y soberanías, que no tienen los
presidentes de las altas cortes y el uribismo. A lo
mejor Petro no creyó que el Establecimiento colombiano fuera capaz de dejarlo
solo frente al poder intimidatorio del gobierno norteamericano. O no midió de
hasta dónde son capaces de llegar sus más visibles agentes de poder con tal de
hacerse nuevamente con la Casa de Nari.
Adenda: si la izquierda gritaba con emoción y algarabía que Uribe es el primer expresidente condenado (en primera instancia) por delitos no políticos; la derecha hará lo mismo gritando que Petro es el primer presidente colombiano en hacer parte de la deshonrosa e inmoral Lista Clinton.
Imagen tomada de Infobae. Este fue el libro que Gustavo Petro escribió sobre escándalo que involucraría al hermano del senador Bernie Moreno: espera que lo traduzcan al inglés - Infobae
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