Por Germán Ayala
Osorio
La campaña presidencial de 2026
ya arrancó. Diría que el crispado ambiente preelectoral empezó el mismo día de
la posesión de Gustavo Petro el 7 de agosto de 2022. Y de contera, los
resultados de los comicios del 29 de octubre terminaron por afianzar la tensión
política y el desespero de la derecha uribizada por recuperar lo que la
izquierda les arrebató: la Casa de Nariño, con todo y el poder que allí se
concentra en nuestro sistema presidencialista.
Es tal la situación, que la
derecha ya puso en la palestra a varios de sus precandidatos: María Fernanda
Cabal, Claudia López Hernández, Alejandro Gaviria y Francisco Barbosa, quien
pronto dejará de ser el fiscal general de la Nación. Cuando llegue el momento,
dedicaré columnas para retratar a estos políticos que buscarán en el 2026 la
bendición de la élite económica y de los sempiternos clanes para intentar
llegar al Solio de Bolívar.
Dedico esta columna al saliente
fiscal general, quien en meses pasados calentó el ambiente prelectoral al
descalificar al gobierno de Petro en un evento organizado por Fenalco. Barbosa
fue aplaudido y casi que ungido por el colectivo empresarial, como el candidato
que “le devolverá el rumbo al país”.
Barbosa es un gris abogado y un ser
ególatra. Su incontrastable ego le permitió auto definirse como el “más preparado”
por tener doctorado, maestrías y haber publicado libros. Su carácter
pendenciero lo acerca al perfil de Álvaro Uribe Vélez, expresidiario e imputado
por graves delitos al que Barbosa le puso a sus pies la fiscalía, convirtiendo el
ente acusador, en defensor de oficio del dañino e inefable expresidente de la
República. Recuérdese que en tres ocasiones la fiscalía, por instrucción
directa de Barbosa, solicitó a los jueces la preclusión del caso que lleva en
contra del político antioqueño por manipulación de testigos y fraude procesal.
Esa actuación hace pensar que
Barbosa es igual o más obsecuente que su amigo de infancia, Iván Duque Márquez,
el presidente-títere que Uribe Vélez puso en la Casa de Nari. Así las cosas, el
pronto exfiscal general será el candidato perfecto de la derecha uribizada para
recuperar el Estado central.
Otro elemento que lo hace
proclive a recibir la bendición de Uribe Vélez, de Sarmiento Angulo y del GEA,
entre otros, es la repulsión que le producen los periodistas y los medios
independientes y alternativos. Barbosa se siente cómodo con medios como Semana,
actor político y mediático que le sirvió para filtrar información sensible.
En términos periodísticos, Francisco
Barbosa juega a ser un peligroso censor oficial, muy al estilo de Bukele. Ya
dejó ver su perfil anti-prensa libre y crítica cuando fustigó los trabajos de
la revista Raya y RTVC, por develar que el grupo criminal La Cordillera había planeado
un atentado contra el entonces candidato presidencial, Gustavo Petro; además,
por informar sobre un plan criminal contra el mismo Petro, liderado por el
reconocido uribista, César Augusto Giraldo Montoya, alias Calzones, amigo del
expresidente Álvaro Uribe Vélez. Al final, se ordenó que la fiscalía una
inspección a los archivos y fuentes de la revista Raya. Sin duda alguna, un
acto de censura y persecución política y judicial inadmisible en una democracia
y en una República. En 2021 se ordenó también una inspección contra Noticias
Uno, medio independiente y alternativo que ha confrontado, periodísticamente,
las actuaciones públicas y privadas del fiscal Francisco Barbosa.
Barbosa va a necesitar de un muy
buen laboratorio de marketing político que le maquille no solo su negativo perfil,
sino la mala imagen que deja tras dejar maltrecha la institucionalidad de la
fiscalía general de la Nación. Ya veremos si la derecha uribizada bendice a
este ladino personaje o si prefiere apoyar a la señora Cabal, o a Claudia
López, quien en el pasado se vendió como una figura independiente y alternativa,
pero que terminó aliada con el uribismo.
Imagen tomada de Al Punto.
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