martes, 22 de julio de 2025

EN CALI, CRECEN REYERTAS ENTRE AGENTES DE TRÁNSITO Y MOTOCICLISTAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Son ya innumerables los casos de enfrentamientos verbales y físicos entre agentes de tránsito y conductores, especialmente de motocicletas en la ciudad de Cali. Las reyertas entre los agentes de movilidad y los motorizados parecen no decirle nada al alcalde Alejandro Eder sobre los graves impactos que viene generando su política institucional de castigar a los infractores con multas, en lugar de jugársela por educarlos y por esa vía evitar las trifulcas y la mutua animadversión que ya hizo carrera entre usuarios de las vías y las autoridades de control.

No se trata de negar que efectivamente hay conductores que infringen las normas de tránsito y que esas conductas van invitando a que la indisciplina social se legitime y se haga costumbre. Pero insistir exclusivamente en el castigo económico por la vía de la imposición de multas e inmovilizaciones de los vehículos invitan a que los infractores reaccionen de manera violenta, así como los conductores que a pesar de contar con los documentos en regla sienten que los constantes requerimientos constituyen un acoso institucional, al parecer justificado por el afán de la Secretaría de Movilidad de imponer comparendos exclusivamente para cumplir con metas de tipo económico.

Las agresiones verbales y físicas entre unos y otros pueden terminar en acciones que pueden tipificarse como tentativas de homicidio o lesiones personales. Es tiempo de que la Alcaldía revise el sentido punitivo de los operativos viales para darle una oportunidad a las campañas pedagógicas e incluso a darles un compas de espera a los conductores para que, en un tiempo prudente, se pongan al día con los documentos y asuman el compromiso de respetar las normas de tránsito.

Los recurrentes casos de agresiones entre conductores y usuarios de aeropuertos y agentes de tránsito y policías son claras expresiones de intolerancia e irrespeto, pero también del desconocimiento de los límites entre dos conceptos que suelen confundirse: poder y autoridad.

Es posible que en la vida cotidiana los ciudadanos comprometidos en las refriegas que se hacen virales en las redes sociales tengan esa confusión, en especial los uniformados de la policía y del tránsito que son los que finalmente representan objetivamente la autoridad y hacen uso del poder que les confiere la ley.

A propósito de los dos conceptos, Sartori sostiene que “la diferencia entre poder y autoridad puede ser traducida, entonces, en la diferencia entre modalidad desagradable y modalidad deseable de control. El poder, como tal, es un hecho de fuerza sostenido por sanciones; es una fuerza que se impone desde arriba sobre quien la sufre. En cambio, la autoridad emerge de una investidura espontánea y recaba su fuerza del reconocimiento: es un poder de prestigio que recibe de él su legitimidad y eficacia”.

El país recuerda el caso del agente de tránsito de Bucaramanga que le lanzó un cono a un motociclista que invadió el carril exclusivo del transporte masivo de esa ciudad. Ese funcionario no ejerció su autoridad, sino que usó un instrumento con el que claramente buscaba desestabilizar al motorizado, lo que finalmente ocurrió, con el desenlace fatal jamás esperado por el guarda de tránsito: el muchacho murió, lo que desató la ira de cientos de motociclistas que participaron de los disturbios en los que derivó la acción del agente de tránsito. En este caso, lo que hizo el guarda fue desviar su poder sancionatorio hacia una acción temeraria y violenta que terminó con la muerte del joven infractor. Esto puede suceder en Cali, si las autoridades no morigeran sus actitudes, muchas hostiles y explicables por las violentas reacciones de los conductores sancionados o requeridos en los retenes viales.

En ese caso, el agente se equivocó, pues bien pudo apelar a otros recursos y acciones para sancionar al motociclista que violó la norma. Por ejemplo, informar por radio para que más adelante el infractor fuera detenido y multado como corresponde según la norma vigente.  Queda por examinar y evaluar en este y en otros casos los grados de legitimidad social que la ciudadanía les está reconociendo a los agentes de tránsito y de policía involucrados en las mutuas agresiones.

Para el caso de Cali, le corresponde a la Alcaldía de Cali y a su Secretaría de Movilidad averiguar si entre los ciudadanos y en particular entre los conductores de motos si las conductas violentas obedecen a la falta de reconocimiento social de la autoridad de tránsito y de sus agentes, circunstancia social, cultural e institucional que los impulsa a desobedecer las normas y agredir a los agentes. Insistir en aplicar las normas sin examinar las circunstancias contextuales y las que subsisten para cada caso, constituye un error.

Quienes están investidos de un uniforme deben entender que el reconocimiento de su autoridad depende también de las maneras como se acercan a los ciudadanos. Es por eso que deben exhibir un comportamiento moral y éticamente superior al de los demás ciudadanos sobre los que puede recaer el poder derivado de la función pública. Igualarse a los golpes y al lanzamiento mutuo de improperios y amenazas con los infractores que los agreden no es el camino para ganarse el respeto de la ciudadanía. 


enfrentamientos entre guardas de transito y motociclisats en Cali - Búsqueda Imágenes

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