miércoles, 17 de enero de 2024

LA ESPADA DE BOLÍVAR Y EL ATENTADO CRIMINAL CONTRA LA ESCUELA DE POLICÍA: DOS HECHOS, UNA SOLA HISTORIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El robo de la espada de Bolívar, hoy hace 50 años, fue un hecho político-mediático muy propio del M-19, grupo guerrillero que acostumbró al país y a la opinión pública a mirar con asombro, rabia y admiración golpes de opinión como la extracción del sable (no se trata propiamente una espada) de la Quinta de Bolívar en donde reposaba, así como hurtar carros de leche para regalarla a los más pobres en barrios populares de Cali y claro, la inolvidable sustracción de 5000 armas del Cantón norte de Bogotá.

La conmemoración de ese evento fue asumida por los periodistas de Mañanas Blu como un hecho repudiable, por tratarse de un delito. Nuevamente los colegas se quedan en las maneras, para evitar asumir críticamente el fondo, o mejor, el trasfondo sociopolítico en el que hay que ubicar y comprender el levantamiento armado de los años 60 y en particular el robo de la espada del Libertador.

Como animales simbólicos que somos, recordar ese tipo de hechos políticos no tiene la pretensión malévola que la prensa derechizada ve en la celebración. Por el contrario, el actual gobierno entiende la devolución al Estado del sable y su presencia durante la posesión presidencial como un gesto de paz y reconciliación.

En lugar de hacer pedagogía para la paz con el señalado símbolo, gran parte de la prensa bogotana fustiga las actividades de recordación del robo de la espada de Bolívar, insistiendo en la narrativa con la que se descalifica moralmente al presidente de la República por haber militado en el M-19. Olvidan los reporteros que la violencia guerrillera se dio en respuesta al terror y a las acciones criminales cometidas por el establecimiento colombiano desde la constitución de la República.

En su perversa lectura, conectaron la evocación de la histórica fecha, con una idea que la prensa afecta al “viejo” régimen insiste en posicionar: en el gobierno de Petro se prioriza la defensa de los victimarios y se niegan los derechos de las víctimas. Así entonces, recordaron el cobarde atentado dinamitero que el ELN perpetró contra la Escuela de oficiales de la Policía, General Santander, el 17 de enero de 2019. Y lo hicieron para decir que la actual administración prefiere honrar el robo de la espada, que la memoria de los jóvenes cadetes que cayeron por la explosión del carro bomba que el ELN ingresó sin mayor problema a las instalaciones policiales.

Eso sí, la conexión establecida obliga al gobierno y a los ministerios comprometidos en la conmemoración de los dos hechos a realizar las actividades correspondientes: de un lado, recordar el robo de la espada de Bolívar y su posterior devolución como parte de nuestra memoria política y el valor de la paz, en particular para el grupo guerrillero que firmó un armisticio con el Estado, palabra que hasta el momento sus principales figuras vienen cumpliendo; y del otro, el asesinato colectivo de los oficiales en formación caídos en el atentado del ELN, como parte también de la violencia política, pero también como parte de los sacrificios que como sociedad y Estado se deben hacer para alcanzar el anhelo de la paz, en un país que soporta un ominoso conflicto armado interno.

 



Imagen tomada de Publimetro. 

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