Por Germán Ayala Osorio
Nadie en sus cabales se atrevería a negar que en Colombia hay
sectores societales racistas, clasistas, homofóbicos, misóginos y aporofóbicos.
De la misma manera, nadie podrá desconocer que a esos mismos sectores de la
sociedad les arde la piel, por la urticaria que les genera ver como
vicepresidenta de la República a una mujer negra. No es exagerado pensar que a
la élite goda, parásita y violenta de este país, la presencia de Francia
Márquez Mina les genera repulsión y fastidio.
Es en ese marco cultural y ético en el que encajan las
reacciones de Francia Márquez ante las críticas que a diario recibe por lo que
dice y hace con su vida. Vivir en una mansión ubicada en el exclusivo sector de
Dapa, muy cerca de Cali, resultó un agravio mayor para algunos mestizos -que se
creen blancos, casi arios- con poder
político y económico. Ofensa soportada en una mentira: la vicepresidenta, en
poco tiempo, había comprado el costoso palacete. Al ultraje se sumó que Márquez
Mina llega en helicóptero.
Entonces saltaron los defensores de los recursos públicos
para indicar lo costoso que resulta mover dicho aparato. Claro, esas
preocupaciones antes no aparecieron cuando ministros, vice presidentes e
incluso, presidentes, han gozado de esos privilegios del poder, viajando a
Panaca, o montando en helicópteros del Ejército a mafiosos como el Ñeñe
Hernández. O para ir de paseo a Ciudad Perdida. No. Bastó con que lo usara una
mujer negra y pobre para que se activara la inquietud por el uso de recursos
del Estado, en este caso, para salvaguardar la vida de la vicepresidenta, pues
sus desplazamientos terrestres constituyen un riesgo. Ya Francia Márquez, antes
de llegar a la Casa de Nariño, había sufrido un atentado, del que salió ilesa,
mas no dos de sus escoltas que resultaron heridos en un ataque armado ocurrido
en mayo de 2019. Ya como vicepresidenta, su equipo de seguridad alertó sobre la
presencia de artefactos explosivos en la ruta por la que estaba transitando en
ese momento.
A la ya probada animadversión étnica y de género hacia la
figura de Francia Márquez se suman su reacciones en reciente entrevista a una
periodista afecta al “viejo” régimen: al defender su derecho a beneficiarse del
uso de recursos del Estado por su condición de vicepresidenta, Francia Márquez
soltó la expresión “de malas”, con la que confirmó que no dejará de montar en
el helicóptero, por más costoso que resulte movilizarse en dicha aeronave.
En este punto creo que Márquez Mina se equivocó. En esa
reacción dejó notar la prevención y quizás el odio que ella siente hacia la
élite tradicional. Posiblemente, y sin darse cuenta, la vicepresidenta sigue
presa de la relación amigo-enemigo que esos sectores racistas le plantearon y
que ella aceptó, porque en su corazón hay rabia y un afán de reivindicación
étnica que le nubla su pensamiento. Como vicepresidenta debe guardar las
formas, pues esa dignidad que hoy ostenta también debe estar orientada a tratar
de unir a una sociedad que deviene fracturada, justamente, por el racismo y el
clasismo del que ha sido víctima Francia Márquez y los pueblos afros, indígenas
y campesinos. Le vendría bien alejarse de los medios masivos y concentrarse en
el trabajo comunitario y en el fortalecimiento de los procesos de comunidades
negras. Así como a defender a las otras comunidades que trabajan con sentido de
lo colectivo y defienden los ecosistemas
naturales-históricos.
Dejo estas frases de Nelson Mandela para invitar a la
reflexión de todos, incluida a la vicepresidenta: “Detesto el racismo,
porque lo veo como algo barbárico, ya venga de un hombre negro o un hombre
blanco". “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel.
La gente aprende a odiar. También se le puede enseñar a amar. El amor llega más
naturalmente al corazón humano que lo contrario”. “Si quieres hacer las paces
con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces se vuelve tu
compañero”. “Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con
mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”. “Porque
ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una
forma que respete y mejore la libertad de los demás”.
Respire profundo vicepresidenta. Y por favor, aléjese de las
redes sociales y los medios masivos. En esos escenarios siempre va a perder,
porque en esos ámbitos hay periodistas que la odian por ser negra.
Adenda: como una forma de reconocimiento al
pueblo vallecaucano, la vice debió decir: “de malas como una chuspa”.
Imagen tomada de Semana.com
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