Por Germán Ayala Osorio
Después de 50 años de conflicto
armado interno, organizaciones guerrilleras como el ELN y ahora las disidencias
de las Farc-Ep perdieron ese carácter revolucionario con el que se levantaron
en los años 60, para convertirse en empresas criminales capaces de hacer transacciones
con empresarios que pertenecen a la “oligarquía” o a la llamada “gente de bien”
que dicen combatir política, militar e ideológicamente.
El robo continuado de petróleo que
se habría descubierto entre frentes del ELN (Ejército de Liberación Nacional) y
empresarios, confirma que tanto los guerrilleros como los “nobles” capitalistas
son falsos ideólogos y profetas: los primeros, porque por un largo tiempo se
presentaron ante el país y el mundo como unos revolucionarios enemigos de la
corrupción y del régimen, cuando lo que realmente defendían era las actividades
de una economía ilegal que al final los hizo perder el norte. Con el narcotráfico,
los secuestros extorsivos y el robo del crudo que por estos días es noticia, decían
y dicen aún que financian su lucha armada, cuando esos millonarios recursos para
lo único que realmente sirven es para consolidarse como una empresa criminal. Hasta
tal punto llegó la confusión ideológica, que hoy la sigla ELN traduce Entidad
Lista para Negociar petróleo; y los segundos, porque suelen
presentarse como generadores de empleo, emprendedores y enamorados del capital
y enemigos de las guerrillas socialistas, cuando realmente son unos “pillos
refinados” que se sirven de los primeros para alcanzar sus objetivos económicos.
Más claro: los del ELN no son revolucionarios y los ladrones de cuello blanco
no son empresarios y mucho menos capitalistas.
Y pensar que con ese falso
discurso revolucionario cautivan a jóvenes que, con espíritu libertario y en
buena medida por la falta de oportunidades, se unen a las filas de un Ejército
ilegal que apela a todo tipo de estratagemas para mantener un perfil político
que ya no les queda, porque terminaron pareciéndose cada vez más a miembros de una
oligarquía lumpenizada, mafiosa y criminal. Al final, la acumulación de riqueza
une a los elenos y a la “gente de bien” en el innoble propósito de extender en
el tiempo un conflicto armado interno que se degradó gracias a la confusión
ideológica de unos “revolucionarios” que roban y se comportan de la misma
manera que cientos de empresarios colombianos. Unos y otros comparten el apoyo de
políticos igualmente mafiosos, que usan las pretensiones de los confundidos
guerrilleros para justificar y poner en marcha políticas de seguridad
democrática pensadas para asesinar inocentes, quitarles la tierra a los
campesinos y desplazar comunidades. No falta quienes, desde la Academia, aún defiendan
a los empresarios bandidos del ELN o quizás debamos llamar a esa agrupación
armada ilegal ELNP (Entidad Lista para Negociar Petróleo). Vergonzoso y
vergonzante.
Llama la atención el silencio de
los dirigentes del antiguo ELN frente al escándalo del robo de petróleo a la
estatal petrolera. ¿Hasta cuándo insistirán en mantener el cañazo de estar
comprometidos con la Paz Total?
Imagen tomada de Pulzo.com
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