jueves, 27 de julio de 2023

PETRO LLEGÓ AL GOBIERNO, PERO NO TIENE EL PODER

 

Por Germán Ayala Osorio

En diálogo con la periodista María Jimena Duzán, el presidente de la República, Gustavo Petro, lanzó una frase que pasó inadvertida en los medios masivos, ocupados todos en la tarea diaria de deslegitimar al gobierno. Petro dijo que él había llegado al gobierno, pero que el poder lo tienen otros. Habló de poderes de facto que hoy ostentan un poder mucho mayor que el del Estado.

Detrás de esa conclusión a la que llega el presidente Petro están el vaciamiento del sentido público del Estado, la corrupción público-privada, la actitud mendicante de los gobernantes que le sucedieron a Petro y finalmente, la consolidación de poderes económicos de facto, representados en las 4 ó 5 familias poderosas en el país, que convirtieron el Estado en la fuente de donde salen millonarios recursos, con los que construyeron sus fortunas.

Esa constatación presidencial erosiona el sentido de la democracia, en la medida en que quienes votan y eligen con sus sufragios a los presidentes de la República, no necesariamente están votando por un proyecto de país, sino por los intereses corporativos de los grupos económicos que financian, cada cuatro años, las campañas presidenciales. Esos mismos poderes de facto patrocinan a quienes aspiran a llegar al Congreso de la República, a cambio de que legislen en favor de sus intereses o por lo menos, que no lo hagan para afectar sus negocios. Por eso quizás ha sido imposible aprobar una ley que haga posible que las campañas las financie en su totalidad el Estado, para evitar, justamente, que cuatro o cinco familias poderosas continúen poniendo en el Solio de Bolívar a monigotes que solo saben asentir, como perros de taxi, las indicaciones y las órdenes que les dan los hijos o los patriarcas de cada grupo económico.

En la conversación con la periodista, Petro señaló que en sus encuentros con los grupos económicos (Sarmiento Angulo, Ardilla Lulle, Santodomingo, Gilinski y el GEA) les dejó en claro que él buscaba una relación de tú a tú y no, como ocurrió en el pasado, una en la que veía a presidentes arrodillados y sometidos a sus intereses.

Lo dicho por Gustavo Petro confirma lo que siempre supieron los colombianos: los presidentes de la República llegan a la Casa de Nariño en calidad de sirvientes de los poderosos grupos económicos. Los mejores ejemplos de esa relación de dominación están representados en las figuras de Iván Duque Márquez, Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe Vélez y más lejano, Andrés Pastrana Arango. Todos, homúnculos obedientes cuyo poder solo lo usaron para someter al pueblo a las peores condiciones económicas y políticas.

En el hilo de esa relación sumisa, aparece el neoliberalismo como doctrina con la que el capital y el mercado reducen la acción del Estado, por dos vías claramente definidas: las recetas impuestas por el FMI y el Banco Mundial, y la entrega de millonarios contratos a los representantes de esos poderes de facto que han contribuido, con su avaricia, a la consolidación de una sociedad altamente desigual como lo es la colombiana.

Al comprender que su llegada al gobierno se da en condiciones limitadas del poder presidencial, lo que está tratando de hacer Petro es dignificar la vida de los más pobres, recuperar la legitimidad del Estado y sobre todo, dejar claro en la historia política que no fue el títere o el sirviente de unos cuantos encopetados que desprecian la política y el Estado; también, Petro insiste en dar a conocer las relaciones mafiosas tejidas por años entre esos y otros poderes de facto. Odebrecht y el reciente escándalo de corrupción al interior de Ecopetrol son dos ejemplos del vaciamiento del sentido de lo colectivo que viene sufriendo la figura del Estado. Lo que se impuso en Colombia fue la lógica de un Estado corporativo-privatizado al servicio de los poderes de facto a los que se refiere el presidente en la ya señalada entrevista con la periodista María Jimena Duzán.



Imagen tomada de Youtube.com

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