martes, 20 de mayo de 2025

ESTUDIANTES ATROPELLADOS Y EL ESTREPITOSO SILENCIO DEL ALCALDE ALEJANDRO EDER

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El alcalde de Cali, Alejandro Eder se hizo elegir con la idea de campaña “vamos a recuperar a Cali, a devolverle la dignidad a los caleños y a reconciliarnos”. Las acciones con las que buscó concretar la etérea y electorera propuesta se redujeron a tratar de disciplinar a los conductores de motos y automóviles imponiéndoles comparendos y confiscando motocicletas. Esto parece significar que los demás problemas de la ciudad podrán esperar o terminar profundizándose porque la apuesta de Eder es “disciplinar a los caleños”.

Eder ha sido un alcalde mediático, lo que le ha permitido construir una imagen de un mandatario diligente y defensor número uno de su idea de “recuperar el orden”, lo que implica respetar las normas, proscribir todas las formas de violencia y reconciliar a los caleños.

Llama la atención su estruendoso silencio frente al caso del atropellamiento de 4 estudiantes de la Universidad del Valle por parte de dos ciudadanos que usaron sus vehículos como armas en contra de los alumnos que bloqueaban la avenida Pasoancho, en el marco de una protesta por el feminicidio de Sirley López, estudiante de la misma universidad. Dicho crimen se perpetró días atrás en la sede de Palmira.

Hay quienes atribuyen su estrepitoso mutismo a la lectura ideologizada y de clase que estaría haciendo de los hechos, dado que los protagonistas son estudiantes de Univalle, alma máter sobre la que recaen procesos estigmatizantes por los eternos enfrentamientos con la policía y actos vandálicos protagonizados por los “históricos capuchos”, mientras que el victimario sería un norteamericano.

El abogado penalista, Elmer Montaña Cuéllar, veedor y crítico de la alcaldía de Eder, en su cuenta de X se refirió al silencio del burgomaestre. El jurista señala que resulta inaceptable que Eder no haya salido a los medios masivos a rechazar la intencional embestida de los dos conductores y a solidarizarse con las víctimas del atropellamiento. Y de verdad que llama la atención la extraña discreción de Eder por cuanto en el mencionado caso confluyen las prácticas sociales que él como alcalde desea erradicar de la ciudad: la violencia, la intolerancia y el irrespeto a las normas de tránsito. No creo que se pueda “reconciliar a los caleños” haciendo lecturas ideologizadas y de clase frente a unos hechos que de acuerdo con abogados las primeras valoraciones penales oscilan entre lesiones personales dolosas, terrorismo y homicidio en grado de tentativa.

Recientemente salió en defensa del Guarda José Félix Angulo, víctima de expresiones racistas de parte de Alexis Velasco. Así reaccionó el burgomaestre ante la arremetida racializada emprendida por Velasco: “en Cali no hay espacio para el racismo, la ilegalidad ni para la violencia. Desde un principio he sido claro: estamos trabajando por recuperar el orden, y eso lo logramos recuperando el orden. Caleños, los invito a cumplir con las normas y a ser respetuosos con el prójimo”.

Está muy bien la defensa que hizo del Guarda José Félix Angulo. Los estudiantes atropellados merecen, como mínimo, un mensaje de solidaridad de quien prometió “recuperar el orden y reconciliar a los caleños”.




Imagen tomada de la red X. 


lunes, 19 de mayo de 2025

¿EN DISCUSIÓN LA INDEPENDENCIA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL?

Por Germán Ayala Osorio

 

El sistema político colombiano está diseñado para hacer perenne el ethos mafioso[1] que de tiempo atrás la sociedad naturalizó y que el mismo sistema se encarga de reproducir. A pesar de esa circunstancia institucional y cultural, en momentos muy precisos de su historia el país fue testigo de la operación legítima, ejemplar y limpia de magistrados de la Corte Constitucional.

Eran los tiempos de Carlos Gaviria Díaz, José Gregorio Hernández, Eduardo Cifuentes y Rodrigo Uprinmy, entre otros magistrados de esa alta corporación judicial, valorada por los colombianos por la calidad humana, la formación jurisprudencial, su visión liberal y la probidad de esos togados. Por cuenta del Cartel de la Toga ese referente de probidad y excelsa condición de los magistrados perdió brillo y por tanto, legitimidad.

Circunstancias como las señaladas arriba pusieron en entredicho la tan cacareada independencia de la Corte Constitucional (CC). Con cada gobierno esa cualidad vuelve a cuestionarse cuando llega el momento de escoger los togados con la participación del Senado, instancia esta cuya legitimidad siempre deviene cuestionada por los intereses particulares y políticos de los senadores que revisan las ternas enviadas por el jefe del Estado, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado. Aunque el mecanismo pareciera suficiente para garantizar la probidad de los elegidos, la fuerza del ethos mafioso suele ponerse por encima del ideal y el deseo de que a esa corporación lleguen los mejores juristas.

Gabriel Cifuentes escribió una columna en la que alude a la independencia de la Corte Constitucional, atribuyéndole elementos milagrosos a esa deseada y cuestionada condición: “la independencia de la Corte Constitucional se da por descontada. Ese es un error. En cada elección de sus miembros se juega la conservación de ese atributo del cual depende su legitimidad, la que hasta ahora gracias a un milagro continuado se ha mantenido pese a la intervención en su designación de los dos órganos más políticos del Estado: el Presidente y el Senado.

El columnista refiere a la independencia del alto tribunal porque por estos días debe elegirse el remplazo de la magistrada Cristina Pardo. El analista político tituló así su texto de opinión: ¿La independencia de la Corte Constitucional, en vilo? No creo en el “milagro” del que habla Cifuentes. Y mucho menos después de los hechos relacionados con el Cartel de la Toga, indiscutible prueba de que el ethos mafioso hace rato permeó a la CC y a otros altos tribunales de la justicia colombiana. El columnista restringe el origen político de los magistrados al Senado y a la Presidencia de la República, cuando está claro que los inconvenientes éticos y morales están atados al sistema político y al diseño constitucional colombiano.  Quizás ese no sea el problema de fondo, sino la manera misma como los operadores políticos y judiciales asumen el poder y el ejercicio mismo de la política, así como la interpretación de los mandatos de la carta política de 1991.

Vamos ahora a mirar a la terna de la que saldrá el remplazo de Cristina Pardo, a la que hizo referencia el columnista: se trata del abogado del presidente Petro, Héctor Carvajal; la magistrada auxiliar de la JEP, Dídima Rico, y la magistrada auxiliar de la Corte Constitucional, Karena Caselles.

Caselles fue ternada por el presidente de la República y Carvajal es cercano al jefe del Estado. Sobre esa incontrastable condición política que rodea la llegada de los dos juristas a esa instancia en la que cualquiera de los dos puede resultar elegido, el columnista señala lo siguiente: “A su cercanía con el mandatario –a quien representó ante el CNE en el proceso que se adelanta en contra de su campaña por la presunta violación de topes– se le suma también la amistad con el expresidente Uribe por haber sido el apoderado de sus hijos en el escándalo de las zonas francas. Pero, además, es bien sabido que el jurista se mueve como pez en el agua en la Corte Suprema y los órganos de control, así como en las arenas del mundo político. Valga recordar que en su exitosa carrera ha sido representante de personajes como Oneida Pinto, Daniel Quintero y de los Aguilar, entre otros. El acceso que tiene a las esferas del poder haría pensar que esta es una ‘terna de uno’”.

En lo que toca a Caselles, el reconocido analista y columnista sostiene que “…la candidata Caselles ha comenzado a crecer en la intención de voto de los congresistas que ven con cierto temor y desconfianza la elección del abogado del Presidente…En momentos en los que la Corte Constitucional no se puede dar el lujo de terminar cooptada por intereses eminentemente políticos, toma aliento la esperanza de que llegue una jurista mujer que ha construido una brillante carrera en la Rama Judicial, y ajena a cualquier tipo de presión externa. Existen todavía sectores del Legislativo que estiman necesario preservar la independencia del alto tribunal, y más en escenarios de polarización y amenaza a la separación de poderes. El acierto del Presidente de haber incluido a esta jurista en la terna, digno de ser celebrado, no debería ser borrado con el desacierto, que sería endosable al Senado, de no elegirla”.

Aunque el analista político no entrega mayores detalles del recorrido de Caselles, Carvajal no debería de ser elegido magistrado no tanto por haber sido el abogado de Petro, sino por haber tenido relaciones con el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez.

A Cifuentes le preocupa que la Corte Constitucional termine cooptada por el presidente Petro si el Senado elige a Carvajal, de quien el columnista da por descontado que actuaría en la misma línea ideológica del gobierno y de la mano del magistrado Vladimir Fernández, elegido recientemente. Fernández se desempeñó como secretario jurídico de la presidencia. Esa condición lo haría “incondicional” del presidente Petro al momento de discutir, entre otros temas, la exequibilidad de la reforma pensional.

La columna de Cifuentes no constituye un ataque al gobierno como lo consideraron algunos petristas en la red social X.  Lo que creo es que el título de la columna resulta inconveniente por el momento histórico por el que atraviesa el país, en la medida en que sugiere que la independencia de la CC está en vilo justo en el gobierno Petro. Claro que es un error dar por descontada la independencia de la Corte Constitucional por las circunstancias aquí expuestas. Quizás por ser hijo del magistrado Eduardo Cifuentes Muñoz y por moverse en las esferas de poder tradicional el columnista prefirió hablar de una “milagrosa independencia” en la que ya muchos hace rato dejamos de creer.



gabriel cifuentes - Búsqueda Imágenes



[1] Se entiende por ethos mafioso el conjunto de prácticas proclives a violar las normas, ajustarlas a los intereses de particulares que buscan favorecerse con decisiones judiciales, económicas y políticas; la captura de las instituciones públicas en favor de miembros de las élites tradicionales, corporaciones o grandes empresas hacen parte de aquellas prácticas, al igual que el clientelismo, la compra de votos y el diseño de pliegos tipo “sastre” para la entrega a dedo de millonarios contratos.  El ethos mafioso es, en sí mismo, una tara civilizatoria que toca a todos los estamentos de la sociedad colombiana. 







domingo, 18 de mayo de 2025

URIBE Y VARGAS LLERAS SE UNIRÍAN PARA RECUPERAR LA CASA DE NARIÑO

Por Germán Ayala Osorio

 

La posibilidad de que Germán Vargas Lleras y Álvaro Uribe Vélez unan esfuerzos para que la derecha recupere la Casa de Nariño en el 2026 da cuenta de las enormes preocupaciones que ese sector social y político tiene frente a la posibilidad de que el petrismo logre mantener el control de la casa de Gobierno. Ya el líder natural había enviado un mensaje a Uribe y a otros agentes del viejo establecimiento: “debemos llegar unidos”, espetó en ese momento el poco carismático y eterno candidato presidencial. En el pasado, Uribe había despreciado al hijo de la vieja oligarquía bogotana.

La prensa hegemónica dio cuenta de ese acercamiento entre los dos políticos, enfrentados en el pasado reciente por mutuos señalamientos de tener relaciones con grupos paramilitares. “Expresidente Uribe no descarta una posible alianza con Vargas Lleras para las elecciones en 2026” es uno de los titulares con el que la prensa derechizada registró las intenciones de Uribe y Vargas Lleras de llegar juntos a las elecciones para Congreso y presidenciales.

El pragmatismo en la derecha se asume como una “virtud” pues logran de esa forma superar “diferencias”. Eso sí, no se trata de diferencias conceptuales en materia de filosofía política. No. Al interior de la derecha suelen aparecer inconformidades en las maneras en las que el poder o la “torta” burocrática se reparte entre los jefes de los partidos que triunfaron en coalición. Esas discusiones conceptuales bizantinas son comunes entre la izquierda y el progresismo.

Ese pragmatismo que nuevamente dejan ver Uribe y Vargas Lleras sirve para darle vida a una frase cotidiano dentro de la política colombiana: “la política es dinámica”. Dicha sentencia es de uso común en políticos, politicastros y periodistas con la que ocultan lo que realmente sucede cuando se apela a esta para dar cuenta de una coyuntura o “jugadas” político-electorales. La política menuda y las prácticas asociadas a hacerse con el poder mantiene constantes los “valores y principios” sobre todo cuando ya hay un ethos malicioso naturalizado.

Para el caso colombiano, el ethos mafioso ya está tan entronizado en la sociedad y por supuesto entre la clase política y empresarial, que sus “valores y principios” los extienden en el tiempo los politicastros para transar y negociar todas las formas posibles de capturar el Estado para el beneficio privado de unas cuantas familias.

Falta poco para las elecciones presidenciales y la derecha no oculta sus preocupaciones porque no tienen un candidato presidencial fuerte y carismático capaz de recoger las banderas del uribismo, sector de poder que ya sufrió derrota en el 2022; y mucho menos esconde la pretensión de volver a conquistar la Casa de Nariño (de Nari) y así “recuperar el rumbo” que no es otra cosa que poner el Estado al servicio de la clase política tradicional, o en términos petristas, de la oligarquía. Lo anterior significa echar para atrás aquellas medidas, decisiones y acciones de políticas económica y diplomáticas adelantadas por el gobierno Petro que afectaron las correlaciones de fuerza, los intereses, apuestas y los viejos compromisos burocráticos.

El manejo que el actual gobierno le viene dando a la Sociedad de Activos Especiales (SAE) afecta los intereses y el mantenimiento de lealtades al interior del uribismo, situación que difícilmente podrán remediar, lo que no impide que lo vayan a intentar si vuelven al poder en el 2026. Si al final logran hacerse con la Casa de Nari, en adelante todos los bienes incautados a las mafias se usarán como en el pasado: para pagar favores políticos a su más cercanos financiadores y amigos. El desalojo del hacker responsable de manejar las bodegas uribistas, Carlos Escobar Marín del pent-house 1002 del Edificio Praderas (El Poblado, Medellín) es un buen ejemplo para entender la frase “vamos a recuperar a Colombia”.

Y de la mano del clan Vargas Lleras y Cambio Radical, su empresa electoral, la derecha buscará echar para atrás las medidas de control financiero que el gobierno Petro aplicó sobre las EPS y los cambios que decretó en el manejo de un sistema de salud permeado por el ethos mafioso que los colombianos entronizaron. Está claro que a millones de colombianos les importa muy poco que Uribe esté acusado de graves delitos y que junto a Vargas Lleras sean los líderes de los partidos con más congresistas investigados, procesados y condenados por actos de corrupción. 


vargas lleras dice que Uribe es paramilitar - Búsqueda Imágenes

ATAQUES RACISTAS EN CALI, LA CIUDAD QUE SEGREGA A LA POBLACIÓN AFRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El ataque racista que sufrió un Guarda de Tránsito de Cali fue repudiado tanto por la Alcaldía de Alejandro Eder y la ciudadanía en general. El registro noticioso coadyuvó en gran medida a volver “famosos” tanto al victimario como a la víctima, pero ocultó las condiciones culturales e institucionales que sostienen el racismo.

Estamos ante una actitud racista que es común en Cali y en el país. Baste con recordar las arremetidas racializadas contra Francia Márquez Mina de parte de una señora que la llamó “simio”; también Piedad Córdoba; o el acto de habla segregacionista del subpresidente Iván Duque Márquez cuando les dijo a los indígenas que “retornaran” a sus resguardos porque nada tenían que hacer en la capital del Valle del Cauca. O lo sucedido al interior de El Nogal, cuando una socia del “prestigioso” club social, furiosa preguntó “qué hace aquí esta indiamenta”. Y cómo olvidar el titular de Noticias Caracol durante el estallido social en la Sultana del Valle: “ciudadanos se enfrentan con indígenas”.

Este nuevo caso- muy seguramente vendrán más- se inscribe en el racismo estructural que en Colombia sigue operando porque “se encarna en acciones y omisiones concretas que, derivadas del funcionamiento mismo del sistema institucional, tienen el efecto de reproducir las desigualdades y jerarquías entre individuos y poblaciones racializadas” (Restrepo, Eduardo).

A lo anterior se suma que Cali es una ciudad segregacionista, hecho que hace parte del racismo estructural del que habla Eduardo Restrepo. El distrito de Aguablanca es la prueba fehaciente de esa manera de excluir, segmentar, diferenciar y estigmatizar a la población afro allí asentada. “La Cali del principio de la tercera década del siglo XXI es el reflejo de la herencia colonial que, a lo largo del tiempo terminó configurando un mapa urbano que muestra una ciudad segregada, con urbanizaciones opulentas rodeados de inmensos bolsones de pobreza…”

Así entonces, José Félix Angulo, el Guarda de Tránsito que sufrió la agresión verbal de parte de Alexis Velasco, quien lo llamó “Negro basura... Si fueras inteligente no serías guarda, pedazo basura” fue víctima del “blanquito Alexis”, de la ciudad y de su élite clasista y racista, así como de la sociedad colombiana que arrastra taras civilizatorias entre las que se cuentan, por supuesto, el racismo.

Alexis Velasco debe responder penalmente por el delito que cometió, pero no dejemos pasar esta oportunidad para aceptar que, en Cali, la ciudad afro, segrega territorialmente a la población negra, a cuyos miembros solo los quiere ver jugando al fútbol, practicando atletismo y boxeo, disciplinas deportivas a través de las cuales logran “salir adelante”. Y por supuesto, bailando salsa. De resto, a cientos de miles de caleños, incluidos a miembros de la dirigencia política y empresarial les estorba la población afro que busca conquistar otros espacios, como la política. Está muy bien el "reconocimiento" que le hizo y entregó el alcalde Eder al Guarda Angulo, pero miremos la ciudad que tenemos, dejemos tanta hipocresía.  



Imagen tomada de Vergonzoso acto de racismo en Cali contra guarda de tránsito: el culpable puede terminar en la cárcel | Marca

sábado, 17 de mayo de 2025

HUMBERTO DE LA CALLE: PETRO ERA NECESARIO, PERO…

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Humberto de la Calle Lombana es el típico defensor del Establecimiento. Una especie de protector de las “buenas costumbres y la tradición en el ejercicio del poder”. De esa manera, él y otras figuras políticas ayudan a impedir o negar transiciones o cambios en las correlaciones de fuerza, a pesar de las evidencias que dan cuenta de la lumpenización de las familias, clanes y los miembros de las élites tradicionales en Colombia. De la Calle, exvicepresidente de Ernesto Samper Pizano defiende con la habilidad y las sutilezas propias de un político que supo negociar la paz con las Farc-Ep, cumpliendo con la instrucción que le dieron de hacerlo sin ceder un centímetro de poder.

Su defensa a ultranza de las instituciones y de las institucionalidades derivadas de cada unas de estas lo hacen proclive a evitar críticas profundas a quienes desde los privilegios de clase y un incontrastable poder económico son en gran medida responsables de que Colombia sea uno de los países más desiguales y corruptos del mundo. En su más reciente “reflexión”, De la Calle hizo referencia a lo que en poco tiempo constituirá una realidad histórica y política: la llegada y el paso de Petro por la Casa de Nariño. Lo hizo en su cuenta de X.

Un Petro era necesario. E inevitable (1). Era impracticable continuar sobre la vergonzosa desigualdad y la política entregada a la corrupción sistémica. Petro quedará en deuda, no porque no lo dejaron sino porque cayó en la tentación pragmática de buscar un cambio utilizando los mismos instrumentos (2). Pero aún deja una ilusión al 30%. ¿Qué sigue? Ojalá una sólida gobernanza que recorra el camino de la ingeniería social progresiva. Sin clausurar el cambio, pero sin la consigna de tomarse la sociedad para unos olvidando a los otros. Ni el camino es el regreso a la vieja torta ni voltear la torta para asumir un nuevo poder excluyente. No a una nueva oligarquía(3).

Trataré de “desmenuzar” lo dicho por el exconstituyente y exsenador de la República. El planteamiento número 1 del político conservador me hizo recordar lo que en su momento dijo el profesor Malcom Deas sobre Uribe:Uribe era un presidente que necesitaba Colombia. Después de él hay un antes y un después…sí, yo creo que hay momentos para la guerra y para la paz. En 2002 el momento era para una política como la seguridad democrática, ahora el país vive otro momento”.

Cuidado. No estoy comparando a Uribe con Petro. Hay por lo menos 6402 diferencias entre los dos caudillos. Simplemente, los dos crearon coyunturas políticas, sociales y culturales, con disímiles resultados. El primero es la más inconveniente invención mediática en una sociedad con visos de fascismo; y el segundo, un outsider que le mostró al país y a sus élites los caminos hacia la modernidad a la que le vienen huyendo de tiempo atrás.

Académicos como Deas y políticos como De la Calle suelen explicar ese tipo de coyunturas políticas cuidándose de señalar a los más visibles agentes del poder económico como responsables de las taras civilizatorias que como sociedad arrastramos. Muy atrás quedó el espíritu nadaísta de Humberto de la Calle Lombana.

Sigamos con la segunda idea lanzada por el entonces negociador de paz de Santos. De la Calle reconoce que la desigualdad y la corrupción en el país son vergonzosas, pero se cuida de poner su dedo índice en perspectiva histórica para nominar a los responsables. De la Calle entiende que debe actuar con fina diplomacia pues se vienen las elecciones presidenciales, lo que podría significar un ministerio, un contrato millonario, la creación de una fundación, o de pronto ser invitado nuevamente a ser fórmula vicepresidencial.

Detengámonos en esta parte de lo dicho: “Petro quedará en deuda, no porque no lo dejaron sino porque cayó en la tentación pragmática de buscar un cambio utilizando los mismos instrumentos”. De manera ladina, De la Calle invalida los señalamientos del presidente de la República, exagerados o no, de un golpe blando o de un bloqueo institucional orquestado desde el Congreso de la República y otras instancias de poder legal e incluso, ilegal.

En lo que respecta al planteamiento número tres, el excongresista del partido Oxígeno Verde vuelve a hacer una lectura parcializada – de clase- de la coyuntura política. Veamos: “Ni el camino es el regreso a la vieja torta ni voltear la torta para asumir un nuevo poder excluyente. No a una nueva oligarquía”.

De la Calle termina su “reflexión” como le corresponde a un defensor a ultranza del Establecimiento colombiano. Resulta inviable pensar en el surgimiento de una “nueva oligarquía”. Para qué si ya el país cuenta con una lo suficientemente robusta, excluyente, legítima y decente, parece preguntarse y responderse el político caldense, nacido en Manzanares.



Imagen tomada de Infobae. Petro respondió a Humberto de la Calle en pelea por la reforma pensional: “Hacer esclavos es odio de clases, y emancipar es lucha de clases” - Infobae


viernes, 16 de mayo de 2025

ENRIQUE VARGAS LLERAS PIDE A LOS GRINGOS QUE “DESCERTIFIQUEN MENTALMENTE” A PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las históricas e histéricas relaciones bilaterales con los Estados Unidos devienen atravesadas por la estolidez y las posturas lacayas asumidas por una clase política y económica que se benefició de alimentar la “superioridad moral” de los gringos a cambio de poder viajar a los parques de diversión en Orlando para saludar a Mickey Mouse, a Pluto, a Blancanieves y sus 7 enanitos. Quizás de allí venga la fascinación del subpresidente Iván Duque Márquez por los protagonistas del tierno cuento infantil.

Justamente, esa “superioridad moral” gringa sirvió para someter los intereses del país a los caprichos de republicanos y demócratas, expresados en y desde oficinas para asuntos latinoamericanos, tanques de pensamiento de la derecha americana, lobistas de las empresas fabricantes de armas, la DEA y la siempre indignante “certificación” por una lucha contra las drogas que aunque fracasada, la necesitan los americanos para extender en el tiempo todas las formas de dominación sobre el país, siempre visto  como su estratégico “patio trasero” para instalar bases militares y aplicar planes de intervención militar como el Plan Colombia.

Ahora que el gobierno Petro busca que Colombia haga parte de la Ruta de la Seda, los dirigentes gremiales, actuando como verdaderos cipayos, ponen el grito en el único cielo que conocen: el estadounidense. Detrás de la molestia por el acercamiento a China está la animadversión que les genera el presidente de la República, fruto de la pugnacidad ideológica y política que se respira y palpa el país desde el 7 de agosto de 2022.

Asociada a esa polarización está el proyecto mediático de anular moralmente al presidente Petro y por esa vía consolidar la narrativa que le facilite a la derecha uribizada hacerle un juicio político y declararlo incapaz de gobernar el país. Para lograrlo, vienen insistiendo en la idea de que Petro es un drogadicto que necesita ayuda médica y quizás psiquiátrica.

María Fernanda Cabal y otros actores políticos les propusieron a las bancadas de la oposición en el Congreso que le exijan al presidente que se haga exámenes toxicológicos para “probar la tesis” lanzadas por la periodista María Jimena Duzán y el exministro Álvaro Leyva Durán que indica que Petro consume drogas, que es un adicto a la cocaína. Es decir, un vicioso.

Es claro que la derecha colombiana, con la ayuda de los medios de información hegemónicos están interesados en consolidar la imagen del presidente de Colombia como un hombre enfermo, un vicioso, un adicto que debe estar recluido en un centro de rehabilitación. El congresista republicano Díaz-Balart “calificó a Petro como una vergüenza internacional e insinuó que el mandatario podría estar bajo el efecto de sustancias psicoactivas o alcohol, declaraciones que intensificaron las tensiones políticas entre ambos países”.

Se trata de una muy bien coordinada estrategia de desprestigio político y moral, a la que se sumó Enrique Vargas Lleras, hermano del exvicepresidente de Juan Manuel Santos, Germán Vargas, declarados enemigos del presidente Petro. La ojeriza de los Vargas Lleras hacia el jefe del Estado se explica por el control presupuestal que este gobierno viene haciendo a las EPS, convertidas durante más de 30 años en la mina de oro de politicastros, del mismo Vargas Lleras en su condición de miembro de juntas directivas de EPS y agentes gremiales que convirtieron la salud en un lucrativo negocio en detrimento del bienestar de los pacientes.

Enrique Vargas, en su cuenta de X, espetó lo siguiente: “Tras las cartas enviadas por el excanciller Álvaro Leyva, he solicitado al gobierno de EE. UU. que, en el marco de la cooperación de Estados Unidos en la lucha contra las drogas, sea requerido examen de adicción a Petro”. ¿Es en serio, me pregunto aún?

Si no estamos ante una fake news, la misiva de Vargas Lleras resulta infantil, estúpida, improcedente y ridícula. Este tipo de solicitudes sirven para confirmar que Enrique Vargas Lleras es un cipayo consumado y un pobre estólido que cree que el uso cotidiano de las “rodilleras proamericanas” le devolverán la legitimidad social y política a Cambio Radical, la empresa electoral de su clan familiar.

Por cuenta de Enrique Vargas Lleras, ahora los gringos deben además de certificarnos por la lucha contra las drogas, hacer lo propio con la salud mental y física del presidente de la República. Creo que “Enriquito” está somatizando la crisis emocional provocada por la viudez del poder. Para comprobar si ello es cierto no es necesario viajar a los EE. UU. para practicarse el examen. Con su indigna misiva es suficiente.


enrique vargas lleras envia carta a los Estados Unidos para que digan si Petro está enfermo - Búsqueda Imágenes


miércoles, 14 de mayo de 2025

HUNDIDA LA CONSULTA POPULAR

Por Germán Ayala Osorio

El hundimiento de la Consulta Popular en la plenaria del Senado es un suceso político que confirma y naturaliza el sentido formal y procedimental con el que los representantes de los poderes públicos asumieron la consolidación del sistema democrático en Colombia. Al final, el resultado no puede ser más negativo y deprimente: la democracia en el país es un remedo si se compara con experiencias de democracias modernas que operan en otras latitudes. Esa incontrastable realidad dice mucho de la división de poder y la operación de los poderes públicos.

En general, a los magistrados de las altas cortes, a los congresistas cuyas curules siempre patrocinaron conglomerados económicos y gremios de la producción y a los anteriores presidentes de la República les dio miedo profundizar la democracia en los términos planteados por Chantal Mouffe. Al final, optaron por dejar de lado los ideales democráticos y someterse a las condiciones económicas, socioculturales y políticas generadas por aquellos clanes y familias dueñas del capital que defienden una idea restringida de la democracia.

Aquello de que la democracia es el poder del pueblo es un mero ideal que solo cobra sentido cuando los populistas de izquierda apelan para buscar el bienestar de las grandes mayorías, sin que ello suponga, necesariamente, acciones como la nacionalización de la producción o su estatización y por ese camino la proscripción de la iniciativa privada. Entre tanto, cuando la derecha apela al populismo lo hace para consolidar el Orden (el imperio de la ley), en combinación con políticas públicas asistencialistas (entrega de subsidios) que no construyen ciudadanía y poco mejoran las condiciones de vida de sus beneficiarios. Consolidan las 'trampas de la pobreza'.

El haberse negado a discutir las reformas a la salud y la laboral, por presiones de los más visibles agentes de los gremios económicos, ratifica el interés del Congreso de extender en el tiempo la precariedad laboral y la operación mafiosa de un sistema de salud que priorizó los negocios de los privados, por encima de los derechos de los pacientes, asumidos como usuarios o clientes.

Lo anterior es el marco cultural y político en el que hay que ubicar y entender lo sucedido el 14 de mayo de 2025, cuando con “jugaditas” y al parecer con fraude, la derecha uribizada hundió la Consulta Popular y “revivió” la reforma laboral, la misma que muy seguramente terminará hundida.  

Las reacciones del presidente Petro, de la bancada oficialista y de los “petristas pura sangre”, el llamado a la “calma” de políticos y analistas, así como el júbilo de los integrantes de las bancadas de la Oposición por el golpe dado al Gobierno, abren nuevamente las compuertas al escenario predilecto del jefe del Estado y temido por la Oposición y en general por la derecha: la movilización social.

El Pueblo a la calle

En su alocución desde la China, el presidente Petro invitó al pueblo a declararse en “cabildo abierto” como forma de rechazo al hundimiento de la Consulta Popular. Nuevamente Petro “le tira encima el pueblo a la burguesía y a la oligarquía”. Apelar a las acciones colectivas y a la concentración en las plazas constituye una forma de presión que hace recordar al país los hechos violentos del estallido social.

Las movilizaciones en sí mismas no lograrán reversar lo decidido al interior del Senado. Para lo único que servirán es para adelantar el pulso político de las elecciones de 2026, a las que llegará el país en medio de una inquietante pugnacidad ideológica, contaminada por el discurso de la lucha de clases, alimentada tanto por el gobierno Petro, como por los congresistas que a pesar de resultar elegidos a través del voto y con las reglas de la democracia, representan a una minoría racista, clasista y aporofóbica.  

Resulta curioso y perfectamente comprensible que en un ejercicio democrático al interior del Senado se haya impedido que el pueblo se manifestara democráticamente frente a las 12 preguntas con las que el gobierno radicó la consulta popular. Aparecen entonces dos ideas de democracia que dan cuenta de los límites y alcances de un régimen de poder que se mueve entre lo real y lo ideal. Una de esas ideas está limitada por los intereses de los congresistas que negaron a millones de colombianos la oportunidad de manifestarse a través del voto; y la otra que deviene también limitada por la sapiencia del pueblo al que se convocó y que se alistaba para participar de una jornada electoral temida por la derecha.

Noto una excesiva confianza en ese pueblo al que Petro le habla. A veces creo que los petristas y el gobierno olvidan que dentro de esa “unidad” llamada pueblo hubo y hay aún cientos de miles de pobres que votaron por Álvaro Uribe Vélez, reconocido verdugo que les quitó a los trabajadores los derechos laborales que se pretendían devolver con las 12 preguntas formuladas con las que se dio vida jurídico-política a la negada consulta popular.

Aquella idea que señala que “el pueblo es superior a sus dirigentes” deviene manida y hueca si se revisa muy bien el apoyo popular brindado a Uribe, el más dañino presidente de la República elegido en democracia.

El gobierno Petro debería de esperar el desenlace de la reforma laboral que el Senado revivió de manera maliciosa y estratégica. Si la hunde como se sospecha que lo hará, el llamado al pueblo se justificaría siempre y cuando se comprendan varias circunstancias: dentro del pueblo pobre hay gente descontenta con el actual gobierno; hay otros a los que les asusta el fantasma del “castrochavismo” y otro grupo que por tradición e ignorancia siempre votó a la derecha, única opción de poder que conocen sus integrantes. Hay gente a la que le asusta cuando le hablan de libertad, de abandonar sus “invisibles” prácticas enajenantes, se le sugiere ponerle límites al individualismo y consolidar una conciencia de clase para la cual jamás fue educado.

La izquierda y el progresismo podrían usar de una mejor forma el poder popular que dicen y creen tener para cumplir con lo prometido, derrumbar los miedos inoculados por la prensa uribista y hegemónica; formar cuadros en los sectores populares y de clase media y terminar el gobierno con mejores indicadores en materia macroeconómica. Provocar un nuevo estallido social sería contraproducente para el proyecto político que encarna Petro.


Adenda: estando el presidente en la China, al parecer el Senado le salió  al pueblo con una coCHINAda. 



Armando Benedetti discute con el secretario general del Senado, Diego Gonzpalez, por votación que hundió la consulta popular. // Colprensa

martes, 13 de mayo de 2025

CIRO RAMÍREZ SALIÓ DE LA CÁRCEL A VOTAR NO A LA CONSULTA POPULAR

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En el ejercicio de la política hay una práctica muy común entre los políticos profesionales: manosear los conceptos. Y en Colombia, por estos días los más ajados, deslucidos, palpados, ensuciados y opacados son el constituyente primario o pueblo, legitimidad e institucionalidad. Se trata de vocablos o categorías que en su uso cotidiano y dentro de las dinámicas del poder aportan a la construcción de una idea más o menos clara de lo que significa la democracia como régimen de poder.

Esas tres ideas y nomenclaturas confluyen en la siniestra coincidencia representada en la salida de la cárcel del congresista del Centro Democrático, Ciro Ramírez y la captura de los presidentes del Senado y la Cámara de Representantes, Iván Leonidas Name Vásquez y Andrés Calle Aguas, justo antes de comenzar las discusiones al interior del Congreso en torno a la viabilidad o no de la Consulta Popular del gobierno Petro.

Todos tres investigados por casos de corrupción. Ramírez, llamado a juicio por la Corte Suprema de Justicia (CSJ) por el caso conocido como el de las Marionetas y Name y Calle por los hechos relacionados con el escándalo de la UNGRD, dan cuenta de una situación jurídico-política que toca los intereses del gobierno y de las bancadas de los partidos que deberán votar si le dan vía libre a la Consulta Popular.

Que la CSJ haya dejado en libertad a Ciro Ramírez por no “representar un peligro para la sociedad y el proceso penal en su contra” despierta todo tipo de suspicacias porque al recuperar su curul podrá participar de la votación de la Consulta Popular, asunto político que por estos días ocupa el interés nacional. Es probable que la votación a favor o no de la Consulta Popular se defina por unos cuantos votos. Es allí en donde nacen gran parte de las suspicacias alrededor de la libertad otorgada al procesado Ciro Ramírez, quien desde su curul espetó que logró probar su inocencia ante los magistrados del alto tribunal, cuando aún la Corte no define de fondo su situación jurídica. Es decir, Ciro Ramírez mintió. El congresista dijo: “Si estoy aquí parado es porque en el juicio pude demostrar mi inocencia”.

Así registró la prensa la decisión judicial: “este viernes 02 de mayo la Sala Especial de Primera Instancia tomó una decisión crucial en la investigación contra el exsenador Ciro Ramírez, investigado por presunta corrupción en el entramado conocido como “Marionetas II”.

Ya el sub júdice ciudadano anunció que votará No siguiendo la directriz de su congregación el Centro Democrático. Justamente, por tener esa condición en la que su inocencia está en entredicho hasta que su juez natural no tome una decisión de fondo, la legitimidad de su curul queda en entredicho, así como las posturas que decida asumir y expresar a través del voto dentro de las dinámicas al interior del Congreso.

Estamos ante una situación ético-política y jurídica que además de restarle legitimidad a sus pronunciamientos dentro de sus actividades como congresista, afecta negativamente la ya maltrecha imagen del Legislativo en la medida en que su responsabilidad en los hechos punibles por los que la CSJ ordenó enviarlo a prisión durante 15 meses no está aún probada o desechada. Así las cosas, sobre la institucionalidad asociada y derivada de las reglas y actuaciones del Congreso recae una enorme carga negativa dado que la ya comprometida legitimidad de la curul de Ramírez por su condición sub júdice, deviene inexorablemente ligada a las formas regladas y protocolos dentro y fuera de la Ley 5 de 1992 (Ley del Congreso).

Sobre el último vocablo, el pueblo o el constituyente primario, el manoseo es histórico, cotidiano y acomodaticio de acuerdo con los intereses de quienes lo invoquen. Los sectores de la derecha y la izquierda cada uno parecen tener su “propio pueblo”. Lo único claro en los tres casos penales que enfrentan Ramírez, Name y Calle es que ninguno de los congresistas aquí señalados representa los intereses del pueblo colombiano, a pesar de haber sido elegidos a través del voto popular.




Ciro Ramírez reaparece en el Senado y dice que “pude demostrar mi inocencia, el juicio ya se acabó”

SE FUE EL GRAN PEPE MUJICA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Se fue el Gran PEPE MUJICA. Sí, así, en mayúsculas. Esta columna la escribo con un profundo pesar por la partida de un revolucionario, de un político que supo honrar el ejercicio del poder. De un hombre que vivió casi que, como un monje cartujo, “ligero de equipaje”, sin las ambiciones propias de aquellos que asumieron la política y el poder como los caminos para acumular riqueza en medio de sus inocultables precariedades éticas y morales. Aquellos que buscan “hacer dos Cámaras y dos Senados” para luego huir a gozar de la riqueza en una playa paradisiaca. Contaba que se reía cuando le decían marxista. Y contestaba: “No soy marxista, soy estoico, liviano de equipaje, nada en demasía.

Por el cariño que profesó por Colombia, resulta inevitable involucrar en este sentido homenaje y despedida al Gran Pepe, a los políticos locales convertidos en las antípodas de la vida que llevó el expresidente uruguayo.

Mujica se vistió de guerrillero para levantarse en armas contra el Estado uruguayo y terminó convertido en un referente ético para sus compatriotas y los pueblos de la América Latina que hoy lloran su inevitable partida. Guiado por los Aymaras, aceptó las reglas de la democracia y desde la Residencia de Suárez intentó profundizar la democracia en su pequeña pero digna República.

En Colombia hay políticos que alardean de llevar una vida ejemplar porque “jamás empuñaron armas contra el Estado”. Son ya incontables las veces, en lo que va corrido de este gobierno, que le hemos escuchado decir esa frase a aquellos que desde el Ejecutivo y el Legislativo “le declararon la guerra” a los pobres, a los vulnerables, a los pueblos afros, indígenas y campesinos y a la Naturaleza con sus políticas atadas al neoliberalismo.

Esa frase da cuenta de un viaje moral y clasista de quienes jamás entendieron qué es eso de construir y vivir en una República. La avaricia los fue convirtiendo en victimarios y sepultureros de los sempiternos deseos de millones de colombianos de construir algún día una verdadera democracia en Colombia.

Aconsejó y criticó a Chávez y al propio Lula Da Silva.  En una memorable entrevista dijo: “Rescatar 40 millones de la pobreza como le pasó a Lula y no será tocar el cielo con las manos, ni mucho menos construir el socialismo. Pero esos cuarenta que comen todos los días, esos cuarenta millones, es una cosa muy de izquierda. ¿Por qué? Porqué ser de izquierda es ser solidario…Después hay otra etapa. Yo creo en el socialismo, pero no creo en el estatismo. Y creo que la construcción del socialismo supone una sociedad mucho más culta, mucho más inteligente y mucho más rica. Creo que países como Suecia se arrimaron mucho más a lo que puede ser el socialismo, o Noruega, que los intentos fallidos que hemos tenido…Soy enemigo de la burocracia…Desconfío cuando el Estado se hace demasiado grande, pueda sustituir la iniciativa de la gente… Cuando pase Chávez, habrá un montón de millones de venezolanos que vivían en la miseria que van a estar viviendo un poco mejor, que van a tener una casa mejor y un servicio de salud, pero no habrán construido ningún socialismo, pero la humanidad habrá mejorado”.

Sin apegos a las veleidades del poder e incapaz de caer y ser protagonista de la “hoguera de las vanidades” de las que hicieron parte un número importante de presidentes latinoamericanos, Mujica es el espejo en el que jamás pudieron mirarse jefes de Estado colombianos como Juan Manuel Santos, Iván Duque Márquez, César Gaviria, Julio César Turbay Ayala y mucho menos el más pernicioso- casi maléfico- de todos los presidentes colombianos: Álvaro Uribe Vélez. Y no es que sufran del síndrome Capgras. No. A ellos les basta con reflejarse en las perfidias en las que incurrieron y en las formas cínicas en las que ejercieron el poder, porque como lo dijo Mujica, el poder te enciende todos los demonios.

Se fue el Gran Pepe, pero quedaron en este hemisferio y en el resto del mundo los demonios del fascismo, del genocidio, de la supremacía étnica como práctica sociocultural y política en países racistas y clasistas como Colombia. Quizás si en Colombia tuviéramos por lo menos 5 Pepes en la Corte Constitucional, en el Consejo de Estado, en la Corte Suprema de Justicia; en el Congreso, en las rectorías de universidades privadas y públicas, podríamos superar las taras civilizatorias de esa élite que siempre mirará con desprecio a estoicos como Pepe Mujica. Hasta siempre, Pepe.

Adenda 1: antes del deceso de Pepe Mujica el diario El Espectador publicó en la red X la entrada de una nota que dice lo siguiente: “El domingo, el presidente uruguayo Yamandú Orsi, delfín de Mujica, pidió que respetaran la intimidad del exguerrillero”. Aunque borraron el trino, el diario bogotano se instaló en ese viaje de superioridad moral que acompaña a quienes se jactan aún de “jamás haber empuñado las armas contra el Estado” y que son los responsables de generar pobreza, del asesinato de 6402 jóvenes (falsos positivos) y la consolidación de un Estado asesino.

Adenda 2: Se fue el Gran Pepe y el violador de Claudia Morales sigue libre burlándose de la justicia.

 






lunes, 12 de mayo de 2025

PETRO NO CREE EN LA CANDIDATURA DE GUSTAVO BOLÍVAR

Por Germán Ayala Osorio


Después de la “despachada” del presidente Petro contra su fiel amigo y escudero Gustavo Bolívar lo mejor es que este último decline a su aspiración presidencial. A pesar de puntear en un par de encuestas que de manera prematura “midieron” las preferencias de los colombianos, hay razones de peso para que abandone su precandidatura.

La primera de esas razones se la dio el propio Petro cuando le dijo “…que lo pensara porque sentía que de pronto las encuestas me estaban inflando y que era un candidato más fácil de derrotar.

Ungir al candidato o candidata presidencial del progresismo y la “izquierda” sin necesidad de una consulta interna le permitiría al presidente de la República imponer sus preferencias lo que podría resultar contraproducente si la derecha y sus medios hegemónicos lo “gradúan de títere” de Petro.

Al ver las debilidades discursivas, conceptuales y la poca experiencia política y electoral de Bolívar, el camino de la consulta se abre paso como la única instancia posible que tiene el progresismo para elegir a quien competirá con los candidatos de la derecha en el 2026. Así las cosas, no es suficiente con que Bolívar haya demostrado una infranqueable lealtad hacia el presidente, que ame el proyecto y al propio jefe del Estado.

Los resultados de esas encuestas en las que puntea Bolívar pueden obedecer a la estrategia de la derecha de “inflarlo” a sabiendas de sus vacíos conceptuales, su deficiente dominio de la oratoria, nulo carisma y un factor decisivo: no tiene maquinaria. Nadie le quita al libretista y escritor que es una buena persona, honrado y eficiente al momento de cumplir con tareas asignadas. Y en el fondo, Petro reconoce esas debilidades. Quizás por ello lo ve como un candidato fácil de derrotar.

Lo que le dijo Petro a Bolívar da a entender que preferiría darle su aval a un candidato cercano, fiel y sin tacha a nivel político, sin necesidad de entrar en el desgaste político que implicaría hacer una consulta interna en la que aflorarían los egos entre los precandidatos, casi todos curtidos políticos y con maquinaria electoral.  Y lo que es peor, no todos “hijos y luchadores de izquierda”. Hablo de Roy Barreras, Daniel Quintero, Carlos Amaya y Luis Guillermo Murillo, políticos allegados hoy a las causas del progresismo en razón al triunfo de Gustavo Petro y los acercamientos con la Alianza Verde.

La otra razón es política y está ancorada al clima de pugnacidad ideológica y política que se acrecentó en el último año por cuenta del “atrincheramiento” de Petro en respuesta a las maniobras desleales protagonizadas por ministros que llegaron al gobierno Petro por acuerdos políticos en el marco de un acuerdo nacional que jamás se consolidó. Si el presidente Petro quiere apostarle a superar ese escenario de confrontación debe estar pensando en candidatos moderados, pero con la capacidad de tender puentes con esos sectores del Establecimiento que se atravesaron como “mulas muertas” a las reformas sociales presentadas por el gobierno al Congreso, sin abandonar la defensa de las ideas centrales del progresismo.

Luis Guillermo Murillo, Carlos Amaya y Roy Barreras serían los más opcionados si realmente el presidente quiere volver a ganar las elecciones, superando ese escenario de confrontación. Eso sí, no se puede descartar que con los arriba mencionados el proyecto progresista termine debilitándose en virtud de eventuales “conductas revisionistas” que aparecerían al momento en el que uno de los tres se siente en el Solio de Bolívar. Más claro: los tres podrían darle juego a la derecha tradicional, en detrimento de las políticas implementadas por el actual gobierno. 

Quizás Camilo Romero, María José Pizarro y Carlos Caicedo resulten para el presidente los más proclives a defender sin ambages y con decidido ahínco el proyecto progresista. De los tres, Romero es quien desde el dominio de la oratoria puede enfrentar de una mejor manera a los candidatos de la derecha. Además, Romero tiene maquinaria. Eso sí, la Corte Suprema de Justicia lo investiga por un contrato en la empresa de licores de Nariño. A Pizarro le falta dominio conceptual y experiencia. Su condición de mujer víctima de la violencia podría jugar a su favor. Además, tiene carisma. En cuanto a Caicedo, su reconocimiento sigue siendo regional, factor que jugaría en su contra. En lo que corresponde a la exministra Carolina Corcho, no creo que Petro la tenga dentro de su ramillete a pesar de ser su fervorosa defensa de la reforma a la salud, campo que conoce muy bien por su condición de médica. Al interior del Pacto Histórico hay visos de machismo, factor que al final puede jugar en contra de las precandidaturas de Corcho y Pizarro. 

Ya veremos. Eso sí, ojalá las bases de la izquierda y el progresismo empiecen desde ya a visualizarse sin la influencia de Petro, pensando en la imperiosa necesidad de darle la oportunidad a otros tipos de liderazgos. La derecha cometió el grave error de seguir y validar a pie juntillas las ideas, decisiones, maniobras y las “andanzas” de Álvaro Uribe Vélez. Por cuenta de sus líos judiciales, el nefasto gobierno de Iván Duque, su títere, y el desmonte del “coco” del Castrochavismo, la derecha perdió apoyo en la clase media y en sectores populares (campesinos) beneficiados hoy por el gobierno Petro. Si el actual jefe del Estado decide asumir el rol de gran elector, superando a Uribe en ese aspecto, con el tiempo sufrirá el natural desgaste por su condición misma de expresidente. 


Imagen tomada de El Espectador

domingo, 11 de mayo de 2025

DESPUÉS DEL ASESINATO DE GARZÓN, EL HUMOR POLÍTICO QUEDÓ HUÉRFANO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Después del crimen de Jaime Garzón Forero el humor político en Colombia quedó huérfano. No existe hoy una figura con la inteligencia, comprensión de la historia y el carisma suficientes para emular lo hecho por Garzón Forero.

Sin embargo, Alejandro Riaño, con su personaje “Juanpis González” y Daniel Samper Ospina, con su espacio en YouTube llamado Circombia, intentan, sin lograrlo, acercarse a la sátira y a los “vainazos políticos” que Garzón sabía lanzar, disfrazados o acompañados de su particular forma de entender y analizar la política y los hechos propios de las coyunturas noticiosas.

A pesar del reconocimiento alcanzado por Riaño y Samper, el humor político en Colombia sigue desabrigado por la singularidad de Garzón y porque lo ofrecido por los dos mencionados humoristas/comediantes deja mucho que desear para las audiencias acostumbradas al fino humor de Jaime Garzón Forero.

De los dos, quizás el que mayor rechazo social acumula en algún sector de la opinión es Daniel Samper Ospina por la evidente “Petrofobia” desde la que aborda los hechos políticos y las coyunturas noticiosas. El sobrino del expresidente de la República, Ernesto Samper Pizano, es un payaso clasista, aporofóbico, racista y con visos de misoginia.

Su obsesión presidencial la intentó explicar el columnista Jorge Gómez Pinilla: “Si a alguien le diera por preguntarse a qué obedece que el humorista Daniel Samper Ospina la esté emprendiendo de manera tan obsesiva contra el presidente Petro, la única explicación posible es que sus asesores de mercadeo le hayan aconsejado algo así como <<ocupe ese nicho de mercado, no se salga de ahí, explótelo de manera sistemática; esto le aporta mucho dinero en monetización>>”.

Después de lo que el presidente Petro le dijo a Gustavo Bolívar en un evento público, el comediante egresado del Gimnasio Moderno creó y publicó una imagen del rostro de Bolívar con moretones en sus mejillas, con la frase “Me pega, pero es por mi bien” (Ver foto al final).

Las reacciones de rechazo no se hicieron esperar. La congresista Mafe Carrascal, del Pacto Histórico y compañera de Bolívar calificó de irresponsable la publicación porque usa la imagen de otra persona y “ridiculiza las violencias basadas en género. Por ahí no es, Daniel”. Se suma a lo anterior que el “chiste” lo lanza en plena celebración del Día de la Madre y en un país en el que a diario maltrata, violada y asesina a sus mujeres.

Días atrás, el presidente de la República concedió una entrevista a “Juanpis González. Las preguntas comprometedoras del personaje, así como los silencios y las respuestas a medias del jefe del Estado fueron recogidas ampliamente por los medios masivos, en particular por Blu radio, en su afán de consolidar la narrativa que señala que Petro es “vicioso y maricón”, dos circunstancias con las que buscan que el Congreso lo declare indigno para gobernar.

La escritora Carolina Sanín se apartó del comité de aplausos que conformaron varios periodistas tan “Petrofóbicos” como Daniel Samper y espetó lo siguiente: “la entrevista con Riaño (Juanpis) no fue ingeniosa ni graciosa ni irreverente. Fue lesiva, solamente. Ordinariez ofensiva, sin chiste ni originalidad. Desdibujamiento de los lugares y celebración de la indignidad por ambas partes. Fue defecar y comerse juntos el excremento”.

Entre el humor de Samper y Riaño hay diferencias sustanciales. El del payaso del Gimnasio Moderno está fincado en su natural clasismo, racismo y aporofobia, mientras que el de Riaño deviene ancorado en su interés de burlarse de la clase social a la que pertenece su personaje Juanpis González.

Los asesinos de Jaime Garzón le hicieron un gran daño al país que comprendió su humor político: nos quitaron la risa, mataron el humor y nos dejaron a merced de payasos con ínfulas de humoristas.  Los que aplauden a Samper y el mismo comediante le hacen un daño enorme a la seriedad y a la majestad del humor político, así como a la imperiosa necesidad de usar la sátira, la agudeza, el ingenio, la chispa y la ironía para reírnos de todos- sin obsesiones- los que ostentan alguna forma de poder. 


Imagen tomada de la red X. 

sábado, 10 de mayo de 2025

A PROPÓSITO DE LA “RODADA” EN CALI


Por Germán Ayala Osorio

 

La caótica, irresponsable y desafiante “rodada en moto” por las principales avenidas de Cali da cuenta de un “fenómeno” al que la Alcaldía y otros actores políticos locales deben empezar a mirar con cuidado: las redes sociales como el lugar de encuentro, crecimiento personal, de enunciación, infantilización y reconocimiento de una cantidad de Machitos que se burlan de la tradición y de las “viejas” relaciones sociales.

Estamos ante unas formas masculinas infantiles que no guardan relación con los viejos desafíos a los que en otras épocas otros jóvenes se vieron enfrentados a asumir.  Los actuales desafíos están atados a eso de “hacerse hombres”, así sea desafiando a las autoridades y al viejo imaginario colectivo que indica, en referencia a un lejano pasado, que Cali fue una ciudad cívica.

En esta oportunidad y de acuerdo con los relatos periodísticos, los moteros que salieron a rodar por Cali le estaban cumpliendo un reto a un “reconocido YouTuber” que aparece en un video vanagloriándose de lo sucedido con la infantil frase “la rompimos”. Prueba contundente de unas masculinidades infantilizadas por cuenta de procesos civilizatorios fallidos o débiles en lo que corresponde a la construcción de una ciudadanía responsable y formada para vivir en sociedad.

Las redes sociales no solo son una “trampa” tal y como lo señaló el sociólogo Zigmunt Bauman, sino que son el lugar de encuentro, “maduración”, “civilización”, infantilización y enunciación de una cantidad de machitos jóvenes que desprecian la Escuela y la Familia como instituciones que en otros tiempos cumplieron los roles disciplinantes y de control en las que se reproducían las formas tradicionales de dominación que, en una noche, desafiaron cientos de miles de motociclistas. Por supuesto que esos machitos con excesos de testosterona y con evidentes taras civilizatorias son producto de entornos violentos, discriminados y estigmatizados, terminaron desafiando también a las autoridades y al Estado mismo, visto este último como una estructura caduca, lejana y mafiosa, en virtud a la evidente captura por parte de una clase política incapaz de conectarse con los jóvenes de hoy.

La reacción de la Secretaría de Movilidad responde a la natural lógica punitiva de la que los moteros se ríen porque no les asusta ese tipo de mensajes institucionales. La impotencia institucional frente a la “rodada” le resta legitimidad y credibilidad a la reacción de las autoridades.  Esto dijo en la red X la Secretaría de Movilidad: “Lo de anoche no fue una rodada, fue un acto de irresponsabilidad. Pusieron en riesgo la vida de los caleños y eso no lo vamos a permitir. Habrá sanciones. En la Cali de @alejoeder se respeta la ley. ¡Cali necesita orden, no caos! Desde la @AlcaldíaDeCali, actuaremos con firmeza”

La noche de anarquía que se vivió en la capital del Valle del Cauca fue una exhibición contundente de las taras culturales de cientos de miles caleños que salieron a desafiar la memoria cívica de la Cali de los años 70 que desconocen y desprecian.

Que debe haber castigos y ojalá ejemplarizantes, por supuesto que sí. Pero quedarse ahí y en el ya manido discurso de un Alcalde hijo del clasismo, el racismo y la aporofobia solo servirá para que nuevamente un YouTuber ponga aprueba su infantil pero efectivo “liderazgo”. 



El secretario de Movilidad de Cali, Gustavo Orozco, aseguró que las autoridades tienen las evidencias necesarias para sancionar a quienes alteraron el orden en las calles de la ciudad - crédito Alcaldía de Cali y Captura de pantalla @YaCelacanto/X

SE ACERCA EL FINAL DEL GOBIERNO PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En la etapa final del gobierno Petro es preciso referirse a los hechos políticos, a las realidades institucionales, culturales y a los cambios, así sean menores, que deja el paso por la Casa de Nariño del primer gobierno de “izquierda” y progresista en Colombia.

Este ejercicio reflexivo e incompleto se da en razón a que los altos niveles de pugnacidad política e ideológica, la convocatoria a la Consulta Popular como antesala a las elecciones de 2026 y la degradación misma del debate público en nada lograrán cambiar las decisiones tomadas y las venideras, salvo que suceda algo extraordinario como la ruptura de relaciones comerciales y diplomáticas con USA, el derrocamiento del jefe del Estado o su asesinato, de acuerdo con las versiones entregadas por el mismo presidente de la República.

Petro supo desnudar la avaricia, la sordidez y el carácter premoderno de una oligarquía que, aunque decadente, insiste en que sus más visibles agentes son el faro que ilumina a una sociedad como la colombiana que de tiempo atrás deviene en una confusión moral por cuenta de la entronización de un ethos mafioso y criminal que por más de 50 años ha guiado la vida de las familias que ostentan el poder en el país. Esa es una realidad política, social y cultural que Petro proyecta como un insumo electoral para volver a derrotar a la derecha en el 2026.

En lo corrido de este gobierno, quedaron en evidencia la incapacidad simbólica, discursiva y la debilidad ético-política de los sectores de poder tradicional que se vieron abocados a ser y ejercer oposición por primera vez. Al no estar preparados para cumplir con ese exigente rol, sus más connotados miembros se dejaron ver intolerantes, tercos, diminutos y violentos e incluso con tendencias desestabilizadoras y anárquicas, fruto del desespero y la inocultable furia que les generó haber perdido la Casa de Nari (antes, Casa de Nariño).

Las cabezas visibles de Fenalco y Andi dejaron ver su clasismo, racismo, pero sobre todo su reducida visión de Nación al oponerse a que Colombia entre a hacer parte de la Ruta de la Seda promovida por China. Aquello de que “Colombia es una nación a pesar de sí misma” es el correlato que explica las actuaciones de los más mediáticos agentes económicos de la sociedad civil.

Su abyecta postura progringa y el miedo a buscar nuevos mercados y reindustrializar al país permiten comprender que el subdesarrollo y el atraso en materia económica y de infraestructura obedecen en gran medida a su falta de visión y al haber asumido el liderazgo del país desde la precariedad de sus criterios. La verdad es que se autodenominan capitalistas y creen que pueden desarrollar el país con peajes caros y sin trenes. Al final, queda claro que son rentistas. No les gusta competir, les fascina concentrar el poder económico y político. Su apuesta es privatizar el Estado para el exclusivo beneficio de unos pocos.

Por esa misma línea, las empresas mediáticas quedaron expuestas ante unas audiencias que aprendieron a reconocer sus tratamientos amañados, mentirosos, exagerados y cargados de racismo, aporofobia y clasismo. Nunca los periodistas vedettes habían quedado tan expuestos como agentes políticos al servicio de una élite económica y política que los usó para deslegitimar al actual gobierno, “graduar” al presidente de la República como un “ser inmoral” basados en las versiones que puso a circular Leyva Durán, perniciosamente recogidas por esos mismos periodistas que terminaron emulando a la Negra Candela, a los chismosos de “El Lavadero” y a los miembros de la Red, programa dedicado al cotilleo,  la intriga y  a la trapisonda.

A falta de poco tiempo para que llegue el 7 de agosto de 2026, el fantasma del “castrochavismo” y la sentencia de que “nos convertiríamos en Venezuela” terminan debilitados y casi que proscritos. Al final, se respetó la propiedad privada, el modelo económico se mantuvo, se dio continuidad a la vigilancia e intervención del FMI en el manejo de la economía; no se dieron las esperadas nacionalizaciones, así los medios y los agentes políticos beneficiados del negocio de las EPS insistan en que la apuesta de Petro es acabar con el “mejor sistema de salud (privado) del mundo”.

En lo que respecta al proyecto político progresista, hay que señalar que la megalomanía del presidente de la República puede resultar dañina si no morigera un poco el carácter y la visión ideologizante con la que asume las discusiones alrededor de la operación del Estado. Su “graduación” como caudillo popular y su intención de convertirse en el más grande elector del país, superando al expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez puede resultar positivo para el país siempre y cuando los candidatos y su ungido para el 2026 morigeren la oratoria y la pugnacidad ideológica y política. Lo anterior por una razón fundamental, expuesta por el propio Petro cuando dijo “somos gobierno, pero no tenemos el poder”.

Y en lo concerniente al “conflicto armado interno”, Petro le deja al nuevo gobierno sentencias que harán difícil volver a creer en que es posible pacificar el país a través de negociaciones políticas como la que se dio en La Habana. Al quitarles el ropaje político a las “guerrillas”, la derecha queda autorizada, si vuelve al poder, a jugársela por una salida militar, sin que ello signifique volver a los tiempos de la Seguridad Democrática, la operación conjunta con los paramilitares, el desplazamiento forzado de campesinos y los falsos positivos. Recordemos que Petro los llamó “traquetos vestidos de camuflado”; o “viejos guerrilleros curtidos en la lucha armada” se volvieron “traquetos”; o recientemente, en Colombia ya “no hay guerrillas”.



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PETRO Y LA GRAN PRENSA: RELACIONES TORMENTOSAS

  Por Germán Ayala Osorio   Las relaciones entre la prensa bogotana y el presidente de la República han sido tirantes desde el 7 de ag...