miércoles, 14 de mayo de 2025

HUNDIDA LA CONSULTA POPULAR

Por Germán Ayala Osorio

El hundimiento de la Consulta Popular en la plenaria del Senado es un suceso político que confirma y naturaliza el sentido formal y procedimental con el que los representantes de los poderes públicos asumieron la consolidación del sistema democrático en Colombia. Al final, el resultado no puede ser más negativo y deprimente: la democracia en el país es un remedo si se compara con experiencias de democracias modernas que operan en otras latitudes. Esa incontrastable realidad dice mucho de la división de poder y la operación de los poderes públicos.

En general, a los magistrados de las altas cortes, a los congresistas cuyas curules siempre patrocinaron conglomerados económicos y gremios de la producción y a los anteriores presidentes de la República les dio miedo profundizar la democracia en los términos planteados por Chantal Mouffe. Al final, optaron por dejar de lado los ideales democráticos y someterse a las condiciones económicas, socioculturales y políticas generadas por aquellos clanes y familias dueñas del capital que defienden una idea restringida de la democracia.

Aquello de que la democracia es el poder del pueblo es un mero ideal que solo cobra sentido cuando los populistas de izquierda apelan para buscar el bienestar de las grandes mayorías, sin que ello suponga, necesariamente, acciones como la nacionalización de la producción o su estatización y por ese camino la proscripción de la iniciativa privada. Entre tanto, cuando la derecha apela al populismo lo hace para consolidar el Orden (el imperio de la ley), en combinación con políticas públicas asistencialistas (entrega de subsidios) que no construyen ciudadanía y poco mejoran las condiciones de vida de sus beneficiarios. Consolidan las 'trampas de la pobreza'.

El haberse negado a discutir las reformas a la salud y la laboral, por presiones de los más visibles agentes de los gremios económicos, ratifica el interés del Congreso de extender en el tiempo la precariedad laboral y la operación mafiosa de un sistema de salud que priorizó los negocios de los privados, por encima de los derechos de los pacientes, asumidos como usuarios o clientes.

Lo anterior es el marco cultural y político en el que hay que ubicar y entender lo sucedido el 14 de mayo de 2025, cuando con “jugaditas” y al parecer con fraude, la derecha uribizada hundió la Consulta Popular y “revivió” la reforma laboral, la misma que muy seguramente terminará hundida.  

Las reacciones del presidente Petro, de la bancada oficialista y de los “petristas pura sangre”, el llamado a la “calma” de políticos y analistas, así como el júbilo de los integrantes de las bancadas de la Oposición por el golpe dado al Gobierno, abren nuevamente las compuertas al escenario predilecto del jefe del Estado y temido por la Oposición y en general por la derecha: la movilización social.

El Pueblo a la calle

En su alocución desde la China, el presidente Petro invitó al pueblo a declararse en “cabildo abierto” como forma de rechazo al hundimiento de la Consulta Popular. Nuevamente Petro “le tira encima el pueblo a la burguesía y a la oligarquía”. Apelar a las acciones colectivas y a la concentración en las plazas constituye una forma de presión que hace recordar al país los hechos violentos del estallido social.

Las movilizaciones en sí mismas no lograrán reversar lo decidido al interior del Senado. Para lo único que servirán es para adelantar el pulso político de las elecciones de 2026, a las que llegará el país en medio de una inquietante pugnacidad ideológica, contaminada por el discurso de la lucha de clases, alimentada tanto por el gobierno Petro, como por los congresistas que a pesar de resultar elegidos a través del voto y con las reglas de la democracia, representan a una minoría racista, clasista y aporofóbica.  

Resulta curioso y perfectamente comprensible que en un ejercicio democrático al interior del Senado se haya impedido que el pueblo se manifestara democráticamente frente a las 12 preguntas con las que el gobierno radicó la consulta popular. Aparecen entonces dos ideas de democracia que dan cuenta de los límites y alcances de un régimen de poder que se mueve entre lo real y lo ideal. Una de esas ideas está limitada por los intereses de los congresistas que negaron a millones de colombianos la oportunidad de manifestarse a través del voto; y la otra que deviene también limitada por la sapiencia del pueblo al que se convocó y que se alistaba para participar de una jornada electoral temida por la derecha.

Noto una excesiva confianza en ese pueblo al que Petro le habla. A veces creo que los petristas y el gobierno olvidan que dentro de esa “unidad” llamada pueblo hubo y hay aún cientos de miles de pobres que votaron por Álvaro Uribe Vélez, reconocido verdugo que les quitó a los trabajadores los derechos laborales que se pretendían devolver con las 12 preguntas formuladas con las que se dio vida jurídico-política a la negada consulta popular.

Aquella idea que señala que “el pueblo es superior a sus dirigentes” deviene manida y hueca si se revisa muy bien el apoyo popular brindado a Uribe, el más dañino presidente de la República elegido en democracia.

El gobierno Petro debería de esperar el desenlace de la reforma laboral que el Senado revivió de manera maliciosa y estratégica. Si la hunde como se sospecha que lo hará, el llamado al pueblo se justificaría siempre y cuando se comprendan varias circunstancias: dentro del pueblo pobre hay gente descontenta con el actual gobierno; hay otros a los que les asusta el fantasma del “castrochavismo” y otro grupo que por tradición e ignorancia siempre votó a la derecha, única opción de poder que conocen sus integrantes. Hay gente a la que le asusta cuando le hablan de libertad, de abandonar sus “invisibles” prácticas enajenantes, se le sugiere ponerle límites al individualismo y consolidar una conciencia de clase para la cual jamás fue educado.

La izquierda y el progresismo podrían usar de una mejor forma el poder popular que dicen y creen tener para cumplir con lo prometido, derrumbar los miedos inoculados por la prensa uribista y hegemónica; formar cuadros en los sectores populares y de clase media y terminar el gobierno con mejores indicadores en materia macroeconómica. Provocar un nuevo estallido social sería contraproducente para el proyecto político que encarna Petro.


Adenda: estando el presidente en la China, al parecer el Senado le salió  al pueblo con una coCHINAda. 



Armando Benedetti discute con el secretario general del Senado, Diego Gonzpalez, por votación que hundió la consulta popular. // Colprensa

No hay comentarios:

Publicar un comentario

SALVADAS LAS REFORMAS PENSIONAL Y LABORAL: TRIUNFOS AGRIDULCES

  Por Germán Ayala Osorio   La aprobación de la reforma laboral y los subsanables vicios de trámite que encontró la Corte Constitucional...