Por Germán Ayala Osorio
El
discurso del presidente Gustavo Petro -otro más- ante la Asamblea 79 de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) puede ser leído en clave catastrófica o, por el
contrario, como el grito desesperado de un mandatario al que genuinamente le
preocupan las consecuencias que viene y seguirán dejando las crisis civilizatorias,
ecológicas y ambientales que confluyen en lo que se conoce como el cambio
climático.
Quienes
lo asumen en clave catastrófica terminan alineándose sin querer y quizás sin darse
cuenta con la tesis negacionista de quienes creen que los científicos del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) exageran en sus
análisis y mediciones, a pesar de llevar 30 años en esa tarea juiciosa de
entender los efectos negativos que deja el desarrollo económico basado en los
combustibles fósiles y en el consumo frenético de mercancías.
A los negacionistas se suman aquellos que expresan una confianza absoluta en que, si los problemas ecológicos, civilizatorios y ambientales actuales fueron generados por la comprensión y manipulación de la ciencia, la tecnología y la técnica, ello supone que, con la misma ciencia, la tecnología y la técnica se hallarán las soluciones a problemas como la sequía, el aumento de los niveles de los océanos que amenaza la vida de islas y extensas zonas costeras del Pacífico, intensas lluvias, peores huracanas y tifones y calores insoportables, entre otros más.
Por
el contrario, quienes asuman lo dicho por Petro como un grito humanizador, irán
alineándose con aquellos que aún creen en la posibilidad de que la humanidad
pueda tomar conciencia de los reales riesgos que se ciernen sobre millones de
seres humanos que viven en zonas y territorios vulnerables a los efectos del
cambio climático. Sin duda alguna, se trataría del renacimiento de una gran
utopía, o quizás de la última, esta vez de carácter universal, planetario y civilizatorio que haría posible un
diálogo entre las potencias económicas, políticas y militares responsables de
la continuidad de la vida humana.
Petro
se queja de que no lo escuchan. Y es cierto. Y se explica el caso omiso a los
reclamos del presidente colombiano porque el mundo y la humanidad entera
responden a una inercia que hace casi imposible controlar. Ya Pepe Mujica,
siendo presidente del Uruguay lo había dicho en una conferencia de carácter
ambiental. “Porque hemos creado una civilización en la que estamos: hija del
mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material
portentoso y explosivo. Pero lo que fue economía de mercado ha creado
sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, que significa
mirar por todo el planeta. ¿Y estamos gobernando la globalización o la
globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de
que “estamos todos juntos” en una economía que está basada en la competencia
despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad? Nada de esto lo digo para
negar la importancia de este evento. No, es, por el contrario: el desafío que
tenemos por delante es de magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica,
es política. El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha desatado, sino
que las fuerzas que ha desatado lo gobiernan
al hombre. Y a la vida. Porque
no venimos al planeta para desarrollarnos en términos generales. Venimos
al planeta intentando ser feliz. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún
bien vale como la vida y esto es lo elemental.
Pero si la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para
consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor, -porque, en
definitiva, si se paraliza el consumo, o si se detiene la economía, y si se detiene
la economía, es el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros- pero ese
hiper consumo, a su vez, es el que está agrediendo al planeta”.
Mientras
que el ejército de Israel hace ingentes esfuerzos por eliminar hasta el último
palestino en la franja de Gaza, la ONU exhibía al mundo y a sus propios miembros
la complacencia de los Estados Unidos con las prácticas genocidas implementadas
en Gaza. Al fin y al cabo, las guerras y los genocidios son los escenarios preferidos
de aquellos presidentes, fabricantes y comerciantes de armas que creen que,
ante una crisis ecológica y ambiental de carácter universal, el camino más expedito,
ya mostrado por el cine, será la eliminación de aquellos pueblos señalados como
débiles u obstáculos para la expansión territorial y civilizatoria de las
potencias dominantes.
La actual crisis de legitimidad y credibilidad de la ONU quizás abra la posibilidad para que, en un futuro no lejano, el planeta quede a merced de una legión de hombres que determinarán qué pueblo tiene el derecho a vivir o a sobrevivir en definidas condiciones. Pepe Mujica se quedó corto al decir que la crisis es o era de carácter político. La crisis es civilizatoria. Y esta dejó ver su rostro en el Holocausto Nazi, en las dos guerras mundiales y ahora con el genocidio que comete Israel desde hace más de seis meses. Estamos ante un sostenido proceso de bestialización de la especie humana, orientada por unas cuantas familias ricas que gobiernan el mundo hoy..
Cito
este párrafo del discurso de Petro, que con enorme claridad define lo que es el
mundo hoy. “En este recinto la capacidad de comunicación de un presidente
depende de la cantidad de dólares que tenga en su presupuesto, en la cantidad
que tenga de aviones de guerra y en el fondo en la capacidad que tenga su país
de destrucción sobre la humanidad. El poder de un país en el mundo ya
no se ejerce por el tipo de sistema económico o político o de ideas que
irradie, sino por el poder de destruir la vida de la humanidad. El
proyecto democrático de la humanidad está muriendo con la vida, mientras los
racistas, los supremacistas, los que creen estúpidamente que los arios son la
raza superior, se aprestan a dominar el mundo escribiendo el terror de las
bombas sobre los pueblos".
petro en la onu asamblea 79 - Búsqueda Imágenes (bing.com)
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