sábado, 20 de abril de 2024

ALCALDE DE CALI Y LA NARRATIVA DE UNA CIUDAD VIOLENTA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El alcalde de Cali, Alejandro Eder, solicitó a los medios morigerar o cambiar la narrativa negativa que brota de los problemas de inseguridad que soportan los caleños de tiempo atrás. A diario vemos en las redes videos de robos, riñas callejeras, persecuciones policiales y asesinatos. El mandatario local dijo lo siguiente: “Tal como lo he pedido a los medios nacionales, por favor cambien la narrativa de lo que es Cali. Eso tiene que cambiar. Cali es una ciudad fuerte y es una ciudad capital que va a salir adelante”.

El reclamo de Eder lo hizo mientras Noticias Caracol le hacía un publirreportaje con el que el noticiero trató de destacar lo positivo de una administración que apenas lleva tres meses. Aquí hay una trampa mediática y política en la que caen todos los mandatarios cuando un medio masivo de información insiste en que es posible evaluar una administración en tan poco tiempo al frente de ciudades que arrastran problemas complejos. El alcalde debió decirle al director del medio que es casi imposible evaluar su gestión en tan poco tiempo. Pero no, optó por naturalizar la trampa planteada por el noticiero.

Caracol Noticias y otros medios insisten en esa trampa por un interés periodístico, pero también económico. De allí que la apuesta informativa es destacar las buenas acciones y deseos de los alcaldes, y minimizar los problemas estructurales de la ciudad de Cali con sondeos y encuestas que de poco o nada sirven para enfrentar las graves problemáticas que afrontan ciudades como Cali, Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Barranquilla.

Insistir en que disminuyeron los homicidios y que “53 personas se salvaron de morir” gracias a esa reducción, no es suficiente para calmar los reclamos de una ciudadanía cansada de la incapacidad del Estado y de la corrupción público-privada que impide, entre otras cosas, atacar la raíz del problema de violencia armada en la capital del Valle del Cauca: la connivencia de agentes estatales con las mafias que permiten la compra, venta y el alquiler de armas en la ciudad. La importación de armas traumáticas amerita controles efectivos, así como su compra y porte. Hay que trabajar más en la inteligencia policial y militar, al tiempo que hay que mejorar en esos mismos sectores, la contra inteligencia.

Eder aprovechó la oportunidad para insistir en frases de campaña como “vamos a recuperar a Cali, a devolverle la dignidad a los caleños y a reconciliarnos”. Esas frases caen en el vacío porque lo que necesita Cali y el país entero es un revolcón del modelo social, económico y político con el que agentes tradicionales de la sociedad orientan los ejercicios del poder.

La idea de reconciliar que plantea Eder está pensada entre grupos sociales enfrentados, resultado de una lucha de clases que emergió con fuerza durante el estallido social de 2021. No. Se equivoca. Aquí el que tiene que reconciliarse con los caleños es el Estado local y las esferas de poder que lo han operado para hacerle miserable la vida a millones de caleños.   Y para lograr esa reconciliación, el alcalde no puede pretender que los medios cambien la narrativa por el solo hecho de que afecta la imagen de la ciudad.

Los problemas de convivencia en las calles de la ciudad, el irrespeto a las autoridades de tránsito y policía, los atracos callejeros y los homicidios son el resultado, justamente, de la ausencia del Estado o de una presencia selectiva que solo favorece a unos sectores privilegiados.

Hay otras formas de violencia que pocos ven. Por ejemplo, la mala atención de los funcionarios públicos al momento de atender a los usuarios ante un trámite y reclamo. También la suciedad en calles y avenidas. El feo ornato en sectores populares y deprimidos da cuenta de una visión clasista del Estado, es un factor generador de malestar social y violencia. Igualmente, transitar por calles rotas y llenas de huecos, y semáforos que duran dañados varios días, van sumando al malestar de la ciudadanía. Así, los problemas no se solucionan con el cambio de narrativa, sino con el cambio de realidades. Y para ello, hay que tener visión de Estado.


Imagen tomada de RCN


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