Por Germán Ayala Osorio
El alcalde de Cali, Alejandro
Eder, solicitó a los medios morigerar o cambiar la narrativa negativa que brota
de los problemas de inseguridad que soportan los caleños de tiempo atrás. A
diario vemos en las redes videos de robos, riñas callejeras, persecuciones
policiales y asesinatos. El mandatario local dijo lo siguiente: “Tal como lo
he pedido a los medios nacionales, por favor cambien la narrativa de lo que es
Cali. Eso tiene que cambiar. Cali es una ciudad fuerte y es una ciudad capital
que va a salir adelante”.
El reclamo de Eder lo hizo mientras
Noticias Caracol le hacía un publirreportaje con el que el noticiero trató de destacar
lo positivo de una administración que apenas lleva tres meses. Aquí hay una
trampa mediática y política en la que caen todos los mandatarios cuando un medio
masivo de información insiste en que es posible evaluar una administración en
tan poco tiempo al frente de ciudades que arrastran problemas complejos. El
alcalde debió decirle al director del medio que es casi imposible evaluar su
gestión en tan poco tiempo. Pero no, optó por naturalizar la trampa planteada
por el noticiero.
Caracol Noticias y otros medios
insisten en esa trampa por un interés periodístico, pero también económico. De
allí que la apuesta informativa es destacar las buenas acciones y deseos de los
alcaldes, y minimizar los problemas estructurales de la ciudad de Cali con sondeos
y encuestas que de poco o nada sirven para enfrentar las graves problemáticas
que afrontan ciudades como Cali, Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Barranquilla.
Insistir en que disminuyeron los
homicidios y que “53 personas se salvaron de morir” gracias a esa reducción, no
es suficiente para calmar los reclamos de una ciudadanía cansada de la
incapacidad del Estado y de la corrupción público-privada que impide, entre otras
cosas, atacar la raíz del problema de violencia armada en la capital del Valle
del Cauca: la connivencia de agentes estatales con las mafias que permiten la compra,
venta y el alquiler de armas en la ciudad. La importación de armas traumáticas
amerita controles efectivos, así como su compra y porte. Hay que trabajar más
en la inteligencia policial y militar, al tiempo que hay que mejorar en esos
mismos sectores, la contra inteligencia.
Eder aprovechó la oportunidad
para insistir en frases de campaña como “vamos a recuperar a Cali, a devolverle
la dignidad a los caleños y a reconciliarnos”. Esas frases caen en el vacío porque
lo que necesita Cali y el país entero es un revolcón del modelo social, económico
y político con el que agentes tradicionales de la sociedad orientan los
ejercicios del poder.
La idea de reconciliar que
plantea Eder está pensada entre grupos sociales enfrentados, resultado de una
lucha de clases que emergió con fuerza durante el estallido social de 2021. No.
Se equivoca. Aquí el que tiene que reconciliarse con los caleños es el Estado
local y las esferas de poder que lo han operado para hacerle miserable la vida
a millones de caleños. Y para lograr esa reconciliación, el alcalde
no puede pretender que los medios cambien la narrativa por el solo hecho de que
afecta la imagen de la ciudad.
Los problemas de convivencia en
las calles de la ciudad, el irrespeto a las autoridades de tránsito y policía,
los atracos callejeros y los homicidios son el resultado, justamente, de la
ausencia del Estado o de una presencia selectiva que solo favorece a unos sectores
privilegiados.
Hay otras formas de violencia que
pocos ven. Por ejemplo, la mala atención de los funcionarios públicos al
momento de atender a los usuarios ante un trámite y reclamo. También la
suciedad en calles y avenidas. El feo ornato en sectores populares y deprimidos
da cuenta de una visión clasista del Estado, es un factor generador de malestar
social y violencia. Igualmente, transitar por calles rotas y llenas de huecos, y
semáforos que duran dañados varios días, van sumando al malestar de la
ciudadanía. Así, los problemas no se solucionan con el cambio de narrativa,
sino con el cambio de realidades. Y para ello, hay que tener visión de Estado.
Imagen tomada de RCN
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