Por Germán Ayala Osorio
Con la práctica discursiva y
política de usar de manera errónea los conceptos para generar miedo, incertidumbre
o confundir a los colombianos que los escuchan, los sectores de la Oposición
política al gobierno se “graduaron” como los grandes manipuladores de la opinión
pública.
La provocada confusión conceptual
acaba de tener su momento estelar con la decisión, legítima por demás, de la
Superintendencia de Salud, de intervenir a la EPS Sanitas. Hizo lo mismo con la
Nueva EPS, pero a los opositores del gobierno, incluida la gran prensa uribizada,
esa intervención resulta irrelevante porque detrás de dicha EPS no está un conglomerado
económico español, sino el Estado colombiano.
Empecemos con el concepto de Expropiación.
Varios periodistas y políticos califican la decisión de la Supersalud como una decisión
propia de un gobierno socialista: expropiar la propiedad privada, tal y como
sucedió cuando en Cuba, en 1959, triunfó la revolución al mando de Fidel Castro
Ruz. Cuando en gobiernos anteriores, la Supersalud, hizo lo mismo, entonces
nadie habló de expropiación. Sin duda alguna, la Oposición juega maliciosamente
con los conceptos, para confundir a los colombianos.
Los titulares no se hicieron
esperar. Para la muestra, estos tres botones: ¿Hubo intervención o expropiación
en Keralty tras toma de Superintendencia?” La República). Forbes Colombia hizo
lo propio y tituló así: EPS Sanitas cree que intervención del Gobierno indica
una ‘posible expropiación’”. Entre tanto, Infobae recoge la opinión del enterrador
de EPS, el expresidente y ex títere, Iván Duque Márquez: Iván Duque sostuvo que
intervención de Sanitas “se asemeja a una expropiación”.
Otra cosa es que si los auditores que hacen parte del grupo interventor de la Supersalud encuentran malos manejos financieros (corrupción) de los recursos girados por el Estado, se tomen acciones administrativas conducentes a recuperar esos recursos billonarios (unos 12) que cree el gobierno de Petro que andan embolatados en la operación de Sanitas y otras EPS.
Seguimos con el vocablo
Dictadura. Ha sido recurrente el uso sinuoso de este concepto o categoría de
parte de los mismos agentes opositores que, al no tener argumentos sólidos y
mucho menos la formación conceptual para discutir las reformas, apelan a generar
miedo, haciendo un perverso uso de los términos. Para entender qué es vivir
bajo una dictadura, baste con recordar los criminales regímenes dictatoriales
que sufrieron Uruguay, Paraguay, Chile y Argentina entre los años 60 y 80. Allá
no había garantía de derechos. Es más, el Estado perseguía y metía presos a
todos los que pensaran distinto. Hubo desaparecidos y torturados. Las Madres (Abuelas
ya) de la Plaza de Mayo en la tierra de Maradona, son la expresión genuina de
lo que es una dictadura.
No faltará quien recuerde la “dictadura”
de Rojas Pinilla para el caso colombiano. Si comparamos el gobierno del general
Rojas, con lo sucedido en aquellos países del Cono Sur, entonces diremos que fue
una “dictablanda”. En cambio, fueron más violentos en materia de violación de
los derechos humanos y de restricción a las libertades civiles, los gobiernos
de Turbay Ayala y Álvaro Uribe Vélez. Con este último, por lo menos 6402
jóvenes fueron asesinados por militares que presionados por el propio presidente
Uribe con la frase “más y mejores resultados operacionales", asesinaron a los muchachos y los pasaron como guerrilleros dados de baja en combates.
Con el uso erróneo de esos
términos, la derecha que defiende el perverso modelo de salud colombiano y los
intereses corporativos que allí operan, quiere ambientar el regreso a la arena
electoral del 2026 los fantasmas del “castrochavismo” y “nos volveremos como
Venezuela”, que se creían superados. Lo hacen, claramente, para asustar los
cientos de miles de incautos que siempre aparecen cada cuatro años, porque
consumen sin contrastación alguna, las noticias y los “análisis” de periodistas
de RCN, Caracol, Blu Radio, La FM, La W, El Colombiano, El País y El Tiempo.
Hace falta que la oficina de comunicaciones
de la Presidencia o RTVC diseñen una estrategia para contrarrestar los efectos
sociales y políticos que muy seguramente dejarán el uso ladino de unos
conceptos sobre los cuales hay universales consensos académicos y políticos que
la derecha colombiana, por arte de birlibirloque, quiere romper. Cuidado. La
derecha lleva años mintiendo. Saben cómo hacerlo.
Imagen tomada de Youtube.
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