jueves, 30 de mayo de 2024

ABORTOS Y CORRIDAS DE TOROS

 Por Germán Ayala Osorio  

 

La reciente aprobación de la ley con la que se prohíbe en adelante las corridas de toros en el país despertó la indignación de aquellos ciudadanos que gozan como niños en piñata, del cruel asesinato de estos animales no humanos durante faenas transmitidas por los noticieros de televisión, investidas caprichosamente como un espectáculo o de una tradición cultural.  

Hay ganaderos y latifundistas que quieren poner en evidencia un dilema moral y ético entre quienes defienden el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo en las circunstancias que la Corte Constitucional (CC) avaló en su memorable sentencia y los que celebran la prohibición de las corridas de toros y, por ende, defienden la vida de los toros de lidia asesinados salvajemente durante el grotesco, violento y anacrónico espectáculo de las corridas de toros 

Entre aquellos ciudadanos que rechazan la aprobación de dicha norma está Juan José Lafaurie, hijo del ganadero y latifundista José Felix Lafaurie y la congresista María Fernanda Cabal. El vástago de las dos figuras políticas escribió esto en su cuenta de X: Vamos muy mal como sociedad cuando valoramos más la vida de un toro que la de un bebé en el vientre”. Por su parte, la señora Cabal en el Congreso afirmó que “no les importa desmembrar un bebé en el vientre, les da más pesar un toro de 1600 kilos con cachos”.

Vamos por partes, como diría Jack el Destripador. El primer error en el que incurre la señora Cabal está en subvalorar la vida del sintiente animal no humano en relación con la vida de una criatura que sobrevive aún en el vientre de una madre. Insiste el tuitero en la posición dominante del ser humano (también somos animales) y por ende se ubica ideológicamente en la defensa del antropocentrismo. Justamente, quienes impulsaron la ley que hoy tiene ad portas la proscripción de las corridas de toros se alejan de la defensa a ultranza de esa visión del mundo que hizo posible establecer unas relaciones tormentosas y violentas entre los seres humanos y las otras especies de animales no humanos.  

Al ubicarse en el vetusto y nefasto discurso antropocentrista, la Cabal y su hijo validan el asesinato cruel y público de los toros de lidia por cuanto el espectáculo deviene legitimado por la cultura dominante liderada, claramente, por todo tipo de Machos cabríos que ven a los toros y a otros animales como bestias irracionales cuyas vidas están sujetas a los delirios de grandeza y a las necesidades de entretenimiento. Que una parte de la sociedad haya asumido el castigo a los toros como una suerte de acto circense o espectáculo cultural, no significa que en este no haya dolor en quienes son sacrificados salvajemente. Esa fiesta brava que defiende este “pichón” de la élite conservadora y su madre es el correlato del machismo y de las múltiples violencias que sufren las mujeres en Colombia y en el mundo. Las violaciones que terminan en embarazos no deseados hacen parte de esas prácticas sistemáticas de la violencia de género.  

Al oponerse al aborto de bebés concebidos bajos esas violentas condiciones, Lafaurie termina por legitimar el machismo y las violencias basadas en género. Y es así porque está alineado (o quizás alienado) con la moral de la iglesia Católica responsable en gran medida de los largos procesos de dominación masculina sobre las mujeres y por supuesto, de la subvaloración de los animales no humanos por considerarlos inferiores.  

No acepta el joven tuitero que las mujeres puedan ejercer su derecho a ser madres cuando les dé la gana y no cuando sus parejas, la iglesia Católica, las familias o la sociedad se los indiquen. Es más, si no quieren tener hijos, eso también es un derecho que les asiste y que nadie debe atreverse a juzgar.  

No existe un dilema moral y ético en defender de un lado la vida de los toros de lidia y el derecho que le asiste a las mujeres a interrumpir cuando así lo deseen un embarazo que posiblemente les arruinará sus vidas, frenará sus expectativas de vida, pondrá en pausa proyectos personales e incluso, que ponga en riesgo su supervivencia y salud.  

Eso sí, lo dicho por el retoño Lafaurie-Cabal sirve para insistir en la necesidad que tenemos como sociedad de ir proscribiendo aquellas prácticas que, asociadas a la preponderancia del del Macho societal, nos “dio el derecho” de disponer del cuerpo de las mujeres para garantizar la procreación de la dañina especie humana. El triunfo del gran macho cabrío que suele vanagloriarse de su masculinidad por el solo hecho de “haber preñado” a la mujer o a varias, para someterlas a las labores domésticas y de crianza de los hijos o simplemente para anularlas profesionalmente, hace parte de todo lo que ha estado mal dentro de la sociedad colombiana.  

No más olé. Y en cuanto a los abortos, que sean las mujeres las que tomen la siempre difícil, pero respetable decisión. Y no olvide, joven tuitero, que Usted también es un animal. Le recomiendo que siga el consejo que su madre les dio a unos cuantos de sus críticos: !estudie (n) vago(s)! 


Imagen tomada de Infobae

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