jueves, 21 de marzo de 2024

GUSTAVO PETRO, IVÁN MORDISCO Y LA PAZ TOTAL EN VILO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El cruce de mensajes entre el presidente de la República, Gustavo Petro y el “traqueto vestido de revolucionario”, alias Iván Mordisco, puede terminar en una ruptura definitiva del diálogo de paz que se adelanta entre el Estado y las disidencias de las Farc, también conocidas como estado mayor central (EMC).

Un levantamiento de la mesa de paz significaría el fracaso de la idea maximalista de la Paz Total planteada por el presidente Petro. De igual manera, serviría para confirmar que ninguna de las partes estuvo realmente comprometida con el proceso de paz. Mientras que las disidencias usaron el cese bilateral al fuego para reclutar menores indígenas y consolidarse militarmente, el presidente Petro estuvo más interesado en deslegitimarlos políticamente, al tiempo que atacaba con decisión sus economías ilegales.

Por el lado del gobierno, el presidente Petro lanzó su idea de la Paz Total con el loable deseo de proteger a la población civil, poniéndola en el centro de la discusión política de las mesas instaladas con el ELN y las disidencias de Iván Mordisco. Eso sí, de manera paralela y en diferentes escenarios, Gustavo Petro, fungiendo más como analista político, que, como jefe de Estado, deslegitimó la lucha armada. En una ocasión, en reunión con el generalato, Petro ancló la lucha subversiva en una etapa en la que el factor económico se puso por encima del factor político, pensado este como factor original y motivacional para alcanzar el poder y lograr las transformaciones que el país reclama de tiempo atrás. Incluso, en el mismo escenario de instrucción histórica con la cúpula militar, Petro puso en duda la legitimidad de los viejos comandantes del ELN, preguntándose si los “guerrilleros” más jóvenes realmente obedecían a sus otoñales líderes.

En por lo menos dos ocasiones el presidente Petro emparentó, con toda razón, la operación armada y los proyectos políticos de las disidencias de las Farc y al ELN, con las economías ilegales de las que obtienen enormes ganancias, lo que claramente, para el jefe de Estado, constituye una contradicción ideológica y política que hace que pierdan legitimidad social y política. Es decir, Gustavo Petro instaló unas mesas de diálogo más para enrostrarles a la nueva “guerrillerada” lo que significa realmente ser revolucionario: aceptar que militarmente no se podrán tomar el poder, dejar las armas, firmar la paz y luchar, sometiéndose a las reglas de la democracia. Esto explica el calificativo que usó en contra de Iván Mordisco: “traqueto vestido de revolucionario”.

Al haber militado en el M-19, guerrilla urbana diferente a los perfiles históricamente exhibidos por las Farc y el ELN, Gustavo Petro creyó posible hacer la paz con quienes tiene irreconciliables diferencias ideológicas y políticas, las mismas que le permitieron jugar el doble rol de presidente interesado en hacer la paz, y de analista político, proclive a quitarles legitimidad a la lucha armada que sostienen aún esas agrupaciones. Al final, y gracias al propio carácter confrontador del presidente, el rol que terminó por imponerse fue el de analista político.

Entre tanto, por el lado de las disidencias dirigidas por Néstor Gregorio Vera, alias Iván Mordisco, “le cogieron la caña” a Petro de hablar de paz, a sabiendas de que tendrían que soportar las lecturas “desobligantes” del analista político, Gustavo Petro y las decisiones militares del presidente de la República de golpear las economías ilegales que alimentan la operación militar de todas las “guerrillas”. Así entonces, siempre hubo ruidos y mutuas desconfianzas, asociadas estas al doble rol que jugó Gustavo Petro.

En los tiempos del proceso de paz de La Habana, el entonces presidente Santos conformó un equipo plenipotenciario de gran altura académica y dejó que fueran los voceros militares los que libraran la eterna “confrontación discursiva” cada que ocurría un hecho de guerra. Hay que reconocer que para la época casi todos los frentes de las Farc-Ep llegaron convencidos de que era el momento de parar la guerra y firmar el armisticio. Por el lado del Estado, pero sobre todo del Establecimiento colombiano, hubo la decisión casi unánime de apostarle a la paz.

Se pudo pensar que al venir de la lucha armada el presidente, iba a hacer más fácil negociar con los grupos armados ilegales que aún operan en el país. Pero no. Todo lo contrario, el M-19 siempre fue la guerrilla diferente. El largo tiempo que ha pasado Petro jugando con las reglas de la democracia, su carácter confrontador y su interés en consolidar su perfil académico e incluso, de intelectual, lo alejó de la pragmática política con la que actuó Juan Manuel Santos Calderón, apoyado por gran parte del Establecimiento colombiano, para firmar el Acuerdo Final y poner fin al conflicto armado con las Farc-Ep.

Así las cosas, el fracaso de la Paz Total se podría explicar por la confluencia de todos los elementos arriba expuestos, a los que, por supuesto habría que sumar el interés de agentes de poder político, social y económico del Establecimiento que, al verse afectados por la llegada de Petro al poder, le vienen apostando al fracaso de la Paz Total, por cuanto de llegar a darse ese escenario, la izquierda se volvería una opción electoral atractiva para los millones de colombianos que anhelan la paz, pero que no necesariamente votaron por Petro en el 2022.  

Adenda: la respuesta de Iván Mordisco al señalamiento del presidente Petro confirmaría la confianza que representó la llegada del primer exguerrillero a la Casa de Nariño, pero también podría servir para ratificar que el líder de las disidencias jamás leyó y mucho menos entendió el origen y la lucha del M-19. Esto dijo Néstor Gregorio Vera: “Gustavo Petro me acusa de traqueto y de usar la memoria de Manuel Marulanda. Cuando lo apoyamos en campaña no éramos traquetos”.



Imagen tomada de Semana.com

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