Por Germán Ayala Osorio
En reciente ceremonia de ascensos
a varios generales y almirantes, el presidente Petro le dio un giro a su idea
de la paz total. El jefe del Estado condicionó el valor y la efectividad de los
ceses al fuego a dos condiciones: el desmonte y abandono de las economías
ilegales y el respeto a las comunidades.
Esto espetó el mandatario de los
colombianos: “El Gobierno Nacional no ve prioritario el cese al fuego
si no está precedido de una discusión sobre los planes de destrucción y
reemplazo de las economías ilícitas. Las economías ilícitas son la
cocaína, indudablemente, quizá la principal y aun la más poderosa; también el
oro, la extorsión, el secuestro, entre varias”. La respuesta del ELN no se
hizo esperar y se dio de esta manera: “la principal economía ilegal en
Colombia es la corrupción política. De la cual el actual Gobierno no ha sido el
del Cambio”
En la respuesta de la Delegación
de Paz del ELN hay un elemento que se suma a las razones y circunstancias que
hacen pensar en que no habrá firmas de tratados de paz en lo que le queda a Petro
de gobierno. La preocupación de los líderes del Ejército de Liberación Nacional
por la corrupción público-privada y la evidente molestia por los hechos de
corrupción que se ventilaron mediáticamente sobre la campaña Petro presidente,
gracias al escándalo protagonizado por su hijo, Nicolás Petro, emergen como
factores irreconciliables que impedirán avanzar en la ya compleja negociación.
Así las cosas, afloran varias
razones y circunstancias que diluyen la idea de la paz total y hacen tambalear el
proceso de paz con el ELN y los acercamientos con otros grupos que insisten en
llamarse guerrilleros. Veamos.
La Paz Total no fue asumida por
el actual gobierno como una política pública, sino como mera nomenclatura y
deseo para insistir en que unos grupos armados habían quedado por fuera del proceso
de paz de La Habana, con el que se logró el desmonte de las Farc-Ep. Es decir,
no se consolidó un documento filosófico, político y técnico que diera cuenta
del significado de semejante nomenclatura totalizante y maximalista. A pesar
del acompañamiento internacional, esa idea maximalista de la Paz Total se tornó
inalcanzable y utópica.
Hay que decir que en dos
ocasiones el presidente Petro, en escenarios militares, acusó a elenos y "disidencias farianas" de estar más comprometidos con las economías ilegales, que
en firmar un tratado de paz y lograr así su desmovilización. Incluso puso en duda
si a los viejos comandantes del ELN las nuevas generaciones de guerrilleros les
obedecen realmente. En términos prácticos, el presidente de la República cada vez
más duda del estatus político de las agrupaciones al margen de la ley que
insisten en llamarse guerrillas.
Quienes llegaron a pensar que por
su condición de exguerrillero iba a ser más fácil negociar con el ELN y las
llamadas disidencias farianas, se equivocaron. Por el contrario, esa
circunstancia histórica fue siempre la mayor talanquera ideológica y política que
rondó el proceso de paz con los elenos y los acercamientos con la banda de Iván
Mordisco e incluso, con la Segunda Marquetalia. La desmovilización del M-19 en
los años 90 y el haber aceptado jugar con las reglas de la democracia fue asumida
por los viejos líderes guerrilleros como una claudicación a la lucha armada y a
la posibilidad de tomarse el poder a tiros.
Lo dicho por Petro recientemente
en la ceremonia militar no es un timonazo como lo presentaron varios medios.
No. Simplemente, el presidente de la República está clarificando el asunto ante
los Estados Unidos, la ONU y los países que acompañaron los esfuerzos iniciales
de paz: en Colombia ya no existe un conflicto armado interno, sino la consolidación
de unos grupos armados que viven de las economías ilegales. No está en riesgo
la operación y la legitimidad del Estado, pero sí la seguridad alimentaria de
cientos de miles de campesinos y por supuesto, valiosos ecosistemas naturales,
afectados por el monocultivo de la coca y la minería ilegal. Es decir, Petro le
estaría dando mayor importancia a los efectos socio ambientales y ecológicos
que deja la “guerra” contra las economías ilícitas y deslegitimando política y
socialmente a los grupos armados ilegales que reclaman un estatus político que también
se diluyó en el tiempo.
En la señalada ceremonia de ascensos
de generales y almirantes en Bogotá, el presidente dio la instrucción a los
uniformados de mejorar la inteligencia para golpear a quienes viven hoy de las
economías ilegales y se hacen pasar como guerrilleros. Se aleja así toda
posibilidad de pacificar el país por las buenas. Le quedan dos años al gobierno
de Petro y un único objetivo: golpear las economías ilegales de los elenos y las "disidencias"farianas, recuperar los territorios copados por las estructuras
armadas ilegales, cuidar a las comunidades que sobreviven bajo la influencia de
esos grupos y golpearlos militarmente a través de operaciones quirúrgicas,
basadas en una eficaz inteligencia militar y policial.
Foto tomada de EL ESPECTADOR.COM
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