sábado, 16 de diciembre de 2023

CAEN Y CAEN BANDIDOS DE CUELLO BLANCO Y NO PASA NADA EN LA COLOMBIA MAFIOSA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las capturas ordenadas por la Corte Suprema de Justicia (CSJ) en contra de Arturo Char, de Cambio Radical, y Ciro Ramírez, del Centro Democrático (CD), sirven para encender los ánimos en la red X y de comidilla para los asistentes a los clubes sociales en donde se mueven los hilos del poder político y económico. Para nada más.

Banqueros y voceros de los gremios de la producción guardan silencio, al igual que la Academia, los curas y otros agentes de la sociedad civil. Parece que a nadie espanta o preocupa la comisión de los delitos por los que están imputados los dos políticos profesionales. Nadie sale a exigir que “paren la corrupción” y ni siquiera a recordar a Turbay Ayala cuando propuso “reducirla a sus justas proporciones”.

Cuando se supo de la sanción monetaria que recibió el grupo Aval por haber reconocido el pago de coimas en la Ruta del Sol II, el silencio fue el mismo que la sociedad en su conjunto guarda frente al más grave problema que tiene el país: la corrupción público-privada, que se origina en el Congreso de la República, convertido en una cloaca inmunda, una ratonera, una casa de lenocinio.  Nadie propone marchas y movilizaciones para rechazar las andanzas de Ramírez, de Char y de la familia Sarmiento Angulo y de otros confesos y condenados por los mismos delitos.

Escritores, periodistas e intelectuales se suman a la actitud silente del grueso de la sociedad colombiana. Los medios periodísticos registran las capturas de los dos políticos y el mea culpa del grupo Aval, pero no alzan su voz de protesta para llamar la atención de los partidos políticos, de sus dirigentes. La inmoralidad se naturalizó en Colombia y los curas, guardianes de las buenas costumbres, asumen la actitud más cómoda: sentarse a rezar y quizás a aplaudir en silencio la acción de la justicia; o lamentarla, porque seguramente los procesados pagaban jugosos diezmos, que por su reclusión, dejarán de percibir.

Frente a la captura del congresista del Centro Democrático, el expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez salió a reconocer que la mermelada es el origen de todo, de ahí que la califique como “maldita”. El expresidiario y dueño del CD no confronta a su pupilo y protegido. Sus compañeros de bancada guardan silencio, a pesar de la vergüenza que debería de producirles tener a un compañero sindicado de corrupción.

Será muy difícil avanzar como sociedad moderna, civilizada y formada en principios republicanos si no empezamos a rechazar a los corruptos y a cuestionar a los partidos que les dieron avales y les taparon sus negociados. Por todo lo anterior, el país seguirá viendo caer y caer bandidos de cuello blanco, pero nada cambiará en la sociedad porque la corrupción es sinónimo de viveza, de inteligencia, de capacidad de gestionar redes y amigos; de sagacidad. Y porque como dijo, con total cinismo Álvaro Uribe, la “culpa la tiene la mermelada”.

 


Imagen tomada de zona cero


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