sábado, 21 de octubre de 2023

PERIODISMO HUMANITARIO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En el cubrimiento de las guerras, los periodistas registran los hechos propios de las confrontaciones armadas: cantidad de heridos, muertos, desplazados, infraestructura atacada y destruida y el tipo de armamento usado por los bandos enfrentados. Casi que no hay tiempo para lamentar las “bajas” civiles, aunque se intenta hablar con los sobrevivientes para dejar sentada la barbarie y la pulsión humana de asesinar a sus semejantes.

Sin duda alguna, ese trabajo notarial resulta importante para la historia política universal, aunque termine sirviendo a los intereses de los fabricantes de armas, cuando la información registrada da cuenta del potencial destructivo de las bombas, destaca la calidad y el potencial destructivo de las armas desplegadas en los teatros de operaciones. Imagino a los “creativos” que construyen los misiles y las bombas, aplaudiendo sus “creaciones” y esperando a que lleguen más pedidos pues es posible que las confrontaciones se extiendan en el tiempo. Por eso, los conflictos armados fungen como las grandes vitrinas en donde afamados "dealer", fabricantes y vendedores de armas se frotan sus manos al ver que el negocio crece y crece. 

En los recientes hechos bélicos que comprometen al Estado de Israel y al grupo extremista Hámas de Palestina, los cubrimientos periodísticos de reputadas cadenas internacionales, dan cuenta de la cantidad de muertos y heridos civiles provocados por las dos fuerzas que participan de las hostilidades, en lo que se considera una guerra asimétrica.

Por cuenta del manido discurso de la “objetividad periodística”, ese trabajo de notarios les impide a los periodistas que están en terreno e incluso, a los editores y compañeros en los sets de transmisión, fustigar a los fabricantes y distribuidores de armas que proveen insumos para que Israel y Hámas sigan asesinando civiles, a diestra y siniestra.

Ese trabajo “objetivo y limpio” termina por insensibilizar a las audiencias que consumen la guerra asimétrica entre Israel y Hámas, cómodamente en salas de televisión de todo el mundo. Es tiempo de olvidarnos de hacer únicamente el trabajo notarial, para empezar a lanzar frases cuya contundencia llame la atención sobre la perversidad de nuestra condición humana. Es tiempo también de entregar consignas por la vida y en contra de todos los que promueven sentimientos de venganza y caen en el lugar común de decir "es que este empezó primero".

Las multitudinarias marchas pro-Palestina que se vienen sucediendo alrededor del mundo dan cuenta de un sentimiento anti-barbarie y antiguerra que la prensa mundial no está recogiendo de la mejor manera. Hay que empezar a fustigar a los guerreros, a los armamentistas y a quienes sobreviven en los remolinos de la venganza. Ya el cine comercial americano, especialmente, ha hecho suficiente para legitimar la venganza y graduar de héroes a los guerreros (llámense militares, mercenarios, milicianos o terroristas).

Si se revisan los tratamientos periodísticos dados por los medios televisivos de Colombia al conflicto entre Israel y Hámas, encontramos periodistas y medios afines a la causa judía, lo que les permite flagelar discursivamente a quienes, desde distintas instancias, claman por el cese al fuego y la búsqueda de salidas negociadas, bajo un principio ético: detener la producción de heridos y muertos.

Hay que trabajar en la construcción de un periodismo que bien podemos darle el apellido de humanitario, que sirva para erosionar los egos de los guerreros y de los guerreristas, y por ese camino, defender la vida de los civiles, sin importar la idea de territorio y nación que defiendan.

El asesinato de cientos de miles de niños y niñas no puede reducirse a un frío dato. No. Es una tragedia humanitaria y la confirmación de la perversidad de nuestra condición humana. Es tiempo, sin caer en puestas en escena y en la teatralización de los hechos noticiosos, que los reporteros, presentadores y editores dejen de lado la frialdad que exige la manida objetividad, para empezar a señalar, moral y éticamente, a todos aquellos que les dan herramientas a quienes están dispuestos a exterminar en nombre de un dios o simplemente por garantizar que siga el lucrativo negocio de las armas.



Imagen tomada de la BBC News.

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