jueves, 6 de junio de 2024

SE ACTIVÓ EL TODOS CONTRA EL "PODER CONSTITUYENTE"

 Por Germán Ayala Osorio

Por cuenta de haber invocado el "poder constituyente" y de estar destapando ollas podridas en varias EPS y en la propia UNGRD, el gobierno del presidente Petro calentó el ambiente político-electoral de cara a las elecciones de 2026. Bajo esas circunstancias se va consolidando una compleja coyuntura socio política en la que tanto el bloque del gobierno y como el de la Oposición empiezan a  exponer sus estrategias para deslegitimarse mutuamente, lo que podría generar enfrentamientos callejeros. Al final, el gran vencedor en las elecciones de 2026 será el que termine menos afectado en su imagen. Y los perdedores, las grandes mayorías por la no aprobación de las propuestas sociales atascadas en un Congreso en el que las bancadas de la derecha han cumplido a cabalidad con las órdenes allegadas desde la dirigencia de los partidos políticos y los empresarios que decidieron oponerse a Petro porque quiere tocar sus privilegios, forjados sobre la vida miserable de millones de colombianos. 

Las reacciones de la derecha, de la que hacen parte congresistas de los partidos Alianza Verde, Liberal, Conservador, Cambio Radical y el Centro Democrático (CD), están claramente atadas a un único objetivo: impedir que el gobierno de Petro logre cambios sustanciales en la operación del Estado, lo que haría casi imposible derrotar en las urnas a quien asuma la defensa de las banderas del cambio y la continuidad de sus políticas agraria, sociales, fiscales y ambientales.

La oposición cuenta con los micrófonos y los reflectores de la gran prensa bogotana para dañar la imagen del presidente y la de su gobierno. A pesar de que varios académicos insisten en señalar que los medios masivos tradicionales han perdido poder de convocatoria y de penetración en las audiencias, hay aún sectores de la población que creen a pie juntillas en lo que dicen Semana, El Tiempo, La FM, Blu Radio y la W en torno al riesgo de que Petro quiera reelegirse, como en su momento lo hicieron Uribe y Santos; el primero, de manera tramposa, ilegal. 

A la estrategia mediática se suma el periplo que viene haciendo del expresidiario y expresidente Álvaro Uribe Vélez por varias universidades privadas. Sus "conferencias" van encaminadas a generar el mayor ruido posible con el objetivo de deslegitimar al actual gobierno progresista, meterle miedo a las directivas y a los estudiantes universitarios. Incluso, Uribe Vélez invitó a la cúpula militar a desobedecer al presidente de la República, lo que claramente es una incitación a cometer el delito de sedición. La derecha uribizada estaría contando con el apoyo de sectores económicos de la sociedad civil, es decir, de Fenalco y de varias familias con poder económico y político. Y ahora se suman universidades privadas de ascendencia conservadora y defensoras del statu quo. 

Como parte de la estrategia, decidieron sacar de la "cajita mágica" al expresidente y ex títere del 1087985, Iván Duque Márquez. En su voz fingida, como todo en él, propuso hacer un "gran alianza política para frenar la intención de Petro de perpetuarse en el poder". Lo que propone Duque no es otra cosa que revivir el Frente Nacional. Pero no parar la violencia política de aquellos tiempos, sino para frenar a Petro, pero sobre todo, impedir que logre consolidar la masa crítica y electoral suficiente que le asegure bien la reelección- así el propio presidente haya negado que le interesa reelegirse- o la continuidad del progresismo en la Casa de Nariño. 

Está el país ante dos sectores de poder que exhiben desespero, fruto de la rabia y la impotencia que cada uno siente. Del lado de la derecha, por no haber podido consolidar el "golpe blando" de la mano de las empresas mediáticas señaladas arriba; y del lado del Gobierno, por no haber logrado que el Congreso le aprobara las reformas pensional, a la salud y laboral con las que cree posible reversar en algo los efectos dañinos de las recetas neoliberales aplicadas a rajatabla por los presidentes Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque.  

Así las cosas, esta coyuntura política se tornará a todas luces inconveniente políticamente y socialmente violenta si tanto el gobierno de Petro y la derecha uribizada no le bajan el tono y a la beligerancia discursiva. Llama la atención el silencio de la iglesia católica y la participación agazapada de la academia, representada en las universidades privadas que insisten en ponerse del lado del uribismo, sin que les importe a los rectores de aquellas instituciones educativas la condición sub judice del exsenador Uribe, sus llamados a que los militares desobedezcan al presidente de la República y los actos de corrupción público-privada  que se vienen destapando del gobierno de Iván Duque, manejado bajo la influencia económica y política del exgobernador de Antioquia. 

Dados los actuales niveles de crispación ideológica y política, está claro que cada sector de poder está interesado en golpear la imagen del adversario. Si el gobierno de Petro quiere realmente darle un fuerte golpe a la Oposición, lo que tiene que hacer es convocar ya a la Comisión Internacional contra la Corrupción, de la mano de la ONU. Bajo ese nuevo escenario, a la derecha uribizada y a los empresarios que resulten involucrados en hechos de corrupción público-privada les quedarán dos caminos: someterse al veredicto que entregue esa Comisión o irse de frente contra Petro hasta derrocarlo. 


 Imagen tomada de Doral Voice

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