Por Germán Ayala
Osorio
El homicidio del alcalde de El Roble (Sucre), Eudaldo Díaz
Salgado nuevamente pone en la palestra pública al expresidente Uribe Vélez y a
su política de seguridad democrática. Salvatore Mancuso, ante la JEP señaló que
por orden del entonces presidente Uribe, el esquema de seguridad de Díaz le fue
retirado, para facilitar que los paramilitares lo asesinaran. “Nosotros lo
matamos”, reconoció Mancuso, en medio de la audiencia ante el alto tribunal de
paz. El homicidio se produjo el sábado 10 de abril de 2003.
El caso del funcionario local resulta emblemático porque su
crimen se produjo meses después que de manera osada, Eudaldo Díaz señalara de
corrupto y de tener vínculos con los paramilitares, a Salvador Arana,
gobernador del departamento y amigo de Uribe Vélez, justo en el momento en el
que compartía con el presidente de la República la mesa principal en un Consejo
Comunal de Gobierno. Ese Consejo comunitario se celebró el 1 de febrero de
2003. Dos meses después lo asesinaron. Se puede colegir que Eudaldo Díaz
Salgado se puso su propia lápida en ese preciso momento en el que denunció a
quien no debió denunciar. Sin duda, un impulso ético lo condujo a su fatal
destino.
Uribe Vélez y Salvador Arana escucharon al denunciante. Así
le respondió en ese momento quien presidía el Consejo Comunal de gobierno, el
entonces presidente de la República. La respuesta del mandatario, con tono
molesto, fue: “hemos permitido el
desorden por la gravedad del tema, pero también le pedimos a usted que nos
considere el tiempo”. A renglón seguido, Uribe entregó la responsabilidad
del manejo de la denuncia en la coordinadora logística del consejo comunal. ¿Si
Uribe siempre dijo que no toleraría actos de corrupción, por qué no confrontó
al gobernador en esa misma audiencia? ¿Por qué Uribe minimizó el asunto, a
pesar de reconocer la gravedad de lo denunciado por el alcalde? En ese mismo
escenario comunitario, Díaz dijo que lo “iban a matar”. Y efectivamente, como
lo señaló Mancuso, los paramilitares lo asesinaron. Pasó igual con el profesor
Alfredo Correa de Andreís, quien envió una carta al mismo Uribe diciendo en la
misiva que lo iban a matar. Y lo mataron agentes del DAS.
Lo que resulta curioso y contradictorio es que Uribe Vélez
pontificaba de su política de seguridad democrática, la que según él, estaba
diseñada para proteger a todos los colombianos. Y así se lo hizo saber en esa
mismo Consejo Comunitario al alcalde de El Roble, en ese momento suspendido por
la Procuraduría de manera injusta, como lo señaló el mismo Eudaldo Díaz.
¿Por qué si la política de seguridad democrática, que era
para garantizar la vida de todos, no pudo resguardar la vida del alcalde?
Cierto o no que por orden del entonces presidente de la República le fue
retirado el esquema de seguridad del mandatario local, Uribe Vélez y todo el
andamiaje de su política de seguridad son políticamente responsables del crimen
del funcionario. La justicia tendrá que probar que el retiro de los escoltas
efectivamente se dio en cumplimiento de la orden presidencial y si esta
obedeció, como se interpreta de la situación, porque Uribe optó por proteger a
su amigo Salvador Arana, lo que implicó dejar a la deriva al denunciante y a
merced de las estructuras paramilitares que el alcalde alcanzó a denunciar. El
presidente antioqueño nombraría al gobernador Arana cónsul en Chile y luego
embajador en el mismo país austral.
La palabra Eudaldo significa “gobierno eterno, ley
eterna", en bajo latín Eudaldus, de acuerdo con una búsqueda en internet.
Su origen está asociado, también, “a San Eudaldo, mártir a manos de los
sarracenos en Ax, Francia, en el siglo X”.
El caso de Eudaldo Díaz Salgado es uno más de los tantos en
los que aparece involucrado el hoy imputado expresidente y ex presidiario(1087985).
A este se suman las masacres del Aro y la Granja y el crimen de José María
Valle, defensor de los derechos humanos. En la endeble justicia colombiana
estos procesos poco o nada avanzan hacia el esclarecimiento de las
responsabilidades del exmandatario. Solo falta que algún juez temeroso del
poder intimidatorio del expresidiario, para el caso de Díaz, concluya que al
alcalde de El Roble lo asesinó un sarraceno del siglo XXI.
Imagen copiada de El Heraldo.
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