sábado, 31 de mayo de 2025

ASESINAR A PETRO: ¿POSIBILIDAD O PARANOIA?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El caso de las carcasas de lanzagranadas (basucas) encontradas por la Policía al sur de Bogotá y no asociadas institucional y protocolariamente a un posible atentado contra el presidente Petro activa nuevamente la narrativa presidencial que indica que de tiempo atrás hay un plan para asesinarlo. La orden está dada, aseguró el propio jefe del Estado.

Si la información recogida por la inteligencia policial y militar confirma la existencia de un plan criminal en contra del presidente Petro, el asunto a considerar no estaría tanto en la posibilidad de que la orden se cumpla estando en la Casa de Nariño, sino más bien una vez abandone el poder.  Asesinar a Petro en su calidad de presidente es un momento político o escenario que no convendría a quienes desde varios sectores societales desean ese fatal desenlace por todo lo que significaría para ellos que Francia Márquez Mina asumiera el poder en su calidad de vicepresidenta. Provocar una crisis política e institucional y un eventual levantamiento popular no le conviene al país y mucho menos a quienes harían parte del macabro plan e incluso, para quienes desde sectores privilegiados están deseando que eso ocurra sin hacer parte de ese concierto para delinquir.

La orden de la que habla el presidente Petro podría estar pensada para ser cumplida en su calidad de expresidente de la República, hecho político que no tendría los efectos políticos, sociales e institucionales si la muerte se produjera estando aún como inquilino de la casa de Gobierno. Si el plan es real y la orden de verdad ya fue dada como lo indicó Petro, los autores intelectuales y materiales, en asocio o no con los sectores políticos, sociales y económicos que vienen expresando su animadversión hacia el jefe del Estado, podrían estar considerando aplazar la acción criminal, para “bajarse a Petro” una vez abandone la Casa de Nariño, lo que significa que sus enemigos estarían pensando desde ya en el escenario electoral de 2026; es decir, le estarían apostando a evitar a que se consolide el petrismo como doctrina política, escenario que le preocupa a la derecha por la condición de caudillo popular y gran elector de la izquierda y el progresismo que ostenta ya Gustavo Petro.

Si Petro es asesinado en su calidad de expresidente, los efectos sociales y políticos serían diferentes si su crimen se produce fungiendo como jefe del Estado. Convertido en símbolo y mártir, su legado político se reforzaría siempre y cuando así lo decidan quienes estén dispuestos a recoger su proyecto político emancipador y subversivo (contrario al orden establecido). Y realmente no veo a nadie capaz dentro del progresismo cumplir esa función no solo por el miedo que generaría semejante “acción ejemplarizante” de la ultraderecha, sino por la inigualable capacidad discursiva, inteligencia y el carisma del hijo de Ciénaga de Oro.

La atención internacional sería igualmente diferente en la medida en que la gobernabilidad no se pondría en riesgo si la orden se ejecuta siendo expresidente de la República.

Cierto o no lo del plan para asesinarlo, el solo hecho de que se esté hablando del espinoso asunto en las redes sociales y en otros espacios da cuenta de la vigencia de una de las taras civilizatorias que caracteriza a la sociedad colombiana: la facilidad con la que se desprecia la vida de aquel que piensa diferente y se atrevió a desafiar a los amigos del régimen criminal que lleva años operando el Estado colombiano.

Huelga recordar que durante una de las movilizaciones ocurrida en abril de 2024 en contra de Petro y de su gobierno apareció un féretro con el que se simulaba la muerte del presidente. En su momento el jefe del Estado dijo que “Matar al presidente gritan estas personas ricas. Allí va un hombre negro y de bajos recursos ayudando a cargar el féretro. ¿Sabrá esta persona lo que le pasaría a Colombia y a su gente si el deseo de estas personas se cumpliera?

 

 


Imagen tomada de Infobae.

MAURICIO LIZCANO SE LANZA POR LA PRESIDENCIA

Por Germán Ayala Osorio

 

Óscar Mauricio Lizcano Arango, exministro de las Tics del gobierno Petro hizo pública su aspiración presidencial con dos promesas de campaña, sujetas a una trillada aspiración nacional: el primer ofrecimiento va en dirección a formar un equipo de rivales integrado por gente de izquierda y derecha; y la segunda, acabar con la Paz Total a la que considera fracasada.

Ese anhelo nacional se expresa en la ya desgastada idea de “unir a los colombianos”. Al parecer, Lizcano Arango le estaría apostando a fungir como el “presidente bisagra” capaz de unir a los expresidentes y a los sectores de poder que cada uno representó cuando estuvieron en la Casa de Nariño. Quizás tenga en mente dar cumplimiento a lo prescrito en el artículo 188 de la Constitución Política que señala “que el presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”.

Resulta loable que Lizcano recoja esa aspiración porque nadie niega los altos niveles de polarización política y crispación ideológica por los que atraviesa el país debido a la incapacidad compartida entre el presidente Petro, los líderes de los partidos tradicionales y los políticos de la derecha  a los que invitó a trabajar para generar consensos. Eso sí, Lizcano miente al presentarse como un candidato independiente, que no tiene jefes y alejado de la política tradicional. Cae en el mismo error en el que incurren candidatos como David Luna y Vicky Dávila. Detrás del exministro de Petro está Uribe, con quien está emparentado: el expresidente antioqueño y expresidiario es su padrino de matrimonio.

Así se define Lizcano: “Yo no soy de ningún ‘ismo’. Mi mayor fortaleza es haber conocido a todos: al presidente Uribe, al presidente Santos, al presidente Petro, a Germán Vargas. No hay otro candidato que los pueda unir a todos”. Quizás lo que el país necesite no es unirlos a todos, sino proscribir las ideas y las prácticas de aquellos que desde la Casa de Nariño le hicieron daño a la política y al país. Y hay consenso alrededor de la idea de que de los nombrados el más maléfico y perjudicial fue Álvaro Uribe Vélez, su padrino de matrimonio. Así las cosas, Lizcano, al igual que David Luna, saben que sus candidaturas no tienen mayor futuro, pero les alcanzará para negociar los votos que puedan arañar, si es que antes de no deciden adherir al candidato de la derecha que mejor le esté yendo en las encuestas.

En lo que toca a sus dos promesas Lizcano dice que “vamos a llamar a los mejores hombres y mujeres de la izquierda y la derecha para que sean parte de su gobierno. Formaremos un equipo de rivales. Vamos a trabajar alrededor de construir puentes y no de construir muros como están haciendo todos los demás candidatos”. Si su manera de “unir” a los expresidentes y a los sectores de poder que representan está sujeta a la repartición de burocracia, entonces Lizcano, como “presidente bisagra”, está pensando tan solo en la primera parte del artículo 188 y no en la segunda, eternamente incumplida por todos los jefes del Estado. Quien le apostó a darle cumplimiento fue Petro y la derecha uribizada se le opuso. Esa es la fuente y la génesis de la polarización política y la crispación ideológica que Lizcano cree que puede superar entregando puestos a unos y otros.

Como Óscar Mauricio Lizcano sabe que los partidos políticos arrastran una mala imagen por haberse convertido en estructuras clientelistas con las que el ethos mafioso se naturalizó en Colombia, opta por lanzarse por firmas y dar vida a un movimiento político pasajero llamado “Firmes con Lizcano, Colombiamismo”.  Los movimientos ciudadanos por firmas no son otra cosa que una fachada y la estratagema política-electoral de quienes creen posible engañar a los votantes, presentándose como independientes, cuando los acompañan los vicios y las prácticas politiqueras que convirtieron la democracia colombiana en una formalidad.

En lo que toca a la Paz Total, este nuevo aspirante presidencial se propone “acabar con la Paz Total porque ha sido un total fracaso porque ha aumentado el secuestro, la extorsión, ha aumentado la inseguridad en las regiones; eso no significa que no vayamos a buscar la paz, pero la buscaremos desde la seguridad y con una estrategia clara y definida para recuperar la tranquilidad de todos los colombianos”. Lo que debería de hacer Lizcano es comprender que a pesar del fracaso de la Paz Total, el presidente Petro deja en construcción un nuevo escenario político- o quizás prepolítico- cuando en su eventual presidencia decida buscar la paz negociada o pacificar el país a las malas retomando los principios de la política de seguridad democrática que supo ejecutar su padrino de matrimonio.

Lizcano exhibe un discurso básico y desgastado. Se nota que su experiencia burocrática en varios gobiernos no logró atarla a una sólida formación conceptual y política que les permita a las audiencias pensar en que “le cabe el país en la cabeza”. Estimado Óscar Mauricio Lizcano Arango, pensar en “ganar en gobernabilidad y lograr consensos” sobre la base de entregar cuotas burocráticas es un total reduccionismo. Este país necesita de un cambio cultural del que por lo visto Usted aún no se percata. Usted, al igual que David Luna, es un manzanillo



Imagen tomada de La Silla Vacía. 

jueves, 29 de mayo de 2025

LOS CINCO HECHOS Y/O ESCENARIOS QUE DEJA PETRO

 Por Germán Ayala Osorio

 

Con aciertos y desaciertos, el gobierno de Gustavo Petro dejará en proceso de consolidación cinco hechos políticos e ideológicos que sí o sí la derecha, la izquierda, el progresismo y una eventual centroizquierda deberán recoger para construir con ellos los escenarios en los que sus posibles candidatos y programas de gobierno tendrán sentido, legitimidad y viabilidad. Estos son: 1. La anulación del carácter político de las “guerrillas”. 2. Unas élites desprestigiadas. 3. Unas bases sociales empoderadas y desafiantes. 4. En ruina la credibilidad de los medios masivos de información. Y 5. La obligación moral de construir una centroizquierda.

En medio del fracaso de la Paz Total, el presidente Petro logró lo que ni siquiera pudo alcanzar Álvaro Uribe Vélez con su temida política de seguridad democrática y la guerra a muerte que libró contra “lafar”: la anulación del carácter político de las “guerrillas”, a cuyos miembros llamó “traquetos de camuflado” y apéndices del cartel de Sinaloa. Así las cosas, cualquiera sea el candidato que llegue a la Casa de Nariño en el 2026 deberá lidiar con esa realidad política e ideológica que será determinante para los procesos de paz o de pacificación violenta que decida adelantar el próximo gobierno. Recordemos que en la entrevista que concedió a Juanpis González, el presidente Petro dijo que “en Colombia ya no hay guerrillas”. Esa conclusión a la que llegó el presidente de la República pone en “cuidados intensivos” a la categoría conflicto armado interno, cuya vida jurídica casi que se reduce a la aplicación del Protocolo II de Ginebra.

Con su discurso anti-oligarquía, Petro expuso a las élites tradicionales a un constante escarnio público, lo que le sirvió para reinstalar en los imaginarios colectivos la lucha de clases y la siempre latente posibilidad de que suceda en el país un nuevo estallido social, quizás superando los errores cometidos durante ese levantamiento: organización y liderazgo. En su última intervención, Petro señaló que “miedo es poner presos a 3.000 jóvenes y sacarles los ojos a decenas, solo por protestar, asesinar a 65 de ellos. Democracia y vivir sin miedo, es proteger el derecho de la ciudadanía a expresarse, a protestar y a la huelga”. Con unas élites desprestigiadas, los candidatos presidenciales deberán cuidarse de recibir apoyos y terminar defendiendo los intereses de aquellos empresarios que mandaron a sus lobistas al Congreso con la directriz de torpedear las reformas sociales presentadas por el Ejecutivo.

Gustavo Petro sale de la Casa de Nariño convertido en un caudillo popular y quizás en nuevo elector capaz de “poner” en la presidencia a quienes se comprometan con extender en el tiempo la promesa del cambio y por supuesto, la consolidación de este. Todas las marchas y movilizaciones dan cuenta de un despertar popular que bien se puede expresar en una realidad política que antes del 2022 el país no reconocía: unas bases sociales empoderadas y desafiantes. El trabajo social en las calles y comunidades adelantado por varios congresistas del Pacto Histórico podrá evaluarse positivamente si este escenario de conciencia colectiva se consolida y da vida a movimientos y líderes sociales con vocación de poder. Sin la formación de cuadros será imposible naturalizar las apuestas del progresismo. 

En el pasado reciente ningún presidente de la República había confrontado a los medios masivos y a sus periodistas vedettes como lo hizo Petro desde su cuenta en la red X.  El jefe del Estado los desmintió, contradijo y refutó con vehemencia, pero sin caer en amenazas de censura oficial como le “aconsejaron” varios petristas entre ellos Alfredo Saade. Semana, el medio que más oposición política le hizo a Petro, recogió el deseo del pastor: Alfredo Saade propone que el Gobierno Petro cierre medios de comunicación, “sin contemplaciones”. El gobierno Petro se abstuvo de chuzar e intimidar a los periodistas, tal y como ocurrió en los ocho años de Uribe Vélez.

La cofradía de empresas mediáticas que optaron por atacar sin piedad al gobierno Petro terminó en la ruina la credibilidad de los medios masivos de información, circunstancia que permitió la irrupción de Youtubers e Influencers de izquierda, convertidos todos en periodistas-activistas. Al final, los periodistas de los medios hegemónicos y esas nuevas figuras de las redes sociales terminaron actuando de la misma manera, afectando en materia grave la deontología del periodismo. La autocensura, las medias verdades, tergiversaciones y tratamientos periodístico-noticiosos amañados lograron poner en evidencia los mezquinos intereses de los propietarios de los medios masivos y la obsecuencia de sus más reconocidos periodistas, convertidos en amanuenses y estafetas de sectores privilegiados.

El quinto hecho y posible escenario político-electoral solo será posible si candidatos como Claudia López, Vicky Dávila de Gnecco, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria optan por abandonar sus egos y sus sórdidas relaciones con la derecha tradicional, para acercarse a la imperiosa necesidad de dar vida a un partido de centroizquierda o de centro, que recoja las banderas del cambio. Habrá que esperar por quién se decide el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe, si por la Cabal, Paloma Valencia, Guerra u Holguín. Eso sí, los candidatos del CD son los más débiles frente a los anteriores porque quieren llegar a la Casa de Gobierno a cumplir las órdenes que el expresidente antioqueño les dé. 

Quizás la figura política que pueda liderar ese proceso de conversión política sea Roy Barreras quien con su camaleónico carácter y experiencia en varios gobiernos pueda servir como puente para acercar a los eventuales candidatos del progresismo. Hablo de Camilo Romero, María José Pizarro, Carolina Corcho, Luis Gilberto Murillo, Daniel Quintero y Carlos Caicedo.

Urge que la clase política y empresarial le apueste a bajar los altos niveles de crispación política e ideológica, dado que sus más visibles y connotados líderes dejaron ver su avaricia y el desprecio por lo popular y hacia todos aquellos que se atrevieran a confrontar sus privilegios, así cómo su clasismo, racismo y aporofobia.

Si se acepta que los cinco hechos y/o escenarios aquí planteados están interrelacionados, entonces todos los agentes políticos y económicos de la sociedad civil deben asumir como una obligación moral construir una centroizquierda que le acabe de demostrar a la derecha uribizada que su tiempo ya expiró, que el país cambió y que Uribe Vélez jamás fue el referente moral y ético que la prensa bogotana inventó en su momento. Proscribir el uribismo es una apuesta cultural que podría acercar al país a estadios de modernidad, lo que significa superar las taras civilizatorias de una derecha premoderna y violenta. 



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miércoles, 28 de mayo de 2025

¿DESPUÉS DEL PARO NACIONAL, QUÉ SIGUE?

 

Por Germán Ayala Osorio

Al parecer las marchas desarrolladas en las principales ciudades del país no estuvieron tan concurridas como en otras ocasiones. Aunque no se puede hablar de fracaso, hay síntomas de cansancio en el uso de esas acciones colectivas.

Las constantes movilizaciones a favor del gobierno Petro y las que se dieron en el marco del Paro Nacional del 28 y 29 de mayo pueden terminar en un agotamiento de este tipo de expresiones democráticas e incluso de la democracia misma como régimen de poder y escenario electoral en el que suelen enfrentarse las ideas de cambio y las que le apuestan a que todo siga igual en las correlaciones de fuerza al interior de la sociedad colombiana. Son varias las razones que explicarían la fatiga de estos instrumentos de participación ciudadana.

La primera razón tiene que ver con los altos niveles de crispación ideológica y política que se respiran en las principales ciudades del país y que pueden terminar ahondando las animosidades que quedaron expuestas después del estallido social entre la élite (clase dominante) y los menos favorecidos (la clase subalterna). Los niveles de convulsión ideológica por los que atraviesa el país en lugar de invitar a votar en las elecciones de 2026 pueden terminar aumentando las cifras de abstención.

Los bloqueos de vías en algunos puntos de Bogotá aportan a la generación de malestar en quienes están obligados a poner por encima de la discusión de asuntos públicos en plazas, cabildos abiertos y movilizaciones, sus intereses, obligaciones y responsabilidades.

La segunda razón está atada a que la aprobación en la Comisión IV de la versión mutilada de la reforma laboral será usada mientras llega al Senado, por la clase dirigente, con el apoyo de las empresas mediáticas tradicionales para deslegitimar la Consulta Popular no solo por costosa, sino por innecesaria dado que al final de cuentas se estaría logrando una reforma fruto de los consensos que el gobierno Petro no pudo alcanzar con los mismos actores políticos y económicos de la sociedad civil que la discutieron y aprobaron hasta el momento esa versión. Los tiempos para se convierta en ley están muy apretados. 

La tercera razón puede emerger del cansancio que pueden generar las movilizaciones, concentraciones, los cabildos abiertos instalados y las jornadas pedagógicas, cuando hay cientos de miles de ciudadanos que tienen que resolver en el día a día sus necesidades básicas. La gente asume y entiende que no habrá soluciones mágicas a los sempiternos problemas de desigualdad e inequidad en el país, por más que se convoque a la consulta popular. Haber vendido la idea maximalista del cambio, al igual que la Paz Total, puede terminar por afectar la confianza de los ciudadanos que votaron por el cambio.

La cuarta razón emerge del poder de penetración que aún tiene la prensa hegemónica, a lo que se suman los cientos de miles de ciudadanos que pueden sentirse engañados, insatisfechos, arrepentidos o decepcionados del “gobierno del cambio” en virtud de los escándalos de corrupción y del tiempo que deberá transcurrir para que los cambios logrados se traduzcan en el bienestar sostenido de la gente que votó por el proyecto político liderado por Petro. 

En lugar de insistir en hacer la consulta popular, quizás la estrategia política y electoral más conveniente esté en asegurar que las transformaciones y cambios logrados por el gobierno soporten los esfuerzos que por reversarlos hará la derecha si recupera la Casa de Nariño en el 2026. Hacer pedagogía en las calles y seguir usando los consejos de ministros y las alocuciones para desenmascarar a la derecha pueden aportar más, que insistir en extender hasta el escenario electoral del año entrante el actual ambiente de convulsión política e ideológica. Y también, para seguir reconociendo errores y asumiendo responsabilidades políticas. 



Foto: Mauricio Alvarado Lozada, tomada de El Espectador.com

PETRO Y LOS CONGRESISTAS QUE SE APROPIARON DE TIERRAS BALDÍAS

Por Germán Ayala Osorio

 

La lucha por la tenencia y explotación de la tierra hacen parte de los sempiternos problemas de inequidad, inseguridad alimentaria, sostenibilidad ecológica y socio ambiental que arrastra el país, de la mano de las múltiples formas de violencia social y política que parecen perennes. Se suma a lo anterior la disputa entre quienes le apuestan a un tipo de desarrollo económico basado en el modelo de la gran plantación con monocultivos y ganadería extensiva de baja producción y los que abogan por uno de corte agrarista para beneficio del campesinado y la consolidación de la soberanía y la seguridad alimentarias.

De los históricos procesos de concentración de la tierra en pocas manos participan familias presidenciales, poderosos banqueros, empresas multinacionales y sus filiales en el país, comunidades menonitas, ganaderos, congresistas, agentes narcoparamilitares y guerrilleros.

Durante la transmisión del Consejo de ministros el presidente Petro dio a conocer la lista de políticos[1] que estarían apropiándose de manera irregular o ilegal de terrenos baldíos. “Mientras miles de campesinos luchan por un pedazo de tierra para vivir y producir, algunos congresistas han estado ocupando ilegalmente tierras que le pertenecen a la Nación. Tierras baldías que por ley son para los campesinos, no para enriquecer a los poderosos de este país. Estos congresistas no están del lado del campesinado. Están del lado del despojo, del privilegio, del enriquecimiento a costa de la ilegalidad. Utilizan su poder para blindar sus intereses, para arrebatarle a las comunidades lo que les pertenece por derecho”, señaló Andrés Felipe Harman, director de la Agencia Nacional de Tierras.

Estamos ante una práctica consuetudinaria en el país, facilitada por circunstancias como la debilidad de las instituciones estatales en el control de los baldíos de la Nación y la captura mafiosa de instituciones como el Incora, Incoder y ahora la ANT. Esas condiciones hacen posible la apropiación ilegal e irregular de las tierras que por ley deberían pasar para el aprovechamiento del campesinado, previa evaluación de su valor ecológico y ambiental. Se trata de procesos de acumulación por desposesión, captura mafiosa institucional o apropiación irregular o ilegal de baldíos e incluso de terrenos que hacen parte del sistema de parques nacionales naturales. 

En un informe de la Contraloría General de la República, en los tiempos de Sandra Morelli, se dio a conocer los nombres de los agentes económicos que se apoderaron de tierras baldías en la altillanura. En dicho informe están las familias Sarmiento Angulo y los Eder con los casos Aceites Manuelita y Manuelita - San Martin, así como las empresas Riopaila Castilla, Poligrow Colombia; los casos de los familiares del ministro Iragorri, de la Familia Lizarralde Ocampo y el caso de la Multinacional Cargill, entre otros más. Los narcoparamilitares también se apropian de tierras que hacen parte de parques nacionales naturales. Al final, los perfumados congresistas y banqueros terminan pareciéndose a los narcoparamilitares. 

Por fuera de ese informe se presentaron otros casos de apropiación irregular de baldíos, en los que están involucrados miembros de la comunidad Menonitas en la Orinoquia y el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Este último se apropió los terrenos del baldío El Laguito 2. Después de años de aprovechamiento y de solicitudes institucionales para que lo devolviera, tan solo en el 2022 el poderoso y temido político antioqueño devolvió al Estado los terrenos que había anexado a su hacienda El Ubérrimo.

Así las cosas, lo “denunciado” por Petro en su habitual Consejo de ministros constituye una prueba más de que en Colombia hay procesos continuados de robos de la tierra por parte de agentes políticos (congresistas, empresarios, multinacionales y presidentes) que han contribuido en gran medida a que el campesinado, comunidades negras e indígenas sufran las consecuencias de la avaricia provocada por la “fiebre de la tierra”. Son, justamente, esos actores políticos los que se oponen a que el Estado y en particular el actual gobierno logre hacer la reforma agraria que el país necesita para superar el oprobioso indicador de concentración de la tierra en pocas manos, del 0.84[2]. Con sus acciones, los congresistas que hacen parte del listado de acaparadores de tierras baldías aportan a que la violencia en Colombia se extienda en el tiempo.






[1] Estos son los congresistas señalados por el presidente de la República: Marcos Daniel Pineda

Liliana Ester Bitar, Lidio García Turbay, Carlos Cuenca, Familiares de Paloma Valencia, Juan Samy y Habib Merheg, Ana Paola García, Luis Eduardo Díaz

[2] Gini, entre más cerca a uno, mayor es el nivel de concentración de la propiedad.

ÉTICA PERIODÍSTICA, YERROS JURÍDICOS Y CONSULTAS INEXISTENTES

 

Por Germán Ayala Osorio

En tiempos de guerra o de paz, los periodistas suelen prestarse o ser obligados para recrear narrativas, consolidar versiones y construir realidades a favor o en contra de los bandos que las empresas periodísticas optaron por defender. Ello explica el carácter quimérico con el que deviene la búsqueda de la Verdad.

El complejo escenario de convulsión ideológica y política por el que atraviesa el país entre la derecha retardataria y premoderna y el progresismo que en su versión moderna tardíamente llegó a la Casa de Nariño ha puesto de presente la más grave crisis deontológica del oficio. La actual crisis del periodismo terminó proscribiendo a la ética o haciéndola acomodaticia y complaciente con quienes asumieron el control de los medios masivos para agregarlos a la lista de actores políticos con los que suelen jugar en escenarios electorales.

Por cuenta de esa conmoción ideológica, los medios tradicionales de información cerraron filas en torno a los intereses de los sectores de poder que desde el 7 de agosto de 2022 se propusieron “hacer invivible la República”, por cuenta de la llegada al poder presidencial de Gustavo Petro, en representación de la “izquierda” y el progresismo.

La historia del periodismo y la política deberá registrar que en Colombia operó, durante y en contra del mandato de Petro, la más sólida y vergonzosa cofradía mediática[1] inspirada en la frase del líder de la ultraderecha colombiana, Laureano Eleuterio Gómez Castro. Con mentiras, lecturas amañadas de los hechos, nocivos tratamientos noticiosos, tergiversaciones y verdades a medias, esa cofradía de medios es en gran medida responsable de los altos niveles de crispación ideológica por los que atraviesa el país. A lo anterior se suman los egos y las prácticas propias de una interminable Hoguera de las Vanidades en la suelen vivir periodistas y políticos.

Dos nuevos hechos noticiosos confirman el juego político en el que están las empresas mediáticas aquí nombradas: el primero tiene que ver con el anuncio en la red social X que hizo el exministro de Justicia, Wilson Ruiz: “presenté denuncia penal ante la Corte Penal Internacional contra Gustavo Petro por crímenes de guerra, lesa humanidad y omisión”. La denuncia de Ruiz fue divulgada por varios medios radiales que usan la mismas red X para hacer eco y servir de ruedas de transmisión de los actores políticos que le apostaron a desestabilizar y deslegitimar al gobierno de Petro.

El que hayan recogido la versión y la actuación misma del exministro se justifica porque es un miembro visible de la ultraderecha colombiana. Ruiz fue ministro de Justicia durante el gobierno de Iván Duque Márquez. Pero los periodistas, muy dados a no leer y mucho menos a confrontar a las fuentes, no vieron el yerro jurídico en el que incurrió el abogado demandante: ese tipo de acciones legales en contra de mandatarios solo se pueden hacer desde otro Estado que haya aceptado la jurisdicción de la CPI. El abogado penalista Elmer José Montaña, en la misma red social confrontó a su colega: “el exministro desconoce que las denuncias ante la CPI no pueden ser presentadas por particulares, sino por los Estados”.

El segundo hecho noticioso tiene que ver con la aclaración pública que hizo de manera obligada la Corte Constitucional (CC) ante la información amañada y perniciosa que hizo la congresista Katherine Miranda en torno a una consulta que ella elevó ante el alto tribunal. En su pronunciamiento, la CC desmintió la existencia de ese concepto al que hizo referencia pública la señora Miranda, en torno a la exequibilidad de la consulta popular que el gobierno estaría pensando decretar.

En el ejercicio del periodismo dudar y contrastar lo dicho por las fuentes, así estas sean oficiales o no, son dos principios de ineludible compromiso. En estos dos casos la prensa tradicional falló por exceso de credibilidad y simpatías ideológicas con el exministro Ruiz y la congresista Miranda, ambos consagrados enemigos del gobierno Petro. Eso de “hacer invivible la República” agranda la crisis de legitimidad y credibilidad de la prensa hegemónica, hoy en manos de banqueros que desprecian el ejercicio ético del periodismo; y convierte a los periodistas tradicionales y a sus vedettes en activistas políticos y azuzadores ideológicos






[1] Hacen parte de esa cofradía El Tiempo, Semana, El País de Cali, El Colombiano de Medellín, El Espectador, El Heraldo, de Barranquilla; medios radiales como Blu, La FM y la W y los noticieros de televisión Caracol Noticias y RCN. Se suman columnistas y otras vedettes del periodismo bogotano.

lunes, 26 de mayo de 2025

LAS RAZONES DE CORONELL PARA EXPONER A DAVID RACERO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los controvertidos audios en los que se escucha al congresista del Pacto Histórico, David Racero en una actitud laboral propia de esclavistas hacen parte de la estrategia político-electoral e informativa en la que periodistas vedettes como Daniel Coronell Castañeda juegan un papel clave. El objetivo es claro: desprestigiar al gobierno Petro y a sus alfiles al tiempo que se impulsan las candidaturas de “centro” de Claudia López o de Sergio Fajardo.  

Las fuertes críticas, algunas con madrazos incluidos de parte de influenciadores petristas en la red X se ajustan perfectamente al objetivo final planteado líneas atrás. Las luchas intestinas que logre provocar lo “denunciado” por Coronell, así como los silencios de parte de sus compañeros de bancada, aportan de manera clara al propósito político de los sectores de poder electoral con los que Coronell Castañeda guarda simpatías ideológicas. Muchos sienten que el periodista y columnista es cercano a las causas defendidas por el progresismo y la izquierda por sus enconados enfrentamientos con el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Pero no es así: Coronell es un periodista de derecha, cercano a específicos agentes del Establecimiento y defensor en silencio del genocidio que lidera Israel contra el pueblo palestino en Gaza.

Una vez publicados los audios -periodísticamente se trata de un “refrito”-, lo que Coronell esperaba era que la polémica desatada y los audios mismos fueran recogidos por la prensa tradicional, tal y como está sucediendo. El diario El Espectador, por ejemplo, en su portal titula una nota que explica los efectos buscados con la “denuncia” del avezado periodista de derecha. “No debe estar con nosotros”: ¿Petro le quitó el respaldo a Racero? 

En la nota, el diario bogotano cita lo expresado por el presidente de Petro: “En un partido de izquierda no se ordena el asesinato de trabajadores, no se hacen masacres de trabajadores, no se vilipendia el mundo del trabajo, ni se usa la prensa para destruir la organización de la gente que trabaja, no se hacen leyes para explotar más a las y los trabajadores. Un movimiento progresista, es un movimiento de las y los trabajadores”.

Estamos frente al primer efecto periodístico y político de los audios publicados por Coronell, que de manera ladina escondió detalles como la fecha (2020) de los hechos, para hacerlos aparecer como recientes y contradictorios frente a la coyuntura que vive el país en torno a la discusión de la reforma laboral en el Congreso de la República y a la consulta popular con la que se busca que el pueblo la apruebe dada la reticencia de los congresistas de la derecha de hacerlo.

En la misma nota del diario bogotano se lee: “Aunque no mencionó a Racero, el mensaje del jefe de Estado llega un día después de que Daniel Coronell publicara audios, de 2021, en los que se escucha al representante ofreciendo un puesto de trabajo en un fruver de su propiedad. La polémica está en que dice que el salario es de $1 millón, “sin prestaciones sociales ni nada”, y que sería de “7 de la mañana a 8 de la noche, ellos saben” durante seis días de la semana; es decir, 78 horas a la semana”.

Así las cosas y ante la cercanía de las elecciones presidenciales en Colombia, veremos más “trabajos periodísticos” como el aquí mencionado con miras a evitar que la “izquierda” y el progresismo se mantengan en la Casa de Nariño. Las "denuncias" de prácticas clientelistas cometidas por Racero en el Sena, hechas por Julio Sánchez Cristo, hacen parte de la misma estrategia. Frente al clientelismo, sea de "izquierda" o de derecha, constituye un asqueroso, pero "legítimo" vicio de la clase política colombiana. 

Eso sí, por coherencia ideológica y política, y para evitar más daños al proyecto político, Racero debería de irse a hibernar un buen tiempo. El comunicado que publicó, en respuesta a lo que divulgó Coronell, lo deja mal parado frente a la opinión pública.

 


danie coronell y david racero - Búsqueda Imágenes


domingo, 25 de mayo de 2025

EL FALSO DILEMA ENTRE PERIODISTAS E INFLUENCERS

Por Germán Ayala Osorio

El periodismo es una forma de poder en la medida en que en su ejercicio y su propia deontología siempre estuvieron atadas a los intereses de agentes políticos y económicos que desde tiempo atrás usan la información para construir verdades y realidades, con las que al final naturalizaron la legitimidad de lo que se conoce como el Establecimiento colombiano; y de la mano de sucesivos gobiernos de derecha lo blindaron frente a la lejana posibilidad de que “llegaran los comunistas al poder”.

Bastó la llegada de las redes sociales, la crisis de credibilidad de la prensa tradicional acumulada durante varias décadas, la compra de los principales medios por parte de banqueros que desprecian el periodismo y a los periodistas; el triunfo de Petro, primer gobierno de “izquierda” y con este la consolidación de los ‘influencers’ petristas para que se pusiera de presente un dilema ético entre “periodistas e influencers”.  Eso sí, un falso dilema. En esa disyuntiva se expone una crisis deontológica del oficio y por tanto una crisis ética que parece nueva, pero que no lo es porque en la historia misma del periodismo la eticidad siempre devino comprometida y ajustada a innobles intereses, lo que se tradujo en el desprecio por la verdad.

Eso significa que las medias verdades, las mentiras y el escenario de la posverdad de las que hablan en las redes sociales siempre existieron. Lo que sucede es que con la irrupción de vocablos como posverdad y fake news una parte de las audiencias piensa que los medios tradicionales, en otrora en manos de familias de periodistas, jamás manipularon los hechos noticiosos.  Otro factor que entra a jugar está asociado a los cambios culturales y políticos de la sociedad colombiana, en un mundo globalizado, expresados en el surgimiento de ciudadanos a los que no les interesa la política, la historia, leer y formarse conceptualmente. Se trata de ciudadanos-hijos de una sociedad sin utopías y sumergida en confusiones y atosigada por la hiperinformación.

La periodista Laura Ardila Arrieta, autora del libro La Costa Nostra, en reciente columna hace referencia a ese dilema ético y lo plantea en estos términos: “Es una batalla global, feroz y fundamental. Se libra en el escenario caótico de las redes sociales y sus protagonistas son periodistas e influencers que no sólo se disputan el título de informadores y los clics, sino —sobre todo— quién detenta la credibilidad. Ese monopolio, el de la verdad, lo perdió hace rato la prensa por ese auge tecnológico que democratizó la producción y por una justificada decepción moral: demasiados casos de connivencia con el poder y errores no reconocidos en los medios tradicionales, que fueron erosionando la confianza de la gente”.

Ardila plantea un escenario en el que algunos políticos, incluido el presidente Petro, vislumbran que las redes sociales y los influencers remplazarán al periodismo tradicional. No creo que sea así mientras haya banqueros y conglomerados económicos dispuestos a sostener a las empresas periodísticas tradicionales con el firme propósito de naturalizar la construcción de realidades y “verdades” que, aunque deleznables, siempre serán consumidas por audiencias poco interesadas o formadas para confrontar esas versiones.

La periodista Ardila, que desnudó las andanzas de los miembros del Clan Char, termina así su interesante columna: Quizás el dilema no sea entonces periodistas vs. influencers, sino quién lo hace con ética y quién no. Porque en el periodismo de hoy pueden estar permitidas todas las formas, menos una forma: la de la mentira. Y no, las redes no reemplazarán eso”.

Ardila Arrieta incurre en un error de valoración conceptual: tanto los llamados “influencers petristas, fajardistas y uribistas”, como los periodistas “tradicionales” hacen su trabajo cada uno desde sus propias eticidades, lo que supone que todos y cada uno hace el trabajo (des)informativo y deconstrucción de realidades desde su ética individual. Quizás el problema está en la inmoralidad colectiva y el ethos mafioso que como sociedad entronizamos. 

Por lo anterior, la crisis del periodismo y la lucha entre periodistas e influencers hace parte de una crisis humana-civilizatoria mundial que abarca, además del periodismo, las conductas de los ciudadanos, su manera de asumir la vida, la política y el poder. Por estos tiempos resulta bastante difícil diferenciar entre influencers, periodistas, activistas y bodegueros. Todos juntos vienen contribuyendo a la crisis del oficio y a la conversión de los periodistas en estafetas y amanuenses de las orillas ideológicas que están en disputa hoy en Colombia.


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viernes, 23 de mayo de 2025

LUIS GILBERTO MURILLO Y SU CANDIDATURA DE "CENTRO"

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Luis Gilberto Murillo confirmó que será candidato presidencial. En su primera presentación apeló a la ya manida estrategia de presentarse como “independiente”. Le faltó decir que se presentará por firmas, lo que le implicará crear un movimiento político coyuntural y pasajero al que de todas maneras llegarán las mafias clientelares asociadas a los partidos tradicionales.

En eso se parece a Vicky Dávila, quien insiste en decir que “no tiene jefes”, pero todo el país sabe que es la ficha de los clanes Gilinski y Gnecco, a lo que se suma su cercanía con Uribe, quien la considera como su “mona preferida”.

Murillo, hijo de Andagoya (Chocó) niega ser el candidato de un político en particular, a pesar de su cercanía a Sergio Fajardo, haber sido ministro de Ambiente de Santos y embajador de Colombia en Washington y Canciller en el gobierno de Petro. “No soy el candidato de ningún político”, dijo en su cuenta de X. Esas experiencias políticas y laborales quizás las sepa aprovechar para crear un proyecto político que supere los yerros cometidos tanto por Santos como por el propio Gustavo Petro.

Este ingeniero de Minas entiende muy bien que el actual escenario de crispación ideológica lo obliga  a presentarse como un político componedor, capaz de construir puentes entre quienes siguiendo o no las ideas de Petro son conscientes que el país necesita de reformas sociales y de profundos cambios en las correlaciones de fuerza para avanzar hacia estadios de modernidad para superar las taras civilizatorias que arrastra la sociedad colombiana, guiada por unas élites feudatarias que asumieron el control del país desde la avaricia y la incapacidad de consolidar un proyecto de Nación en el que quepamos todos.

Murillo se cuida de mencionar al presidente Petro. El mensaje es claro: “…Soy consciente de que nuestro país necesita y merece un candidato de la gente y diferente. No creo en los caudillos, creo en los pueblos. Hace un año asumí el mayor honor de mi vida: ser Canciller de Colombia. Hoy, un año después, reafirmo mi compromiso con lo que verdaderamente importa: servir a nuestro pueblo, unir al país y construir una nueva Colombia desde el territorio. Ha llegado la hora de escribir una nueva página de la historia de Colombia. Una historia con alma. Y de todos”.

En las frases resaltadas se nota la intención de Murillo se construir una candidatura de Centro, tomando distancia de Petro y de sus maneras de dirigir el Estado, en particular de su decisión de chocar ética, ideológica y políticamente contra los sectores de poder tradicional que se opusieron a sus reformas sociales.  El exministro afrocolombiano lo confirma cuando dice que “la división, la polarización ha frenado reformas y congelado sueños y ha multiplicado los vacíos”. Este hijo del Chocó dice que no cree en caudillos, pero trabajó junto a Petro, un caudillo popular que llegó a la presidencia porque durante su campaña se presentó como el candidato de la gente.

Luis Gilberto Murillo deberá luchar contra el racismo estructural que opera en Colombia. Las demostraciones de odio contra Francia Márquez Mina le deben dar una clara idea a lo que deberá enfrentarse como candidato presidencial.

Murillo debe ser consciente de que edificar un proyecto político de Centro implica reconocer que ese espectro político e ideológico está en construcción en el país justamente por el poder totalizante de una derecha neoliberal y uribizada que supo capturar el Estado para el beneficio exclusivo de unas cuantas familias. Si de verdad le apuesta a consolidar un gobierno de Centro, deberá ser capaz de pararse firme frente a los líderes de los conglomerados económicos que se acostumbraron a manosear a los presidentes de la República. Si cede a las pretensiones de los poderosos, el desarrollo económico inclusivo que pretende lograr en beneficio de la gente que sobrevive en territorios olvidados como el Chocó Biogeográfico, quedará aplazado cuatro años más. 

Ya veremos qué sucede con su campaña. Por lo pronto ya dejó clara su intención por lo menos pública de zafarse del llamado Petrismo. Ojalá no se acerque a Fajardo, tome distancia de César Gaviria y enfrente con decisión a Uribe. Un Centro sin ellos es posible si de verdad está pensando en servirle a los pueblos olvidados del país. De no hacerlo, habrá probado que no es posible en Colombia una opción de Centro o una “tercera vía” como la que en su momento propuso Juan Manuel Santos Calderón.

Resulta curioso que en el portal Wikipedia no se indica de manera explícita que trabajó para el gobierno de Petro. Estos son los datos que aparecen en la consulta: “Luis Gilberto Murillo Urrutia (Andagoya, 1 de enero de 1967) es un ingeniero de minas, político y defensor de derechos humanos colombiano. Fue gobernador de Chocó (1998-1999; 2012), ministro de Medio Ambiente en el gobierno de Juan Manuel Santos (2016-2018), embajador de Colombia en Estados Unidos (2022-2024) y ministro de Relaciones Exteriores (2024-2025)”.


Imagen tomada de Wikipedia. 


jueves, 22 de mayo de 2025

CANDIDATAS PRESIDENCIALES HACEN EL RIDÍCULO


Por Germán Ayala Osorio

Ver cada cuatro años a los candidatos presidenciales haciendo “monerías”, bailando, degustando comida callejera, abrazarse con ciudadanos del común, cargar bebés y acercarse a los pobres hace parte de las estrategias para “convencer” a los electores que ellos hacen parte del pueblo. Sin duda alguna, se trata de estratagemas que configuran formas de burla y manipulación política de aquellos candidatos que tienen ya su vida asegurada y llena de privilegios que contrastan con las precariedades y las afugias diarias de las personas con las que se abrazan y sonríen con el doblez propio de quienes siguen el libreto que les entregan sus asesores.

Por estos días la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila aparece en las redes sociales con videos en los que canta en medio de cafetales, tratando de parecerse a la Gaviota protagonizada por Margarita Rosa de Francisco; en otro, baila como lo hizo en su momento el entonces candidato presidencial, Óscar Iván Zuluaga. Al final, Zuluaga quedó como un viejo ridículo, un “cocacolo” tratando de vender una imagen “fresca” enfrentada a su nulo carisma y a su amargo rictus; hemos visto a Dávila de Gnecco saludando de mano, de manera confianzuda, a soldados y policías y hasta ordeñando una vaca, simulando tener simpatía por la vida campesina. Su desprecio por los miembros de la fuerza pública lo dejó ver cuando dijo que al otro día de resultar electa, todos los procesos de paz se acaban. Como buena uribista y por ser “la mona preferida” del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe, solo sabe ofrecer bala, bala y bala, lo que implica mandar a morir a los policías y militares que saludó.

Se trata de actividades electoreras que dan cuenta de su intención de “bajarse o rebajarse” al nivel de aquellos que desde el discurso elitista hacen parte de las comunidades de subalternas a las que ella aspira a “sacar adelante” a pesar de su clasismo y arribismo. Al final, y de acuerdo con su discurso neoliberal, esos subalternos seguirán padeciendo las angustias y los problemas generados por unas élites familiares que actúan con el “señorío” natural de los señores feudales a los que les disgusta tener que interactuar con la indiamenta.

Se trata de actuaciones que rayan con la hipocresía dado que la señora, emparentada con el clan Gnecco, ha dado muestras de clasismo, racismo y desprecio por lo popular. Baste con recordar cuando se burló del abogado Miguel Ángel del Río por haber trabajado de azafato. Esto dijo en su cuenta de X, la periodista-periodista: “El azafato que se volvió abogado y no hace sino perder sus casos. ¿Ya devolvió los 50 millones de pesos que le cobró al Coronel Oscar Dávila que murió por cuenta de las chuzadas a Marelbys Meza?”

En la misma línea electorera y ridícula aparece la senadora María Fernanda Cabal, ficha del uribismo. Cabal se ha hecho grabar degustando empanadas y lechona, comidas callejeras que claramente no disfruta. En los videos se nota a leguas el desprecio o por lo menos el miedo que le produce pensar cuál sería el origen y la calidad de lo que se comió. 

Cabal y Dávila creen, junto con sus equipos de asesores, que “juntarse” por unos minutos con agentes de la cultura subalterna les da la legitimidad suficiente para ser vistas y aceptadas como las candidatas del pueblo. Lo contradictorio del asunto es que critican todo el tiempo las medidas y el carácter populista de Petro, pero con sus bailes y degustaciones caen en lo que bien puede llamarse como el “populismo electorero”. Creo que sus asesores deben estar pensando en proponerles ir a dormir a la casa de una familia humilde como hizo Petro en campaña.

Vicky Dávila y María Fernanda Cabal seguirán “untándose” de pueblo y de lo popular como estrategia para ocultar que no tienen un programa de gobierno serio y consolidado. En sus salidas se limitan a hablar mal de Petro y a ofrecer rebajas de impuestos a los más ricos, incluida la eliminación del impuesto a las comidas ultra procesadas. Estas dos “tigresas” de Uribe seguirán haciendo el “oso”, porque es preferible hacerlo, que dejar ver sus vacíos conceptuales y la vileza de sus ideas políticas. 




VICKY DAVILA ORDEÑANDO UNA VACA - Búsqueda Imágenes

miércoles, 21 de mayo de 2025

EXPRESIDENTE CÉSAR GAVIRIA INVITA A DESCONOCER AL PRESIDENTE PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En Colombia los expresidentes de la República mantienen su vigencia política básicamente por tres circunstancias: la primera, porque la “viudez del poder”, como enfermedad catastrófica, los obliga a opinar sobre los problemas que ellos en el ejercicio de la presidencia jamás resolvieron y sobre los cuales sus sucesores suelen “restregárselos” cuando activan el “espejo retrovisor”; la segunda, porque conservan las redes clientelares que construyeron durante sus mandatos, lo que se traduce en que las fichas que dejaron en sus partidos o en cargos burocráticos en instituciones como la Procuraduría, Contraloría, Defensoría del Pueblo y otras entidades,  estarán prestas a devolver favores políticos; y la tercera, porque aún el Estado no construye la casa de retiro en la que deberían de pasar la mayor parte del tiempo. Alfonso López Michelsen dijo en su momento que los expresidentes “son muebles viejos que estorban”.

Pues bien, el expresidente César Gaviria Trujillo es uno de los “muebles viejos” que siguen dando lora en virtud de la permanencia de las tres señaladas circunstancias. Convertido en el más visible iliberal de estos tiempos, el propietario del Partido Liberal hizo público un comunicado de prensa, cuyo contenido fue recogido por la prensa hegemónica que suele hacer eco de lo que espetan los serviles momios del Establecimiento.

El título del comunicado da cuenta del verdadero talante democrático de Gaviria: “la arbitrariedad de Petro nos puede llevar a desconocerlo como presidente”.  Habría que preguntarle al político pereirano ¿qué significa “desconocer a Petro como presidente”? ¿Acaso tumbarlo o simplemente ignorar su llamado al “pueblo” para que sea este y no el Congreso el que apruebe las reformas sociales que el Legislativo no quiere discutir, siguiendo las directrices de los mecenas que les regalaron las curules a quienes fungen hoy como los sepultureros de los proyectos del gobierno Petro?

Estamos ante una grave amenaza al orden constitucional de parte de un expresidente de la República, acostumbrado a manosear a los presidentes electos, pidiéndoles puestos para sus hijos o para sus entrañables amigos. El país recuerda que “César Gaviria le habría pedido el ministerio de Hacienda a Gustavo Petro”. La afirmación la hizo el entonces excandidato presidencial Rodolfo Hernández. La revista Cambio recogió la versión de esta manera: “Gaviria le dejó saber a Petro que su partido aspiraba a manejar los ministerios de Hacienda y Defensa. Luego de un silencio, el líder de la Colombia Humana respondió en tono jocoso: “Ah, no quiere nada. Solo las armas y la plata”.

Volvamos al comunicado publicado por el carcamal, responsable de la quiebra de cientos de empresas con su “audaz” apertura económica de los años 90 para la que jamás preparó al país.

Gaviria le dice a Petro que “A usted no lo elegimos dictador sino presidente de todos los colombianos y no solo presidente del Pacto Histórico”. Curiosa acepción del concepto de dictadura que maneja César Gaviria. Petro puede ser visto como agitador de las masas y un “pelión” profesional, pero “graduarlo” de <<dictador>> por el solo hecho de “echarle encima al pueblo a la oligarquía” es un bufido propio de quien no encuentra sosiego por la viudez del poder que padece.

Y tal como lo anunció en el título del comunicado, Gaviria Trujillo insistió en la idea de desconocer la autoridad del presidente de la República: “Señor presidente, si insiste en imponernos una Constitución paralela a la de 1991, nos veremos en la obligación de desconocer su autoridad como jefe del Estado”. ¿De qué constitución paralela hablará Gaviria? Ahora resulta que apelar a los mecanismos de participación ciudadana consagrados en la Carta de 1991 es aplicar una constitución particular.

¿Quiénes hacen parte del colectivo al que alude Gaviria cuando habla de “nos veremos en la obligación…”? ¿Cuenta acaso con el respaldo de un grupo de militares, neo paramilitares, narcos, de gremios económicos, de los clanes políticos tradicionales y de los partidos tradicionales?

El tono desobligante y agitador del comunicado de César Gaviria continúa cuando dice que “Hoy nos enfrentamos al reto de restablecer el Estado de Derecho y asegurar el acatamiento pleno a las decisiones de nuestras tres altas cortes: la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional y el Consejo de Estado. Son ellas las llamadas a dirimir las profundas diferencias que estamos enfrentando con el actual gobierno en materia constitucional".

Cualquier parroquiano desprevenido que lea el comunicado del expresidente iliberal podría pensar que efectivamente los pesos y contrapesos de la democracia colombiana están en riesgo de colapsar por culpa de Petro.

El excanciller Luis Gilberto Murillo reaccionó así a lo dicho por el carcamal iliberal: “Me preocupa profundamente el tono y el contenido de ese pronunciamiento. Llamar a desconocer la autoridad presidencial no solo trasciende los límites de la crítica política legítima, sino que roza la incitación a la desobediencia institucional, un riesgo inadmisible para la estabilidad democrática. Calificar de <<autoritarismo>> el uso de la consultar popular es cuando menos una contradicción”.

Después de leer el comunicado de César Gaviria, de 78 años, hay que decir que el expresidente Alfonso López Michelsen tenía razón: los expresidentes son “muebles viejos”. “El expresidente español Felipe González decía en alguna ocasión que “para mí, los expresidentes son como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. Se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes (…). Nadie sabe bien dónde ponerlos y todos albergan la secreta esperanza de que, por fin, algún día un niño travieso le dé un codazo y lo haga añicos[1].

Sin duda, se necesita con urgencia un Conpes que garantice la construcción de la Casa de Retiro para arrumar en ella a esos “jarrones chinos” o “muebles viejos” que no solo estorban, sino que hacen daño cuando de repente cobran vida.



Cesar Gaviria le advierte a Petro que será desconocido como Presidente si continua con su "arbitrariedad" - El País

martes, 20 de mayo de 2025

GENOCIDIO EN GAZA Y LA ESTUPIDIZACIÓN DEL MUNDO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El genocidio en Gaza, perpetrado por el sionista ejército israelí, debería de superar con creces las crisis civilizatorias y las lecturas pesimistas que sobre el futuro de la humanidad generaron el Holocausto nazi, las dos guerras mundiales y el criminal lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki por parte de los Estados Unidos. Pero no, parece que las dinámicas de cada país, más la guerra de aranceles entre USA y China, la universalización del fútbol como deporte espectáculo y el poder distractor, envilecimiento, estupidización y de entretenimiento de las redes sociales y la IA impiden consolidar una sola narrativa que bajo el título de genocidio convoque al mundo entero a rechazar los vejámenes, la tortura, persecución y la eliminación del pueblo palestino a manos del sionista ejército de Israel.  

El genocidio en Gaza se torna invisible porque hay un escenario cultural que facilita su inmaterialidad. “Como está establecida nuestra cultura, con ancestros colonizados y un marco económico y político de corte capitalista, la educación, a través de mecanismos de alienación masiva (los medios, la moderna tecnología, la televisión, la prensa, el entretenimiento), se ha convertido en herramienta útil para mecanizar los comportamientos de los individuos, para quitarles el tiempo para reflexionar en su misión en la tierra, para no pensar en los problemas de su entorno ni en los suyos, para mantener unos niveles de ignorancia que facilite su manipulación con los espejitos, las recompensas, los premios y halagos mentirosos que crea la fantasía en las mentes pobres.”[1]

La transmisión en vivo y en directo de las prácticas genocidas implementadas por Israel, legitimadas por los Estados Unidos y otras potencias del mundo desarrollado, convirtió la salvaje persecución étnica contra el pueblo palestino en un entretenido espectáculo atado a las lecturas amañadas de empresas mediáticas de carácter universal que evitan a toda costa calificar de genocidio lo hecho por Israel en la franja de Gaza. Los términos guerra, muertes, masacres[2], ataques y enfrentamientos sirven a los propósitos mediáticos y políticos de los gobiernos cómplices de las prácticas genocidas perpetradas por Israel. El objetivo es claro: evitar a toda costa calificar de genocidio lo que evidentemente constituye un genocidio. La BBC Mundo habla de “guerra”. El País[3] de España hizo lo propio. En Colombia, la prensa hegemónica sigue temerosa de calificar de genocida al Estado de Israel. Estas corporaciones mediáticas titulan “Israel mató”, cuando el titular más preciso, para no hablar de objetividad, sería Israel asesinó, por cuanto la muerte y la acción de matar puede producirse de manera accidental.

El Papa Francisco habló de “guerra” en referencia a los acontecimientos de Gaza, al igual que su sucesor, León XIV.  Todos esos vocablos son usados de manera cobarde como eufemismos por quienes dicen guiar la vida de por lo menos 1400 millones de católicos que oran por la paz en la martirizada región, sin asumir la postura política requerida para asumir la defensa consciente de la vida en medio de las diferencias étnicas.

Se suma a todo lo anterior la irrupción de un factor económico cuya semilla quizás empezó a germinar dentro de procesos de reconstrucción en escenarios postbélicos como el Plan Marshall: la gentrificación, fenómeno neoliberal que le permite a Israel y a los Estados Unidos rediseñar, repensar o reinventar a la franja de Gaza entregándola a las multinacionales de la construcción y de la hotelería para convertir sus playas en atractivos turísticos en donde quizás los viejos oficiales sionistas, sus hijos y nietos puedan viajar para descansar. Para lograrlo, urge eliminar hasta el último palestino y gazatí. Y el único proceso que puede garantizar la gentrificación de ese territorio es con el genocidio y la diáspora.

Las tímidas reacciones contra el genocidio en Gaza validarán hacia el futuro las prácticas genocidas contra otros pueblos previamente señalados de ser obstáculos para el desarrollo económico y los procesos hegemónicos que suponen lo que bien se puede llamar como “estandarización étnica”. Si en un futuro no muy lejano la pluricrisis climática golpea a potencias militares del norte global, muy seguramente mirarán hacia el sur para poner en práctica lo hecho por Israel en Gaza y de esa manera iniciar los procesos de ocupación, captura de recursos y gentrificación de territorios. Por lo anterior, el sistema  mundo capitalista necesita de genocidas como Netanyahu.



genocidio en gaza - Búsqueda Imágenes



[2] Hoy, por primera vez, el noticiero privado de Colombia, Noticias Caracol habla de masacre, en referencia a la estrategia de Israel de usar el hambre como estrategia de eliminación de los gazatíes, provocando la muerte por inanición de cientos de miles de bebés.

[3] En una nota de 2024, el título fue “Claves culturales para comprender la guerra de Gaza”. https://elpais.com/babelia/2024-08-10/claves-culturales-para-comprender-la-guerra-de-gaza.html



 

PETRO Y LA GRAN PRENSA: RELACIONES TORMENTOSAS

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