Por Germán Ayala Osorio
Luis Gilberto Murillo confirmó que
será candidato presidencial. En su primera presentación apeló a la ya manida
estrategia de presentarse como “independiente”. Le faltó decir que se
presentará por firmas, lo que le implicará crear un movimiento político coyuntural
y pasajero al que de todas maneras llegarán las mafias clientelares asociadas a
los partidos tradicionales.
En eso se parece a Vicky Dávila,
quien insiste en decir que “no tiene jefes”, pero todo el país sabe que es la
ficha de los clanes Gilinski y Gnecco, a lo que se suma su cercanía con Uribe,
quien la considera como su “mona preferida”.
Murillo, hijo de Andagoya (Chocó)
niega ser el candidato de un político en particular, a pesar de su cercanía a Sergio
Fajardo, haber sido ministro de Ambiente de Santos y embajador de Colombia en
Washington y Canciller en el gobierno de Petro. “No soy el candidato de
ningún político”, dijo en su cuenta de X. Esas experiencias políticas y
laborales quizás las sepa aprovechar para crear un proyecto político que supere
los yerros cometidos tanto por Santos como por el propio Gustavo Petro.
Este ingeniero de Minas entiende muy
bien que el actual escenario de crispación ideológica lo obliga a presentarse como un político componedor,
capaz de construir puentes
entre quienes siguiendo o no las ideas de Petro son conscientes que el país
necesita de reformas sociales y de profundos cambios en las correlaciones de
fuerza para avanzar hacia estadios de modernidad para superar las taras civilizatorias
que arrastra la sociedad colombiana, guiada por unas élites feudatarias que
asumieron el control del país desde la avaricia y la incapacidad de consolidar
un proyecto de Nación en el que quepamos todos.
Murillo
se cuida de mencionar al presidente Petro. El mensaje es claro: “…Soy
consciente de que nuestro país necesita y merece un candidato de la gente
y diferente. No creo en los caudillos, creo en los pueblos.
Hace un año asumí el mayor honor de mi vida: ser Canciller de Colombia.
Hoy, un año después, reafirmo mi compromiso con lo que verdaderamente importa: servir
a nuestro pueblo, unir al país y construir una nueva Colombia desde el
territorio. Ha llegado la hora de escribir una nueva página de la historia de
Colombia. Una historia con alma. Y de todos”.
En las frases resaltadas se nota
la intención de Murillo se construir una candidatura de Centro, tomando
distancia de Petro y de sus maneras de dirigir el Estado, en particular de su
decisión de chocar ética, ideológica y políticamente contra los sectores de
poder tradicional que se opusieron a sus reformas sociales. El exministro afrocolombiano lo confirma
cuando dice que “la división, la polarización ha frenado reformas y
congelado sueños y ha multiplicado los vacíos”. Este hijo del Chocó
dice que no cree en caudillos, pero trabajó junto a Petro, un caudillo popular
que llegó a la presidencia porque durante su campaña se presentó como el
candidato de la gente.
Luis Gilberto Murillo deberá
luchar contra el racismo estructural que opera en Colombia. Las demostraciones
de odio contra Francia Márquez Mina le deben dar una clara idea a lo que deberá
enfrentarse como candidato presidencial.
Murillo debe ser consciente de que edificar un proyecto político de Centro implica reconocer que ese espectro político e ideológico está en construcción en el país justamente por el poder totalizante de una derecha neoliberal y uribizada que supo capturar el Estado para el beneficio exclusivo de unas cuantas familias. Si de verdad le apuesta a consolidar un gobierno de Centro, deberá ser capaz de pararse firme frente a los líderes de los conglomerados económicos que se acostumbraron a manosear a los presidentes de la República. Si cede a las pretensiones de los poderosos, el desarrollo económico inclusivo que pretende lograr en beneficio de la gente que sobrevive en territorios olvidados como el Chocó Biogeográfico, quedará aplazado cuatro años más.
Ya veremos qué sucede con su
campaña. Por lo pronto ya dejó clara su intención por lo menos pública de
zafarse del llamado Petrismo. Ojalá no se acerque a Fajardo, tome distancia de César
Gaviria y enfrente con decisión a Uribe. Un Centro sin ellos es posible si
de verdad está pensando en servirle a los pueblos olvidados del país. De no
hacerlo, habrá probado que no es posible en Colombia una opción de Centro o una
“tercera vía” como la que en su momento propuso Juan Manuel Santos Calderón.
Resulta curioso que en el portal
Wikipedia no se indica de manera explícita que trabajó para el gobierno de
Petro. Estos son los datos que aparecen en la consulta: “Luis Gilberto Murillo
Urrutia (Andagoya, 1 de enero de 1967) es un ingeniero de minas, político y
defensor de derechos humanos colombiano. Fue gobernador de Chocó
(1998-1999; 2012), ministro de Medio Ambiente en el gobierno de Juan Manuel
Santos (2016-2018), embajador de Colombia en Estados Unidos (2022-2024) y
ministro de Relaciones Exteriores (2024-2025)”.
Imagen tomada de Wikipedia.
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