Por Germán Ayala Osorio
Con las candidaturas presidenciales confirmadas de David Luna
y Vicky Dávila de Gnecco aparecen narrativas que se suman a las ya lanzadas por
voceros de la derecha como los carcamales expresidentes César
Gaviria y Álvaro
Uribe y la congresista María
Fernanda Cabal. Esos tres agentes del establecimiento colombiano ya
gritaron a voz en cuello que se proponen “recuperar y a salvar a Colombia”.
Una frase efectista y populista con la que quieren ocultar lo que hicieron durante 30
años César Gaviria y el propio Álvaro Uribe: concentrar la riqueza y la tierra
en pocas manos, socializar la pobreza, empobrecer y eliminar física y
simbólicamente al campesinado y consolidar un modelo de desarrollo económico
insostenible.
David Luna, de las entrañas de Cambio Radical y alfil del afable
exvicepresidente Germán Vargas Lleras ya lanzó su propia consigna: “el
país hay que reconstruirlo moral, física y económicamente”. Con
evidentes diferencias semánticas, el manzanillo David Luna se presenta ante los
colombianos como un líder moral capaz de “salvar al país” de la debacle moral
en la que cayó la nación, según él, por culpa de Petro.
Entre tanto, la periodista uribista Vicky
Dávila de Gnecco, con un discurso lleno de lugares comunes se presenta como
la anti-política, anticorrupción y como salvadora del país porque
Colombia va hacia el abismo, hacia el caos.
Luna y Dávila
de Gnecco se caracterizan por tener discursos básicos. A pesar de haber
obtenido títulos universitarios al hablar se les nota a leguas una incontrastable
debilidad conceptual. Eso sí, hábil y sinuosamente intentan ocultar sus vacíos
conceptuales apelando a una narrativa moralizante que insiste en dividir el
país entre “buenos y malos”. Y los buenos son ellos y quienes se les acercarán al
momento de conformar las alianzas que de todas maneras tendrán que hacer así
insistan en presentarse como “independientes”.
La exdirectora
de Semana y el excongresista de Cambio Radical se presentarán por firmas, estratagema
de uso común en Colombia para engañar al electorado fingiendo independencia y
autonomía para tomar decisiones en un país en el que desde hace más de 100 años
opera y gobierna un establecimiento retardatario y mafioso en el que hay
agentes de poder económico y político que estarán dispuestos a patrocinar sus
campañas “independientes”. Más claro: Luna y Dávila de Gnecco mienten porque el
primero es ficha de Vargas Lleras y de los conservadores; y la segunda es la “muñeca”
que comparten los clanes Gilinski y Gnecco.
Encuentro similitudes entre lo expresado por la exdirectora
de Semana en La W con lo consignado en los 100 puntos del Manifiesto
Democrático de su admirado expresidente Uribe. Por ejemplo, en el punto 43, Uribe
declaró que gobernaría “sin corrupción ni politiquería los recursos tienen
que alcanzar para erradicar la miseria y construir justicia social”. Al igual que Uribe, la periodista dice “amar
a Colombia”, lo que la acerca al expresidente y expresidiario antioqueño en los
puntos 97, 98 y 100. Es decir, sin vanidad de poder, Dávila de Gnecco se “hará
moler por Colombia”.
Si en su momento Uribe, gracias a la prensa hegemónica que lo apoyó se presentó como el “salvador” del país, Vicky Dávila aspira a ser la “heroína” en un país plagado de cocaína, fuente de la corrupción público-privada que ella sueña con acabar.
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