Por Germán Ayala
Osorio
Alejandro Gaviria Uribe quiere
parecerse, en sus modales y discurso, al inefable expresidiario y expresidente,
Álvaro Uribe Vélez. En un cruce de trinos con otro usuario de la red social X,
soltó esta amenaza contra el presidente Gustavo Petro, que lo acerca al talante
del vulgar político antioqueño: “en 2026 se tiene que ir. Sale o lo
sacamos”. Claro que el sentido del acto de habla del exministro de
Educación de Petro se acerca al de la frase proferida por el congresista
uribista, Miguel Polo Polo, quien le mandó este mensaje al presidente de la
República: “o se aquieta, o lo aquietamos”. Recordemos una
famosa frase de las tantas que ha pronunciado públicamente el “rufián de
esquina”, Álvaro Uribe Vélez: “o se callan, o los callamos”.
Los tres son actos de habla
desafortunados, violentos y que hablan muy bien del real talante de quienes los
pronunciaron. La verdad es que de Uribe Vélez y Polo Polo solo se pueden esperar
estos improperios y amenazas pues ambos exhiben un pobre capital cultural que suele
confundirse con “valentía, carácter, arrojo y combatividad política”.
Volvamos a la amenaza proferida
por el académico. Aunque no se conoce el contexto en el que profirió el ultimátum,
parece que Gaviria Uribe tiene información o la simple sospecha de que Petro no
entregará el poder en el 2026, cuando termina su mandato. Eso explica la violenta
reacción del controvertido exrector de los Andes, quien, de acuerdo con lo
dicho, estaría dispuesto a todo, con tal de sacar de la Casa de Nariño a Gustavo
Petro.
Profesor Gaviria Uribe, morigere su
lenguaje. Si cree que, al pasar de un discurso académico, a arengas y amenazas
muy propias del patán de El Ubérrimo conseguirá votos y el respaldo popular, se
equivoca. Lo único que ganará es que el electorado lo compare y asimile con el
lenguaje coloquial y burdo que usa Uribe Vélez. Y si cree que el portal de
Semana es la mejor plataforma para mantenerse como figura política y opción
electoral, vuelve a equivocarse, profesor.
Guarde compostura y prepárese
para ser una opción real de poder, alejada de la doctrina uribista y de la
patanería de varios de sus miembros. No se desdibuje de esa manera, profesor
Gaviria. Parecerse a Polo Polo, a María Fernanda Cabal, a Ernesto Macías y al
propio Uribe no puede ser la opción para que un académico busque aceptación social
en un país lleno de patanes y de machos cabríos dispuestos a “dar en la cara
marica”.
Su salida del gobierno y sus
posteriores declaraciones sobre Petro y el proyecto de reforma a la salud, así
como su defensa a ultranza de las EPS y ahora su desafortunada amenaza, van consolidando
una idea negativa como persona y político. No caiga en la trampa de quererse
parecer al uribista promedio: básico, hostil, pendenciero, poco leído e
intolerante con el diferente.
Imagen tomada de EL PAÍS.
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