jueves, 11 de julio de 2024

¿LA SELECCIÓN NOS UNE?

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO

 

Después de alcanzar la clasificación a la final de la Copa América y en medio de la algarabía y de expresiones de patrioterismo, volvió a escucharse que “la Selección Colombia nos une”. Convertida dicha frase en un imaginario colectivo, atado, por supuesto al poder de penetración del lenguaje periodístico, bien vale la pena tratar de ahondar en sus raíces y alcances. 

Lo primero que hay que decir es que ese imaginario colectivo supone que la sociedad colombiana deviene históricamente escindida por razones políticas, culturales e ideológicas. En el 2021, cuando se ganó por primera vez la Copa América, la misma frase se escuchó de las voces de narradores y periodistas deportivos y por supuesto, de hinchas que creyeron y aceptaron el mensaje de una idea que se popularizó tanto, que no no parece haber nadie dispuesto a poner en duda de que efectivamente "la Selección nos une". En esa oportunidad quedamos campeones. Me pregunto: ¿Hubo unión, en qué consistió? ¿Acaso se resolvieron los problemas y los conflictos sociales y políticos se transformaron? ¿O lo que el periodismo deportivo busca realmente, al fijar ese imaginario en la conciencia colectiva es que por unas horas nos "unamos" para celebrar, disfrutar, consumir y beber? Si es así, entonces el único objetivo de los programas y periodistas deportivos cuando sueltan la frase es que salgamos como locos a consumir bebidas y a gastar sin control y por esa vía, olvidarnos de nuestras tristezas, problemas, miedos y angustias.  

Sigamos. También se puede pensar que esa realidad objetiva llamada "desunión o eterna división" se ha intentado cambiar a través de fórmulas distintas al fútbol, esto es, acuerdos sociales y políticos como el que permitió derogar la conservadora y anacrónica constitución de 1886 y otros pactos políticos de menor alcance, pero que sirven para comprender que los problemas de la sociedad colombiana no se pueden superar con el hecho de abrazarnos en torno a la celebración de un título deportivo en la disciplina del fútbol. Hablo del Frente Nacional, el fallido Pacto de Chicoral en los años 60, el proceso de paz entre el Estado y el M-19, los pactos Ralito, Chivolo y Pivijay entre una parte de la clase política y los paramilitares, así como el tratado de paz con las entonces Farc-Ep durante el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón.

Los señalados acuerdos, pactos o negociaciones no sirvieron para cambiar esa realidad a la que nos remite la idea de que la Selección es lo único que une a los colombianos. Es tal la potencia de dicho imaginario colectivo que no es necesario explicar que se trata de la selección masculina de fútbol de mayores. Justamente, una sociedad machista como la colombiana parece tener exclusivamente en los jugadores (hombres) la posibilidad de dejar atrás la “desunión colectiva" de la que posiblemente otros hombres son responsables por disímiles decisiones tomadas en lo político, lo social y lo económico. 

Con la “fiebre” por la Selección parece que aquello de que somos un país de regiones puede atenuarse en virtud de los efectos negativos que viene dejando un centralismo bogotano que ha logrado consolidar esa condición de país de regiones, creando en las más importantes ciudades capitales "espejos" regionales de ese fatal centralismo capitalino. Un ejemplo de lo anterior es que hay ciudadanos que viven en el centro y norte del departamento que deben desplazarse a la capital del Valle del Cauca Cauca a tramitar asuntos que  en sus municipios no se pueden abordar administrativamente. 

Insisto en que la manida frase "la Selección es lo único que nos une" deviene con un alto grado de confusión porque quienes la promueven no explican con claridad si eso de unirnos tan solo apunta a salir juntos a celebrar en caravanas y sentarnos a beber hasta perder la conciencia. El mismo imaginario colectivo arrastra un sentido lastimero que da cuenta de cómo nos auto percibimos, con un detalle no menor: le entregamos a 11 jugadores la responsabilidad de transformar a toda una sociedad cuyos miembros de sus élites gravitan en torno a un naturalizado ethos mafioso. 

No podemos ocultar que vivir en el país es toda una aventura y hasta un "deporte de alto riesgo" por la posibilidad de morir en una masacre, en un atentado terrorista o víctima de un agente del Estado, un paraco, guerrillero o ladrón callejero. 

Solo espero que las tragedias que dejó la celebración del 5 a 0 contra Argentina en el Monumental de Núñez, ese 5 de septiembre de 1993, no se repitan en caso de que Colombia alcance por segunda ocasión el anhelado título continental. Ojalá hayamos aprendido a celebrar con mesura, de manera civilizada, con responsabilidad y respeto. Cualquiera sea el resultado, la frase "la Selección nos une" seguirá instalada en la conciencia colectiva con un complemento: "nos une para celebrar, pero para nada más". 


   


 Imagen tomada de la cuenta de X de la Presidencia de Colombia

miércoles, 10 de julio de 2024

EL PROCAZ DANIEL ROJAS, MINISTRO DE EDUCACIÓN

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO


Con la designación de Daniel Rojas Medellín como nuevo ministro de Educación, en remplazo de Aurora Vergara, nuevamente se activó la gavilla mediática opositora al gobierno para deslegitimar la elección del hasta ayer director de la SAE, por el lenguaje procaz que Rojas Medellín usó en el pasado para descalificar a varios personajes públicos.

El tema tiene varias aristas que es bueno exponer en aras de comprender la arremetida mediática y por supuesto, la decisión misma del presidente Petro. Una de esas aristas es el clasismo con el que históricamente suelen darse y defenderse esos nombramientos desde Bogotá, como centro del poder político, con el sempiterno concurso de los medios que hoy critican la designación de Rojas. 

Una parte importante de la sociedad colombiana es racista y clasista. De ese incontrastable clasismo bogotano se derivan los títulos universitarios, la universidad privada o pública de donde egresaron los nuevos candidatos a ser ministros, el origen de clase y por supuesto la cercanía al presidente, que puede incluir una reconocida amistad o la imposición de los ministros derivada de las cuotas burocráticas a las que los mandatarios están "obligados" a entregarles a los partidos políticos de la coalición. Rota la coalición, Petro apela a su poder discrecional para conformar su gabinete. 

El clasismo es fruto de la desigualdad y está instalado originalmente en unas diferencias de clase y en una latente lucha de clases que suelen matizarse con aquellos casos de hombres y mujeres públicos que llegaron a ser ministros, a base de trabajo, estudio y disciplina, a pesar de haber nacido en cunas humildes y pobres. Ellos son la excepción a la regla. En este punto emerge la ideología y la lucha de clases como segunda arista que los miembros de la gavilla mediática expusieron en redes sociales y medios masivos para profundizar la crispación política en el país. Dicen sus voceros que la designación de Rojas Medellín se explica porque el presidente Petro quiere ahondar en la lucha de clases.

En el fondo, la pretensión de las empresas mediáticas es advertirles a sus audiencias que la única ideología vigente en Colombia es la de la izquierda, por cuenta de un presidente exguerrillero que además de militar en esa orilla, está empecinado en exacerbar la lucha de clases. Olvidan los periodistas-estafetas del régimen de poder que de forma natural el sistema mundo capitalista produce y reproduce el clasismo y la lucha de clases, así los dominados no lo palpen por falta de lectura y comprensión de sus propias realidades. Esos medios masivos ocultan que la derecha es y ha sido la ideología dominante en el país desde la fundación de la República. 

No se puede ocultar que el presidente de la República tiene un discurso  anti clases sociales y que cree en que es posible cambiar esa realidad que se expresa entre élites dominantes y dominados. La respuesta que dio en la red X así lo confirma: “Me parece que perfectamente un joven salido de las comunas populares de Medellín, que haya vivido su barrio, su resistencia, puede llegar no solo a ser ministro de educación sino presidente. Así es la democracia, así es la República. Algún día la juventud popular de Medellín sabrá que la han dominado y gritará su libertad y poder…”.

Y la tercera arista tiene que ver con el uso del lenguaje y la confusión moral asociada de manera directa al origen de clase y a los círculos de poder en donde las groserías y la doble moral suelen aparecer en escenarios privados en donde se cuadran las coimas y los contratos amañados, mientras que en los en los públicos, políticos, presidentes, congresistas y contratistas se muestran  decentes, pulcros, bien hablados, es decir, “educados”. En una sociedad pacata y mojigata como la colombiana, un madrazo es peor que robarse el erario o ser responsable de crímenes de Estado. 

Echar madrazos en las redes sociales es peor que ser corrupto y criminal en Colombia, bajo la actual lógica mediática. Así las cosas, Daniel Rojas está inhabilitado para ser “ministro de educación” porque su lenguaje es procaz y soez. El excandidato presidencial Rodolfo Hernández es un viejo malhablado y con ínfulas de putero. Y el expresidente Uribe amenazó a un personaje llamado como “la mechuda”, que “le iba a dar en la cara marica”. Al parecer, para la misma gavilla mediática  los putazos de Hernández y Uribe  eran buenos y hasta chistosos porque no venían “contaminados” del discurso de la lucha de clases que agita Petro.

Al final, Petro, en uso de sus facultades discrecionales, designó a Rojas Medellín porque lo considera su amigo, porque viene de "abajo" y logró estudiar un posgrado, así no se haya graduado y porque para el  presidente las “buenas maneras” jamás estarán por encima de la lealtad y la pulcritud en el manejo de los recursos públicos. Hasta que no se pruebe que malversó fondos de la SAE, Rojas parece ser un gran gestor y cumplidor de tareas. Es sobre este elemento que hay que poner los ojos sobre el nuevo ministro de educación, porque se supone que al interior de esa cartera debe haber un equipo técnico (tecnócratas) capacitado para sacar adelante la reforma educativa propuesta por el actual gobierno.

La crisis de la educación en Colombia no se agravará porque a esa cartera llegue un joven grosero. De esa crisis son responsables anteriores ministros muy educados en sus maneras de hablar, pero obedientes en el cumplimiento de la tarea que les encomendaron varios presidentes: acabar con la educación pública y desconocer a la educación como un derecho, para convertirlo en un negocio. 


Imagen tomada de Semana.com

martes, 9 de julio de 2024

PETRO, EL PASEO EN PANAMÁ Y EL PERIODISMO BASURA

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO


La llegada de Gustavo Petro a la presidencia de la República constituye una ruptura en la historia política del país porque no es hijo de la oligarquía, y menos aún es un político emergente y cercano a las mafias del narcotráfico que durante más de 30 años aportaron millones de dólares a candidatos presidenciales que finalmente se convirtieron en jefe del Estado colombiano; como tampoco es el títere al que los "cacaos" estaban acostumbrados a poner en el solio de Bolívar para imponerles la agenda económica atada esta a la doctrina neoliberal. 

Su forma de gobernar y su estilo "poco apropiado" para las élites y los periodistas oficialistas acostumbrados a manosear a los presidentes de la República, sacó lo peor de la clase política y empresarial, así como del periodismo servil al "viejo" establecimiento. En esta columna haré referencia a este último actor político, a propósito de varios tratamientos desafortunados del video en el que de acuerdo con esas mismas versiones, se ve al presidente Gustavo Petro paseando por un parque en Panamá, de la mano de una mujer (se dijo, inicialmente, que era una mujer trans). 

De las imágenes se ocuparon varios medios y periodistas que en un primer momento dejaron ver su transfobia y por supuesto, el morbo que les produce saber si a Petro le gustan las mujeres trans; y claro, disfrutarían saber si la primera dama, Verónica Alcocer y Petro siguen juntos y conviven aún como esposos al interior de la Casa de Nariño. Unos y otros operaron como voceros de esa parte de la sociedad colombiana que al devenir pacata, premoderna, farandulera, morbosa, mojigata, gazmoña, puritana, morronga, clasista, racista, machista, homofóbica y transfóbica, suele disfrutar del chisme y las habladurías, en particular cuando hay de por medio relaciones sexuales. 

Antes de que el presidente Petro trinara sobre el referido video, en Blu radio, La W y La FM, medios opositores y enemigos de Petro, abordaron el asunto con criterio farandulero y con esa sorna que suele aparecer cuando se tratan asuntos sexuales "pecaminosos" como tener relaciones homosexuales. 

A pesar de que el presidente no confirmó, como tampoco negó que era él quien caminaba de la mano de una dama por un parque en ciudad de Panamá, el hecho "notimorboso" siguió rodando en las redes sociales, en particular en la red X, la más grande hoguera en las que suelen escaldarse los egos y las posturas políticas en medio del crispado ambiente político que se respira en el país desde el 7 de agosto de 2022. 

El payaso-humorista, Daniel Samper Ospina sacó provecho de lo ocurrido para continuar expresando su Petrofobia, esta vez con el tema sexual que parece encantarle al columnista de la revista Cambio. Recordemos que fue director de la revista SOHO y que en su momento circuló un correo electrónico en el que, al parecer, se refería en términos desobligantes y lascivos de las modelos que posaban desnudas para esa publicación. En la red internet se encuentra esto: "Ni se te ocurra, por nada del mundo, decir que te las mostré, pilas que me matan”, escribió para email que envió en 2011 a una persona que reconoce como su “mentor”. También usó frases como: “Están muy buenas”, “de resto hay una marimacha” y finalmente “guárdame la espalda, tú no has visto nada”.

En las última horas el portal La Silla Vacía publicó un artículo en el que "comprueban" con testimonios recogidos in situ, que efectivamente el señor que camina de la mano de una mujer vestida de azul, es el presidente, Gustavo Petro. Aquí el asunto problemático no está en el número de las fuentes consultadas e incluso si estas existen o no. Sobre este último punto hay que decir que es una práctica recurrente en el periodismo masivo  inventar fuentes para poder que  directores, editores o periodistas puedan expresar sus opiniones. Lo que sí resulta problemático y conflictivo es que medios y periodistas conviertan en un hecho noticioso, con tintes políticos, lo que corresponde a la vida privada y a la decisión autónoma de un hombre y de una mujer. Que se trata del presidente de la República no legitima y mucho menos le quita el carácter amarillista, morboso y estigmatizante con el que medios y periodistas asumieron las llamativas imágenes. 

Las empresas mediáticas y los reporteros quisieron elevar el "hecho amoroso" en un asunto de Estado. Unos y otros actuaron como lo hicieron los medios americanos cuando ocurrió el "bragetazo" de Clinton con Mónica Lewinsky: con un vulgar sensacionalismo, un inquietante morbo y una especial inclinación a contaminar el periodismo con la basura del oficio: la farándula. Algunos se atreven a llamarla "periodismo de farándula" que se auto valida con frases que millones de colombianos recuerdan de espacios "periodísticos" dedicados a hurgar en la vida íntima de los famosos: "el dulce sabor del chisme, la esquina del chisme y en la Red, nada se nos escapa".

Termino con lo dicho por Petro: "Siempre he considerado que la intimidad es la “última ratio” de la libertad, la última trinchera del ser libre, y conservaré este principio hasta que escriba de mí mismo o muera”.




Tomado de youtube.com

https://www.youtube.com/channel/UCRTAHXRbRuYlsSCmb_78d_Q/videos



lunes, 8 de julio de 2024

MBAPPÉ, JAMES RODRÍGUEZ Y LA CONCIENCIA DE CLASE

 

Por Germán Ayala Osorio 


Antes de conocerse los recientes resultados electorales en Francia en los que sacó ventaja la izquierda, en las redes sociales ya era viral lo que dijo la estrella del fútbol galo, Kilyan Mbappé, quien previo a las elecciones, invitó a  sus conciudadanos a votar en contra de la derecha fascista, esa misma que odia a los inmigrantes, condición que ostentan Mbappé y sus  padres. Esto dijo el crack: "Creo que ahora, más que nunca, hay que ir (a votar)Es una coyuntura urgente. No podemos dejar que nuestro país caiga en manos de esta gente. Es acuciante: hemos visto los resultados, es catastrófico".

Para los periodistas deportivos colombianos que creen que los deportistas y en particular los jugadores de fútbol no "deben meterse en política", lo dicho por Mbappé les debió sorprender y molestar porque esos colegas suelen ser defensores a ultranza del régimen de poder que les permite hoy ponerse al frente de unos micrófonos para entretener y manipular a las audiencias. El establecimiento colombiano, con el concurso de la Federación de Fútbol y de la mano de los narradores y comentaristas deportivos, usa de tiempo atrás el fútbol para inocular en los fanáticos un sentimiento patriotero que sirve a los propósitos enajenantes que busca todo régimen de poder.  Pan y circo es la fórmula mágica cuando lo que se busca es que los fanáticos dejen salir sus frustraciones durante largos 90 minutos o cuando se alcanza una estrella o una copa, para salir en caravanas a beber y a sacudir la bandera tricolor.

Es posible que las condiciones difíciles en las que se levantó Mbappé sean similares a las de muchos de los deportistas y jugadores de la selección colombiana de fútbol de mayores. Pobreza, desigualdad y violencia pueden ser tres elementos comunes en los orígenes del 10 de la selección gala y de muchos jugadores que actualmente brillan con el seleccionado nacional en la Copa América que se celebra en los Estados Unidos. A juzgar por lo dicho por Mbappé antes de las elecciones en su país, la diferencia  entre el jugador francés y los jugadores de la selección de Colombia está en la conciencia de clase, que no es otra cosa que ese sentimiento de saber de dónde se viene, de reconocer muy bien quiénes son los responsables de haber soportado condiciones adversas y el poder advertir para sí mismos que la fortuna que logren amasar jugando al fútbol, jamás podrá borrar sus orígenes.

Para Marx, la conciencia de clase "representa el mecanismo a través del cual una clase pasa de ser una clase en sí a una clase para sí. Sobre esta base, el mismo Marx señaló cómo la presencia o ausencia de conciencia de clase determinaba las posibilidades que tenía una clase social de convertirse en una fuerza social" (Pérez, Pablo. Cómo entender y estudiar la conciencia de clase en la sociedad capitalista contemporánea. Una propuesta).

Mbappé parece tener muy claro qué es eso de la conciencia de clase, pues sabe que la derecha fascista francesa, en tanto clase, no le conviene a quienes defienden las libertades y no asumen la migración como una amenaza cultural. Me pregunto si dentro del seleccionado colombiano existen jugadores con esa misma claridad de la estrella del Real Madrid. 

Como Mbappé juega con la 10, miremos el caso del 10 colombiano, James Rodríguez. Baste con recordar la reunión entre el crack de la selección y el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez para pensar que posiblemente Rodríguez poco o nada sabe de eso de la conciencia de clase. Lo primero que dejó ver en aquel encuentro con el político antioqueño es el desconocimiento de la historia reciente del país, en especial el contexto y las circunstancias socio políticas, culturales, económicas y de orden público que generó Uribe cuando "mandó" en Colombia (no gobernó) entre el 2002 y el 2010 y cuando  repitió mandato entre el 2018 y el 2022, en las "carnotas" de Iván Duque, su títere. 

Ojalá los tres jugadores chocoanos que hacen parte del combinado nacional tengan más elementos de juicio que James Rodríguez, fruto de las difíciles condiciones en las que se levantaron en ese departamento castigado por el centralismo, el clasismo y el racismo estructural, para acercarse a esa veta de conciencia de clase que dejó ver Mbappé en su declaración.

Quizás sea mucho pedir para quienes creen que siendo ricos y famosos, no están obligados a pensar por fuera de las canchas. Mi abuela materna solía decirle a mi madre y a sus hermanos y hermanas: "del cura, la misa, y nada más". A lo mejor debo recoger el sentido de la lapidaria y sigilosa frase de la "mamita" para decir: de los jugadores de la Selección, los triunfos, y nada más. 





domingo, 7 de julio de 2024

FÚTBOL, PERIODISTAS OFICIALES Y PATRIOTERISMO

 

Por Germán Ayala Osorio


El fútbol no despertaría las pasiones que logra en los fanáticos, incluidos los sentimientos patrioteros, si no contara con el cubrimiento mediático, pero sobre todo, con los narradores, periodistas y comentaristas deportivos "oficiales", obligados a despacharse en elogios hacia los jugadores y cuerpo técnico. 

El equipo del Gol Caracol es el mejor ejemplo de ese periodismo deportivo "oficialista" que convierte cada partido de la Selección de Fútbol de Mayores en un carnaval, en una fiesta "nacional", cuyo anhelo es el de "unir" a los colombianos. "El fútbol es lo único que nos une por el momento", dijo Javier Hernández Bonnet, el jefe del equipo del Gol Caracol, después del contundente triunfo del seleccionado sobre su similar de Panamá por 5 a 0. 

Lo curioso  es que con  ese anhelo de "unir" a los colombianos se ocultan los tratamientos tendenciosos, exagerados y mentirosos que Noticias Caracol ha hecho recientemente, como parte de esa unión de empresas mediáticas que desde el 7 de agosto de 2022 se trazaron el objetivo de deslegitimar al gobierno progresista y por esa vía, consolidar la crispación ideológica y el enfrentamiento social y político entre petristas, no petristas, uribistas y no uribistas. Es decir, con el fútbol quieren unir lo que ellos mismos, todos los días, se encargan de separar a través del clasismo, el racismo, la aporofobia, la homofobia y la transfobia. 

El derecho a cubrir los partidos de la selección y el tener acceso a los jugadores del equipo nacional supone que a los periodistas, comentaristas y narradores del Gol Caracol (de Caracol Televisión) les queda terminantemente prohibido hacer críticas alrededor de decisiones deportivas y menos aún, sobre el desempeño de los jugadores, a pesar de las victorias, porque mientras haya triunfos, lo que menos importa es el análisis. Bajo esas condiciones, al señalado equipo periodístico  solo le queda el camino de insistir en el inveterado patrioterismo que les garantiza rating y asegura en los aficionados un peligroso triunfalismo. 

Justamente, con esos cubrimientos exaltados de los antes y después de los partidos, el periodismo deportivo deja de lado una tarea inaplazable en el cubrimiento de un deporte de masas: educar para la derrota. Insisten en repetir que la Selección lleva 27 partidos invictos, lo que de inmediato genera en las audiencias dos sentimientos: de un lado, la angustia de pensar cuándo se perderá el invicto, si en el partido contra Uruguay o en la final contra Argentina, suponiendo que se supere a los charrúas y dando por sentado que los gauchos hagan lo propio con el seleccionado de Canadá; y del otro, ese triunfalismo convierte a los jugadores en héroes, en los "mejores del mundo", en una selección invencible, hecho por supuesto que los expone ante los apostadores (muchos de ellos, mafiosos) y los fanáticos. Ante una derrota, los primeros no les perdonarán una derrota; y los segundos tampoco porque el ser felices depende directamente del desempeño de los deportistas.  

Baste con recordar las reacciones violentas de los aficionados cuando la selección derrotó a Argentina 5 a 0 en una eliminatoria al Mundial. Muertos, heridos y accidentes de tránsito mancharon la celebración de un triunfo histórico que jamás representó la consecución de un  título. Eso sí, que el "pueblo" futbolero no sepa celebrar obedece a la sumatoria de factores culturales de los que hacen parte las exaltadas y patrioteras maneras como los periodistas deportivos cubren  y comentan las incidencias de los partidos.  

Recomiendo a los colegas del Gol Caracol que dediquen minutos a recordarles a las audiencias que se trata de un juego, y que podemos perder frente a Uruguay; y que de pasar a la final, también puede darse la derrota. Y que darse el triunfo, es decir, de resultar Campeones de América, hay que disfrutar con mesura. Menos mal ya no está el narrador que con cada triunfo de la Selección gritaba "que no me esperen en la casa". Dicha arenga, en un país de ignorantes, patrioteros y de gente que necesita sacar a como dé lugar sus frustraciones, tiene un doble significado: no me esperen porque me fui de parranda. O no me esperen, porque perdí la vida en una riña. 

Quizás si los periodistas deportivos le bajan un poquito al patrioterismo y al triunfalismo, los hinchas de la Selección aprenderán a celebrar y a darle manejo a la derrota, que en cualquier momento llegará. Y a lo mejor es hora de olvidarse de que el fútbol pueda "unir" a una sociedad fragmentada porque durante más de 50 años, sucesivos gobiernos, le apostaron con sus decisiones económicas, a mantenernos divididos, porque así es más fácil controlar al "pueblo". 




Imagen tomada de EL TIEMPO.COM 

viernes, 5 de julio de 2024

EL CONCIERTO DE LA ESPERANZA QUE DESCONCIERTA A LA DERECHA


Por Germán Ayala Osorio  


El llamado Concierto de la Esperanza y la enorme bandera de Palestina con la proclama Alto al genocidio en la fachada del Congreso serán recordados por ser actos ético-estéticos, culturales y políticos de gran valor simbólico.  Y aunque no servirán para que Israel detenga sus prácticas genocidas en Gaza, si constituyen  un alivio moral para esa parte de la humanidad que se resiste a continuar viendo por televisión la desaparición del pueblo palestino a manos del ejército sionista de Israel. 

Por supuesto que esa bandera colgada en la entrada del Congreso de la República tiene un enorme significado político que aporta en lo interno a la crispación ideológica que se vive en el país desde el 7 de agosto de 2022, cuando llegó a la Casa de Nariño el exguerrillero del M-19, Gustavo Petro investido de presidente de la República. En lo externo, Colombia gana protagonismo como nación pacifista, a pesar de las múltiples formas de violencia que las fuerzas armadas deben responder con más violencia. Que haya grupos armados ilegales aún operando en el país bajo el ya poco convincente nombre de conflicto armado interno no deslegitima el llamado de Petro a que se ponga fin al genocidio del pueblo palestino. La paz es el anhelo de quienes a pesar de reconocer que el ser humano tiene a la guerra y a la violencia como sus dos más grandes pulsiones, insisten en que es posible vivir y convivir en medio de las diferencias.

Como jefe de Estado y como político, Petro ha fustigado el actuar bélico y deshumanizante del Estado de Israel. Su decisión de romper relaciones comerciales y diplomáticas le hizo ganar protagonismo mundial, a pesar del apoyo de los Estados Unidos al primer ministro Netanyahu, calificado por el presidente colombiano como genocida. De allí que el concierto de esta noche sirva para volverle a gritar al mundo que no comparte lo hecho por Israel contra las niñas, niños, viejos y viejas masacrados y desmembrados por el solo hecho de ser palestinos. 

La reacción de la derecha colombiana que aplaude y legitima lo hecho por Israel contra el indefenso pueblo palestino no se hizo esperar: la bandera exhibida en las afueras del Congreso de la República lo consideran un acto enemistoso, un garrafal error en términos de la política exterior y por supuesto, la ideologización de las relaciones internacionales por parte del primer gobierno de izquierda que hay en Colombia. 

Lo curioso es que la derecha política y mediatizada solo ve en estos actos y en lo hecho y dicho por el presidente Petro una sola ideología: la de izquierda. En un acto de birlibirloque, congresistas, expresidentes, empresas mediáticas y periodistas desaparecen el conjunto de ideas y valores asociados a la ideología de derecha. Y lo hacen con el único propósito de estigmatizar a quienes defienden ese tejido de ideas, posturas, consideraciones y símbolos, considerados como nefastos por esa parte de la sociedad colombiana y de la humanidad que justifica las guerras, las masacres y los genocidios, en particular cuando estos suponen el triunfo de ese Occidente que insiste en querer imponerse a través de los conflictos internacionales, sobre potencias orientales que compiten en el plano económico y político para hacer lo mismo que los americanos y potencias europeas hicieron en el pasado: someter naciones y pueblos a sus condiciones políticas y financieras. 

La revista Cambio, que cada vez más se parece más a la revista Semana, publica una nota en la que dice que "con el dinero del Concierto de la Esperanza se hubieran pagado casi 30 mil subsidios de Colombia Mayor". La respuesta del presidente Petro no se hizo esperar desde su cuenta de X: "Porque creerán que la cultura no debe ser tenida en cuenta si es precisamente lo que nos diferencia de los animales. Que Colombia viva una revolución cultural".

Terminado el Concierto de la Esperanza y una vez retirada la bandera de Palestina con todo y su proclama Alto al genocidio, la vida en Colombia y en el resto del mundo seguirá siendo la misma. El planeta continuará girando, la barbarie en Gaza se extenderá en el tiempo, hasta que Israel logre sus tres cometidos: apoderarse de la franja de Gaza para someterla a un proceso de gentrificación; consolidar la diáspora palestina por la región y eliminar el mayor número de niñas, niños y jóvenes palestinos. Ya vendrán otros conflictos armados, atentados, masacres y homicidios y los mismos llamados de siempre para que se detengan. Esa fue, es y será la historia y el destino de la humanidad por cuenta de la aviesa y estólida condición humana. 





Imagen tomada de EL TIEMPO

VARGAS LLERAS EN MODO CONSTITUYENTE: ¿QUÉ ESTARÁ TRAMANDO?

 

Por Germán Ayala Osorio

Con el nombramiento de Juan Fernando Cristo como el nuevo ministro del Interior, Gustavo Petro se acerca a la derecha y por esa vía, al viejo establecimiento, al tiempo que deja atrás la amenaza de "aventarles al pueblo", al que el presidente de la República llama el poder constituyente. 

Después de que Cristo le dijera al país que buscará una acuerdo nacional con miras a convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) o una constituyente, el ladino ex vicepresidente, Germán Vargas Lleras anuncia su apoyo a esa iniciativa. Esto dijo a El Espectador el jefe único de Cambio Radical, uno de los partidos políticos con más congresistas condenados por corrupción: "Con acuerdo político, una iniciativa de estas puede tramitarse mediante un mensaje de urgencia en pocos días en las comisiones constitucionales e ir simultáneamente a la aprobación de las dos cámaras. En poco tiempo la Corte Constitucional podría dar su veredicto y en poco tiempo el Gobierno podría consultarle a los colombianos si quiere que se convoque a una Asamblea Constituyente”.

Es más, el ya otoñal delfín considera que no se debe aplazar dos años el llamado a esa ANC,  y que debe hacerse ahora, antes de que termine el periodo presidencial. ¿Qué estará tramando Vargas Lleras? Ese apoyo hace pensar en que el curtido político le quiere "coger la caña" a Petro por varias razones, a saber: la primera, porque el político conservador (godo) quiere aprovechar el escenario para reencaucharse y pescar en semejante río revuelto. Él sabe que su figura no agrada y que por el contrario, genera rechazo en amplios sectores de la opinión pública. Es consciente de su nulo carisma, fruto de su mal carácter, clasismo y arrogancia. A pesar de lo anterior, y ya metido en el escenario político-electoral, Vargas Lleras aspirará a que los sectores más anacrónicos del régimen político lo escojan como el líder capaz de llevar a la constituyente los cambios constitucionales que la godarria ha reclamado de tiempo atrás, por considerar la carta política demasiado "liberal". 

La segunda razón por la que Vargas Lleras apoya denodadamente un acuerdo nacional que exprese y termine en la convocatoria a una ANC podría estar fundada en su interés de representar los intereses de la derecha que está cansada del expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez por sus líos judiciales y porque son conscientes del daño moral, ético-político y electoral que esa figura produjo en el país político. Reconocen que el principal efecto negativo que dejaron años de uribismo es que Petro llegara a la presidencia en el 2022. Aunque la figura de Vargas Lleras genera rechazo porque arrastra fama de politiquero, no exhibe los problemas judiciales que agobian a Uribe Vélez. Tomar distancia de Uribe y mostrarse conscientes de que el país necesita los cambios que sugiere y busca el progresismo puede entregarles réditos electorales en el 2026. Eso sí, con una salvedad: no todos esos cambios y ajustes se harán como Petro lo sugiere y exige, lo que se traducirá en que habría un engaño a lo que se logre pactar dentro de ese gran acuerdo nacional al que se llegue.  Ese es un riesgo latente y los progresistas deben saberlo. 

A lo anterior se suma el especie de "mea culpa" que hizo recién el líder de la Seguridad Democrática y responsable político de los falsos positivos. Ese reconocimiento lo hacen de manera sigilosa a través de piezas publicitarias: "Lo primero que está haciendo el Centro Democrático es reconocer los errores que permitieron la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia”, se lee en una pieza publicitaria que la casa política divulga en sus redes sociales. La colectividad estima que, antes de proponer a los colombianos acuerdos del viejo orden de la política, tiene “el desafío de identificar ajustes del viejo orden de la política..."

Si se hila delgado, a la vieja derecha los une que la llegada de Petro a la Casa de Nariño obedece a errores cometidos en el ejercicio de la política. Ese reconocimiento no supone necesariamente aceptar los ajustes al modelo económico y político que persigue el progresismo y la izquierda. Así las cosas, el interés de Vargas Lleras y de cualquier figura que del uribismo salga a apoyar el tal acuerdo nacional y la ANC no estarían fundados en ajustar la Carta Política para asegurar la reforma agraria o garantizar que la salud y la educación sean garantizados como derechos colectivos. 

Un llamado a una Asamblea Nacional Constituyente, con los niveles de mezquindad y avaricia de la clase política y dirigente del país bien puede resultar un salto al vacío. Así se acuerde que será acotada en los temas a discutir, siempre habrá la posibilidad de que unos o varios constituyentes terminen torciéndose, siguiendo instrucciones de los mecenas que les financiaron sus campañas para llegar a ese escenario. 



Imagen tomada de Yahoo finanzas.

jueves, 4 de julio de 2024

¿ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE O CAMBIO CULTURAL?

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Vuelve y juega el tema de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Con los ajustes a su gabinete, el presidente Gustavo Petro giró un tanto a la derecha (otros dirán que al centro), con el claro objetivo de lograr un "acuerdo nacional" que permita el llamado a esa ANC, para ajustar, nuevamente, el contenido de lo prescrito en la carta política. 

Hay que recordar que en el primer año de su mandato, Petro creyó posible gobernar con el apoyo de esa parte del establecimiento que representan liberales, conservadores y el uribismo. Después de un año largo de su mandato, Petro se radicalizó y la respuesta del "viejo" régimen fue poner a funcionar sus fichas en el Congreso para no aprobar las reformas sociales propuestas por Petro en campaña y someter a su gobierno al más infame acoso y hostigamiento mediático de las empresas periodísticas afines al establecimiento colombiano. 

Con la llegada de Juan Fernando Cristo, el presidente vuelve a coquetear a esos sectores de la derecha que pueden haberle entendido y aceptado que el modelo de país que se desprende de la Carta Política necesita ajustes a través de una ANC acotada en los temas a abordarse a través de esa instancia jurídico-política. 

La Constitución de 1991, con todo y su espíritu garantista y liberal ha sufrido más de 40 enmiendas en 33 años de vigencia. Esas modificaciones y las que se intentaron hacer y que no se lograron aprobar por diversas razones bien pueden dar cuenta de que su espíritu y carácter liberal no fue del todo asumido dentro del pacto político que permitió la derogación de la carta de 1886 y el nacimiento de la del 1991. 

Convocar a una ANC en los momentos de crispación ideológica que vive el país y con unas empresas mediáticas que acordaron deslegitimar al gobierno progresista puede salir muy mal para la izquierda y el progresismo que ve a la ANC como la única alternativa para cambiar todo lo que está mal en el país y que de alguna manera está conectado con las reglas constitucionales vigentes. 

En lugar de insistir en ese escenario constituyente, el acuerdo nacional o el pacto político que se logre a dos años de terminar el periodo presidencial debería de apuntarle a proscribir el ethos mafioso que la derecha naturalizó en el país desde hace más de 50 años. Ese es el gran problema del país y de los colombianos. No es otro. Ninguna carta política, por garantista que sea, jamás logrará el bienestar y la concreción de los derechos allí prescritos, mientras lo más importante para empresarios, colombianos de a pie, clase política, jueces y magistrados, rectores de universidades privadas y públicas; militares y policías sea enriquecerse robando el erario, aprovechándose de las políticas públicas y sacando provecho de las relaciones sociales y políticas. Esa matriz cultural oprobiosa, sucia, criminal y mafiosa debe cambiarse y para ello, los marcos jurídicos vigentes deben modificarse, pero primero debe haber la voluntad política de proscribir el ethos mafioso. 

Los puntos de ese acuerdo son de una enorme sencillez. No se necesitan expertos constitucionalistas para lograrlo, bastaría la voluntad para cambiar lo que culturalmente viene mal.  Y hay varios puntos: el primero, dejar de robar el erario. Y para ello, los partidos políticos, con todo y sus directores, militantes y congresistas, deberán dejar de operar como burdeles burocráticos en donde se negocian cuotas políticas y contratos con los patrocinadores de las campañas, esto es, los contratistas, el eslabón más peligroso, sucio y abyecto de la cadena de intereses que se desprende del ethos mafioso. 

El segundo punto es que las élites le mermen un poquito a la avaricia, y por ese camino, que por fin se sienten a pensar  en sacar adelante el país, siguiendo los ejemplos de países como los llamados "tigres asiáticos". Y para llegar allá, deben de dejar atrás ese espíritu rentista que los hace ver como élites miserables y visión anacrónica y pobre.

El tercer punto tiene que ver en general con una profunda revolución cultural que toque y convoque a todos los estamentos de la sociedad alrededor de temas como el crecimiento económico bajo criterios de sostenibilidad sistémica, dejando atrás la idea de una  sostenibilidad asistémica, funcional al modelo de desarrollo agro extractivo imperante en el país. 

Apuntarle a una revolución cultural requerirá de una gran dosis de desprendimiento de intereses, mezquindades y privilegios. ¿Estarán dispuestos los "cacaos" a hacerlo? Esa debería de ser la pregunta que guíe las discusiones para lograr un acuerdo nacional que permita a quienes lo van a liderar, sacar al país de la miserable condición de ser un platanal con bandera. 


Imagen tomada de Red más noticias

martes, 2 de julio de 2024

¿QUIÉNES SON LOS LECTORES DE "LA OTRA TRIBUNA"?


Por Germán Ayala Osorio


Escribir columnas de opinión constituye un ejercicio ético-político y discursivo que en gran medida se legitima por los lectores asiduos o furtivos, de los cuales muy poco sabemos, salvo los casos de aquellos que te siguen en redes sociales. 

Como se habrán dado cuenta, mis columnas casi todas responden a hechos coyunturales que son noticia en los medios masivos colombianos. De allí que trate de escribir una columna diaria, aunque sé que hay hechos noticiosos que no alcanzo a abordar desde este precioso género periodístico llamado columna de opinión, al que considero como el "pequeño ensayo". 

Para información de mis lectores, los asiduos y ocasionales, llevo más de 20 años con el blog La Otra Tribuna, asociado en buena parte de ese tiempo a cuentas institucionales con las que ya no tengo ninguna relación laboral; por esa razón en por lo menos tres ocasiones debí abrir otra url, bajo el mismo nombre del blog. 

En esta oportunidad no discurriré en torno a cómo preparo las columnas, es decir, si tengo algún "método" para hacerlo. Por el contrario quiero dedicar este espacio para agradecer a cada uno de los lectores y lectoras que en Colombia leen, comentan y comparten las ideas y reflexiones que plasmo en estas plantillas. Pero también quiero darles las gracias a quienes me leen en otras partes del mundo. 

Me pregunto si son todos colombianos los que me leen desde lugares remotos como China, Suecia, Austria o países de América. Ojalá alguien contestara la pregunta. 

Por ejemplo, aquellos que el "administrador del blog" me dice que leyeron mis columnas y que viven en 

Hong Kong, Estados Unidos, Canadá, Alemania, España, 

Francia, 

Ucrania, 

Corea del Sur, Islas Vírgenes Británicas, 

Suecia,

Suiza, China, Brasil, Reino Unido, Chile, Finlandia, India, 

Argentina, 

Países Bajos, Irlanda, Australia,

Guatemala, Israel, Austria,

Panamá, Dinamarca, Ecuador,

Irlanda, Perú, Pakistán,

Singapur, Lituania,

 Emiratos Árabes Unidos, Pakistán y Nigeria.


Me encantaría saber de Ustedes, qué uso le dan a las columnas?
Las comparten, o traducen a otros idiomas.
O si les dan un uso pedagógico en actividades académicas.
Ojalá puedan dejar comentarios. 
De nuevo, mil y mil gracias

Germán Ayala Osorio

lunes, 1 de julio de 2024

CRISIS DE CREDIBILIDAD Y LEGITIMIDAD DE LA PRENSA COLOMBIANA

 

Por Germán Ayala Osorio


Los Observatorios y analistas de medios podrán registrar en sus estudios que la llegada al poder del primer presidente de izquierda y la concentración privada de la propiedad de las empresas mediáticas terminaron llevando a los medios de comunicación y a varios de sus periodistas más reconocidos a una inocultable crisis de legitimidad social y credibilidad, jamás vista en la historia del periodismo colombiano. 

Esa incontrastable realidad del periodismo en Colombia la quieren ocultar hábilmente usando la confrontación diaria en la red X  del presidente de la República, con varios de los periodistas-estafetas que cumplen la tarea asignada de mentir, tergiversar y ocultar elementos contextuales claves para que los oyentes, lectores y televidentes comprendan el contexto en el que se deben inscribir los hechos noticiosos. 

Aunque el jefe del Estado desnuda a diario las maliciosas pretensiones (des) informativas de medios como Semana, Blu radio, El Colombiano y El Tiempo, sus periodistas, columnistas  y otros medios hegemónicos se victimizan señalando que se trata de ataques contra la libertad de prensa y de prácticas de estigmatización de parte del mandatario de los colombianos. 

La señalada crisis se empezó a cocinar cuando los más poderosos conglomerados económicos decidieron comprar varios prestigiosos medios masivos para convertirlos en sus voceros oficiales y en instrumentos ideológicos y políticos para defender al viejo establecimiento. El negocio para los Sarmiento Angulo y los Gilinski, dueños de El Tiempo y Semana, respectivamente,  no está en la venta o consumo digital de sus ediciones, sino en la generación de una opinión pública adversa al gobierno, cuando haya la necesidad política y económica de hacerlo de acuerdo con sus mezquinos intereses. 

Haber convertido al prestigioso diario bogotano y a la entonces investigativa  revista en laboratorios especializados en el marketing político y en la construcción de narrativas basadas en especulaciones, mentiras y todo tipo de manipulaciones de los hechos noticiables, sirve para constatar una verdad inobjetable: el desprecio que ambas familias sienten por el oficio del periodismo como un bien sagrado de la democracia. Los mecenas de Semana, El Tiempo, El Colombiano, Caracol y RCN jamás podrán ser los "perros guardianes de la democracia" y mucho menos sus periodistas obligados a seguir la única línea editorial que les conviene en esta coyuntura, si desean recuperar el poder político en el 2026: deslegitimar al gobierno progresista de Gustavo Petro. Para hacerlo, les urge mentir, generar desazón, miedo e incertidumbres en sectores societales y económicos (inversionistas) para que en las próximas elecciones voten a favor de los candidatos que la derecha está impulsando desde ya, algunos salidos de las entrañas de sus propias empresas informativas. Es el caso de la directora de la revista Semana, Victoria Eugenia Dávila, a quien las familias Gilinski y el clan Gnecco desean ponerla en el Solio de Bolívar para que actúe como en su momento lo hizo Iván Duque Márquez, el títere del expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez. 

El propósito de la señora Dávila, Néstor Morales y Ricardo Ospina, entre otros periodistas, es  contrarrestar a como dé lugar la narrativa del cambio que agita Petro y las que de todas maneras se generarán con la reforma agraria, el mejoramiento de vías terciarias y secundarias, el correcto manejo macroeconómico y la lucha frontal contra los empresarios del narcotráfico que específicos agentes económicos y políticos "protegieron" hasta el 7 de agosto de 2022.

Eso sí, en las agitadas controversias entre Petro y algunos agentes de la prensa hegemónica quien más pierde es el propio presidente de la República y su gobierno y no  porque en ocasiones no tenga la razón: simplemente porque él mismo no sabe comunicar sus logros. A pesar del buen trabajo de RTVC y de los defensores de la red X, los escándalos, la victimización de los periodistas y el no registro noticioso de los logros del gobierno terminarán por afectar las decisiones de esa parte de la opinión pública que aún le cree a la prensa tradicional. 

Petro debió haberle entregado, desde el 7 de agosto de 2022, la responsabilidad de confrontar a la prensa mentirosa, a un vocero oficial de la Casa de Nariño. La "mala leche" de las empresas mediáticas se explica porque dejaron hace rato de hacer periodismo y se convirtieron en actores políticos obligados a contrarrestar todo lo que haga bien el primer gobierno progresista y magnificar, por supuesto, sus errores y los actos de corrupción cometidos por quienes el propio presidente puso a gerenciar entidades estatales.   

Petro desgasta su imagen presidencial con esos rifirrafes. Esos medios y periodistas lo llevaron a donde quisieron llevarlo: al indigno rincón de un presidente que en ejercicio, no tolera la "crítica de la prensa objetiva". Esa será parte de la narrativa que usará la derecha en el 2026 para recuperar lo único que les interesa: la Casa de Nari. 



Imagen tomada de Todos somos Colombia. 

sábado, 29 de junio de 2024

HABLEMOS DE LIBERTAD DE PRENSA

 

Por Germán Ayala Osorio

La polémica suscitada en redes sociales entre los defensores de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y sus detractores deviene profundamente ideologizada por estar de por medio varios rifirrafes entre el presidente de la República y periodistas, originados en tratamientos periodísticos que el mandatario no comparte por considerarlos tendenciosos. La confrontación creció aún más por el  trino del presidente Petro en el que señaló que la entidad defensora de la libertad de prensa responde a directrices de Francisco Santos Calderón, más conocido bajo el diminutivo de "Pachito", contradictor o enemigo del jefe del Estado. De acuerdo con el  vocero de la entidad en cuestión, el ex vicepresidente de Uribe nada tiene que ver con las taras de la Fundación. 

No haré referencia en esta columna a la defensa que de la FLIP hacen periodistas y columnistas. Eso sí, debo indicar que la operación de la Fundación durante este gobierno ha estado en función de defender a los periodistas y empresas mediáticas que de manera concertada y deliberada atacan al gobierno con el único objetivo de generar desazón, miedo e incertidumbres en las audiencias.  Han fustigado más los trinos de Petro y guardado silencio frente a notables tratamientos noticiosos que dejan ver la "mala leche"  y  la intención manifiesta de engañar a las audiencias. Baste con recordar que Ricardo Ospina, periodista de Blu radio, omitió decir que los hallazgos de corrupción de la Contraloría General de la República en la SAE tocaban  de manera directa la gestión del gobierno de Duque, el mismo que la emisora defiende de tiempo atrás, quizás porque su conductor, Néstor Morales es cuñado de Iván Duque Márquez.

El punto que quiero exponer en esta columna tiene que ver con el sentido y los alcances de la defensa de la libertad de prensa. Señalo  que no hay manera de defender la libertad de prensa cuando esta opera o está sujeta a los intereses corporativos de los agentes de poder económico que fungen como propietarios de las empresas mediáticas.

La libertad de prensa está atada al ejercicio del periodismo y por extensión está conectada al interés general de conocer la verdad por parte de unas audiencias "condenadas" a recibir únicamente la información y los análisis provenientes de medios hegemónicos. De igual manera, la libertad de prensa está ancorada al mandato constitucional que obliga a medios y periodistas a informar con veracidad, asumiendo responsabilidades sociales. Así las cosas, ni la FLIP ni otra instancia que se proponga crear podrá defender la libertad de prensa en los términos absolutos como se lo exigen a la Fundación para la Libertad de Prensa sus críticos. Es un imposible ético, procedimental, lingüístico, e institucional porque las dinámicas, las rutinas, lógicas y el lenguaje periodístico devendrán siempre amañados a lecturas subjetivas de quienes observan la realidad y deciden, muchas veces de manera caprichosa, qué hechos merecen elevarse al estatus de noticia.

Cuando se defiende la libertad de prensa, a sabiendas de que los periodistas y las empresas mediáticas operan y actúan bajo esas circunstancias, lo que terminan haciendo sus defensores es legitimar el conjunto de intereses y subjetividades que confluyen al momento de registrar una noticia. No hay manera de controlar los efectos y la incidencia de los puntos de vista de las fuentes consultadas y las interpretaciones que suelen hacer los periodistas de los hechos noticiables. Es más, los colegas saben que los editores suelen dar la instrucción de buscar fuentes "críticas" del gobierno cuando la intención de una nota sea justamente atacar a quienes representar el poder político en una administración.

Es importante que existan agentes como la FLIP para defender la libertad de prensa de actividades de censura promovidas por gobiernos o actores de facto. Pero poco o nada pueden hacer cuando los editores y periodistas acuerdan auto censurarse. La auto censura, en muchos casos, suele tener peores efectos políticos que las intentonas de censura por parte de gobiernos de mano dura. Omitir un dato, no pronunciarse sobre un hecho noticioso relevante de acuerdo con los manuales de periodismo, pero peligroso editorial y políticamente tanto para los propietarios, como para la empresa periodística. "Cuidar las relaciones con el contexto" es la frase que suelen exponer los censores institucionales cuando aparecen los dilemas éticos alrededor de una nota, fotografía o columna que está en manos de los "porteros" (editores). La comunicación de masas los llama gatekeepers.

Ahora bien, un lector atento se puede preguntar: ¿Se puede defender la libertad de prensa a pesar de esas circunstancias culturales y contextuales? En términos absolutos, no. Lo que se termina defendiendo no es la libertad de prensa como elemento universal, como bien societal con visos de una incontrastable universalidad. Lo que termina defendiéndose es la libertad de informar y de opinar bajo las particulares condiciones en las que un medio decide operar, de acuerdo con los intereses privados de sus propietarios.

Por fuera o más allá de las amenazas de agentes dictatoriales o censores de oficio, lo que se esperaría de medios y periodistas es que hicieran tratamientos periodísticos rigurosos, serios y apegados a la contrastación de fuentes. Eso se ha logrado y es posible mantenerlo como práctica periodística. Lo que sucede es que cuando los dueños de las empresas periodísticas y sus periodistas más obsecuentes asumen a un gobierno y en particular a un presidente de la República como su enemigo, la libertad de prensa se convierte en un derecho a mentir, tergiversar y ocultar, con el firme propósito de ahogar políticamente a ese enemigo. Para el caso, es claro que Gustavo Petro ha sido elevado a la condición de "enemigo" de parte de los agentes corporativos que están detrás de las empresas mediáticas que de manera decidida hostigan a diario al gobierno progresista. Esos agentes usan el poder de penetración que aún tienen sus medios, para deslegitimar a la actual administración.



Imagen tomada de Kienyke

BIDEN Y TRUMP: DOS VIEJOS REPRESENTANTES DEL IMPERIO

 

Por Germán Ayala Osorio

Con ocasión del televisado debate electoral entre Biden y Trump, las críticas recayeron sobre los ya casi octogenarios por representar, de acuerdo con sus críticos, la decadencia de la política bipartidista en el gran país del norte. Ambos políticos son longevos, pero la diferencia de tres años que le lleva el presidente de los Estados Unidos al candidato republicano parece multiplicarse por cuatro, justamente por la imagen cacreca que proyecta Biden. Trump se ve "más entero", quizás por su carácter belicoso, de macho cabrío y putero. 

Lo cierto es que Biden y Trump son perfectos para los americanos, para Occidente y los inmigrantes, en especial para los latinos que exponen disímiles razones en la defensa de cada uno. Incluso, diría que necesarios para esta parte del hemisferio que continúa viendo a USA como ejemplo de democracia, referente (in) moral y judicial, paraíso turístico y agente defensor de la doctrina Monroe frente a la "amenaza" que representan Rusia y  China. En particular esta última potencia que,  con sus nuevas rutas de la seda, desafía la hegemonía gringa sobre América Latina. Esas "nuevas rutas de la seda" no son otra cosa que formas de "imperialismo comunista" a los que Estados Unidos no ha sabido responder de manera adecuada, quizás por las luchas intestinas entre republicanos y demócratas y los cambios culturales e identitarios que llegan de la mano de  una migración ilegal que le representa millones de pesos al fisco de la Unión, de allí el interés de demócratas y republicanos de no regularizar la situación de millones de ilegales que pagan a pesar de todo, pagan impuestos y renuevan cada cierto tiempo sus licencias, sin contar a los gastan millones de dólares en abogados, buscando normalizar su estadía en territorio gringo. Es muy difícil consolidar una identidad nacional cuando quienes llegan a Estados Unidos lo hacen con crisis identitarias. Muchos hijos de inmigrantes terminan defendiendo a la Unión Americana en guerras "justas". Una forma cruel de dar las gracias por haberlos recibido y de construir identidad americana. 

A Biden y Trump, insisto, los necesita América y Occidente porque ambos fungen como homicidas universales. El apoyo militar, económico y político ofrecido por Biden a Israel en su proyecto genocida contra el pueblo palestino lo confirman. De igual manera, su estrategia de enfrentar a Rusia, usando el territorio ucraniano para  medir fuerzas directas con Putin e indirectamente con los chinos. Trump no es precisamente un pacifista. 

Entre Trump y Biden, por supuesto que hay diferencias. El republicano no oculta su xenofobia y machismo; mientras que Biden se muestra menos machista y cercano a las luchas de las mujeres por sus derechos, incluido el de abortar;  frente a la crisis migratoria, Biden se muestra "más humanitario" que Trump, quien ve a los migrantes ilegales como un peligro para la seguridad nacional. Eso sí, estos dos políticos saben, así no lo reconozcan en público, que de muchas maneras es responsabilidad del coloso del Norte que millones de ciudadanos del sur empobrecido quieran llegar a territorio americano por las relaciones de dominación que generan históricamente republicanos  y demócratas con los países latinos de donde migran cada año cientos de miles de ciudadanos en busca del ya fantasmal "sueño Americano". Apoyan gobiernos corruptos y regímenes de mano dura siempre y cuando se mantengan alineados con la "causa" americana. 

Santos Discépolo describió el mundo como una porquería. Pues bien, Biden, Trump, Obama o de pronto un Kennedy siempre harán sus mejores esfuerzos para mantener vigente lo dicho por el músico y dramaturgo argentino. Para gobernar una potencia militar como los Estados Unidos se requiere de presidentes que sean capaces de presentarse como faros morales para el mundo, así sepan que esa condición está soportada sobre actos inmorales. Así es el poder y así opera el Imperio, en el sentido dado a este concepto por Toni Negri. Y funciona tanto para liderar a la China, a Rusia, a la India... 

A la hora de votar, a millones de americanos y latinos les importará muy poco que sobre Trump pesen 34 cargos penales. El caso del candidato republicano es muy parecido al de Álvaro Uribe Vélez en Colombia: está en etapa de juicio por delitos graves de manipulación de testigos y fraude procesal, pero ello no es óbice para que cientos de miles de ciudadanos, incluidos periodistas y políticos, lo llamen "Presidente", como reclamando su regreso. Aunque Uribe no puede ser candidato presidencial, hay millones de colombianos que aún legitiman su condición de gran elector, lo que les permite aspirar y soñar que en el 2026 vuelva a poner en la Casa de Nari al payaso de su predilección. Ya en el 2018 puso en el Solio de Bolívar al puppet Iván Duque Márquez.  Así como Biden y Trump son "perfectos" para los americanos y para Occidente, todos los que representan al uribismo son necesarios y perfectos para esa parte de la sociedad colombiana que deviene confundida moralmente y para una minoría que hizo de la inmoralidad y del ethos mafioso su modus operandi y vivendi. 

Eso sí, la decadencia de la política no es exclusivo de demócratas y republicanos. Los colombianos soportan de tiempo atrás esa circunstancia por cuenta de políticos como Germán Vargas Lleras, María Fernanda Cabal, César Gaviria Trujillo, Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque Márquez. Todos admiradores obsecuentes de Donald Trump, a quien ven como un referente inmoral a seguir. 


  




 

Imagen tomada de la red

viernes, 28 de junio de 2024

PERIODISMO, LA FLIP Y LA ACADEMIA

 

Por Germán Ayala Osorio

Ante la sistemática arremetida político-informativa de las grandes medios de comunicación contra el gobierno de Gustavo Petro las facultades de periodismo y la FLIP guardan un aturdidor silencio, lo que las convierte en cómplices y amanuenses de los negativos efectos socioculturales y ético-políticos que viene dejando la consolidación de las empresas mediáticas como opositores políticos. Nunca en la historia reciente se vio semejante confluencia de intereses político-editoriales entre las empresas mediáticas para deslegitimar a un gobierno. Bastó con la llegada al poder del primer gobierno de izquierda, para que los agentes económicos que están detrás de los medios hegemónicos, pactaran jugar para debilitar al gobierno progresista.  

Ese pacto político-informativo se explica por el inocultable miedo que les genera la posibilidad de que el primer gobierno progresista amplíe de tal manera el número de seguidores y admiradores, que los lleve a perder nuevamente en el 2026 las elecciones. Eso les aterra a los empresarios colombianos, pero en particular a aquellos que tienen dentro de sus bienes a empresas mediáticas que aún tienen el poder de inocular en las audiencias narrativas que desfavorecen la imagen positiva que la izquierda pueda ganar en estos cuatro años de gobierno. 

Volvamos al mutismo de la FLIP y de las facultades de periodismo. El silencio de las segundas se explica porque las empresas mediáticas suelen ser receptoras de sus practicantes y egresados. Bajo esa circunstancia, la directriz parece ser "guardemos silencio" para no afectar las buenas relaciones universidades-medios masivos. Algunas facultades podrían ir más allá, lo que se traduce en otra directriz: evitemos al máximo que los cuestionamientos a la prensa tradicional hegemónica lleguen a las aulas, pues podría ser contraproducente para los estudiantes que llegan a sus aulas para formarse bien para ser presentadores (as), reporteros gráficos o periodistas. Eso podría ser causal de abandono de la carrera. Así las cosas, los docentes que osen criticar a las cadenas radiales y televisivas, así como a la prensa son catalogados como "profesores anti medios", mote que nadie quiere llevar en facultades en las que enseñan periodistas que trabajan aún en los medios comprometidos en el hostigamiento político e informativo del que participan reconocidas empresas informativas. 

En cuanto a la actitud timorata de la FLIP, hay que decir que sus directivas optaron por la salida más conveniente: llamarle la atención al presidente de la República por "hostigar a la prensa", cuando es claro que a diario Gustavo Petro sale en su cuenta de X a confrontar y desmentir  a colegas periodistas que informan de manera tendenciosa y calculada para afectar la imagen del gobierno. No puede ser que ante las constantes mentiras y tratamientos periodístico-noticiosos amañados, sesgados y tendenciosos de Semana y El Colombiano, para exponer tan solo dos ejemplos, la FLIP guarde silencio. Se esperaría, por lo menos, que convocara a las facultades de periodismo para organizar foros académicos e incluso, fomentar investigaciones cuyo objeto sea analizar esas prácticas periodísticas que rayan con el activismo político. El ex vice presidente Santos, enemigo de Petro, parece estar detrás de la FLIP, de acuerdo con trino del presidente Petro, lo que explicaría la actitud asumida por la señalada fundación. Aunque Santos fundó a la entidad, el vocero de la misma aseguró que el político uribista no tiene injerencia alguna en las decisiones y posturas asumidas por la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP. 

Es tan grave lo que está sucediendo en Colombia que los noticieros privados Caracol y RCN, los periódicos EL TIEMPO, EL PAÍS de Cali y El Colombiano, así como la revista Semana y los programas radiales La FM, La W y Blu Radio, dejaron de hacer periodismo y se convirtieron en actores políticos que usan los hechos noticiosos como arma política para desprestigiar y deslegitimar al actual gobierno.  

En lugar de salir a victimizarse por los cuestionamientos presidenciales, los periodistas comprometidos, la FLIP y la academia están en la obligación moral, ética e institucional de provocar encuentros para discutir, de cara al país, si la razón la tiene el jefe del Estado cuando cuestiona en su cuenta de X a periodistas y medios, o si por el contrario, los comunicadores cuestionados informaron apegados a los manuales de sus casas periodísticas y al "manual" universal que dice claramente cómo se hace  periodismo riguroso, serio y profesional.

Resultaría interesante que la opinión pública, calificada o no, tuviera la oportunidad de ver en un mismo escenario académico al presidente de la República confrontando las narrativas periodísticas y los periodistas defendiéndolas y explicándoles al país deontológica y políticamente el por qué de los tratamientos informativos y los hechos objetivos sobre los que se sostienen esas narrativas. 

Quedan dos años más de enfrentamientos entre Petro y los periodistas que, con agenda política en mano, dejaron el oficio para convertirse en activistas políticos y estafetas de sus patrones. Muy seguramente, si en el 2026 la derecha recupera el poder, entonces volverá el mismo ejercicio periodístico oficialista al que nos tenían acostumbrados. 




Imagen tomada de Youtube.com

jueves, 27 de junio de 2024

CAYÓ EL "MAESTRO" CÉSAR RINCÓN EN DUITAMA

 

Por Germán Ayala Osorio

Con la aprobación de la ley que prohíbe las corridas de toros parece haberse desatado un inconveniente e innecesario revanchismo simbólico-cultural con todo lo que represente  odas a la tauromaquia. El derribo de la estatua del torero más grande que dio Colombia, César Rincón, expresa dos sentimientos: uno, el que produce la prohibición misma de esa práctica social y el segundo, el de la revancha que se desprende de ese logro socio-jurídico, legitimado por la creciente y sistemática desaprobación del grotesco espectáculo de sacrificar a los toros después de faenas tan aplaudidas como violentas. 

Una cosa es celebrar la prohibición de las corridas de toros y otra muy distinta es el revanchismo simbólico-cultural en el que quedó convertida la remoción del monumento del "maestro" César Rincón. A lo mejor el alcalde de Duitama (Boyacá), funcionario que dio la orden de tumbar a Rincón, pretendió darle a esa acción simbólica el impacto que en su momento generaron los derribos de las efigies de Cristóbal Colón en México (2021), la de Saddam Husein en el 2013, la de Lenin en Ucrania en 2014, o la de Sebastián de Belalcázar en Popayán y Cali, durante el estallido social. Cierto o no que fuera esa la pretensión de quien funge como la autoridad administrativa y política en Duitama, su decisión alcanzó la notoriedad que muy seguramente si se esperaba, a juzgar por los vitores que se escucharon una vez cayó la efigie. 

La escultura de Rincón pudo haberse removido de una manera distinta y evitar la polémica que llegó a los medios opositores al gobierno de Petro que promovió la iniciativa legislativa. Una vez instalado el hecho noticioso en cabinas de radio como la de la FM, el derribo de Rincón se convirtió en un innoble y sacrílego hecho político y cultural para esa parte de la sociedad que exige el derecho a seguir gozando del primitivo espectáculo de maltratar y asesinar a los toros, para su "goce estético".

O quizás, la estatua de Rincón debió quedarse a las afueras de la plaza para que una vez transformada en un espacio multipropósito, cobrara vida la narrativa antitaurina que diera cuenta de que en el pasado sus ciudadanos colmaban el recinto taurino para ver y aplaudir el asesinato de toros de lidia. Quizás el alcalde de la ciudad pensó en lo vergonzoso que sería reconocer que dentro de su municipio hubo gente que disfrutara de la anacrónica fiesta brava. 

El locutor y conductor de La FM, Luis Carlos Vélez, hijo del "doctor" Carlos Antonio Vélez, locutor deportivo, salió en defensa de César Rincón y por supuesto, de la llamada fiesta brava. En su cuenta de X dijo que "Cesar Rincón fue una estrella mundial de la tauromaquia. Su nombre, uno de los pocos, que en su momento nos hacía brillar. Al l alcalde de Duitama, lleno de odio y resentimiento, nadie lo recordará …"

Hagamos un alto aquí. La brillante y exitosa carrera del torero César Rincón estuvo asociada a la nación colombiana fruto de dos factores que, al unirse, explican la defensa que el señalado locutor hace de la memoria del insigne torero. Un primer factor tiene que ver con el momento cultural que vivía el país en aquella época, en la que la tauromaquia gozaba de un reconocimiento tácito, en virtud de la hegemonía mediática. Esta última constituye el segundo factor que hace posible que una minoría hoy esté molesta con la prohibición legal de las corridas de toros.

Por fortuna, esa sociedad que en el pasado apoyó las corridas de toros o a la que le daba lo mismo si había o no esos sacrificios investidos de cultura, cambió. Entonces, irrumpieron los defensores de los animales, al tiempo que la fiesta brava iba perdiendo adeptos. Deben reconocer los taurinos y amantes del sangriento espectáculo que han perdido hinchada, lo que debilitó la defensa de esa práctica en el Congreso de la República. Año tras año, la tauromaquia pasó de ser una práctica cultural universal, para convertirse en un capricho de una minoría que siempre usó las plazas de toros como vitrina para exhibir su inocultable clasismo. Tanto así, que a esas mismas plazas llegaron los traquetos a exhibir como "trofeos" a sus voluptuosas mujeres, "reparadas" en prestigiosas clínicas de la capital del Valle del Cauca. Lo vimos en Cali durante varios años: el cruel sacrificio de cientos de toros, mientras el machismo y el clasismo se consolidaban en las tribunas y se legitimaban a diario con el registro noticioso de los medios masivos.

Ya consumados los hechos, lo mejor es encerrar a César Rincón en la misma plaza de toros para que sus adoloridos admiradores puedan rendirle culto a quien con "maestría" asesinó toros de lidia en representación de la sociedad antropocentrista de la época. Pero también para que los antitaurinos bajen a verlo para dimensionar lo que lograron en el Congreso Esmeralda Hernández, entre otros congresistas. Otros muchos curiosos harán lo propio y preguntarán, quién fue ese tal César Rincón, que ni en la radio lo nombran?



Imagen tomada de RTVC.

“VAMOS A RECUPERAR EL PAÍS”

  Por Germán Ayala Osorio   En el ejercicio de la política suelen aparecer frases que bien pueden servir como eslogan de futuras campañ...