Por Germán Ayala Osorio
Antes de conocerse los recientes resultados electorales en Francia en los que sacó ventaja la izquierda, en las redes sociales ya era viral lo que dijo la estrella del fútbol galo, Kilyan Mbappé, quien previo a las elecciones, invitó a sus conciudadanos a votar en contra de la derecha fascista, esa misma que odia a los inmigrantes, condición que ostentan Mbappé y sus padres. Esto dijo el crack: "Creo que ahora, más que nunca, hay que ir (a votar). Es una coyuntura urgente. No podemos dejar que nuestro país caiga en manos de esta gente. Es acuciante: hemos visto los resultados, es catastrófico".
Para los periodistas deportivos colombianos que creen que los deportistas y en particular los jugadores de fútbol no "deben meterse en política", lo dicho por Mbappé les debió sorprender y molestar porque esos colegas suelen ser defensores a ultranza del régimen de poder que les permite hoy ponerse al frente de unos micrófonos para entretener y manipular a las audiencias. El establecimiento colombiano, con el concurso de la Federación de Fútbol y de la mano de los narradores y comentaristas deportivos, usa de tiempo atrás el fútbol para inocular en los fanáticos un sentimiento patriotero que sirve a los propósitos enajenantes que busca todo régimen de poder. Pan y circo es la fórmula mágica cuando lo que se busca es que los fanáticos dejen salir sus frustraciones durante largos 90 minutos o cuando se alcanza una estrella o una copa, para salir en caravanas a beber y a sacudir la bandera tricolor.
Es posible que las condiciones difíciles en las que se levantó Mbappé sean similares a las de muchos de los deportistas y jugadores de la selección colombiana de fútbol de mayores. Pobreza, desigualdad y violencia pueden ser tres elementos comunes en los orígenes del 10 de la selección gala y de muchos jugadores que actualmente brillan con el seleccionado nacional en la Copa América que se celebra en los Estados Unidos. A juzgar por lo dicho por Mbappé antes de las elecciones en su país, la diferencia entre el jugador francés y los jugadores de la selección de Colombia está en la conciencia de clase, que no es otra cosa que ese sentimiento de saber de dónde se viene, de reconocer muy bien quiénes son los responsables de haber soportado condiciones adversas y el poder advertir para sí mismos que la fortuna que logren amasar jugando al fútbol, jamás podrá borrar sus orígenes.
Para Marx, la conciencia de clase "representa el mecanismo a través del cual una clase pasa de ser una clase en sí a una clase para sí. Sobre esta base, el mismo Marx señaló cómo la presencia o ausencia de conciencia de clase determinaba las posibilidades que tenía una clase social de convertirse en una fuerza social" (Pérez, Pablo. Cómo entender y estudiar la conciencia de clase en la sociedad capitalista contemporánea. Una propuesta).
Mbappé parece tener muy claro qué es eso de la conciencia de clase, pues sabe que la derecha fascista francesa, en tanto clase, no le conviene a quienes defienden las libertades y no asumen la migración como una amenaza cultural. Me pregunto si dentro del seleccionado colombiano existen jugadores con esa misma claridad de la estrella del Real Madrid.
Como Mbappé juega con la 10, miremos el caso del 10 colombiano, James Rodríguez. Baste con recordar la reunión entre el crack de la selección y el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez para pensar que posiblemente Rodríguez poco o nada sabe de eso de la conciencia de clase. Lo primero que dejó ver en aquel encuentro con el político antioqueño es el desconocimiento de la historia reciente del país, en especial el contexto y las circunstancias socio políticas, culturales, económicas y de orden público que generó Uribe cuando "mandó" en Colombia (no gobernó) entre el 2002 y el 2010 y cuando repitió mandato entre el 2018 y el 2022, en las "carnotas" de Iván Duque, su títere.
Ojalá los tres jugadores chocoanos que hacen parte del combinado nacional tengan más elementos de juicio que James Rodríguez, fruto de las difíciles condiciones en las que se levantaron en ese departamento castigado por el centralismo, el clasismo y el racismo estructural, para acercarse a esa veta de conciencia de clase que dejó ver Mbappé en su declaración.
Quizás sea mucho pedir para quienes creen que siendo ricos y famosos, no están obligados a pensar por fuera de las canchas. Mi abuela materna solía decirle a mi madre y a sus hermanos y hermanas: "del cura, la misa, y nada más". A lo mejor debo recoger el sentido de la lapidaria y sigilosa frase de la "mamita" para decir: de los jugadores de la Selección, los triunfos, y nada más.
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