miércoles, 1 de mayo de 2024

LA DERECHA NO URIBIZADA DEBE ESCUCHAR A PETRO Y AL PUEBLO QUE MARCHÓ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Pasada la jornada de movilizaciones del 1 de Mayo y la fuerte respuesta que el presidente Petro le dio a la Oposición que encarna el expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez, emergen por lo menos dos caminos a seguir. Del lado del gobierno, ya es tiempo de que se acelere la aplicación de su Plan Nacional de Desarrollo y exponga los logros en infraestructura (ferrocarriles y vías terciarias y secundarias, entre otros indicadores) y en general en el mejoramiento de las condiciones de vida de los millones de pobres y vulnerables. Y esto incluye, en particular, disminuir sustancialmente las quejas contra las EPS, superar la crisis actual del sistema de aseguramiento en salud y llevar atención de calidad a las zonas más remotas que quedaron por fuera del radar de las EPS porque no les era rentable apostarle el aseguramiento de por lo menos 15 millones de colombianos que sobreviven en esa Colombia profunda. La mejor forma de contrarrestar las mentiras y las medias verdades de los medios masivos tradicionales es con hechos y transformaciones.

Por el lado de la Oposición, ojalá sus principales voceros y líderes se tomaran el tiempo de revisar con responsabilidad política los mensajes que no solo les está enviando el jefe del Estado, sino los millones de colombianos que siguen a Petro y que salieron masivamente a respaldar sus reformas sociales. Quienes de manera pasiva le hacen oposición al gobierno de Petro y solo están esperando a que termine su mandato para empujar la economía del país, están jugando con candela. Hay un pueblo que despertó de su original letargo, gracias al triunfo de Petro y sus constantes invitaciones a “levantarse contra el opresor”. Las motivaciones de la gente que se viene movilizando a favor del presidente no morirán una vez este hijo de Ciénaga de Oro (Córdoba) abandone la Casa de Nariño.

En su intervención en la tarima, Gustavo Petro llamó anacrónico y premoderno a Uribe y al empresariado que respaldó sus medidas neoliberales que terminaron de empobrecer a la clase trabajadora y de enriquecer a los empleadores. Esa disputa entre Petro y Uribe se radicalizó aún más con la manera como el presidente le respondió a los mensajes de odio que se escucharon en las marchas del 21 de abril y que él asocia al uribismo y a las críticas que el expresidente antioqueño le hizo al proyecto de reforma laboral.

Si la derecha no uribizada lee con cuidado el momento histórico por el que atraviesa el país, debe consolidar el distanciamiento que de tiempo atrás algunos empresarios medianos y líderes gremiales tomaron del expresidente Uribe Vélez. Esa derecha que tomó distancia política del dañino líder antioqueño debe renovar su ideario si de verdad quieren recuperar el poder en el 2026, para gobernar en condiciones de tranquilidad social. Y para gobernar bajo esas condiciones deben acoger las reformas planteadas por Petro y ajustar el modelo político y económico, lo que significa caminar hacia la profundización de la democracia, por la vía de la reindustrialización. No hacerlo, le daría la razón a Petro cuando calificó de anacrónicos y premodernos a los agentes económicos y políticos del uribismo.

Los empresarios que en el pasado se beneficiaron del Todo Vale que institucionalizó Uribe y que tardíamente comprendieron los nocivos efectos sociales, políticos, económicos, morales y éticos que dejó en la sociedad el sinuoso ethos que siempre guió la vida pública del expresidiario y expresidente, deben proponerle al país una alternativa electoral y política. Ese lugar lo debería estar ocupando el Centro, pero en Colombia no existe ese sector político. Por lo menos, quienes se asumen de Centro, en los últimos 30 años, por física cobardía y comodidad, optaron por hincarse ante el poder intimidante de lo que se conoce como el uribismo. Sergio Fajardo es el vocero más visible de ese Centro medroso y cobarde que jamás fue capaz de erigirse como alternativa de poder.

Eso sí, una cosa debe quedar clara para los dos sectores políticos en contienda: es tiempo de parar el conteo de personas movilizadas para acercarse a saber si las del primero de Mayo fueron más nutridas que las del 21 de abril, cuando la oposición al gobierno salió nuevamente a las calles a decirle No a las reformas sociales que tanto necesita el país. Ya el uribismo está invitando a otra marcha de respuesta para este 4 de mayo. No. Resulta inconveniente seguir insistiendo en movilizaciones cuando a lo que hay que apostarle es a reactivar la economía y en el mediano plazo, concretar las actividades de reindustrialización que va a necesitar el país para asegurar la viabilidad fiscal de las reformas a la salud y pensiones, una vez estas se concreten y se pongan en marcha. Las movilizaciones desgastan el sentido de la democracia, al tiempo que profundizan los odios de lado y lado.



Imagen tomada de El País. 

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