Por Germán Ayala Osorio
Pasada
la jornada de movilizaciones del 1 de Mayo y la fuerte respuesta que el presidente
Petro le dio a la Oposición que encarna el expresidente y expresidiario, Álvaro
Uribe Vélez, emergen por lo menos dos caminos a seguir. Del lado del gobierno, ya
es tiempo de que se acelere la aplicación de su Plan Nacional de Desarrollo y exponga
los logros en infraestructura (ferrocarriles y vías terciarias y secundarias,
entre otros indicadores) y en general en el mejoramiento de las condiciones de
vida de los millones de pobres y vulnerables. Y esto incluye, en particular, disminuir
sustancialmente las quejas contra las EPS, superar la crisis actual del sistema
de aseguramiento en salud y llevar atención de calidad a las zonas más remotas que
quedaron por fuera del radar de las EPS porque no les era rentable apostarle el
aseguramiento de por lo menos 15 millones de colombianos que sobreviven en esa
Colombia profunda. La mejor forma de contrarrestar las mentiras y las medias
verdades de los medios masivos tradicionales es con hechos y transformaciones.
Por
el lado de la Oposición, ojalá sus principales voceros y líderes se tomaran el
tiempo de revisar con responsabilidad política los mensajes que no solo les
está enviando el jefe del Estado, sino los millones de colombianos que siguen a
Petro y que salieron masivamente a respaldar sus reformas sociales. Quienes de
manera pasiva le hacen oposición al gobierno de Petro y solo están esperando a
que termine su mandato para empujar la economía del país, están jugando con
candela. Hay un pueblo que despertó de su original letargo, gracias al triunfo
de Petro y sus constantes invitaciones a “levantarse contra el opresor”. Las
motivaciones de la gente que se viene movilizando a favor del presidente no
morirán una vez este hijo de Ciénaga de Oro (Córdoba) abandone la Casa de
Nariño.
En
su intervención en la tarima, Gustavo Petro llamó anacrónico y premoderno a
Uribe y al empresariado que respaldó sus medidas neoliberales que terminaron de
empobrecer a la clase trabajadora y de enriquecer a los empleadores. Esa
disputa entre Petro y Uribe se radicalizó aún más con la manera como el presidente
le respondió a los mensajes de odio que se escucharon en las marchas del 21 de
abril y que él asocia al uribismo y a las críticas que el expresidente antioqueño
le hizo al proyecto de reforma laboral.
Si
la derecha no uribizada lee con cuidado el momento histórico por el que
atraviesa el país, debe consolidar el distanciamiento que de tiempo atrás algunos
empresarios medianos y líderes gremiales tomaron del expresidente Uribe Vélez. Esa
derecha que tomó distancia política del dañino líder antioqueño debe renovar su
ideario si de verdad quieren recuperar el poder en el 2026, para gobernar en
condiciones de tranquilidad social. Y para gobernar bajo esas condiciones deben
acoger las reformas planteadas por Petro y ajustar el modelo político y
económico, lo que significa caminar hacia la profundización de la democracia,
por la vía de la reindustrialización. No hacerlo, le daría la razón a Petro
cuando calificó de anacrónicos y premodernos a los agentes económicos y
políticos del uribismo.
Los
empresarios que en el pasado se beneficiaron del Todo Vale que institucionalizó
Uribe y que tardíamente comprendieron los nocivos efectos sociales, políticos,
económicos, morales y éticos que dejó en la sociedad el sinuoso ethos que siempre
guió la vida pública del expresidiario y expresidente, deben proponerle al país
una alternativa electoral y política. Ese lugar lo debería estar ocupando el
Centro, pero en Colombia no existe ese sector político. Por lo menos, quienes se
asumen de Centro, en los últimos 30 años, por física cobardía y comodidad,
optaron por hincarse ante el poder intimidante de lo que se conoce como el
uribismo. Sergio Fajardo es el vocero más visible de ese Centro medroso y cobarde
que jamás fue capaz de erigirse como alternativa de poder.
Eso sí, una cosa debe quedar clara para los dos sectores políticos en contienda: es tiempo de parar el conteo de personas movilizadas para acercarse a saber si las del primero de Mayo fueron más nutridas que las del 21 de abril, cuando la oposición al gobierno salió nuevamente a las calles a decirle No a las reformas sociales que tanto necesita el país. Ya el uribismo está invitando a otra marcha de respuesta para este 4 de mayo. No. Resulta inconveniente seguir insistiendo en movilizaciones cuando a lo que hay que apostarle es a reactivar la economía y en el mediano plazo, concretar las actividades de reindustrialización que va a necesitar el país para asegurar la viabilidad fiscal de las reformas a la salud y pensiones, una vez estas se concreten y se pongan en marcha. Las movilizaciones desgastan el sentido de la democracia, al tiempo que profundizan los odios de lado y lado.
Imagen tomada de El País.
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