jueves, 21 de agosto de 2025

TERRORISMO EN CALI Y PERIODISMO EN CLAVE ELECTORAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Después del execrable atentado terrorista ocurrido en Cali y la acción militar en Amalfi (Antioquia) que terminó con el derribamiento de un helicóptero militar, el noticiero Caracol Noticias abrió sus micrófonos a los precandidatos presidenciales de la derecha uribizada para que sacaran provecho electoral de los nefastos hechos de orden público. Y la mejor forma de sacarle ventaja a la tragedia, en particular a la acción prepolítica que afectó a la capital del Valle del Cauca, es responsabilizar al gobierno Petro de lo ocurrido.  Aquí lo de menos son las víctimas. Es más, los muertos y heridos serán de gran ayuda para posicionar el miedo y asegurar la venta de la seguridad como lema de campaña.

Como actor político, Noticias Caracol convierte el hecho prepolítico ocurrido en Cali, en una oportunidad electoral para que la derecha y el uribismo activen su acostumbrada narrativa de “meterle miedo a la ciudadanía, para venderle seguridad democrática”.  En el 2002 les funcionó a la perfección.

No creo que se trate de simples y desafortunadas coincidencias que los dos hechos criminales se hayan producido en dos territorios que electoralmente recogen la disputa ideológica que acompaña el enfrentamiento entre el uribismo y el petrismo: Cali, como epicentro del estallido social y ciudad con una importante base petrista y Amalfi, pueblo ubicado en el departamento de Antioquia, lugar en el que el condenado expresidente Uribe Vélez aún sigue siendo idolatrado a pesar del despertar de cientos de miles de antioqueños que ya no se sienten representados por el salgareño que recién recuperó su libertad gracias a la cuestionada decisión del Tribunal Superior de Bogotá.

Concomitantes o no, el atentado terrorista en Cali y la acción militar en Amalfi serán usadas y aprovechadas por la prensa hegemónica durante varias semanas para favorecer la narrativa de la derecha con la que Uribe Vélez ganó las elecciones en 2002, ofreciendo seguridad democrática para “acabar con el terrorismo”. En la misma emisión de Noticias Caracol el condenado exmandatario antioqueño en tono catastrofista ya empezó a posicionar el miedo como estrategia electoral para vender, como buen enredador paisa, su producto estrella: la seguridad… democrática, de la mano del engañoso lema, “Mano Firme, Corazón Grande”.

Lo curioso es que mientras el presidente Petro hizo un llamado al Estado colombiano en su conjunto e incluso a otros Estados nacionales para afrontar el desafío criminal de las organizaciones al margen de la ley que están detrás de los violentos hechos, los precandidatos uribistas dejaron ver que no tienen una visión de Estado, en buena medida porque lo único que les interesa es deslegitimar al gobierno Petro sacándole en cara su política de Paz Total. El jefe del Estado cometió dos errores al concebir dicha política de pacificación dialogado: el primero, su visión maximalista y el segundo, quitarles el ropaje político a las guerrillas, mientras las invitaba a negociar.

Declarar la conmoción interior es una medida que, aunque desesperada, sirve para contrarrestar en algo la negativa y catastrofista narrativa periodística. La respuesta militar y policial que ordene Petro como comandante supremo de las fuerzas armadas inexorablemente deberá apuntar a tres objetivos: dar con los responsables, en especial con los que ordenaron y perpetraron el atentado terrorista en Cali,  golpear con fiereza y contundencia a esas estructuras y, finalmente, erosionar la narrativa de la seguridad con la que el uribismo buscará regresar a la Casa de Nari, para “salvar al país del terrorismo”.



camion bomba en cali en la base aérea - Búsqueda Imágenes


miércoles, 20 de agosto de 2025

COLOMBIA: EL PAÍS DEL ABSURDO, LA ESTOLIDEZ Y LA BELLEZA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Colombia es el país del absurdo y de la belleza. En el 2016 el triunfo del No en el plebiscito por la paz confirmó que cuando ese tipo de ejercicios democráticos se llevan a cabo en medio de la desinformación, el odio, la ignorancia y la estupidez, orquestadas desde la gran prensa y el uribismo unidos, lo inverosímil ocurre:  el No ganó con 6'431.376 votos. Aunque fue un triunfo pírrico por la diferencia de 50 mil votos con respecto a quienes votamos Sí al proceso de paz de La Habana para desactivar la máquina de producción de víctimas, sus efectos políticos obligaron a hacerle ajustes al Acuerdo firmado por el Estado y las Farc-Ep. Los efectos psicosociales que dejó esa derrota originaron la polarización política y la crispación ideológica que hoy tiene al país dividido entre el uribismo y el petrismo. El mundo miró con asombro lo ocurrido: millones de colombianos negándose a la paz. Vaya ¡absurdo!

Nueve años después, sin la engañosa, ruin y mentirosa campaña mediática del comité uribista por el No, la Registraduría acaba de darle el aval administrativo a un movimiento ciudadano que impulsa un referendo para derogar el Acuerdo de Paz con las Farc. Nuevamente los hijos de la Colombia absurda aparecen como por arte de birlibirloque buscando protagonismo y confirmando que son los vástagos de la irracionalidad, de lo irrazonable, de lo inadmisible y de lo ilógico.

El entonces jefe negociador del Acuerdo Final, Humberto de la Calle reaccionó ante semejante absurdo jurídico y estolidez política: “En lo jurídico, el referendo contra el Acuerdo de Paz es apenas una comedia. Un acto de prestidigitación pseudojurídica”. Traducción: se trata de una payasada de dos ciudadanos que a lo mejor disfrutaban por televisión de las tomas guerrilleras en donde caían humildes soldados, así como mujeres, niñas y niños víctimas de todos los actores armados involucrados.

Eso sí, a pesar de la inviabilidad jurídica del llamativo referendo con el que se pretende erosionar el bloque de constitucionalidad que ampara al Acuerdo de Paz y obliga al Estado a cumplir lo acordado, no sería extraño que el uribismo apapache a los dos promotores dado que sus miembros son hijos legítimos de lo absurdo y representantes de la estolidez que los hace propensos a exigir el regreso de la política de (in) seguridad democrática, con todo y sus 6402 falsos positivos,  y lo que es peor,  defender a rabiar al condenado expresidente Uribe Vélez, quien cometió graves delitos no políticos. ¿Habrá algo más absurdo que salir a marchar por quien violó la ley?

Juan Fernando Cristo, exministro, víctima del ELN y por tanto amigo de la paz y la reconciliación  respondió a los ingeniosos promotores del comité derogatorio del Acuerdo de Paz de La Habana: “Quieren usar la firma de los colombianos para hacer campaña pensando en 2026 y derogar los Acuerdos de Paz! Los invito a no firmar. Miremos hacia el futuro, no nos quedemos en el pasado”.

Vuelvo a recordar a Zuleta: “para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz

No creo que los promotores de semejante absurdo hayan leído al gran Estanislao Zuleta. Creo más bien que sí escuchan, y a diario, al columnista Felipe Zuleta Lleras, quien llamó “plaga” a la congresista María José Pizarro, hija del asesinado comandante del M-19, Carlos Pizarro León-Gómez. O quizás admiren a Poncho Zuleta. Por gente así es que somos el país del absurdo… y de la “belleza” de cafres, bárbaros, zafios y brutos que nacen y se reproducen en este platanal buscando hacer eterna esta guerra fratricida. 

Adenda: no culpo a los dos ciudadanos que están detrás del comité que pretende derogar el Acuerdo de Paz, pues algo parecido intentó hacer el abyecto subpresidente Iván Duque Márquez con su política pública Paz con Legalidad. Véase en este enlace: LA OTRA TRIBUNA: SOSTENIBILIDAD CULTURAL, PAZ Y GUERRA



martes, 19 de agosto de 2025

ORDENAN LIBERTAD DEL CONDENADO EXPRESIDENTE URIBE VÉLEZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el fallo de tutela que ordena la libertad inmediata del condenado expresidente Álvaro Uribe, la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá le “echa gasolina” al ya caldeado ambiente político y electoral en el país. Esa decisión puede ser leída de muchas maneras. He aquí algunas de esas posibles perspectivas orientadas a entender la trascendental decisión.

Con la orden de libertad los magistrados reviven la ya raída presunción de inocencia del político antioqueño hasta que tomen una decisión de fondo de la condena de primera instancia proferida por la jueza Sandra Heredia. Eso sí, los togados ponen un manto de duda sobre el criterio jurídico de la operadora judicial que condenó a Uribe a 12 años de prisión domiciliaria y lo privó de la libertad en razón a su incontrastable poder de intimidación sobre la propia justicia y en claro beneficio de las víctimas.

Después de leer el sentido del fallo condenatorio y posteriormente la cuantía de la condena y la orden de arresto domiciliario, la jueza 44 fue objeto de numerosas amenazas y descalificaciones en las redes sociales. Ya la revista Semana había “perfilado” a la juez Sandra Heredia, a través de un ejercicio periodístico a todas luces tendencioso y temerario. Las marchas del 7 de agosto en contra de la decisión de la jueza y en favor del condenado dan cuenta no solo de los niveles de polarización política y crispación ideológica en el país, sino de la naturalización de un ethos mafioso que lleva a muchos a defender hechos y actos inmorales.

Al ordenar reversar la medida, de inmediato se activaron las bodegas uribistas en contra de la operadora judicial, lo que claramente eleva los riesgos de que sufra algún atentado criminal por considerar los áulicos de Uribe y naturales enemigos de la juez que actuó “llevada por el odio” hacia el Mesías de Salgar (Antioquia).

El fallo, sin embargo, sirve para desmontar la narrativa que el uribismo puso a circular con la ayuda de la prensa hegemónica que indicaba que al expresidente Uribe se le “habían violado las garantías procesales”. Pues bien, la orden de libertad al condenado por delitos no políticos desmiente lo expresado por la defensa del exdirector de la Aerocivil y sus áulicos.

Los magistrados de la Sala Penal del Tribunal Superior optaron por desconocer el carácter ejemplarizante del fallo de la jueza 44 y lo que es peor, no entendieron que esa decisión en sí misma era y sigue siendo un triunfo del aparato judicial sobre un expresidente de la República que durante 13 años se burló del país, de las víctimas y de la justicia. Lo que hicieron fue poner por encima de los derechos de las víctimas la temida figura política de un exmandatario que jamás actuó con el decoro y la responsabilidades morales y éticas que le demandan su condición de expresidente de la República. En esta ocasión los togados se pusieron del lado del victimario y se olvidaron de los derechos de sus víctimas.

Veremos qué sucede con la impugnación que muy seguramente interpondrá el equipo jurídico que defendió los intereses del senador Cepeda como figura relevante entre las víctimas de Uribe Vélez.

Eso sí, medio país espera que esta discutible decisión de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá no sea el preludio de un fallo de segunda instancia que eche para atrás la condena de 12 años proferida por Sandra Liliana Heredia.

 



Imagen tomada de El Espectador.com 

PRUEBAS DE SANGRE Y VIAJES DE SUPERIORIDAD MORAL

 Por Germán Ayala Osorio

 

Los viajes de superioridad moral suelen servir para ocultar prácticas, ideas, hechos y la férrea defensa de un sistema económico y un orden social atravesados por un ethos mafioso que los colombianos naturalizaron entre el 2002 y el 2010.

La derecha en Colombia lleva tres años calificando al presidente Petro de “borracho, drogadicto y homosexual” como parte de la narrativa clasista con la que han demostrado su desprecio no tanto por esas “conductas” en las que, según el relato, el jefe del Estado habría incurrido, sino por la persona en sí misma: odian a Petro por ser Petro. Punto.

A Petro no le perdonan su origen de clase, su pasado como miembro del M-19 y mucho menos haberse atrevido a desafiar a los más poderosos agentes del Establecimiento, incluida la prensa y por esa vía, jugársela por la emancipación de un pueblo sometido durante más de 20 años de uribismo a las recetas del neoliberalismo con las que se alimentan el clasismo y el racismo y por supuesto la privatización del Estado para el disfrute de una élite cuyos miembros a lo mejor meten coca, tienen problemas con el alcohol, practican la pedofilia y guardan celosamente secretos de sus reales gustos y orientaciones sexuales.

De cara a las elecciones de 2026, y ante el profundo debilitamiento del relato que aseguraba que nos “volveríamos como Venezuela”, a tres nuevos “faros de la doble moral” se les ocurrió la brillante idea de irse a tomar exámenes de sangre porque “no se puede gobernar ni borracho ni trabado”. Menos mal no hay indicadores sanguíneos que puedan medir “los grados de homosexualidad en una persona”, porque muy seguramente también se harían esa prueba para “demostrar” que están listos para “recuperar a Colombia” porque son heterosexuales, así sea de dientes para afuera.

Blu radio, una cadena uribizada, registró el llamativo hecho, que hace parte de la estrategia moralizante que intentarán imponer para conquistar los religiosos corazones de cientos de miles de colombianos que usan a diario la “doble moral” para descalificar y deshumanizar a sus adversarios, contradictores o simplemente a la “gente de izquierda” o quienes se declaren liberales.

Los exgobernadores Juan Guillermo Zuluaga, Héctor Olimpo Espinosa y el exalcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas, estuvieron en un laboratorio médico haciéndose un examen de toxicología como documento previo a inscribirse para las elecciones para la presidencia. Entre los exámenes estuvo el procesamiento del panel de drogas por 3 (marihuana-, cocaína- anfetaminas) y panel de alcohol. “No se puede gobernar ni borracho ni trabado” y “para gobernar hay que estar cuerdos”.

Estamos ante una nueva manera de criminalizar a los adversarios, en particular a quienes militan en la izquierda y en el progresismo. Qué nivel más bajo en el que viene cayendo la discusión pública de asuntos públicos en esta Colombia pacata, farandulera, morbosa, mojigata, gazmoña, puritana, morronga, clasista, racista, machista, atontada y misógina.

Menos mal no se necesitan pruebas de sangre para descubrir prácticas corruptas y clientelistas, así como viejos apoyos políticos a quienes convirtieron a Colombia en uno de los países más desiguales del mundo, porque muy seguramente se las harían tomar en sus particulares laboratorios clínicos.  “Con un puntaje de 54,8 en el coeficiente de Gini, Colombia se ubicó en el tercer país con mayor índice de desigualdad, por concepto de ingresos económicos, en el mundo, y posicionándose como el primero en el continente americano”.

Eso sí, poco importa si los artífices de semejante logro socioeconómico consumieron drogas, tomaban decisiones macroeconómicas bajo la influencia del alcohol o en medio de bacanales con prostitutas o niñas. Allí lo relevante, moral, económica y políticamente aceptable es que aplicaron las recetas neoliberales. Lo demás, son ínfimos detalles. 




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lunes, 18 de agosto de 2025

¿LA MUERTE DE MIGUEL URIBE ES UN MAGNICIDIO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Declarar el crimen de Miguel Uribe Turbay como un magnicidio, además del carácter simbólico que acompaña al calificativo, deviene con una suerte de clasismo político con el que la derecha y el Establecimiento en general buscaban consolidar la narrativa catastrofista que indica que fue “asesinado un gran líder social y político y con su desaparición, se mató la esperanza de los colombianos”. El uribismo necesitaba de un mártir para sacudirse moral y políticamente de la condena de 12 años de prisión domiciliaria proferida contra el expresidente Álvaro Uribe. Y para ese propósito, la gran prensa bogotana ayudó complacida.

Y la verdad es que la notoriedad política del finado siempre estuvo asociada a la manera sectaria y violenta con la que asumió la vocería de la oposición en un evidente afán por parecerse al expresidente Uribe Vélez. Miguel Uribe Turbay olvidó o quizás no le interesó jamás saber que un verdadero líder se construye apelando al pensamiento sistémico, pero sobre todo dando muestras de una gran comprensión de los problemas, ventajas y desafíos de un país complejo como Colombia.

El finado siempre vivió en la burbuja que le proveyó ser nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, circunstancia que para el caso colombiano de inmediato le da el “derecho natural” de aspirar a la presidencia de la República, sin la necesidad de haber labrado un camino de lucha por quienes sufren las consecuencias de haber consolidado en el país una sociedad y un modelo de desarrollo excluyentes, racistas y clasistas que a juzgar por sus últimos discursos y arengas en el Congreso, esas circunstancias poco o nada le incomodaban al conservador político uribista.

Por supuesto que la declaratoria de magnicidio que hizo la Fiscalía se pudo haber dado por la presión ejercida por los medios masivos que convirtieron el atentado y el posterior fallecimiento de Miguel Uribe en un reality show con el firme propósito de mover en las audiencias los sentimientos más primarios y por esa vía sembrar miedo, desesperanza y odio. Apelar a las emociones de los ciudadanos facilitó la tarea de convertir las afueras de la clínica en la que fue atendido en una especie de ermita de la derecha camandulera, clasista y racista que por esos días de vigilia fueron aportando para que finalmente se declarara magnicidio su execrable asesinato.

Con el politizado sepelio, la prensa bogotana, en particular el noticiero Caracol Noticias, logró elevar a Miguel Uribe a la categoría de proto estadista, héroe y líder. Al final, a empellones, el relato periodístico y los lamentos de los presentadores y comentaristas de radio y televisión lo metieron en el mismo lugar que ocupan Luis Carlos Galán Sarmiento y Jorge Eliécer Gaitán Ayala, quienes en el momento de caer asesinados ostentaban la calidad de candidatos presidenciales. Miguel Uribe era precandidato presidencial por el Centro Democrático y al interior de esa colectividad había recelos y enfrentamientos con Paloma Valencia y María Fernanda Cabal que se disputaban el guiño del dueño de ese partido.

La RAE define magnicidio como la “muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder”.  La relevancia política de Miguel Uribe estaba en camino de consolidarse, pero el haberse instalado en una orilla ideológica caracterizada por el sectarismo le impidió recorrer los caminos hacia un liderazgo amplio ancorado al reconocimiento generalizado de la sociedad colombiana.

Adenda: Indepaz cometió una ligereza al elevar a Miguel Uribe Turbay a la condición de líder social y político. La organización retiró el trino con la imagen que indicaba que su asesinato correspondía al número 97 de los líderes ultimados en lo que va corrido del 2025.



miguel uribe turbay es un magnicidio sepelio - Búsqueda Imágenes


¿Y SI CAROLINA CORCHO ES LA CANDIDATA PRESIDENCIAL DEL PACTO HISTÓRICO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

¿Algún día en la Colombia patriarcal, machista y misógina veremos a una mujer llegar a la Casa Nariño en calidad de presidenta?  Esa es la pregunta que de un tiempo para acá se hacen millones de colombian@as.

El sentido del interrogante por supuesto que va acompañado de la participación cada vez mayor de la mujer en la política, actividad histórica y culturalmente dominada por hombres que en sus ejercicios de poder han dejado ver prácticas machistas y otras muy cercanas a la misoginia.

Las dinámicas del conflicto armado interno dan cuenta de esas prácticas de dominación y violencia hacia las mujeres. En las fuerzas armadas y en las filas de los narcoparamilitares y las narcoguerrillas: violaciones, empalamientos y asesinatos. Dichos crímenes ocurren a diario en ciudades capitales y zonas rurales.

Esa irrupción de las féminas viene de la mano de la afortunada erosión de la idea de que “solo los hombres” pueden gobernar a un país tan complejo como Colombia, lo que debe entenderse como un momento propicio para que una mujer llegue a gobernar a los colombianos.

En mucho viene ayudando el feminismo como corriente de pensamiento que reivindica a las mujeres y pone en crisis los roles de esposas y madres obedientes dedicadas al cuidado de hijos, de los esposos y del hogar.

Ahora que se acerca la campaña presidencial, en el escenario electoral aparecen varias mujeres que aspiran a ser elegidas candidatas para disputar la hegemonía masculina en el poder político. Eso sí, dentro del ramillete de féminas existen diferencias sustanciales alrededor de cuál debe ser el perfil de una eventual presidenta de Colombia. Todas en mayor o menor medida han sido víctimas de la sociedad patriarcal, misógina y machista en la que crecieron. Es posible, incluso, que varias de ellas se “sientan a gusto” con esas circunstancias de dominación, a otras poco les importe y quizás en el fondo otras las impulse llegar a la presidencia de la República para “refundar la patria” en función de unas nuevas relaciones entre Hombres y Mujeres.

Por el lado de la ultraderecha aparecen las congresistas María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, hijas y legitimadoras del machismo en la política y en la vida cotidiana; y es así porque llevan años sometidas al poder, con visos de misoginia y probado machismo de su jefe político el expresidente Álvaro Uribe Vélez, un recio “machito” acostumbrado a domar bestias, en especial yeguas. Recordemos cuando la senadora Cabal descalificó a un grupo de feministas que salió a protestar. Les dijo que eran “un poco de locas, además, feas, horrorosas y empelotas”. Esa forma despectiva de la señora Cabal de referirse a las feministas deviene ancorada a su enfermiza lealtad hacia Uribe, un macho que habla de las mujeres como si se tratara de “yeguas” listas para ser montadas. Los que leyeron el libro de Héctor Abad, El olvido que seremos saben perfectamente de lo que aquí se habla.

Por el lado del progresismo, la exministra de salud, Diana Carolina Corcho Mejía y la congresista María José Pizarro también están enfrentadas al machismo que ronda a la izquierda y esperan el aval de su partido para enfrentar el desafío cultural y político de llegar a la Casa de Nariño.

Ahora que se vienen las consultas internas en los partidos políticos, es más probable que del lado del progresismo se termine eligiendo a una mujer como candidata única de cara a las presidenciales. En particular, creo que la psiquiatra y exministra de salud del gobierno Petro, Diana Carolina Corcho Mejía tiene la solidez académica para enfrentar el desafío de gobernar a un país lleno de machitos cabríos que se oponen a que las mujeres se liberen del yugo patriarcal. Corcho Mejía conoce el sistema de aseguramiento en salud y comprende los factores culturales, ideológicos y políticos que rodearon la operación de dicho sistema, atado a las lógicas neoliberales que se impusieron en el país desde César Gaviria Trujillo,  pasando por Pastrana y las que se entronizaron con Uribe Vélez y continuaron Juan Manuel Santos y el subpresidente Iván Duque Márquez. Dichas lógicas se aplicaron de la mano de un ethos mafioso que debe ser leído no exclusivamente en clave masculina, pues ha sido validado por mujeres que alcanzaron las más altas dignidades del Estado.

Un salto hacia adelante y un verdadero golpe de opinión lo darían el Pacto Histórico, su dirigencia y seguidores si avalan a Diana Carolina Corcho como la candidata única. Ojalá sepan leer el momento histórico por el que atraviesa el país y el creciente cansancio social y cultural de las maneras como los hombres asumen el poder y promueven la hegemonía masculina en el ejercicio de la política, casi siempre en contravía de los derechos de las mujeres a participar de las grandes decisiones.

No caben aquí expresiones como es que “no tiene la experiencia y la formación suficientes para gobernar al país”. ¿Acaso Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque las tuvieron? Estos llegaron a la casa de gobierno validados por el “cacorraje nacional” del que habló en su momento la escritora Carolina Sanín.




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domingo, 17 de agosto de 2025

LOS RETOS DE LA CAMPAÑA PRESIDENCIAL

   

Por Germán Ayala Osorio

 

El asesinato de Miguel Uribe Turbay y su aprovechamiento político, ideológico y mediático marcará la campaña presidencial de 2026. A partir de ese momento, los colombianos afrontaremos el colosal reto electoral de votar por la continuidad del proyecto progresista o por el regreso del dañino uribismo.

Se trata de un desafío monumental que servirá para medir si realmente hubo un cambio evidente e incontrastable en las audiencias a las que el gobierno Petro y su estrategia comunicacional intentaron convencer de las bondades del progresismo y de la necesidad de que el país siga caminando hacia el cambio cultural que conlleva la consolidación de un Estado y de una sociedad modernos. Más claro: si se logró fijar en la conciencia colectiva (popular) que el uribismo es el tenebroso pasado al que jamás se debe regresar.

Como todo reto, hay por supuesto riesgos que aparecen, especialmente cuando ya se propuso del lado del uribismo la amenaza de “destripar a la izquierda” y la que de manera natural se desprende de los discursos de odio y venganza promovidos por el expresidente Uribe y por quienes insistirán en señalar que Petro es responsable, políticamente hablando, del del crimen de Miguel Uribe Turbay. Los impulsa la idea de que a Miguel Uribe “lo asesinó la izquierda petrista”.

Ya el miedo de “convertirnos en Venezuela” murió como relato periodístico y político, a pesar de que el Gran Reo (Álvaro Uribe) siga inventando “categorías”. Después de haber creado la del “Castrochavismo”, ahora habla de “mordaza neocomunista” con el firme propósito de invalidar la legal y legítima decisión de la jueza Sandra Heredia de condenarlo a 12 años de prisión domiciliaria por delitos no políticos.

Si la economía va bien, si no hubo expropiaciones y mucho se nacionalizó la banca, ¿por qué no permitir que se consoliden las apuestas de este gobierno en materia agrícola, ambiental y turística? El hecho de que grandes empresas reporten millonarias ganancias durante el gobierno Petro debería de impulsar a los más poderosos agentes del Establecimiento a tomar la decisión de abandonar al expresidente Uribe para que afronte en soledad sus líos judiciales. Es hora de darle la estocada final al uribismo.

A la derecha uribizada solo le queda apelar a consignas un tanto abstractas y mendaces como “vamos a recuperar a Colombia”, “sin seguridad no hay paz” y “vamos a salvar la democracia de la dictadura”, que continúan siendo respaldadas por la prensa hegemónica y sus propietarios interesados en regresar a los tiempos del unanimismo ideológico y político que se impuso durante los 20 años en los que el uribismo mandó en el país.

Esos tres lemas de campaña apuntan a dos instituciones que resultaron claves para consolidar el uribismo y el ethos mafioso que los identifica: el Congreso y las Fuerzas Armadas.

Quienes vayan a votar por la continuidad del proyecto progresista deben comprender que sin mayorías en el Congreso no será posible consolidar los principios que orientan la promesa del cambio que, a pesar de los escandalosos hechos de corrupción al interior de la UNGRD, sigue siendo una oferta importante para lograr por fin vivir en una República.

Las instituciones castrenses serán el objetivo político-electoral de la derecha y la ultraderecha en la medida en que las estructuras criminales muy seguramente les darán un “empujoncito electoral” con atentados, secuestros, asesinatos de militares y policías, tomas de pueblo... Sin esa colaboración, la consigna “sin seguridad no hay paz” morirá rápidamente a pesar de los esfuerzos de la prensa tradicional de amplificar los hechos violentos que en adelante se presentarán para generar miedo y zozobra en las comunidades rurales, pero sobre todo en ciudades capitales.

La campaña electoral arrancó con el particular olor a gladiolo mustio. Ya veremos si como sociedad civilizada seremos capaces de dejar atrás ese aroma o si por el contrario lo asumiremos como la esencia de nuestras violentas e históricas maneras de resolver las diferencias y los conflictos.


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sábado, 16 de agosto de 2025

¿JUAN CARLOS PINZÓN, “EL GENERAL SIN SOLES” QUE LE GUSTA A URIBE?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con la muerte de Miguel Uribe Turbay el dueño del Centro Democrático deshoja margaritas en su lugar de reclusión mientras decide quién estaría deseoso de convertirse en su segundo títere. En su afán por mantener el poder político, el reo y expresidente Álvaro Uribe Vélez parece desesperado por encontrar una figura política dispuesta a ser su sirviente en la Casa de Nari tal y como lo fue Iván Duque Márquez, a quien el país recuerda como el subpresidente o el pasante que pernoctó por cuatro años en la casa de gobierno.

Al parecer, Uribe Vélez ya se habría decidido por el nieto de Turbay Ayala, quien había hecho méritos suficientes para ser el ungido y  llevar las banderas del uribismo: gritaba, insultaba, repetía como loro seguridad, seguridad y seguridad y se oponía sin argumentos a las reformas sociales del gobierno Petro. Además, le decía “presidente” al padre de la Seguridad Democrática.

Al no estar Miguel Uribe, el recién condenado se ve un tanto desesperado porque no ve en el panorama político a un hombre (macho) capaz de recoger las raídas banderas que identifican al uribismo: neoliberalismo, militarización del Estado y naturalización de un pérfido ethos.

Todo el país sabe y en particular dentro del Centro Democrático que al Gran Reo le gustan las mujeres en la política para organizar eventos o para arengar, pero no como candidatas presidenciales. A Uribe no le convencen sus precandidatas María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín. Quizás las asuma como animadoras del debate político, esto es, una especie de “bastoneras” que gritan en coro “fuera Petro y vamos a recuperar el país”. Andrés Guerra viene siendo como una especie de monaguillo. Uribe no cuenta con él para nada.

Mientras deshojaba las margaritas, a su finca-prisión llegó quien al parecer sería el candidato presidencial que realmente convence al “presidente eterno” y exdirector de la Aerocivil: Juan Carlos Pinzón. Esto dijo el condenado expresidente:

Me he reunido con el Dr. Juan Carlos Pinzón. Tengo el más alto concepto sobre él. Trabajó en nuestro gobierno como representante de Colombia en el Banco Mundial y viceministro de Defensa. Pido a nuestros compañeros militantes del Centro Democrático que se supere cualquier prevención porque fue ministro de Defensa en el Gobierno que me sucedió, que hizo bastante daño a Colombia y también al Dr. Pinzón. He explicado al Dr. Pinzón la realidad del partido, que tiene cuatro candidatos que estaban en emulación con el Dr. Miguel Uribe Turbay, nuestro mártir. También manifesté al Dr. Pinzón que la candidatura del Centro Democrático tendrá el compromiso de contribuir a una coalición que gane la elección de 2026 para hacer transición hacia la recuperación democrática de Colombia. Con el Dr. Pinzón identificamos puntos comunes fundamentales en seguridad, exigencia de transparencia, impulso al emprendimiento privado, Estado austero y pequeño y política social”.

Juan Carlos Pinzón Bueno es un político con poco carisma, monotemático (solo habla de seguridad y bala), piensa y habla como chafarote y es un admirador de Uribe Vélez, condiciones estas suficientes para llevar las banderas del uribismo. Ya veremos qué decisión toma el expresidente, caballista, hacendado y domador de bestias. Cualquiera sea su ungido, el país sabe que Uribe Vélez gobernará en cuerpo ajeno como lo hizo con el subpresidente Iván Duque Márquez y ya sabemos cómo terminó el “gobierno” de Iván Duque. Lo cierto es que la trayectoria política de Pinzón Bueno no da para ubicarlo como una persona formada para administrar lo público y mucho menos conocedor de los problemas del país. Eso sí, se ve arrogante, clasista, racista y obediente defensor del vetusto Establecimiento. Igualito a Iván Duque.

En las 2 Orillas se publicó en el 2015 un perfil de Pinzón bajo un titular que hoy le debe gustar mucho a Uribe: Juan Carlos Pinzón, un general sin soles. En la nota periodística se lee que “Juan Carlos Pinzón nació con los sonidos militares de La Diana en el hospital militar de Bogotá. Incluso, aprendió a caminar a los tres años -por allá en 1974- en la sede de la Infantería Mecanizada ‘General Antonio Nariño’ en Barranquilla, justo cuando su papá, Rafael Pinzón, había sido trasladado para trabajar en el departamento administrativo de dicha guarnición. Incluso, el coronel (R) Rafael Pinzón también pasó toda su infancia en batallones porque su progenitor, Roberto Pinzón, estuvo en el Ejército hasta finales de 1950. Su abuelo y su padre siempre se vistieron con los camuflados del Ejército colombiano, imagen con la que creció el ministro de Defensa”.



Álvaro Uribe Vélez y Juan Carlos Pinzón durante la reunión en la que el expresidente destacó coincidencias políticas y abrió la puerta a una posible alianza de cara a 2026 - crédito Álvaro Uribe Vélez/X

viernes, 15 de agosto de 2025

EDITORIAL DE TEP A PROPÓSITO DE LA INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY

 

MURIÓ MIGUEL URIBE TURBAY: DOLOROSO, PERO EL PAÍS SIGUE ADELANTE


Escuchen la versión de este editorial aquí: 🛑 EDITORIAL TEL | EL USO POLÍTICO DEL ASESINATO DE MIGUEL URIBE 


La muerte del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay no puede usarse como instrumento político e ideológico para ahondar el clima de polarización que vive el país, el mismo que supieron aprovechar los autores intelectuales del atentado sicarial para generar caos, miedo, animadversión, incertidumbre e incluso, intentar desestabilizar al actual Gobierno.

Como en anteriores editoriales, desde TEP noticias exhortamos a los candidatos presidenciales y a los colegas de los medios masivos de información a no instrumentalizar el doloroso suceso para sacar réditos políticos los primeros y mejorar el rating, los segundos.

Buscar las reacciones de los políticos, expresidentes de la República y líderes empresariales hace parte de la lógica periodística, circunstancia que termina sirviendo para fijar titulares llamativos que muy seguramente serán leídos en clave de odio y venganza.

Al decir que con el fallecimiento del senador Miguel Uribe Turbay “Mataron la esperanza", el negativo mensaje que se envía a la sociedad alimenta sentimientos catastrofistas que alientan la incertidumbre, la rabia y la venganza en una sociedad que exhibe graves problemas en sus procesos civilizatorios, a juzgar por las maneras como históricamente venimos tramitando las diferencias políticas.

Por supuesto que el asesinato de Miguel Uribe Turbay es trágico y doloroso, pero no puede usarse para alentar el pesimismo y mucho menos estimular el siempre primitivo sentimiento de la venganza.

Como colectivo exhibimos graves problemas para reconocer al Otro como un sujeto de derechos, entre los que se encuentran los de poder disentir, contradecir y opinar en condiciones de igualdad y seguridad. Ese Otro que piensa y actúa distinto lo estamos mirando como un potencial enemigo al que debemos someter o desaparecer. Y como en el fondo estamos hablando de diversidad y pluralidad, huelga recordar la frase de Carlos Pizarro Leóngomez: “que la vida no sea asesinada en primavera”.

Paz en la tumba de Miguel Uribe Turbay y desde este canal periodístico enviamos a su esposa y a su extenso grupo familiar y de amigos un mensaje de solidaridad.

EL ABOGÁNSTER DIEGO CADENA: ¡CULPABLE!


 Por Germán Ayala Osorio

 

El fallo condenatorio contra el abogado Diego Cadena Ramírez confirma la tesis que hace un tiempo lanzó ese gran filósofo, animalista y jurista colombiano: “La ética nada tiene que ver con el derecho”.

Diego Cadena, más conocido como el “abogánster”, acaba de ser encontrado culpable del delito de soborno a testigos y de esa forma favorecer a su cliente el expresidente de la República y reo Álvaro Uribe Vélez, en el caso conocido como el “juicio del siglo”. Sin duda alguna, la situación jurídica que enfrenta hoy  Cadena Ramírez debería de ser analizada en las facultades de derecho del país por el proceso mismo, el material probatorio recogido por la Fiscalía y los alegatos presentados durante el juicio, pero sobre todo porque la conducta de Cadena constituye una vergüenza que de manera clara afecta la imagen de los profesionales del derecho que, apegados a la deontología jurídica, se la juegan a diario por convencer a los jueces, con argumentos y pruebas cargadas de validez, de la inocencia de sus clientes o por lo menos para sembrar la duda razonable para sacarlos airosos de procesos penales, administrativos o de otra índole.

La célebre frase del expresidente Uribe “proceda doctor Diego que usted hace las cosas bien hechas” no solo daba cuenta de la cercanía y el conocimiento del exmandatario antioqueño de las “diligencias” que su abogánster realizaba en las cárceles para torcer testimonios de exparamilitares, sino que resultó ser falsa en la medida en que tanto el temido y reconocido cliente, como su apoderado resultaron condenados por dos jueces distintos.

La admiración y casi veneración que siente Diego Cadena hacia Uribe le permitió al exmandatario antioqueño “instrumentalizarlo”, aprovechándose de la condición de extrema subordinación que el abogánster aceptó desde el preciso momento en el que dejó ver que el “mayor honor de su vida” era servirle- defender- a su ídolo, a su Dios. Cadena Ramírez, de acuerdo con lo expresado por la jueza 44 Sandra Heredia se dejó “instrumentalizar” de Uribe, quien supo manipular a su incondicional abogado, acción esta que la jueza Sandra Heredia calificó como una “interferencia psíquica” atada por supuesto a que “Cadena estaba motivado por la codicia”.

El juez tercero penal con función de conocimiento de Bogotá, Fabián Moreno encontró culpable a Diego Cadena, mientras que la jueza 44 Sandra Heredia hizo lo propio con Álvaro Uribe Vélez. En ambos casos, la justicia se puso por encima del poder intimidante del expresidente de la República y la intención de Cadena de engañarla. Al final, y sin necesidad de que los operadores judiciales hicieran disquisiciones sobre el lugar de la ética en el derecho, quedó más que ratificado que la ética sí tiene que ver con el derecho, dejando a la folclórica, ligera e irresponsable tesis lanzada por el abogado Abelardo de la Espriella con la que se inicia esta columna, como un bufido hético del hoy precandidato presidencial por el uribismo.



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jueves, 14 de agosto de 2025

¿A QUÉ VIENEN REALMENTE LOS CONGRESISTAS GRINGOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La llegada de la delegación gringa para asistir al sepelio de Miguel Uribe Turbay deviene con un tufillo intervencionista en los asuntos internos y de aprobación electoral al que apela el uribismo y en general la derecha colombiana para imponer la narrativa que señala que las ya tensas relaciones entre Washington y Bogotá podrían entrar en una crisis irreversible si el progresismo vuelve a ganar las elecciones en el 2026. Ese escenario complejo se daría no solo por los acercamientos con China a través del acta de entendimiento firmada en el contexto de la nueva Ruta de la Seda, sino por el rechazo del presidente Petro al genocidio perpetrado por Israel en Gaza y patrocinado por los Estados Unidos.

Los congresistas Bernie Moreno (Republicano) y Rubén Gallego (Demócrata), con raíces colombianas, así como Christopher Landau, subsecretario de Estado de Estados Unidos, y John McNamara, encargado de negocios en Bogotá, no llegaron al país a fortalecer las relaciones bilaterales como les dijeron a la prensa: su presencia en Colombia hace parte de un plan orquestado desde el Departamento de Estado, en cabeza de Marco Rubio, para “medirle el aceite” a Petro y vigilar de cerca lo que acontecerá en el país en materia electoral en el 2026.

La reunión que sostendrán los congresistas “americanos” con empresarios, precandidatos presidenciales, mandatarios locales y con el presidente Petro bien podrá servir para “limar asperezas”, o por el contrario para dejar una “diplomática amenaza” al mandatario colombiano. Ya sabremos este 15 de agosto si Petro se dejó amedrentar de Bernie Moreno durante la reunión privada que sostendrán o si se extenderán en el tiempo las ya enrarecidas relaciones bilaterales. Lo que trascienda de esa reunión será clave para imaginar cuál será el papel que jugarán los Estados Unidos en las elecciones de 2026 y hasta dónde el presidente de la República está dispuesto a hacer para demostrarles a los gringos que él no es comunista y que mucho menos de continuar su proyecto político Colombia será una “segunda Venezuela o una Cuba” como creen en Washington, gracias a los viajes  de los representantes del uribismo al país del Norte para ambientar este tipo de intrusiones en los asuntos internos de Colombia.




HABLEMOS DE PRECANDIDATOS PRESIDENCIALES POCO SERIOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La violencia política, pero sobre todo la verbal que desde los tiempos del plebiscito por la paz viene incrementándose en redes sociales y en otros espacios societales, no van a detenerse por cuenta de los llamados que se hacen desde partidos, el sector empresarial y los propios medios de comunicación, estos últimos responsables en gran medida de la polarización política la misma que están ayudando a extender hasta las próximas elecciones.

En el sepelio de Miguel Uribe Turbay quedó claro que no habrá desescalamiento de la violencia verbal y en la pugnacidad ideológica. Y ese parece ser el escenario predilecto para los precandidatos Daniel Quintero, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella.

Ya las audiencias reconocen que los tres políticos le están apostando a caldear más los ánimos con sus actos de habla cargados de animosidad y desinterés por presentar sus propuestas de gobierno, en caso de que resulten elegidos en las consultas internas de sus colectividades como candidatos presidenciales. Los une la irresponsabilidad, la ligereza, pero sobre todo la ceguera para leer la actual coyuntura política, aún más enrarecida con el fallecimiento y el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay y el declive del uribismo.

Si los comportamientos públicos y la “verborrea” de Quintero, Dávila y De la Espriella son el fruto de las recomendaciones recibidas de sus asesores de campaña, entonces hay que decir que están muy mal asesorados. Que Dávila y el abogado defensor de DMG lo hagan hace parte de las formas como la ultraderecha y el uribismo suelen plantear soluciones a los problemas del país: bala, señalamientos y viajes de superioridad moral que lo único que dejan ver es el cinismo de los intrépidos viajeros, reconocidos por su clasismo y racismo.  

Pero si Quintero quiere recoger las banderas del progresismo, sus acciones simbólicas le están quitando seriedad a las ideas políticas y a toda la narrativa reivindicante y contestataria con la que el presidente Petro viene confrontando a los agentes del vetusto Establecimiento colombiano.

Eso de viajar hasta el Amazonas a izar la bandera de Colombia en la disputada isla de Santa Rosa y aparecerse con la bandera de Palestina en la asamblea de la Andi pueden resultar espectaculares al ojo de los fanáticos, pero resultan poco serias y convenientes porque, de un lado, aumenta las tensiones diplomáticas entre Perú y Colombia; y del otro, acrecienta el odio de los empresarios hacia todo lo que huele a progresismo. Y claro que son legítimos los reclamos que hace el político antioqueño, el problema está en las maneras como pretende luchar por las dos causas.

Eso sí, la campaña de Carolina Corcho está sirviendo para consolidar la imagen de una mujer aplomada, inteligente y formada para el debate de las ideas. Todo lo contrario están haciendo el exalcalde de Medellín, el maltratador de gatos y la periodista-periodista. Los tres están construyendo una imagen de políticos inmaduros e incapaces de discutir con argumentos porque sus incontrastables egos los están llevando a hacer el ridículo.

 



abelardo de la espriella, daniel quintero y vicky davila - Búsqueda Imágenes

miércoles, 13 de agosto de 2025

El POLITIZADO SEPELIO DE MIGUEL URIBE TURBAY

Por Germán Ayala Osorio

 El expresidente Álvaro Uribe Vélez, la prensa hegemónica y Miguel Uribe Londoño, padre del asesinado precandidato presidencial convirtieron el sepelio del recién ungido “héroe y mártir” del uribismo, Miguel Uribe Turbay, en un acto electorero, cargado de consignas que en lugar de apuntar a desescalar el lenguaje y la pugnacidad ideológica, invitan a la venganza política, de la mano del Estado militarista que operó en Colombia entre 2002 y 2010. Con el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay, la contienda electoral de 2026 inició con olor a gladiolo mustio y el aroma triste de los tintos que sirven en las funerarias.

Tanto el discurso enviado por el exmandatario antioqueño, como las palabras del padre del senador conservador constituyen un llamado a regresar al pasado, esto es, a los tiempos de la temida política de seguridad democrática, la misma que dejó 6402 jóvenes asesinados por militares que monetizaron sus vidas siguiendo aquella instrucción presidencial con la que se pedía “más y mejores resultados operacionales y que aquel que no los diera, que fuera pidiendo la baja”.

El papá del senador mandó un mensaje claro al caballista, reo, exdirector de la Aerocivil y domador de bestias: “Este país nunca saldrá de donde está sin seguridad […], en los próximos meses escojamos el triunfo abrumador de ese liderazgo, que tome las banderas de Miguel para que en Colombia vuelva la seguridad. Esta guerra tiene culpables y responsables, lo sabemos, no tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia, no tenemos duda de quién la promueve, no tenemos duda de quién la permite. Tenemos que plantar cara a esto y decir no más, no más y no más…”

Mientras transcurrían las honras fúnebres, los periodistas de varias empresas mediáticas optaron por cubrirlas con un lenguaje periodístico lastimero con el claro objetivo de mover las fibras y las emociones de las audiencias para irlas llevando, de la mano de los discursos del expresidente recién condenado y del adolorido padre de Miguel Uribe Turbay, hacia sentimientos primitivos como la venganza y el odio, muy propios de las huestes uribistas desde donde brotaron frases tristemente célebres como en “donde lo vea le voy a dar en la cara marica, se callan  o los callamos”, o las más recientes, “a la izquierda hay que destriparla o son una plaga y la vamos a exterminar en el 2026”.

Ya el uribismo imaginó y le propuso al país cómo quiere que transcurra el escenario electoral de 2026. Ahora solo falta que los colombianos decidan cómo van a pintarlo, si de color rojo como la sangre que se derramó en los años 90 o de verde esperanza. Ya veremos si el 7 de agosto de 2026 los colombianos deciden poner en la Casa de Nariño a un president@ con espíritu gansteril o si por el contrario eligen a quien con un genuino ánimo conciliador le dé a la sociedad la oportunidad de superar y proscribir esa enfermedad que corroe los cimientos de la civilidad y la razón: el uribismo. Razón le cabe al expresidente Santos y al presidente Petro cuando aseguran que Uribe Vélez está cargado de odio. “Álvaro Uribe está lleno de veneno, desconoce el genocidio de la UP y la participación del estado en él”, dijo el jefe del Estado.





Imagen de Mauricio Alvarado Lozada, tomada de El Espectador.com

martes, 12 de agosto de 2025

LA PRENSA BOGOTANA HACE POLÍTICA CON LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los tratamientos periodísticos heroizantes y lastimeros que la gran prensa bogotana está haciendo del fallecimiento del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay apuntan al logro de tres objetivos interconectados: el primero, “relanzar” a la derecha uribizada por estos días golpeada por la sentencia condenatoria contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez y por supuesto por la  pérdida del precandidato presidencial de esa colectividad, quien de todos sus compañeros, era el  que más quería parecerse al expresidente antioqueño y propietario del Centro Democrático.  

El segundo, insistir en equiparar el crimen de Uribe Turbay al de líderes de la talla de Gaitán y Galán y de esa manera posicionar el catastrofista relato de que el país retrocedió a los tiempos de la violencia política de las estructuras narcoparamilitares que terminaron con la vida de tres candidatos presidenciales. Y el tercer y último objetivo consolidar el imaginario colectivo que indica que el “héroe nacional y esperanza del país”, Miguel Uribe Turbay, fue asesinado por el discurso de odio del presidente Petro. Más claro: fue asesinado durante el gobierno de izquierda, lo que significa que esa orilla ideológica es “mala”, por lo que sus militantes y defensores deben aniquilarse por ser una “plaga infame”.

Sobre la mala hora del uribismo, los medios hegemónicos abrirán en adelante sus micrófonos y encenderán sus cámaras en función de ayudar a esclarecer el panorama político y electoral de la secta uribista. Quién será el candidato que finalmente recibirá el guiño del condenado líder del Centro Democrático es la pregunta sobre la que las empresas mediáticas relanzarán ideas como la seguridad democrática, la negación a buscar salidas negociadas con la estructuras armadas ilegales y por esa vía el escalamiento del conflicto, lo que terminará por afectar la vida de las comunidades rurales con una declaratoria de una “guerra total” contra las “guerrillas”. Es decir, el país necesita de una “mano firme y de un corazón grande”, esto es, de un macho que ofrezca, como lo hizo Uribe en el 2002, acabar con la izquierda armada de una vez por todas. Esa estrategia de “guerra total” servirá a los propósitos de echar para atrás la mini reforma agraria que está impulsando el gobierno Petro.

Poner a Miguel Uribe Turbay en el mismo nivel de importancia política, legado, oratoria y comprensión de los problemas y necesidades del país que identificaron a Luis Carlos Galán Sarmiento y a Jorge Eliécer Gaitán Ayala constituye una jugada propia de los laboratorios del marketing político. La pretensión es clara: minimizar las debilidades discursivas, de formación académica e incluso las capacidades para gobernar a Colombia que exhiben María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra. Quizás esa sean las mayores preocupaciones del expresidente y reo, Álvaro Uribe Vélez si compara los perfiles de sus cuatro fichas con la formación académica de precandidatas como Carolina Corcho e incluso la misma Claudia López Hernández con quien podría acercarse Uribe en segunda vuelta, pues la exalcaldesa de Bogotá tiene muchas cosas en común con la derecha.

Y finalmente, al insistir en el relato que indica que durante el gobierno de Petro fue “asesinada la esperanza de Colombia” y ultimado un “héroe”, los medios masivos le apuntan a generar miedo e incertidumbre entre los votantes en torno a la posibilidad de que la izquierda continúe en la Casa de Nariño. Estamos ante el surgimiento de un “nuevo coco”: pasamos del miedo al comunismo o a la “mordaza neocomunista” de la que habló recientemente el Gran Reo desde su lugar de reclusión, al terror de regresar a lo que los colombianos sufrieron en los años 90. La idea que nos está vendiendo la presa bogotana es clara: no se puede “reelegir” un gobierno que promueve odio, que no es capaz de garantizar la vida y que es responsable político del asesinato de Miguel Uribe Turbay, un “hombre joven que quería transformar al país”.



miguel uribe turbay en camara ardiente - Búsqueda Imágenes

¿QUIÉN ORDENÓ ASESINAR A MIGUEL URIBE TURBAY?

 

Por Germán Ayala Osorio

Convendría que la Fiscalía pusiera toda su capacidad investigativa a tratar de dar con los autores intelectuales que ordenaron asesinar a Miguel Uribe Turbay. Como en otros casos, lo más seguro es que se llegue a conclusiones genéricas como que lo mandaron a matar “las disidencias de Iván Márquez, la Segunda Marquetalia”, la histórica “mano negra responsable de otros crímenes políticos”, o un “sector de la derecha o de la izquierda”. 

O lo que puede resultar para muchos escandaloso e improbable: la comunión de esfuerzos entre esas estructuras criminales y sectores de poder político de la capital del país.  Lo más probable es que el caso Miguel Uribe termine en una de esas conclusiones que terminan por no aclarar quiénes están detrás y qué fue lo que realmente pasó.

No se puede descartar que la Junta del Narcotráfico esté detrás del crimen del político neoliberal y conservador. 

Lo que sí parece unir a todas esas líneas de investigación es el interés de desestabilizar al gobierno Petro y ponerle la enorme mácula que ya varios candidatos presidenciales, con la anuencia de la prensa hegemónica, poco a poco convirtieron en una narrativa conclusiva: Petro es el responsable político del “magnicidio” de Miguel Uribe Turbay. La candidata uribista de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila ya dijo que Petro es el “responsable político” del crimen del precandidato presidencial del Centro Democrático.

Vamos a suponer que las disidencias de Iván Márquez ordenaron el crimen. ¿Cuál podría ser su objetivo? ¿Imaginaron acaso que con su muerte se generaría en el país una “guerra civil” o un movimiento desestabilizador tan fuerte que terminara sacando de la Casa de Nariño a Petro? No creo que hayan sido tan estúpidos- que lo son- de imaginar semejante escenario, justamente porque Miguel Uribe Turbay no era el líder político, ni mucho menos ostentaban un gran poder o era el caudillo popular que hoy le reconocen al momento de calificar su asesinato como un magnicidio. El finado congresista no tenía tal dimensión social y política. Eso sí, estaba haciendo carrera para reemplazar en el corto plazo a su patrón Álvaro Uribe.

Es posible que los señores de la Segunda Marquetalia decidieron sacar del camino electoral a Miguel Uribe al considerar que se convertiría en presidente de la República en el 2026. En cualquier caso, si esa línea de investigación permite a las autoridades concluir que efectivamente son los responsables del crimen, ese cierre seguirá siendo genérico y proclive a ocultar la identidad de los determinadores políticos que, a lo mejor, usan corbata perfumada y se mueven a sus anchas en los círculos de poder de Bogotá.

Lo que sí queda claro es que el crimen de Miguel Uribe Turbay tendrá efectos políticos y electorales en las elecciones de 2026. La derecha lo usará como bandera ideológica para hacerse nuevamente con la Casa de Nari; al progresismo le quedará muy difícil quitarse de encima la mácula que la prensa hegemónica ya les puso. De allí que se requerirá mucha inteligencia de parte de los precandidatos del Pacto Histórico para soportar y erosionar la narrativa lastimera que los medios tradicionales ya crearon para ambientar las elecciones de 2026 que sin duda girarán en torno al crimen del político conservador. Eso sí, todos los que están en la contienda electoral corren el riesgo de sufrir atentados similares porque a la histórica “mano negra” no le convendría otros cuatro años más de progresismo en la Casa de Nariño.

Los candidatos que ofrecen “balín y destripar a la izquierda” podrían tener éxito electoral en un escenario en el que el odio y la venganza terminen imponiéndose en una sociedad que a pesar de las evidencias, aún no reconoce que entre los colombianos nos odiamos gracias al clasismo y al racismo estructural que nos hace propensos a tramitar nuestras diferencias a madrazos y  balazos, siempre con la intención de eliminar al diferente, al que no piensa igual que nosotros. 

Adenda: el 18 de agosto el ELN, en respuesta a un señalamiento del presidente Petro, negó haber ordenado el asesinato de Miguel Uribe y soltó la tesis de que el crimen se habría producido por un lío del padre del congresista asesinado con una red de esmeralderos. "El debate en torno al magnicidio de Miguel Uribe Turbay sumó un nuevo y controvertido capítulo. En la mañana del 18 de agosto de 2025, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se desligó del crimen contra el senador y precandidato presidencial, ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá, y lanzó una grave acusación: según la guerrilla, detrás del atentado podrían estar involucrados esmeralderos". 



Imagen tomada de El Espectador. Así puede asistir a la velación en cámara ardiente de Miguel Uribe en el Congreso

lunes, 11 de agosto de 2025

SI LA PRENSA NO CAMBIA, LA POLARIZACIÓN CONTINUARÁ

 

Por Germán Ayala Osorio

Los llamados a “desescalar el lenguaje o a despolarizar el país” que están haciendo varias figuras públicas, obligados política y moralmente por el fallecimiento de Miguel Uribe Turbay, lo hacen de manera cándida de la mano de uno de los actores responsables de los altos niveles de crispación ideológica y polarización política que se respiran en el país: las empresas mediáticas, que actúan más como actores políticos, que como medios de información masiva.

Por supuesto que hay que cuestionar a quienes insisten en promover un discurso de odio, pero antes de hacerlo hay que revisar el papel que vienen cumpliendo los medios hegemónicos, convertidos por sus propietarios en máquinas de hostigamiento y linchamiento moral en contra de todo lo que huela a petrismo, progresismo y a izquierda. Es claro que el país requiere de un pacto político entre todas las fuerzas y sectores de poder político y económico, pero lo primero que habría que hacer es cuestionar las formas en las que las empresas mediáticas están asumiendo el ejercicio periodístico y aceptar que efectivamente se vienen cometiendo excesos jamás vistos en el pasado como la promoción del sicariato moral en contra del presidente de la República: no lo bajan de borracho, dictador, drogadicto y homosexual. Lo desprecian como ser humano.

Quienes creen que es posible desescalar el lenguaje sin cuestionar el papel que vienen jugando medios como Semana, El País de Cali, El Colombiano y El Tiempo; así como los noticieros Caracol y RCN y espacios radiales como La FM, Blu radio y La W, están tan perdidos como aquellos que buscan los cadáveres río arriba.

Los magnates que compraron esos medios de comunicación para convertirlos en agencias de propaganda política que simulan informar a los colombianos se equivocaron de cabo a rabo. Las audiencias cambiaron, aunque haya sectores poblacionales que aún creen que las noticias son la realidad, lo cierto es que ya no se consume la información de la misma manera. Hay colombianos que saben muy bien que los hechos noticiosos son una construcción artificial de las salas de redacción en donde se define qué es noticia y qué no lo es.

De esa manera, las realidades que a diario construyen los medios masivos de información están soportadas en los intereses económicos y políticos de los mecenas que saben muy bien que tienen en sus manos a un poder históricamente incontrastable, hasta que irrumpieron las redes sociales y los creadores de contenido que vienen contrarrestando los relatos periodísticos investidos de realidad. Pero, sobre todo, cuando se encontraron de frente con un presidente distinto que desde su cuenta de X los deja en evidencia, los confronta y corrige. Han caído tan bajo los colegas de varios de los medios hegemónicos que lo único que  les falta decir es que la ética nada tiene que ver con el periodismo. 

Ningún pacto o salida política que se plantee para superar el clima de animadversión entre uribistas y petristas funcionará si los propietarios de los medios masivos asumen el error que cometieron al comprar empresas mediáticas para convertirlas en sus apéndices ideológicos y por esa vía arruinar la credibilidad que les demoró años consolidar. Hablo en particular de medios como El Tiempo y Semana, convertidos hoy en agencias de desinformación y laboratorios electorales en donde se maquillan los candidatos presidenciales que sus propietarios desean patrocinar para luego ponerlos en la Casa de Nari en calidad de sirvientes.

Adenda: y al clima de polarización viene contribuyendo Alfredo Saade, jefe de despacho del gobierno Petro, con sus alocadas propuestas de "cerrar los medios y el Congreso". No, así no, señor Saade. El presidente Petro debería de llamarle la atención al pastor evangélico, quien le hace daño a la imagen del gobierno porque sirve de comidilla a los periodistas. Con Saade en ese cargo, Petro le "da papaya" a los medios que lo odian por el solo hecho de existir. 




LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY Y SU INSTRUMENTALIZACIÓN POLÍTICA Y MEDIÁTICA

  

Por Germán Ayala Osorio

 

Como era de esperarse, el fallecimiento del precandidato presidencial del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay está siendo utilizado por la prensa hegemónica y por la oposición para caldear aún más los ánimos y el ambiente de polarización política y crispación ideológica que se respira en el país desde los tiempos del plebiscito por la paz.

El reo y expresidente Álvaro Uribe Vélez desde su lugar de reclusión espetó que "Mataron la esperanza". Nadie niega que el crimen del precandidato es una tragedia y un hecho prepolítico que sirve para reconocer que como sociedad afrontamos graves problemas en los procesos, casi truncos, de construcción de civilidad y de las condiciones mínimas para vivir en democracia, esto es, reconocer y respetar a los que piensan y actúan distinto. Pero de allí a decir que con su fallecimiento se desvaneció la esperanza de todo el país constituye una exageración y un peligroso llamado a la venganza, a la rabia y la desesperación. Hay que recordar que Uribe Turbay ostentaba la condición de precandidato presidencial y que al interior de su partido-secta había un duro enfrentamiento con Paloma Valencia y María Fernanda Cabal en torno a una encuesta al parecer pagada por el nieto de Turbay Ayala. Las dos “tigresas” del expresidente antioqueño dijeron que su compañero estaba corriendo la línea ética. Vicky Dávila, la otra “tigresa” del Gran Condenado también confrontaba a Miguel Uribe enrostrándole su linaje, tal y como lo hizo también en su momento el presidente Petro. Esto dijo la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, quien además lo llamó "candidatito": “algunos nietos de políticos se sienten con derechos adquiridos como en el usted no sabe quién soy yo, serían triturados por la izquierda en una segunda vuelta”.

Los tratamientos periodísticos lastimeros, ideologizados y tendenciosos que viene haciendo la prensa de la mano de los candidatos presidenciales y otras “personalidades” de la vida pública del país que salen a dar su opinión sobre la muerte del precandidato aportan a la consolidación de la narrativa que indica que el responsable del crimen es el actual gobierno y en particular el presidente Petro por el lenguaje con el que confrontó al combativo senador del Centro Democrático.

Y no se trata de negar que hay trinos que el presidente de la República lanzó que pueden ser leídos en clave de estigmatización. Quizás el carácter contestatario de Petro explique de alguna manera el sentido de sus pronunciamientos en la red X. Eso sí, los ataques moralizantes que viene sufriendo el presidente y su familia hablan muy bien del tipo de oposición que el Centro Democrático y la derecha política y mediática decidieron hacer. Petro ha sido señalado de “borracho, drogadicto y homosexual”, condiciones estas con las que desde el mismo partido de Miguel Uribe se pidió declarar indigno al jefe del Estado.

En el marco de la discusión de la consulta popular, Petro y Miguel Uribe se cruzaron estos actos de habla que deben mirarse a la luz de un debate político caldeado. Esto dijo el presidente: “¡Dios mío! ¿el nieto de un presidente (Julio César Turbay Ayala) que ordenó la tortura de 10.000 colombianos, hablando de ruptura institucional?” La señora Dávila le recordó su condición de “nieto”, pero eso no es considerado como una actitud estigmatizante. La respuesta de Uribe Turbay fue esta: “Nosotros no nos vamos a rendir y le pedimos a ustedes que tampoco lo hagan. No podemos caer en los juegos de intimidación y amenazas de este Gobierno. Lo que está en juego es Colombia y la vamos a defender”.

En ese camino de poner al asesinado precandidato como la “esperanza del país” ya la prensa hegemónica habla de “magnicidio”. Se trata, sin duda, de un apelativo exagerado, clasista y periodísticamente tendencioso. Que la Fiscalía lo califique de esa manera quizás obedezca a una lectura políticamente correcta, para evitar cualquier señalamiento desde las mesnadas uribistas muy dadas a deslegitimar las instituciones cuando sus decisiones no les conviene. El fallo condenatorio contra Uribe Vélez se produjo en una fiscalía distinta a la de Francisco Barbosa, quien, huelga recordar que usó todo su poder para defender la cuestionada honorabilidad del hoy condenado expresidente de la República.

Miguel Uribe siempre quiso parecerse a su jefe, el recién condenado caballista y domador de bestias: vociferaba, gritaba y hacía una oposición sectaria y con visos de clasismo y racismo. Por supuesto que esas características no justifican el atentado criminal y cobarde del que fue víctima. Paz en la tumba del periodismo por cuenta de los tratamientos tendenciosos de la prensa hegemónica. Y para Miguel Uribe, que “brille la luz perpetua”. 


TERRORISMO EN CALI Y PERIODISMO EN CLAVE ELECTORAL

  Por Germán Ayala Osorio   Después del execrable atentado terrorista ocurrido en Cali y la acción militar en Amalfi (Antioquia) que ter...