jueves, 14 de marzo de 2024

EN UN CONGRESO DE ANIMALES, SE TRATAN DE PERROS RABIOSOS

 

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Después del rifirrafe entre la senadora María José Pizarro y su compañero, Jota P Hernández (o Pulido, no se sabe a ciencia cierta cómo es que llama el sujeto), conviene ubicar lo ocurrido en una situación de comunicación que supere el grotesco espectáculo que protagonizaron los dos congresistas. La hija de Carlos Pizarro León-Gómez comparó a Hernández con un “perro rabioso” por su vulgar comportamiento frente el ministro de la Defensa, quien desmontaba una a una las mentiras expresadas por el ignaro congresista de la Alianza Verde. Todo lo anterior, en el marco de un debate de Moción de Censura contra el jefe de la cartera de Defensa.

La reacción, infantil y violenta del “youtuber-congresista” contra Pizarro, puso en evidencia la complacencia del presidente del Senado, Iván Name, con la violencia discursiva de Hernández, con toda y su carga de misoginia y machismo. Ahora sí, pasemos a poner la bochornosa situación en un marco comunicativo que nos permita entender qué hay detrás.

La práctica social y lingüística de equiparar a los seres humanos con animales, obedece a que seguimos instalados en el paradigma antropocentrista, desde el que pretendemos ponernos por encima de las otras especies de animales con las que compartimos el planeta. Como especie “superior”, estamos convencidos de que somos lo mejor, cuando realmente la especie humana es una plaga aviesa, inteligente, peligrosamente inteligente, turbia, con oscuras pulsiones y dañina, de la que se puede esperar lo más sublime, pero también lo más execrable.

Seguimos instalados en lo que dijo Protágoras hace siglos: “el hombre es la medida de todas las cosas”.  De ahí que, a nuestros detractores, enemigos o a quienes consideramos que guardan un “enorme parecido” con específicos animales, los deshumanizamos llamándolos “perros, ratas y bestias”. Así las cosas, nos queda más fácil despreciar sus vidas por cuanto millones de seres humanos en el mundo odian a las ratas e incluso, a los perros, sean o no rabiosos. Baste con recordar los recientes episodios de seres humanos, esparciendo venenos en parques para eliminar a perros y gatos.

La senadora Pizarro se equivocó en la comparación y le dio pie al senador Jota P de victimizarse para encubrir su misoginia y su incapacidad para dar debates de control político con altura discursiva. Claramente, Jota P no tiene la altura intelectual y mucho menos la formación académica para dar discusiones políticas sobre unas mínimas bases conceptuales. Su reacción, por demás primitiva, se explica también porque desea ganar puntos con los sectores de la derecha que aprueban las prácticas misóginas, el machismo y la corrupción. Esta última termina “justificando” los calificativos de “ratas” que se lanzan desde fuera del Congreso y dentro de la misma corporación legislativa. El patán de marras está “pensando” en las elecciones de 2026.

Nuestro idioma es rico en adjetivos y términos con los que es posible (des)calificar las actuaciones de homúnculos, ignaros, hombrecillos, pelafustanes o bigornios como el sujeto llamado Jota P. ¿Por qué “animalizarlos” y por esa vía, deshumanizarlos?

Sugiero a la senadora Pizarro que abandone el paradigma antropocéntrico y acepte que ella, al igual que Jota P, que sus compañeros del Congreso y el resto de los colombianos, somos animales humanos. Y que los perros, sean o no rabiosos, los gatos, y las demás especies, son animales no humanos. Y que el hecho de tener una lengua, un lenguaje y crear cultura, no nos hace superiores. Por el contrario, con esa capacidad simbólica hemos justificado guerras, genocidios y por supuesto, el machismo y la misoginia que practica el energúmeno o basilisco “youtuber-congresista”. Al vulgar senador, lo único que le puedo recomendar es que vaya al psicólogo, eso sí, después de leer, como mínimo, 20 libros. Como diría la senadora Cabal: "estudie, vago". 



Imagen tomada de EL ESPECTADOR. 

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