Por Germán Ayala Osorio
El canal Caracol y su noticiero
Noticias Caracol le pagaron a la firma Invamer para que hiciera una encuesta que
midiera las “preferencias” políticas de los encuestados a dos años de las próximas
elecciones presidenciales en Colombia. Dentro del ramillete preseleccionado por
Invamer y Caracol estaban el eterno candidato de la ultraderecha, el antipático y violento Germán Vargas Lleras, líder natural de uno de los partidos con más políticos procesados
por corrupción: Cambio Radical. La “periodista-periodista”, Vicky Dávila, ficha
de los clanes Gnecco y Gilinski, quien aspira a gobernar a Colombia con la
lógica moralizante con la que ejerció el periodismo; la exalcaldesa de Bogotá,
Claudia López, quien se vende como de centro, pero su nicho natural es la
derecha. No se descarta que termine aliada con el uribismo, en caso de que pase
a una segunda vuelta.
En el listado también aparecen María
Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Miguel Uribe Turbay, obedientes “hijos” del
expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, que repiten como loros
seguridad, seguridad y seguridad; y finalmente, Sergio Fajardo, uribista enclosetado
y papeleta del GEA, es un político antioqueño que tiene mucho que explicar de los
problemas técnicos que enfrentó en su momento la construcción de la represa de hidroituango y aquel asunto de
“donBernabilidad” cuando fungió como alcalde de Medellín en los tiempos en los que mandaba la Oficina de Envigado. En la señalada
encuesta, Fajardo apareció punteando.
Lo primero que hay que advertir
es que Noticias Caracol es un actor político que defiende los intereses del
capitalismo y en particular las prácticas económicas, sociales y políticas asociadas
al neoliberalismo. Es un agente del establecimiento colombiano, circunstancia
que obliga a sus audiencias a tomar con pinzas todo lo que informan, pero sobre
todo, lo que dejan de decir y lo que ocultan.
Nada de raro sería que Caracol
Noticias, en medio del crispado ambiente político-electoral en el país y los enfrentamientos
ideológicos entre la izquierda y la derecha, con este tipo de encuestas le esté
apostando a posicionar el “centro político” como alternativa a la problemática dualidad
petrismo-uribismo. Quizás estén pensando en que con figuras como Claudia López
y Sergio Fajardo, lo puedan lograr. Eso sí, deberán hacer ingentes esfuerzos
por borrar de la memoria política y social del país que Fajardo y López no son otra cosa que
figuras que se sienten más cómodas haciéndole el juego a la derecha, que asumiendo
posturas cercanas al progresismo.
Desde ese lugar de enunciación, el
ejercicio informativo de Noticias Caracol apunta a que las audiencias de manera
temprana vayan tomando partido, pero sobre todo que se vayan subiendo al “bus
ganador”. Es decir, Caracol Noticias busca darle vida a lo que Elizabeth Von
Neumann llamó la Espiral del Silencio, que no es otra cosa que el miedo de la
gente a ser rechazada al exponer sus preferencias por candidatos que no van
punteando en las encuestas o aquellos sobre los cuales ya la prensa hegemónica
impuso lecturas negativas.
Al hacerle oposición política al
actual gobierno, las encuestas contratadas por Noticias Caracol arrastran una
carga ideológica y política que no pueden ocultar con mediciones de opinión aparentemente “asépticas”,
cuando es claro que también devienen cargadas de emociones y lecturas ideologizadas.
Las encuestas y sondeos que las firmas
demoscópicas hacen y que les publican sus socios los medios informativos hegemónicos
van consolidando una opinión pública que arrastra varios problemas: 1. Se trata
de meras y ligeras opiniones, cargadas de emociones y fruto de lecturas ideológicas.
Al final, las firmas encuestadoras, como Invamer, lo que hacen es quitarle ese
ropaje ideologizado y emocional, para hacerlas pasar como opiniones limpias,
conseguidas en condiciones de “asepsia política”, cuando desde la misma
selección de los precandidatos o candidatos ya hay una valoración que contamina
el ejercicio.
2. Al obedecer a intereses de las
empresas mediáticas que las mandan a hacer, los resultados de los sondeos y de
las encuestas estarán siempre a la medida de las intenciones y lecturas políticas
que hacen los editores e incluso, las que hacen los gerentes, siguiendo órdenes
de los dueños.
Al final, todas las empresas
demoscópicas terminan por generar estados de opinión pública ahistóricos, sin
memoria y sostenidos en meras emociones, fruto de lecturas maniqueas no
soportadas en análisis sistémicos. Por ser socios de los medios masivos, las
firmas encuestadoras se aprovechan de los amañados tratamientos periodísticos realizados
por las empresas mediáticas antes, durante y después de las encuestas.
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