Por Germán
Ayala Osorio
Con la absurda investigación que ordenó contra el presidente de la República el Consejo Nacional Electoral (CNE), esta entidad administrativa entró de frente en el juego político e ideológico de la derecha que tiene por lo menos dos objetivos: el primero, equiparar a Petro con Uribe, tratando de ponerlo en la misma condición sub judice que ostenta el expresidente y expresidiario antioqueño. Al ponerlo en el mismo plano inmoral, la derecha tiene la esperanza de anular la pretensión de Petro de convertirse en el gran elector de la izquierda democrática en las elecciones de 2026.
A quienes
militan en la derecha poco les importan los cuestionamientos éticos y morales, la
compulsa de copias y los procesos penales a los que está vinculado Uribe Vélez.
La naturalización del ethos mafioso por parte de la derecha, el espejo retrovisor
que activó el presidente Petro y su lucha contra los agentes económicos y
políticos cercanos a la causa paramilitar hacen posible pensar que ese tipo de
preocupaciones morales y éticas son más propias del discurso de la izquierda.
El segundo objetivo
de ese juego de la derecha apunta a consolidar una narrativa tan estigmatizante
y peligrosa contra todo lo que huela a izquierda y progresismo, como la que en
los tiempos de la hegemonía conservadora (de 44 años) y la Violencia política
bipartidista lograron naturalizar contra las ideas liberales los agentes
oligárquicos defensores de las ideas conservadoras.
Así las cosas, los
alfiles más visibles de la derecha conservadora, premoderna y violenta usan hoy
las redes sociales y sus empresas mediáticas (radio y televisión) para reinstalar
en el país el odio a la izquierda democrática, como cuando el Ejército nacional
y otras instituciones de la sociedad, bajo la conservadora constitución de 1886,
elevaron al partido comunista y a los comunistas a la condición de “enemigo
interno”, que también les habían dado a las guerrillas.
En sintonía con
esa pretensión, el abogado uribista, Abelardo De la Espriella llamó “zurdos
sarnosos” a quienes acompañan el proyecto político de Gustavo Petro. En el pasado,
la “chusma liberal”, “comunistas” y “liberales” fueron los epítetos con los que
se legitimaron los hechos violentos y estigmatizantes perpetrados por la doctrina
conservadora durante la época de la Violencia desatada por el asesinato de
Jorge Eliécer Gaitán Ayala, líder liberal demonizado por la horda conservadora
que temía la llegada del “comunismo”. Recordemos que despectivamente lo llamaban
“el negro”.
Baste con
recordar lo sucedido en la más reciente campaña electoral de 2022 para saber
que existe esa pretensión de reinstalar en la nación el enfrentamiento ideológico
entre una élite conservadora y fascista y sectores progresistas y de izquierda
que defienden con ahínco las ideas liberales, en virtud de la llegada de
Gustavo Petro a la Casa de Nariño.
Si la derecha recupera
el poder en el 2026 buscarán echar para atrás todas las medidas y decisiones
adoptadas por el presidente Petro y por esa vía apuntarle a “regenerar” a la
nación, acercando a la izquierda y al progresismo al mismo nivel de malignidad
que en su momento los conservadores les dieron a los liberales. En aquellos tiempos,
asesinar liberales no era pecado. No vaya a ser que a partir de 2026 asesinar “zurdos
sarnosos” sea considerada una medida “sanitaria” legítima y por lo tanto libre
de cualquier signo de culpabilidad moral y religiosa.
De seguir los
altos niveles de crispación ideológica en el país, en el 2026 la derecha
conservadora que defiende el latifundio, la fe católica y la propiedad privada
sin reconocer alguna responsabilidad social y ambiental, activará nuevamente
la patente de corso que en el pasado le sirvió para asesinar comunistas por el miedo
que les produjo en aquella época la espectral presencia del comunismo.
personas con sarna - Búsqueda Imágenes (bing.com)
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