viernes, 11 de octubre de 2024

COP16, GLADIADORES Y BIODIVERSIDAD

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las amenazas proferidas por el grupo de “Iván Mordisco” contra la realización de la COP16 terminaron por adoptar la decisión de militarizar la ciudad con carros blindados conocidos como “gladiadores”. A pesar de que, en su cuenta de X, esa estructura armada ilegal informó que cesarían cualquier ataque, las autoridades civiles y militares optaron por “blindar” la ciudad. Esto dijeron los ilegales: “Informamos que desde el 11 de octubre hasta el 6 de noviembre se suspenden las operaciones militares ofensivas contra la fuerza pública en la ciudad de Cali por la realización de la COP16. Nos reservamos el derecho a la defensa”.

El gobierno local sacó pecho por el apoyo militar recibido, sin quizás evaluar las sensaciones que puedan generar la presencia del personal militar y de los blindados en puntos neurálgicos de la capital del Valle e incluso por fuera de su jurisdicción.

Para cientos de miles de ciudadanos ver a los “gladiadores” aparcados les puede generar una sensación de seguridad y de tranquilidad por el efecto persuasivo que acompaña a los escuadrones blindados. Pero también es posible que otros cientos de miles de caleños e incluso de visitantes y participantes del evento ambiental sientan lo contrario. Es decir, que imaginen que de verdad hay un enemigo poderoso que en cualquier momento puede atacar a los uniformados o de manera directa objetivos civiles.

En particular, ver a los vehículos blindados estacionados o patrullando la ciudad y vías externas a la ciudad me genera intranquilidad por la posibilidad de que los criminales al mando de “Iván Mordisco”, en un acto temerario, ataquen las unidades militares dispuestas para garantizar la seguridad de Cali y de la realización de la COP16. ¿Era necesario exponer al público esos equipos militares? Eso sí, ojalá el evento transcurra sin sobresaltos y que las discusiones académicas realmente terminen en compromisos y acuerdos que detengan el ya alarmante proceso, local, regional y mundial, que afecta la vida y la consistencia de ecosistemas valiosos y por ese camino se ponen en riesgo las interacciones biológicas y las conexiones entre especies de flora y fauna que cumplen funciones claves no solo para continuar siendo un país biodiverso, sino para que su oferta ambiental sirva para mitigar los efectos del cambio climático.  

No hay duda de que el certamen de la COP16 resulta clave de cara a que los países participantes asuman compromisos para proteger la biodiversidad. Como país biodiverso, Colombia está aún en camino de consolidar una institucionalidad ambiental que realmente esté alineada con la defensa y el aprovechamiento racional de la oferta o los servicios ambientales que prestan estratégicos y frágiles ecosistemas naturales que hacen parte del inventario de esa aclamada riqueza biológica. La historia de las instituciones ambientales, en particular las que fungen como autoridades, da cuenta de su debilidad, de haber si capturadas por el clientelismo y los intereses de poderosos agentes económicos poco interesados en conservar, pero si dispuestos a sacar el mayor provecho y a bajo costo de la riqueza hídrica, esto es, aguas superficiales y subterráneas.

Ojalá que las discusiones y llamados de alerta que se darán al interior de la COP16 sirvan para que ganaderos, constructoras, palmicultores y cañicultores, entre otros, revisen sus prácticas. En particular, los sectores agroindustriales por las maneras en que vienen explotando las aguas subterráneas y afectando ríos y quebradas. Qué bueno será que los azucareros asumieran la responsabilidad por los graves daños socioambientales, paisajísticos, ecológicos y étnico-culturales que vienen dejando desde hace un siglo en el valle geográfico del río Cauca y emprendieran acciones de reparación sistémica. Su presencia en la Orinoquia constituye un mal síntoma para un país biodiverso cuyas instituciones ambientales en lugar de vigilar sus actividades, han terminado por favorecer sus intereses. Qué bueno sería que dentro de la COP16 se discutiera la posibilidad de exigirles licencias ambientales a los azucareros y palmicultores. Eso sí, haciendo ajustes administrativos, ético-estéticos, técnicos y científicos a las actuales autoridades ambientales. Quizás lo que falta en el país es que instituciones como la CVC y Ministerio de ambiente actúen en adelante como verdaderos “gladiadores por la biodiversidad” y no como testigos mudos de la deforestación, defaunación y la instalación de monocultivos de caña y palma en la Orinoquia y aguacate Hass en el norte del Valle y en la zona del Quindío.



gladiadores en Cali - Búsqueda Imágenes (bing.com)

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