Por Germán Ayala Osorio
Encomiable la mediación de la iglesia
católica, a través de la Conferencia Episcopal, para que los principales
actores políticos del país se comprometan a bajarle a la pugnacidad verbal que terminó
escalando la polarización política y la crispación ideológica.
Al almuerzo de trabajo asistieron
el jefe del Estado, Gustavo Petro, el presidente del Senado, Efraín Cepeda, así
como la fiscal general, la defensora del pueblo, el registrador nacional, el
procurador y los presidentes de las altas cortes.
Previo a la reunión el mensaje de
la Curia fue claro y contundente: “Como altas autoridades de las
instituciones del Estado colombiano, invitamos a todo el país a
valorarnos y respetarnos como hermanos, a desarmar y armonizar la palabra, y a
rechazar todo tipo de violencia como forma de resolver los conflictos políticos
y sociales”.
Nadie puede oponerse o criticar
los buenos oficios de los máximos jerarcas de la iglesia católica. Por el
contrario, la invitación a bajarle el tono resulta a todas luces plausible. Más
allá de si se logra desescalar el lenguaje, a ese almuerzo debieron asistir los
voceros de Fenalco y la Andi, así como los directores de los medios
corporativos de información.
En buena medida la hostilidad
verbal es responsabilidad de la gran prensa bogotana cuyas directivas optaron por
participar de la confrontación política en calidad de actores políticos. Medios
como Blu radio, La FM, La W, El Tiempo, El Espectador y Semana;
así como los noticieros de televisión RCN y Caracol
tomaron partido y se alinearon con los sectores de la derecha que de manera
insistente le apostaron a deslegitimar al gobierno Petro e incluso a replicar hechos
noticiosos con potencial para generar condiciones de ingobernabilidad.
Aquello de “hacer invivible la República”
ha hecho parte de las intenciones y de los tratamientos periodísticos de unas
empresas mediáticas que fungen como los aparatos ideológicos de los sectores de
poder cuyos privilegios no han sido tocados por el actual gobierno, pero aún
así, se oponen a las transformaciones que necesita el tercer país más desigual
del mundo: Colombia.
No sé si por ingenuidad o por un
exagerado tacto político la Curia dejó por fuera a los propietarios de las empresas
mediáticas y a sus directores. En cualquier caso, la ausencia de los voceros de
la gran
prensa bogotana constituye un error de procedimiento de parte de la iglesia
católica.
Es tiempo de que la sociedad
colombiana haga consciencia del rol
político de los medios masivos de información, en particular el que juegan
los medios corporativos también llamados hegemónicos. Sus tratamientos periodísticos
cada vez se alejan de la ética
periodística, para acercarse a los siempre pérfidos intereses políticos, en
particular cuando quienes mueven esos hilos del poder político y económico son
responsables de la captura mafiosa del Estado.
La crisis de credibilidad del
periodismo, que también es deontológica, debería de llamar la atención
de la Curia. Quizás el escalamiento de la violencia verbal al que asistimos de tiempo
atrás tiene en el lenguaje periodístico-noticioso, incluida la editorialización
de las noticias,
a su más perverso aliado.
Imagen tomada de la Silla Vacía. Arranca reunión de Petro, Cepeda y poderes públicos con Iglesia - La Silla Vacía
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