miércoles, 14 de febrero de 2024

MEDIOS HEGEMÓNICOS VS MEDIOS ALTERNATIVOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Sin que exista una declaración pública que así lo confirme, se advierte un claro enfrentamiento  entre periodistas que trabajan para medios hegemónicos y los colegas que lo hacen para medios alternativos. Se trata, por supuesto, de un contrapunteo sutil, casi imperceptible, pero que con el correr de los días puede volverse más serio. Esa situación se presenta por las preguntas y las dudas que periodistas afectos al régimen de poder hicieron recaer sobre la Revista Raya, medio alternativo que irrumpió con revelaciones de documentos oficiales que darían cuenta de prácticas dolosas de la vicefiscal Martha Mancera, hoy encargada de la Fiscalía, gracias a los magistrados de la CSJ que insisten en dilatar la elección de la nueva fiscal general de la Nación.

El hecho noticioso que daría vida a las dudas, al inadvertido enfrentamiento entre alternativos y hegemónicos y a los interrogantes sobre el origen de la financiación de un medio como la Revista Raya tiene que ver con los informes periodísticos con los que los reporteros de varios medios independientes y alternativos, como Raya, cuestionan a Martha Mancera, por cubrirle las espaldas a alias “Pacho Malo” y por sus presuntas relaciones con mafiosos del norte del Valle del Cauca, de acuerdo con los informes publicados.

Las preguntas las hicieron públicas La W y la periodista María Camila Díaz de Mañanas Blu, quienes confrontaron a los periodistas de la Revista Raya sobre quiénes los financian, si reciben aportes estatales o del gobierno de Petro; su cercanía con RTVC (medio estatal) y en general, por sus investigaciones sobre las andanzas de Mancera.

Mientras que La W invitó al director de Raya, Edinson Bolaños y a Sonia Cifuentes, productora,  para que despejaran las dudas sobre “quiénes están detrás de la revista”, María Camila Díaz lanzó las dudas al aire sin darle la oportunidad a sus colegas de contar de dónde surgió el proyecto periodístico y la creación de la fundación que lo sostiene. Cifuentes fue categórica al decir que no hay nadie detrás de la Raya y que son ellos, un puñado de profesionales, que decidieron apostarle a un periodismo distinto, alejado claro está, de las dinámicas y los intereses corporativos y políticos de los medios y los periodistas tradicionales.

La pérdida de legitimidad y credibilidad de los medios hegemónicos, como RCN, Caracol, Semana, El Colombiano, El País y El Tiempo, entre otros más, viene generando la irrupción de proyectos periodísticos quijotescos como Raya, Cuestión Pública, Vorágine y La Nueva Prensa, entre otros, con el objetivo claro de hacer el periodismo que sus colegas de los medios tradicionales no pueden hacer porque las políticas editoriales están sujetas a los intereses políticos y económicos de los conglomerados económicos que los patrocinan y sostienen.

Mientras que La Nueva Prensa, Cuestión Pública y la Revista Raya se han puesto a la tarea de develar las andanzas de Mancera, medios del establecimiento colombiano, como La FM, y El Colombiano, hacen ingentes esfuerzos por lavarle la cara a la fiscal general (e), poniendo en duda las versiones de los funcionarios de la propia fiscalía que señalan y cuestionan a Mancera.

Sin duda alguna, la irrupción de medios alternativos constituye un hecho periodístico de gran valía por cuanto estamos ante la democratización de la información, pero lo más importante quizás sea que dichos medios están haciendo la tarea que sus colegas no pueden hacer. El periodismo puede ser uno solo deontológicamente hablando, pero en su praxis diaria emergen dos tipos de periodistas: los que se paran en la raya hasta que la verdad de los hechos la conozcan las audiencias y otros que están para ser estafetas y servirle al viejo establecimiento, con el firme propósito de ocultarle a sus audiencias las maneras como viene operando el régimen de poder en Colombia, desde tiempos inmemoriales. Es claro que hay medios tradicionales que le están apostando a que la interinidad de Mancera se extienda en el tiempo en beneficio de poderosos agentes económicos y políticos que hacen parte de eso que se llama el establecimiento colombiano.



Imagen tomada de Internet. 

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