miércoles, 16 de abril de 2025

OTRA SEMANA DE “PASIÓN” POR JESUCRISTO CRUCIFICADO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el Jueves Santos inician los sempiternos rituales en torno a los cuales hombres y mujeres católicas se congregan para ratificar creencias, contar sus pecados, pedirle a Dios favores a cambio de diezmos y prometer mejoramientos individuales que suelen terminar en eso, en promesas.

En unos cuantos días será una más en el calendario. Otra semana de pasión por Jesucristo y la narrativa que lo acompaña, la misma que deviene entre lo real, el misticismo y la imposición simbólica de un relato, con todo y personajes, tan violento como la historia de la humanidad; y claro, se da inicio al “puente” más largo del año para aquellos que asumen la Semana Mayor como el momento para descansar de las rutinas laborales. Así lo reconocen las presentadoras de los noticieros de televisión que fungen como agentes legitimadores de una hegemonía religiosa responsable de las Cruzadas, de la Santa Inquisición, de la naturalización de la pederastia y la pedofilia en una congregación religiosa que protege a los curas violadores de niñas y niños.

Será una semana más en la que la Iglesia Católica expone ante el mundo su incontrastable poder y profundiza el patriarcado que la convirtió en el símbolo universal del machismo, la misoginia, la pederastia y la pedofilia. Baste con ver las homilías en el Vaticano, con Papa a bordo, en las que desfilan, confiesan y se persignan únicamente hombres, jóvenes y vetustos, que adoran a la imagen violentada de Jesucristo crucificado: otro hombre.

La imagen del Señor crucificado representa el sufrimiento de quien murió por salvar la humanidad, de acuerdo con el relato universal que se acepta como verdad, a pesar de las dudas que recaen sobre esta y que intentan lo mismo: ser universales. Pero también da cuenta de la vileza del ser humano, en particular la de aquellos que fueron capaces de colgar en un madero a un hombre vivo, clavado de pies y manos, hasta que murió y ascendió al reino de los cielos. Por supuesto que la Iglesia Católica prefiere que se ponga la atención en la lectura literal de la otoñal figura y relato, para anclar en ella los miedos e incertidumbres de sus fieles que aceptan sin mayores disquisiciones la vida y muerte del salvador.

La Semana Santa suelen promocionarla y venderla los medios masivos y los curas católicos como un espacio para el recogimiento y la reflexión, en un mundo capitalista que no da espacio para pensar y mucho menos para rediseñar o reinventar las relaciones con la Naturaleza.  El propósito, loable por demás, es que una vez terminen las liturgias celebradas durante los días santos, cada uno de los fieles católicos regrese a sus vidas cotidianas siendo mejores seres humanos. Se trata, sin duda, de un anhelo que chocará, inexorablemente, con los niveles de educación y formación ciudadana de cada uno de los que van a misa a persignarse, a pedir perdón por sus pecados y a pedirle a Dios que les ayude a mejorar aquellos aspectos que los alejaron de los 10 mandamientos. Una vez pase la SS e incluso, minutos después de escuchar a los curas en sus homilías, esos creyentes saldrán a continuar con sus mismas prácticas: robar, maltratar al prójimo, violar los derechos humanos y amenazar. Que se sepa, el genocidio en Gaza continuará por obra y gracia de Netanyahu, su ejército sionista y el dios que los ampara, ilumina y guía. Tanta locura junta, acompaña la historia de todas las religiones involucradas en crímenes y éxodos.

Esos buenos deseos ocurren mientras el Estado de Israel hace ingentes esfuerzos por borrar de la faz de la tierra al pueblo Palestino para gentrificar esa zona con hoteles cinco estrellas. Gaza será reconstruida para el gran capital y el turismo internacional. Eso sí, sin gazatíes, porque representan para Netanyahu atraso, terrorismo y pobreza. La pregunta obligada es: ¿Qué piensa Dios u otros dioses del genocidio que ocurre en Gaza? Imagino que los sacerdotes cristianos dirán que Dios vigila todos los actos humanos, incluidos los que ocurren en los conflictos bélicos. Al final, estos curas resuelven todo señalando que los miembros del ejército genocida “pagarán” por sus actos cuando entren al purgatorio o al infierno, escenarios que hacen parte de toda esa narrativa en la que la Iglesia Católica envolvió y mantiene cautivos a millones de seres humanos en el mundo que creen a pie juntillas en el infierno y el paraíso.

Pasará esta Semana Santa y los riesgos de vivir juntos, entre diferentes, se potenciarán y se harán inevitables las guerras, los conflictos étnicos y religiosos; los crímenes pasionales, los feminicidios, los duelos de sangre y las más estúpidas de todas las disputas y conflictividades: por un dios o una camiseta de un equipo de fútbol. Lo curioso es que millones de fanáticos al fútbol van a misa y confiesan sus pecados. Sus vidas son el espejo de la trayectoria de la Iglesia Católica: entre luces y sombras.

 

@germanayalaosor


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martes, 15 de abril de 2025

FRAUDE ELECTORAL EN ECUADOR Y ELECCIONES EN COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio


Después del fraude electoral ocurrido en Venezuela y la sospecha de que en el Ecuador acaba de pasar lo mismo, el riesgo de que ocurra algo parecido en las elecciones de 2026 en Colombia se acrecienta. En las huestes del petrismo ya están prendidas las alarmas. Y es que el convulsionado ambiente internacional y la crispación política al interior del país hacen pensar en que la derecha le apostará a recuperar la Casa de Nariño a como dé lugar, así toque hacerlo de manera fraudulenta. De ocurrir un fraude electoral en el 2026, la élite hegemónica colombiana da por descontado que contarán con el respaldo de los gringos.

El rápido reconocimiento que hizo el gobierno de los Estados Unidos del triunfo de Daniel Noboa, a pesar de las denuncias de fraude hechas por la candidata opositora Luisa González apunta a que Donald Trump estaría interesado, de un lado, en extender en el tiempo las relaciones de dominación sobre el Ecuador; y del otro, recuperar a Colombia como país históricamente hincado a los intereses económicos y militares de USA. A Trump no le importó que González no reconoció la victoria de Noboa, actitud política que deslegitima el triunfo de Noboa y lo expone a sufrir el escrutinio internacional.

Las posturas asumidas por el gobierno Petro frente al cambio climático, su lucha contra el narcotráfico, su rechazo al genocidio en Gaza y el rompimiento de relaciones con Israel, su acercamiento a China, el estar al frente de la Celac e incluso sus  respuestas iniciales a las amenazas arancelarias de Trump hacen pensar en que al Departamento de Estado, la CIA y a la DEA les convendría más un triunfo de la derecha por su acostumbrada obsecuencia frente a las políticas del Tío Sam, que la continuidad del proyecto político progresista, en cabeza de un presidente o presidenta igual de “altanero” al presidente Petro. Se suma a lo anterior que el presidente Petro aún no reconoció el triunfo de Noboa. Petro dijo en la red X que recibió informes "preocupantes" de los veedores colombianos enviados a Ecuador y solicitó al gobierno de ese país las actas "para ser verificadas". Dicha posición no debió ser  bien recibida en Washington.

De confirmarse el fraude electoral en Ecuador se estaría naturalizando como práctica mafiosa, internacionalmente validada por una “comunidad internacional” que, dividida en bloques diferenciados, terminan poniendo por encima de las democracias afectadas por esas estafas en los comicios, los intereses de las potencias que se disputan el liderazgo mundial.

Va quedando claro que sobre las elecciones de 2026 en Colombia estarán muy atentos los gringos. Aunque la continuidad del proyecto progresista no les sirve para insistir en el fantasma del comunismo, el perfil contestatario del presidente Petro sí constituye una molestia diplomática y política. A Trump le encantaría ver en la Casa de Nariño a cipayos como María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Turbay, David Luna, Vicky Dávila de Gnecco, Sergio Fajardo o la misma Claudia López. 




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lunes, 14 de abril de 2025

LA CONSULTA POPULAR VISTA POR LA IGLESIA CATÓLICA

 

Por Germán Ayala Osorio

La iglesia católica es un actor político que usa el discurso religioso y la fe para hacer política y alinearse ideológicamente con las tendencias e intereses de la élite dominante. En complejos momentos históricos, como el de la época de la Violencia, desde el púlpito se legitimó el asesinato de agentes Liberales. Baste con recordar al obispo de Santa Rosa de Osos (Medellín), Miguel Ángel Builes, cuando desde el púlpito sentenció que “matar liberales no era pecado”.

Ahora, en plena crispación ideológica y política, el cardenal Luis José Rueda Aparicio, figura de la jerarquía eclesiástica de Colombia decidió hacer parte de la “calentura” electoral que supone la convocatoria del gobierno Petro a una consulta popular para que sea el pueblo el que decida sobre asuntos concernientes a las reformas sociales que el Congreso sepultó.

Rueda Aparicio señaló a El Tiempo que “aunque la consulta popular es un mecanismo de participación válido, contemplado en la Constitución Nacional, no me parece prudente realizarla en medio de un ambiente preelectoral. La proximidad de las elecciones y la realización de la consulta popular le puede robar seriedad y visión de país tanto a la consulta como a las elecciones. Nos exponemos a una mezcla poco sana. Pero, no podemos olvidar que la reforma laboral es necesaria y urgente en Colombia. Debemos explorar caminos constitucionales libres de utilizaciones, y más bien conducentes a construir respuestas justas. Si nos lo proponemos con libertad frente a intereses personales o grupales, seguramente lograremos el bien posible para la mayoría".

Estamos ante un discurso que se mueve entre la sensatez que suelen reconocerle a la iglesia cuando esta decide hablar a través de sus sacerdotes para fingir que no está tomando partido, y la injerencia indebida de un actor político que históricamente legitimó la operación en Colombia de un régimen de poder oprobioso y violento. Rueda Aparicio apela a un sagaz juego de palabras con el que quiere quedar bien con Dios y con el Diablo. Y queda más o menos claro quiénes representan para él al primero y quién, al segundo.

El prelado olvida que fue el Congreso el que finalmente llevó al gobierno a tomar el camino de la consulta popular. En sus palabras, quienes actuaron de manera irresponsable, insensata e imprudente fueron los 7 senadores de la Comisión Séptima que hundieron la reforma laboral, la misma que Rueda, curiosamente, reconoce como “necesaria y urgente”. Así entonces, el ambiente preelectoral es apenas una circunstancia más en todo ese tortuoso proceso de no discusión de las reformas sociales por parte de las bancadas que le hacen oposición al gobierno. En línea con el Cardenal, hay que señalar que quienes no asumieron con seriedad el debate de los proyectos de ley fueron los miembros de los partidos políticos en oposición.

Al señalar que “la proximidad de las elecciones y la realización de la consulta popular le puede robar seriedad y visión de país tanto a la consulta como a las elecciones”, el alto jerarca de la iglesia católica cae en una peligrosa exageración en la medida en que infantiliza y ridiculiza el llamado a la consulta popular. Claramente Rueda Aparicio les está hablando a los que piensan votar sí. Se descarta que pretenda dirigirse a quienes tienen decidido decir no a las preguntas que llevará la convocatoria por cuanto esa posición está viciada por intereses económicos y una alta dosis de clasismo y racismo.

 En lo expresado por Rueda puede haber algo de “ingenuidad política” cuando propone explorar “caminos constitucionales libres de utilizaciones y más bien conducentes a construir respuestas justas”.  ¿En dónde estaba cuando Colombia votó el plebiscito por la paz? La política y en particular los eventos electorales suponen acciones y actitudes que hacen casi imposible que las decisiones a tomar estén libres de presiones y de las “utilizaciones” a las que refiere Luis José Rueda. A propósito del último término, en el plebiscito por la paz la derecha engañó y utilizó a los votantes, a los que sacó “berracos” a votar, para decirle No al Acuerdo Final al que llegaron las entonces Farc-Ep y el Estado durante el gobierno de Juan Manuel Santos. ¿Será que el triunfo del No fue una respuesta justa, cardenal Rueda?

Por momentos veo en lo expresado por Rueda Aparicio ideas propias del utilitarismo del que hablaron John Stuart Mill y Jeremy Bentham. Si es así, Rueda Aparicio se muestra temeroso o confundido frente a que “la búsqueda de la felicidad a nivel colectivo/social, es decir, una acción es correcta cuando proporciona el mayor bien posible a la mayor cantidad de personas”.  

Recordemos que Rueda dijo que la reforma laboral era “necesaria y urgente”. No solo es necesaria y urgente, sino que haría felices a cientos de miles de hombres y mujeres que hoy son explotadas, porque trabajan a destajo y en condiciones de precarización laboral.



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domingo, 13 de abril de 2025

SELECCIÓN SUB-17 DE FÚTBOL: A TRES MINUTOS DE LA GLORIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Volvió a pasar: a pocos minutos del final, se pierde un título. Pasa a nivel de clubes y a nivel de Selección. Esta vez, el seleccionado de fútbol sub-17 dejó ir la oportunidad de “darle una alegría al país”. Lo tenían todo para hacerlo: un equipo competitivo que mostró por momentos orden táctico, fortaleza y despliegue físicos (gran talla de los futbolistas) y juego colectivo por momentos e interesantes individualidades.

Las reacciones de los periodistas deportivos, como es costumbre, se dividieron entre aquel grupo de narradores y reporteros “oficialistas” y los comunicadores “no oficialistas”. Los primeros, agradecieron a los “guerreros por haber puesto al país a soñar” con el segundo título continental en esa categoría después de más de 30 años de haber alcanzado el único título. Ese agradecimiento realmente es un acto de auto censura que obedece a los compromisos económicos (transmisión de los partidos y acceso a los jugadores) adquiridos por las empresas mediáticas, lo que las obliga a hablar bien del equipo, pero sobre todo evitar cualquier cuestionamiento público, en particular a través de la televisión.

Entre tanto, los segundos dejaron salir la frustración colectiva a través de frases o conceptos como “les faltó jerarquía, convencimiento, saber manejar los resultados y mentalidad ganadora”. Esas sentencias siempre van acompañadas de las sempiternas comparaciones con las selecciones de Brasil y Argentina que, en todas las categorías, acumulan títulos.

Creo que hay factores psicosociales y circunstancias contextuales que podrían servir para explicar los negativos resultados que acumula el fútbol colombiano, es decir, la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), responsable de los procesos de selección y en general del manejo de todas las selecciones.

Una circunstancia clave es que los jugadores argentinos y brasileños convocados a los distintos seleccionados cuentan con la motivación y en ocasiones con la presión de una historia llena de títulos. Esa historia, usada por la prensa de sus países de origen como presión colectiva, puede terminar “intimidando” a los jugadores criollos.  Es más, cuando la prensa colombiana reconoce tácitamente que después de un siglo de operación de la FCF poco o nada tiene que mostrar el país en relación con estrellas y títulos conquistados, el jugador colombiano entra al campo de juego un tanto “disculpado” porque le antecede años de mediocridad en los procesos deportivos y administrativos que hay detrás. Quizás, entonces, el jugador nacional, cuando llega a instancias finales se enfrenta a una pesada tradición que se suma al miedo escénico y al “terror” que les genera soñar con vencer a los argentinos y brasileños justamente en las finales, porque saben que para vencerlos deberán hacer un triple esfuerzo: ser mejores, dominarlos; enfrentar al arbitraje que en varias ocasiones jugó a favor de los gauchos y cariocas; y el peso de esa gloriosa historia de los argentinos y brasileños.

Huelga decir que se les ha podido ganar a los argentinos y brasileños en otras instancias que poco o nada sirven a la hora de cuantificar medallas, campeonatos, copas o estrellas. Se trata de triunfos "morales", como el “histórico” 5 a 0 contra Argentina, en Buenos Aires, durante una eliminatoria a un Mundial.

Es probable que los psicólogos de los seleccionados colombianos, sin saberlo, se estén enfrentando a una realidad deportiva anclada a factores societales y culturales: al jugador colombiano no le interesa ganar títulos. Lo que realmente los motiva es conseguir un millonario contrato que les permita superar la pobreza. La gloria y el reconocimiento pareciera no importar porque al no haber una historia llena de palmarés, el jugador colombiano aún no desarrolló el orgullo suficiente para “hacerse reventar hasta el final” con tal de alzarse con los títulos. Aquí está la diferencia con los argentinos y brasileños, jugadores a los que les encanta que la prensa los aplauda y diga que son los "mejores de América o del mundo". Quizás el asunto problemático que impide sostener las victorias esté en que las prioridades individuales son más fuertes que el sueño colectivo de consagrarse, por ejemplo, campeones de América.

También es posible pensar que las complejas realidades que afrontamos como sociedad lograron fincar en el “ADN” del fútbol colombiano ese “gen dominante” al que los periodistas deportivos llaman “debilidad mental”.




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DANIEL QUINTERO PROPONE RESETEAR LA POLÍTICA Y CERRAR EL CONGRESO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Daniel Quintero, exalcalde de Medellín y seguro candidato presidencial ya dejó ver cuál sería su eslogan de campaña: “Hay que resetear la política”. Y de la mano de ese lema propuso que de llegar a la Casa de Nariño cerrará el Congreso y convocará a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para “renovar” la constitución del 91 porque “ha muerto”.

Cerrar el Congreso es una idea que puede resultar temeraria e inconveniente para los sectores de poder que lograron reformarla y naturalizar prácticas de manoseo institucional que convirtieron su espíritu y sus órdenes en letra muerta; por el contrario, quienes aplauden la medida lo hacen porque están convencidos de que con otra carta política Colombia puede dar por fin el salto hacia la Modernidad tardía. Si bien la Constitución política de 1991 creó importantes instituciones, también es cierto que de estas brotaron  institucionalidades mafiosas, paquidérmicas, ineficientes y sometidas a poderosos intereses particulares.

No creo que la solución a los problemas institucionales que afronta el país y que brotan de una impúdica y mafiosa división de poderes se superen con una nueva constitución política. Eso sí, la intención de Quintero es loable, pero peligrosa en la medida en que una vez el país afronte ese escenario de cambio, las fuerzas más retardatarias de la derecha mafiosa y criminal harán todo lo que esté a su alcance para poner en la delegación que redactará el nuevo contrato social a sus fichas para desmontar los instrumentos constitucionales y legales que permiten aún calificar a la Constitución del 91 como garantista en materia de derechos humanos, incluidos los que guardan relación con el cuidado y aprovechamiento de la naturaleza. Por años intentaron cercenar los alcances de la tutela. A ellos le encantaría regresar a la Constitución de 1886. 

Quintero olvida o no reconoce que la sociedad colombiana arrastra unas “taras” civilizatorias que no se superarán redactando una nueva carta política. Existen varios factores que definen muy bien lo que somos como sociedad. Incluso, varios son la base de los enfrentamientos ético-políticos que el propio Quintero sostiene con el poderoso GEA y el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez.

Esos factores son: el Clasismo y el Racismo de una élite, en particular la antioqueña, que desprecia la vida de afros, indígenas y campesinos; ese odio está íntimamente ancorado a la vergüenza que les genera sus propios procesos de mestizaje, en particular para aquellos agentes de poder que en Antioquia se sienten “arios”, esto es, que pertenecen a una “raza superior, bella e inteligente”. Bajo esa creencia lograron imponer un ethos nazi en la política y en las relaciones cotidianas. Los crímenes de Estado (falsos positivos), las masacres perpetradas con la anuencia de las autoridades local y regional; y el reciente y cruel asesinato de Sara Millerey González Borja son la demostración de la existencia de ese ethos, hijo de la ya señalada supremacía racial.

Otro factor es la Aporofobia, práctica generalizada en el país y que deviene atada a la operación del Estado bajo criterios corporativos y a la intención manifiesta de extender en el tiempo las condiciones de pobreza y miseria de millones de colombianos por la oportunidad que les brinda a los miembros de la élite económica y política de auto indultarse por sus andanzas, y los actos ilegales e inmorales cometidos en el manejo de los recursos públicos y en la operación de sus empresas. Y la mejor forma de hacerlo es entregando subsidios, regalando kit electorales, contratando a destajo o a través de fundaciones que no enseñan a pescar. Junto al Estado, terminan incentivando las trampas de la pobreza. 

Quizás esos tres factores terminan por alimentar el Ethos mafioso, convertido en un distintivo en aquello de ser colombiano y en el impulso moral y ético-político de esa élite rezandera, machista, camandulera, violenta, nazi, sádica y perfumada que hace todo para limpiar sus crímenes (efecto Macbeth).

A lo mejor lo que hay que resetear no es la política, sino el Ethos mafioso y el nazi que se vienen consolidando y naturalizando en Antioquia y en el país. Y ese reiniciar no se va a lograr con una nueva Carta Política. Arrastramos unas taras civilizatorias que hacen prácticamente imposible que la sociedad colombiana dé el salto hacia la soñada Modernidad.

 

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viernes, 11 de abril de 2025

CONSEJO DE ESTADO, LA VERDAD PERIODÍSTICA Y LA VERDAD POLÍTICA DE PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

Con la decisión de la Sección Tercera del Consejo de Estado que le prohíbe al presidente Gustavo Petro transmitir sus Consejos de ministros por canales privados de televisión se configura, desde el poder judicial, un tipo de censura contra el jefe del Estado lo que de inmediato agrava el enfrentamiento político e institucional entre esa alta Corte y el Ejecutivo en cabeza del presidente de la República.

De igual manera, con la providencia en cuestión, los magistrados terminan alineándose con los sectores de poder político y económico a los que el presidente Petro viene confrontando a través de sus alocuciones.

La reacción del presidente Petro constituye una “denuncia” pública que se suma a otros señalamientos como “golpe blando” o “bloqueo institucional” con los que el mandatario de los colombianos viene exponiendo las dificultades internas que viene enfrentando para gobernar y sacar adelante su proyecto político.

Esto dijo el jefe del Estado en su cuenta de X: “que me quieren censurar no es para mi, sorpresa. Hasta me torturaron para que no dijera mis ideas. Creo que los magistrados del Consejo de Estado se equivocan al censurar al presidente de la República y jefe de Estado. No me consideran como tal, no me consideran presidente, simplemente porque pertenezco a la corriente mundial del progresismo humano, o porque mi poder solo proviene del voto popular y no de los clubes del dinero, y por eso a través de fallos han quitado mis facultades constitucionales, y me obligan a decir o no decir en mis discursos, sobre todo si expongo la doble moral de Vargas Lleras”.

El fallo de los magistrados ofrece la oportunidad para discutir  conceptos a los que los togados hacen referencia en su sentencia: la pluralidad informativa y el derecho constitucional a recibir información veraz y oportuna. En el fallo de tutela los magistrados consideran que las transmisiones de los Consejos de ministros y la narrativa presidencial sobre hechos públicos constituyen una violación al derecho a la información en la medida en que limitan el acceso a una oferta informativa plural y veraz y se impone una única fuente informativa oficial.

Estamos ante una apreciación jurídica que desconoce la lógica periodística de unas empresas mediáticas privadas que usan el espectro electromagnético, propiedad del Estado, con fines políticos en muchas ocasiones alejados de la obligación constitucional de ofrecer a las audiencias información veraz y oportuna. Si los togados leyeran un par de análisis de los tratamientos periodísticos dados por la prensa a hechos públicos como por ejemplo el Plan Colombia y la Seguridad Democrática entenderían que los medios masivos de información en el país se autocensuran, reconstruyen realidades, manipulan negativamente los hechos noticiosos, los tergiversan, mienten y por esa vía eliminan cualquier posibilidad de ofrecer a las audiencias información plural, veraz y oportuna.

Se equivocan los magistrados al sostener que con la transmisión de los Consejos de ministros y la exposición de las ideas políticas  del presidente se afecta la pluralidad informativa, pues  hace rato ésta viene siendo afectada por una realidad incontrastable: por lo menos 20 millones de colombianos se “informan” únicamente a través de dos noticieros de alcance nacional: Caracol Noticias y Noticias RCN, empresas privadas cuyos propietarios inciden de manera directa en las líneas editoriales de sus informativos, que fungen realmente como actores políticos al servicio de los intereses económicos y políticos de las familias Santodomingo y Ardila Lulle, respectivamente. A lo que se suma que el grupo español Prisa es propietario de las emisoras W radio y Caracol Radio, lo que configura una hegemonía mediática que anula cualquier posibilidad de que haya pluralidad informativa. Son medios de derecha que defienden los mismos intereses. Señores magistrados, la pluralidad informativa no existe en Colombia. 

El mismo auto de la Sección Tercera del Consejo de Estado por primera vez expone la colisión entre la Verdad Política y Periodística. La primera, para este caso, está atada a las consideraciones, valoraciones y a la información privilegiada a la que tiene acceso el presidente Petro. La Verdad Política que construye el presidente durante sus alocuciones y Consejos de ministros tiene como propósito confrontar a las empresas mediáticas que, al hacer oposición política al gobierno, se olvidaron del artículo 20 de la Constitución, es decir, de informar con responsabilidad social, veracidad y con el rigor que desde la deontología del oficio se espera que asuman el ejercicio periodístico.

Mientras que la Verdad Política está atada a la búsqueda del bien común, a la dignidad presidencial, así como a la ejecución de un proyecto político validado a través del voto popular, la Verdad Periodística nace exclusivamente de las valoraciones moralizantes que suelen hacer los periodistas, editores y propietarios de las empresas mediáticas en función de unos intereses corporativos que al ser cuestionados ética, política y moralmente por el presidente de la República a través de sus alocuciones y la transmisión de los Consejos de ministros, dan vida a la Verdad Política que los magistrados le están negando a una parte de las audiencias interesadas en conocer las particularidades de esa Verdad y al electorado que eligió al presidente Petro. 

El ministro del Interior informó que apelarán el fallo, lo que supone que el pleno del Consejo de Estado deberá resolver el conflicto entre el Estado, el jefe del Estado y los particulares (empresas mediáticas y el ciudadan@ que interpuso la tutela). Una decisión salomónica, que recoja los elementos aquí expuestos y que entienda los niveles de crispación ideológica y política por los que atraviesa el país, debe ir en camino a reversar la decisión de los magistrados de la Sección Tercera y a garantizarles a los sectores afectados por la Verdad Política de Petro el derecho a réplicas en las mismas condiciones en las que se transmiten los Consejos de ministros. Quizás lo que la sociedad colombiana necesita es disfrutar de la circulación y confrontación de más verdades políticas, en lugar de verse sometidos a las sesgadas miradas de los medios masivos y a su pobre oferta cultural en la que se destacan pendejadas como la Casa de los Famosos o novelas que solo sirven para naturalizar estereotipos. 





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PETRO ROMPIÓ EL PERFIL PRESIDENCIAL


Por Germán Ayala Osorio

Más allá de si lo prometido en campaña se cumplirá cabalmente al final de su mandato, la presidencia de Gustavo Petro Urrego inauguró un nuevo perfil y condiciones para aquello de ser presidente de la República en el país de las familias, clanes y mafias que al operar juntos lograron borrar los límites entre lo legal y lo ilegal; entre lo legítimo y lo ilegítimo.

La llegada de Petro a la Casa de Nariño puso en crisis el modelo de jefe del Estado que por años les sirvió a los agentes más poderosos del Establecimiento: presidentes de la República serviles, cautos, manejables, diplomáticos y respetuosos de las sempiternas correlaciones de fuerzas, en particular aquellas con las que por largo tiempo se garantizó la operación privatizada del Estado en beneficio de una élite clasista, racista y feudal cuyos miembros se jactan de ser capitalistas pero que al revisar sus prácticas oligopólicas y las propias de la cartelización mafiosa castigada por la Superintendencia de Industria y Comercio en los tiempos de Pablo Felipe Robledo, demuestran que son precapitalistas o rentistas.

A pesar de trabajar de la mano con varios de los agentes económicos más poderosos del país, Petro Urrego se mantuvo erguido a pesar de que la tradición presidencialista en el país siempre les propuso -les ordenó- a los jefes del Estado hincarse ante los banqueros o clanes políticos que de tiempo atrás trabajan para mantener el asedio político, por razones económicas y financieras, sobre la Casa de Gobierno y el consecuente control sobre la persona que encarna la figura presidencial.

En su pretensión de poner el Estado al servicio del pueblo, Petro se encontró con realidades políticas que se vio obligado a exponer públicamente en los últimos Consejos de ministros: redes clientelares proclives a sabotear institucionalmente el proyecto progresista, atadas a clanes políticos, banqueros y exfuncionarios que dejaron consolidadas clientelas y agentes “técnicos” en instituciones estatales clave que vienen operando bajo intereses corporativos o familiares.

Presidentes como César Gaviria, Andrés Pastrana, Ernesto Samper, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos y el más obsecuente de todos, Iván Duque Márquez, cumplieron a cabalidad con el modelo presidencial ajustado a los intereses de los clanes políticos y los dueños del gran capital en el país. A ninguno de los anteriores se le escuchó decir que “eran gobierno, pero que no tenían el poder” como lo reconoció Gustavo Petro cuando entendió que, a pesar del poder presidencial, existen poderosas fuerzas y agentes económicos y políticos capaces e interesados en hacer naufragar su mayor objetivo: hacer que el Estado opere en función de los derechos y las demandas de  los ciudadanos.

La confrontación con el poderoso conglomerado de Sarmiento Angulo y con varios clanes de la costa Atlántica, como los Gnecco y Char, entre otros, consolidan un perfil presidencial que va más allá de la personalidad rebelde y contestaria de quien ostenta la dignidad presidencial. Se trata de una actitud política ancorada a un proyecto de país que plantea la desprivatización del Estado en aras de llevar su operación a estadios de modernidad y tratar de acercarlo a las condiciones de los Estados de Bienestar europeos.

Eso sí, entre los seis expresidentes arriba señalados subsisten diferencias en las maneras como asumieron las relaciones con el Establecimiento colombiano. Gaviria, Santos, Pastrana y Duque hacen parte del grupo de las “buenas maneras”, por haber dado cumplimiento a los protocolos finamente diseñados para mantener tras bambalinas las eternas condiciones de sumisión que aceptaron cuando asumieron la jefatura del Estado. Samper, por el contrario, intentó incumplir los protocolos, obligado por las circunstancias políticas que le generó el Proceso 8.000; en lo que toca al perfil de Uribe Vélez, se puede decir que el Establecimiento lo usó para que los intereses de selectas familias, clanes políticos y corporaciones jamás sufrieran contratiempos. Y Uribe les cumplió a cambio de que lo dejaran imponer sus lógicas, pero sobre todo ese ethos que, asociado al Todo Vale, legitimó las más perversas prácticas dentro del Estado y en las maneras de actuar de las empresas privadas.

Con la ayuda de los medios masivos y gracias a la Seguridad Democrática una parte importante de la sociedad aceptó la narrativa mediática que implícitamente mostraba a Uribe como un político “independiente y autónomo en sus decisiones”, cuando lo que realmente hubo en el país entre 2002 y 2010 fue una mutua colaboración. A la élite tradicional poco le importó el oscuro pasado de Uribe por la Aerocivil y la gobernación de Antioquia y mucho menos su vulgaridad, ordinariez y su lenguaje procaz y violento. Digamos que a Uribe los agentes del Establecimiento le dieron el juego suficiente para que no sintiera que estaba cumpliendo sus órdenes y siguiendo los protocolos establecidos en esa relación perniciosa entre los presidentes electos y los agentes más retardatarios y poderosos del Establecimiento colombiano.

De cara a las elecciones de 2026, surge la pregunta para los candidatos que se la jueguen por dar continuidad al proyecto progresista que llevó a Petro a la Casa de Nariño. ¿Estarán dispuestos Daniel Quintero, Carlos Caicedo, Carolina Corcho o Camilo Romero a exhibir en campaña el mismo perfil confrontacional que Petro mantuvo con esos mismos agentes del Establecimiento que se resisten a soltar al Estado?



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jueves, 10 de abril de 2025

LOS POSIBLES ESLOGANES DE LAS CAMPAÑAS DE FAJARDO Y GALÁN

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con la entrada al juego electoral de Juan Manuel Galán y del eterno candidato del GEA, Sergio Fajardo Valderrama los posibles eslóganes de estas campañas “mejoran” un poco en relación con los catastrofistas que lanzaron de manera temprana David Luna, candidato en la sombra de Vargas Lleras y la ficha de los clanes Gnecco y Gilinski, Vicky Dávila, así como María Fernanda Cabal, una de las “generalas o muñecas” del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Luna, por ejemplo, habló de “recuperar moralmente a Colombia”, mientras que la periodista-candidata y la congresista del Centro Democrático hablaron de “salvar y recuperar a Colombia”.

Parece que Luna, Dávila de Gnecco y Cabal están decididos a presentarse a las elecciones de 2026 como los nuevos “salvadores” o “mesías” de una derecha incapaz de hacer ejercicios de autocrítica por los negativos efectos que dejaron 30 años de uribismo y neoliberalismo. Insisten en la peregrina idea de que “el comunismo de Petro acabó con la Suiza de América” que con tanto esfuerzo construyeron César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque Márquez. Luna, por ejemplo, habla de moral cuando viene de hacer parte de Cambio Radical, uno de los partidos con más políticos investigados, procesados y condenados por diversos delitos. Mientras que Cabal y Dávila de Gnecco insisten en recuperar el carácter mesiánico con el que su patrón, Álvaro Uribe, conquistó a millones de ingenuos e ignaros que creyeron a pie juntillas en los beneficios de la  Seguridad Democrática, la Mano Firme y el Corazón Grande.

Entre tanto, Juan Manuel Galán ya dejó ver el sentido de lo que podría ser su eslogan de campaña. Propuso el hashtag #ColombiaNueva; mientras que el enclosetado uribista y exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo Valderrama inició su candidatura llevando a las universidades la pregunta “cómo construir un mejor país”.

La etiqueta propuesta por Galán bien podría cambiarse en el futuro por la frase Vamos por una “Nueva Colombia”, en la que se recogería la idea del cambio con la que Gustavo Petro se presentó y cautivó a cientos de miles de los que votaron su proyecto político en el 2022. Pensar en que es posible liderar y construir una “Nueva Colombia” alejaría a Galán del sentido revanchista, negativo y catastrofista de las frases que hasta el momento expusieron Cabal, Dávila de Gnecco y Luna, aspirantes de la derecha y la ultraderecha. Eso sí, tengo dudas de la capacidad y el interés de Galán de tomar distancia de los sectores de poder tradicional que lo acompañan en su aspiración presidencial. Juan Manuel Galán hace rato es un defensor del Establecimiento colombiano. 

En lo que respecta a la pregunta con la que Sergio Fajardo estaría orientando sus charlas en espacios universitarios hay que señalar que con el interrogante los asesores del exalcalde de Medellín insisten en recuperar el perfil de profesor universitario y posicionar a Fajardo como un político que escucha a la juventud y con el que es posible construir consensos y “unir” al país. Eso sí, la pregunta “cómo construir un mejor país” resulta demagógica, con un tinte academicista y esperanzadora en la medida en que el único capaz de (re) construir un mejor país sería el profesor Sergio Fajardo y nadie más por cuanto el político antioqueño sería el vocero del estudiantado que participa de las charlas con el eterno candidato presidencial del medroso Centro político.

Ya veremos cómo se decantan estas primeras ideas. Lo que parece inamovible en varios de los candidatos de la derecha uribizada es su insistencia en descalificar al gobierno Petro, a pesar de que al final el presagio aquel de que nos “volveríamos como Venezuela” no se cumplió por una razón fundamental: el actual presidente de Colombia es progresista y no representa a la izquierda con la que la derecha neoliberal suele asociar el modelo socialista de Cuba, Venezuela e incluso el viejo régimen socialista de la antigua URSS.

Al haber desaparecido el fantasma del “Castrochavismo y el comunismo”, a los asesores de campaña de Cabal, Dávila de Gnecco y Luna les queda más fácil apelar al odio, a la mentira, la tergiversación de la realidad y al catastrofismo para tratar de cautivar a ese electorado que aún consume la sesgada información que entregan los medios hegemónicos. La pregunta de Fajardo y la idea de una Nueva Colombia o de una Colombia Nueva de Juan Manuel Galán pueden mejorar el debate electoral en la medida en que superan las miradas aciagas, desastrosas, calamitosas, devastadoras, trágicas e infortunadas con las que “evalúan” la gestión del gobierno de Gustavo Petro por el solo hecho de haberles arrebatado la Casa de Nariño y debilitado las redes clientelares que la derecha tejió durante más de 30 años.


JUAN MANUEL GALAN Y SERGIO FAJARDO - Búsqueda Imágenes

martes, 8 de abril de 2025

EL ESPECTADOR CONTRA LA “TROPA” DE INFLUENCIADORES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el reciente artículo de El Espectador, titulado “Tropa” de influenciadores de Petro se mueve con el erario y se agita para la campaña”, el diario bogotano, propiedad del Grupo Santodomingo, reconfirma su entrada a la cofradía de medios masivos que decidieron comportarse como actores políticos decididos a atacar al gobierno Petro, dejando de lado la ética periodística e incluso, sus propios manuales de redacción e incluso, olvidándose por completo de la obligación constitucional de “informar de manera veraz y oportuna, así como actuar bajo criterios de responsabilidad social”.

Varios de los influenciadores le exigieron a El Espectador que rectificara la información publicada con la que el diario capitalino los “boletió” por haber tenido contratos con el Estado, tener alguno en el momento o simplemente por defender la reforma laboral y otras iniciativas gubernamentales. Es decir, por opinar y ejercer el derecho a expresar sus ideas sin cortapisas y riesgos.

En la red X se conocieron algunas de las respuestas que Fidel Cano, director del periódico entregó a los reclamantes que se sintieron perseguidos, perfilados, hostigados, estigmatizados y macartizados por El Espectador.

En una de las respuestas que entregó el diario bogotano a las influencers que aparecieron en la nota periodística es visible que El Espectador efectivamente está ejerciendo el peligroso rol de Estigmatizador Ideológico, conducta muy propia de regímenes totalitarios. Es decir, el histórico periódico sobrepasó los límites de la información y la crítica para actuar como un agente político moralizador y moralizante interesado en descalificar a quienes desde sus lugares de enunciación defienden las ideas del progresismo. Pagos o no por apoyar la causa petrista, lo que está haciendo El Espectador es exponer a los influencers reseñados a sufrir amenazas y ser perseguidos en un eventual cambio de gobierno en el 2026 por defender unas ideas que se vienen practicando dentro de las reglas de la democracia y el orden constitucional. El Espectador, manejado periodísticamente por Fidel Cano, parece que olvidó los altos niveles de crispación ideológica que vive el país desde el 7 de agosto de 2022.

A la activista y doctora en Estadística, Hanwen Zhang, El Espectador respondió de esta manera: “estamos de acuerdo en que los contratos que tuvo con el DANE e ICFES estuvieron vigentes hasta el 2024, tal y como aparece en la publicación. Es cierto y verificable, además, que Usted es una reconocida creadora de contenido cercana al petrismo, que, entre otros aspectos apoyó la reforma laboral, razón por la cual no procede la rectificación”. 

Entre tanto, el jefe del Estado, Gustavo Petro espetó lo siguiente: “esto significa que @elespectador, contrario a su origen, hoy es un revisor de contenidos y al estigmatizar un pensamiento, contradice la constitución en uno de sus derechos fundamentales: el libre pensamiento y expresión. Eso se llama censura. Censurar un pensamiento como el progresismo, no tanto en realidad por un periódico, sino por un poder económico”.

El artículo en mención resulta a todas luces ligero y tendencioso en la medida en que se convierte en un insumo clave para los “odiadores de oficio” de una derecha desesperada por recuperar el poder, pero por, sobre todo, por el uso pedagógico y político que viene haciendo el presidente Petro de los Consejos de ministros. Petro encontró en sus reuniones con sus ministros la manera más efectiva de explicar asuntos sobre los que la prensa tradicional, incluido El Espectador, informan a medias, tergiversan y recrean realidades mentirosas. Huelga recordar que los medios masivos hegemónicos inventaron que habría racionamiento de gas cuando lo que se dio fue un corte programado por mantenimiento, así como insinuaciones de que vendría un apagón eléctrico en el país. La molestia de las empresas mediáticas también se explica por los graves cuestionamientos de Petro en esos consejos de ministros en torno a entuertos y mafias en varios sectores estratégicos del país sobre los que el Estado perdió el control gracias a familias poderosas y a sus afamados “técnicos”.

Insisto en que la actitud editorial del diario bogotano deja ver una ética periodística acomodaticia que no solo debilita su ejemplar historia como medio liberal que en el pasado se enfrentó al criminal Pablo Escobar, sino al poder económico y político de Miguel Michelsen Uribe, condenado por corrupción. Así recuerda el propio diario bogotano ese episodio en el que El Espectador exhibió una incontrastable fortaleza ética: “El diario puso al descubierto irregularidades del emporio económico a través de fondos de inversión y de autopréstamos de los miembros del Grupo con recursos de los ahorradores. El Grupo retiró entonces su pauta del periódico para asfixiar sus finanzas, estrategia que dio lugar al célebre editorial del 4 de abril de 1982 (“La tenaza económica”), en el que Guillermo Cano respondió: “...No vendemos, no hipotecamos, no cedemos nuestra conciencia ni nuestra dignidad a cambio de un puñado de billetes. Eso no está dentro de nuestros presupuestos”.

Me quedo con El Espectador del pasado y rechazo el de hoy porque entró en el peligroso juego de la estigmatización ideológica. Sin duda alguna estamos ante un retroceso enorme: pasó de ser un referente periodístico nacional y un defensor de las ideas liberales, para fungir como un agente Estigmatizador Ideológico al servicio del capital.




ASESINATO DE SARA GONZÁLEZ Y EL ETHOS NAZI

 

Por Germán Ayala Osorio

El cruel asesinato de Sara Millerey González Borja, de 32 años, en Bello, Antioquia, es la constatación de que, en Colombia, y en particular en Antioquia, deambula un ethos nazi que busca a toda costa y a través de diversas formas de violencia física y simbólica eliminar las diferencias políticas, ideológicas, religiosas y la libertad sexual. Detrás de los que gritan que viva la Antioquia Federal hay elementos nazis atados a la búsqueda de una soñada “pureza étnica”, o para el caso específico, de la pureza de la “raza antioqueña” de la que solo son dignos representantes los machos cabríos y cachondos, muchos de esos violadores de mujeres.

Estamos ante un ethos nazi en el que confluyen prácticas culturales asociadas a la visión conservadora de una parte importante de esa sociedad de la que se desprenden la homofobia y la transfobia, expresiones de esa animadversión que les produce los que se atreven a cuestionar los patrones culturales en cabeza del “macho paisa, berraco, borracho, creyente en Dios, camandulero y preñador”.

De lo corrido del año han sido asesinadas en el país 24 personas de la población LGTBIQ+, de las cuales 13 ocurrieron en Antioquia. La cifra habla por sí sola: algo pasa al interior de los antioqueños que odian a los diferentes y están dispuestos a asesinarlos por cuestionar simbólica y físicamente la sentencia religiosa que dice que “Dios creó al Hombre y a la Mujer. Lo demás, es degenero, cochinada, una aberración o relaciones excrementales”. No. Lo único excremental aquí es el ethos nazi antioqueño con el que unas cuantas bestias deciden quién debe morir y quién no. La sevicia con la que atacaron a Sara es propia de “machitos” que muy seguramente necesitan de ese tipo de reacciones violentas, bien para tratar de afianzar su desquiciada y cuestionada masculinidad; o para vengar eventuales episodios de acoso sexual. En cualquier caso, los victimarios de Sara son unos malditos criminales, unas bestias despiadadas; unos homúnculos despreciables que en gavilla menospreciaron la vida de Sara.

Alcanzo a imaginar a los victimarios de Sara ir a misa cada domingo a persignarse y recibir el “cuerpo” del Señor. Como también los visualizo celebrando con pólvora y trago su crimen porque probaron “finura” ante los otros miembros del “club de machos” que andan al acecho de mujeres trans y otros miembros de la población LGTBIQ+.

Adenda: cifras del colectivo Caribe Afirmativo.

Imagen tomada de El Espectador

domingo, 6 de abril de 2025

EL ESTUDIANTE-CLIENTE (II)

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En una anterior columna hice referencia a la existencia del estudiante-cliente, fenómeno que en mayor medida se expresa en universidades privadas, pero que varios corresponsales consideran que su presencia ya hace parte de las dinámicas de los colegios. Otros de los lectores de la columna El estudiante-cliente (I) ubicó al neoliberalismo como doctrina responsable de esa clientelización del estudiantado. 

Otra de las voces que reaccionaron apuntaron a la necesidad de caracterizar a los docentes que están sometidos a las dinámicas que genera esa condición del estudiante visto como usuario, cliente o consumidor de los servicios educativos ofrecidos por las universidades privadas. Esta columna es un intento en ese sentido.

Hay un primer grupo de profesores que, frente a dicho fenómeno, optan por guardar silencio, aunque tratan en el aula de modificar los nocivos efectos de esa clientelización de los estudiantes. Estos profes soportan con estoicismo esas nuevas circunstancias en las que deben operar como orientadores de cursos a los que asisten estudiantes-clientes que pagaron costosas matrículas para “consumir y desechar” discursos, posturas, conceptos, fórmulas y hechos que en el pasado suscitaban discusiones acaloradas entre los docentes y aquellos estudiantes política y académicamente formados para entablarlas y sostenerlas en el tiempo. A esos estudiantes-clientes no les interesan los rollos y mucho menos debatir las ideas del profesor. Es suficiente con que los entretenga y mucho mejor si los hace reír.

En un segundo grupo se ubican aquellos que acatan sin chistar esa nueva realidad académica no tanto porque estén convencidos de que es lo mejor para la academia y para los clientes, sino porque su carácter sumiso los obliga a mantenerse del lado de quienes para el caso ostentan el poder: las directivas. Estos profes son una especie de obsecuentes manzanillos que aprendieron a reptar. Le apuntan a un cargo directivo para librarse de la pesada carga académica.

Y en un tercer grupo podemos ubicar a los que se atreven a cuestionar los listados de estudiantes-clientes que la Universidad asume como “especiales” y que les entrega para que coadyuven a evitar que deserten, es decir, que el estudiante-cliente abandone la carrera. Estos profes corren el riesgo de ser señalados por el colega que ostenta un cargo directivo de “no tener la camiseta puesta”. Estos docentes suelen somatizar el cansancio que les produce enfrentar la mediocridad, las incoherencias y la irresponsabilidad de los estudiantes-clientes.

En los tres grupos hay diferenciadas apuestas éticas. Los que se ubican en el primer grupo exhiben una eticidad responsable en la medida en que creen aún que en el aula es posible poner en crisis esa condición de estudiante-cliente que tanto daño le está haciendo a la academia y a quienes, muchas veces sin saberlo, padecen esa condición que deviene sistémica. En cuanto a los que hacen parte del segundo grupo, la ética practicada resulta acomodaticia y cercana a las maneras como opera la Política en la que los intereses están por encima de las relaciones de amistad e incluso de la responsabilidad académica frente a los estudiantes-clientes, víctimas y victimarios de un sistema cultural y de unos procesos civilizatorios en crisis.

Finalmente, en el tercer grupo, sus profesores exhiben una ética ciudadana forjada en el cuestionamiento del poder y de las realidades. Estos profesores, cada vez más escasos, perseguidos y estigmatizados al interior de las universidades responden de manera clara al carácter genuino que acompañó a la Universidad como institución moderna durante siglos. Es decir, antes de que la doctrina neoliberal se asumiera como plan de vida individual y como parte de una nuevo “ordenamiento cultural”. Bajo este “ordenamiento cultural” se debilitan proyectos comunitarios o colectivos, se apunta a la atomización de la sociedad y se desprecia la lectura crítica; al final, lo que se impone es la lógica individual de unos estudiantes infantilizados desde sus hogares y aceptados así por la universidad que da continuidad a ese proceso que termina con la graduación de estudiantes-clientes.




HOSTIGAR Y “BOLETIAR”

 

Por Germán Ayala Osorio

Convertidas las redes sociales en putrefactas trincheras ideológicas, en particular la red X, desde el 7 de agosto de 2022 hostigar, matonear, calumniar e injuriar se consolidaron como poderosos instrumentos con los que petristas y uribistas se enfrentan a diario en su afán de legitimar las dos únicas narrativas sobre las cuales girará el debate electoral de 2026. La narrativa del progresismo apunta a que el proyecto político aupado por Petro debe continuar por todos los efectos positivos que dejaría, mientras que la derecha insiste en la fantasiosa idea de que “el país está en la debacle y que va hacia el abismo por culpa del comunismo”, a pesar de que los indicadores económicos y sociales dicen lo contrario. El enfrentamiento discursivo y las acciones (des) informativas están llegando a unos peligrosos niveles de intolerancia que bien podrán terminar en peleas callejeras y otras formas de violencia física; incluso, en asesinatos selectivos.

Las bodegas es el término en el que confluye la lucha ideológica y política entre sectores del progresismo y la derecha uribizada. Hacen parte de esas particulares bodegas influenciadores, youtubers, periodistas, políticos y remedos de reporteros, interesados en desacreditar a sus oponentes exponiendo contratos con el Estado, convertidos estos últimos en una especie de nuevo e imperdonable “delito” que debe ser rápidamente tipificado en el Código Penal. Lo cierto es que todos los gobiernos han pagado apoyos y favores electorales con millonarios contratos. Por supuesto que esa práctica no legitima el carácter leonino de muchos de estos. Estamos ante un problema cultural (político) que abarca a progresistas y a quienes desde la derecha defienden su hasta ayer exclusivo derecho a regalar contratos con el Estado.

Por supuesto que también se apela al agravio físico. El youtubers de 40 o más años, Daniel Samper Ospina es reconocido por burlarse de la apariencia física de sus contradictores. Recientemente posteó la imagen del ministro de Educación, haciendo una mueca. Samper ofreció boletas gratis a su show al mejor pie de página que enviaran sobre la foto del ministro Daniel Rojas. De acuerdo con las "denuncias" en la red X, la esposa de Samper, durante el gobierno de Juan Manel Santos, se benefició de un contrato con el Estado. De esa forma el privilegiado payaso confirma no solo su clasismo, sino su molestia por la llegada a la Casa de Nariño de un gobierno que jamás le daría un contrato  a él o a alguien más de su núcleo familiar. 

Los límites entre el hostigamiento y la confrontación política de las ideas y posturas políticas cada vez se tornan más difusos. En especial cuando medios tradicionales como El Espectador entran en el juego de develar contratos con un lenguaje periodístico que agita las pasiones y el ya enrarecido ambiente electoral. Este es el titular del diario bogotano que “calentó” la red social X: “Tropa” de influenciadores de Petro se mueve con el erario y se agita para la campaña”. La bajada o sumario de la nota amplifica el sentido de la “denuncia” periodística que termina por confirmar el alineamiento ideológico y político del periódico con los intereses de la derecha uribizada que le apuesta a recuperar la Casa de Nariño y el poder de entregarle los contratos exclusivamente a los influenciadores de la derecha que desde el 7 de agosto de 2022 hacen "méritos" para hacerse a unos de esos esperados premios por haber sostenido enconados enfrentamientos con los petristas. 

El sumario es este: “El Espectador encontró que 18 de estos activistas firmaron contratos por más de 700 millones de pesos solo en lo que va del 2025. Se trata de un pulso por el control de la narrativa que está en disputa con creadores de contenido de la derecha”. La nota está acompañada de las fotos y las cuentas de X de cada uno de los beneficiarios.

Julio Mario Ospina, usuario de la red X (@juliomario55555) reaccionó de esta manera a la publicación: “Procedo a poner una denuncia y demanda al @elespectador por difamación, injuria y calumnia, exponer mi vida ante el país y el mundo, a mi si me tienen que demostrar en estrado judicial ya que el dinero que me gano limpiamente como fruto de mi trabajo no proviene del erario público, sucios mentirosos!!”.

“Boletiar” al adversario, exhibiendo que tiene contratos con el Estado deviene con una inconveniente carga moralizante y estigmatizante que empobrece la discusión política en la medida en que los contratos suelen hacerse públicos en la plataforma estatal existente para esos efectos. Lo que en el fondo está mal es defender una causa o un proyecto político sí y solo sí hay una retribución económica.  

La defensa de las ideas progresistas y de las ejecuciones del actual gobierno debe obedecer de manera exclusiva a una evaluación, de las dos partes enfrentadas, de la calidad técnica de las mismas, en especial si se trata de obras de infraestructura; la sostenibilidad financiera, ambiental, ecológica y social de las mismas; la pertinencia, los costos económicos y la aceptación social por parte de las comunidades beneficiadas. Los contratos, millonarios o no, entregados a los influenciadores de la derecha o del progresismo deben estar justificados por las mismas razones. Entregarlos por “agradecimiento” da vida a una relación clientelar de nuevo tipo que convierte al Estado en la caja menor para pagar favores electorales y políticos.

Estas acciones de “boleteo informativo” ocurren días después de los reclamos que varios ciudadanos hicieron a Nadia Blel, frente a su apartamento en Cartagena, por haber hundido la reforma laboral. Ambas acciones son el resultado de esos ánimos caldeados a los que el presidente Petro también contribuyó cuando calificó de  maldito el parlamentario que a través de las leyes destruye la prosperidad de su propia tierra, de su propio pueblo”.

Insisto en que hay un riesgo enorme de pasar del matoneo en redes al hostigamiento y de este a  la violencia física. El papel de medios como El Espectador es de ayudar a bajarle el tono a esas confrontaciones. Ojalá no nos toque presenciar en el 2026 asesinatos selectivos o peleas callejeras entre petristas y uribistas. 

 


Imagen tomada de El Espectador.com 



Imagen tomada de la red X. 

EL ESTUDIANTE-CLIENTE (I)

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Desde hace por lo menos 15 años atrás – o quizás más- se viene consolidando un fenómeno al interior de las universidades privadas. Se trata de la conversión del estudiante en cliente, visto así por las directivas y el propio profesorado que se ve obligado a aceptar esa condición para no poner en riesgo el trabajo. Esa condición de estudiante-cliente está rodeada de unas nuevas realidades contextuales y decisiones académicas que terminan por agotar a los profesores@s a los que se les viene exigiendo actuar como recreacionistas-payasos capaces de cautivar a un estudiantado que arrastra los vacíos conceptuales, el aburrimiento, las incertidumbres generalizadas en un mundo caótico, el exceso de información que circula, nuevos y poderosos distractores y la indisciplina del bachillerato, instancia que junto a la crisis de la familia facilitaron la construcción de esa idea de estudiante-cliente.

El estudiante-cliente cuenta con la bendición y la consideración de las directivas de las universidades en la medida en que como consumidor siempre tendrá la razón, frente a exigencias como la lectura de libros, la entrega oportuna y de calidad de los trabajos académicos, el respeto a las reglas del juego planteadas al interior de los cursos, las llegadas temprano y por supuesto la asistencia a las clases.  

Todo lo anterior está hoy mediado por la IA, instrumento usado por el estudiante-cliente para “engañar” a los docentes que en el pasado leían los ensayos con la expectativa de encontrar plagio, práctica común dentro del ámbito universitario. El Chat GPT y otras formas más avanzadas de consulta hacen estragos en la ya maltrecha relación estudiante-cliente y profesor.

Recuerdo apartes de la carta de renuncia que escribió Carlos Jiménez, profesor universitario, agobiado por estas nuevas condiciones. En la misiva, que publicó en el diario El Tiempo en 2024, en algunos pasajes se lee lo siguiente: “Desde que empecé mi cátedra, en el 2002, los estudiantes tenían problemas para lograr una síntesis bien hecha, y en su elaboración nos tomábamos un buen tiempo. Pero se lograba avanzar. Lo que siento de tres o cuatro semestres para acá es más apatía y menos curiosidad. Menos proyectos personales de los estudiantes. Menos autonomía. Menos desconfianza. Menos ironía y espíritu crítico. Debe ser que no advertí cuándo la atención de mis estudiantes pasó de lo trascendente a lo insignificante. El estado de Facebook. "Esos gorditos de más". El mensaje en el Blackberry… No sé. En esos tiempos lo importante, creo, era discutir, especular, quedar picados para buscar después el dato inútil. Interesaba eso: buscar. Estoy por pensar que la curiosidad se esfumó de estos veinteañeros alumnos míos desde el momento en que todo lo comenzó a contestar ya, ahora mismo, el doctor Google. Es cándido echarle la culpa a la televisión, a Internet, al Nintendo, a los teléfonos inteligentes. A los colegios, que se afanan en el bilingüismo, sin alcanzar un conocimiento básico de la propia lengua. A los padres que querían que sus hijos estuvieran seguros, bien entretenidos en sus casas. Es cándido culpar al "sistema". Pero algo está pasando en la educación básica, algo está pasando en las casas de quienes ahora están por los 20 años o menos”.

Se suma a lo anterior las necesidades de padres de familia que envían a sus hijos a la universidad no para que se formen en una profesión, sino para librarse del problema de tenerlos en la casa sin hacer nada. A pesar del mal rendimiento, de perder varias veces una o más materias o de cambiar de carrera, la universidad hace ingentes esfuerzos para retener al estudiante-cliente, porque al final lo que importa es que pague por estar en el campus. No más. Por esa vía se sacrifica la calidad académica, al tiempo que se naturaliza la relación clientelar entregándoles a los profesores@s la responsabilidad de darle manejo a esos estudiantes-clientes vistos al interior como “casos complejos” por alguna condición mental, física (motriz) o actitudinal.

Esos acompañamientos de los docentes a esos estudiantes-clientes “especiales” son un factor más a la “carga” académica de profesores que tienen 4 o más cursos, a lo que suman asistir a reuniones, planeación de los cursos, leer ensayos, evaluar y calificar exámenes estandarizados que también contribuyen a la baja calidad en la formación de los profesionales; y los más comprometidos, buscar si los textos escritos de los estudiantes-clientes se los escribió la IA.

¿Cuántos docentes universitarios hoy en Colombia están camino a tirar la toalla como lo hizo en su momento Carlos Jiménez? Renuncien o no, el estudiante-cliente llegó para quedarse.


Estudiantes Universitarios En Clase Animado - Búsqueda Imágenes

sábado, 5 de abril de 2025

CLAUDIA LÓPEZ TAN SERPENTEANTE COMO EL RÍO CAUCA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El director de la UNGRD, Carlos Carrillo comparó a la candidata presidencial Claudia López Hernández con el río Cauca. Esto dijo el director de esa entidad: “El río Cauca es como es, yo lo he dicho varias veces. Yo el otro día decía que el río Cauca es como Claudia López, a veces tira a la izquierda y, a veces, a la derecha. El río Cauca tiene esas dinámicas hídricas”.

La comparación puede resultar equivocada o exagerada desde la perspectiva ambiental, aunque políticamente acertada. En términos de los “servicios ambientales” por supuesto que el río Cauca le lleva ventaja a la señora López. Y es así porque la ex alcaldesa de Bogotá es sinónimo de insostenibilidad socio ambiental y ecológica dado que comparte con Peñalosa el interés de desecar los humedales y acabar con lo que queda de la reserva van der Hammen.

Con López en la Casa de Nariño muy seguramente la pretensión del actual gobierno de (re) ordenar el territorio en torno al agua sería remplazada con proyectos inmobiliarios que muy seguramente pondrían en riesgo las aguas que el Cauca recoge del “valle que se forma entre la cordillera central y la cordillera occidental, constituida por ríos, torrentes, quebradas y zanjones, algunas de ellas de origen pluvial”. Bueno, para ser justos ya agentes de poder económico como los ingenios azucareros, curtiembres, ganadería extensiva y narcos, entre otros han hecho su aporte al proceso de marchitamiento del Cauca, declarado sujeto de derechos por la Corte Constitucional (sentencia 038 de 2019) por los riesgos que se ciernen sobre sus oscuras aguas.

En lo que corresponde al cauce del río, tiene razón Carrillo en reconocer que el afluente es tan serpenteante, sinuoso y que hace curvas y recodos que lo hacen casi indomable. Y en lo que toca a las aspiraciones políticas de la señora López, Carrillo acierta: la candidata presidencial ha sido Mockusista, Peñalosista, Petrista y ahora Galanista. Y en caso de que su candidatura no despegue, no tendría ningún reparo en volverse Vickysista, VargasLlerista, Cabalista o jugársela nuevamente por la causa Petrista.

Los historiadores ambientales e incluso ecologistas creen que los ríos tienen memoria. Y cuando por efectos de actividades económicas y obras de infraestructura se desconocieron sus lógicas o se modificaron las condiciones de sus cauces, estos cuerpos de agua la pierden y en la temporada de lluvias la recuperan rápidamente con las consecuencias que la misma UNGRD le toca atender por los desastres que provoca.  En varias ocasiones el río Cauca ha demostrado que tiene “memoria”. Por el contrario, López Hernández como típica política colombiana exhibe notables problemas con su “memoria política”, en particular la de mediano y largo plazo. Eso sí, hay que reconocerle a Claudia López que su desprecio por los ecosistemas naturales está conectado directamente con el nulo discurso ambiental de la Alianza Verde, un partido que jamás fue capaz de erigirse como un agente ambiental dedicado a dar línea en materia de sostenibilidad sistémica. No. Ese partido es, ambientalmente hablando, una verdadera mentira. 


Imagen tomada de Semana.com 
Carlos Carrillo lanzó dura crítica a Claudia López: “Es como el río Cauca”

¿SIGUE SIENDO LA PAZ UN TEMA ELECTORAL?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Durante años el conflicto armado interno, sus dinámicas y efectos en la sociedad fueron un factor electoral importante que definió en las urnas las aspiraciones de varios candidatos presidenciales. Pastrana terminó derrotando a Samper con la imagen de su reunión con Tirofijo y Álvaro Uribe Vélez llegó a la Casa de Nariño gracias a dos hechos, uno interno y el otro externo. El primero, por el fortalecimiento militar de las Farc-Ep y sus arremetidas contra la población civil; y el segundo, los ataques terroristas, contra las Torres Gemelas en los Estados Unidos. Auto infringidos o no, ese suceso le sirvió a Uribe para justificar su política de seguridad democrática porque, según él, en el país no había conflicto armado sino una "amenaza terrorista".

A partir de la negociación en La Habana entre Juan Manuel Santos y Timochenko, las dinámicas del conflicto cambiaron radicalmente. La conversión de las entonces Farc-Ep en el partido Comunes fue un fuerte golpe político a la guerrilla del ELN en la medida en que su lucha armada perdió sentido histórico, lo que terminó acrecentando sus divisiones internas, pero sobre todo su consolidación como una estructura armada narcotizada a la que no le interesa negociar curules y proyectos productivos porque tienen el músculo económico suficiente para extender las hostilidades por varios años más. Las economías ilegales les quitaron el ropaje político a los elenos.

Con el triunfo político de Gustavo Petro sectores de la sociedad pensaron que por haber militado en el M-19 sería más fácil negociar y firmar un armisticio con los elenos. Tanto Petro y los miembros del ELN llegaron a sendas conclusiones que alejaron la posibilidad de alcanzar la paz. El presidente Petro confirmó que el Ejército de Liberación Nacional abandonó su espíritu revolucionario y se convirtió en un conjunto de “traquetos con camuflado”. Mientras que la dirigencia del Coce llegó a la conclusión de que Petro no era el líder de izquierda que ellos pensaron que era.

En el presente hay asuntos electorales muchos más importantes y definitivos para la sociedad y los grupos de poder que se disputan el control del Estado: uno de ellos es la continuidad o no del proyecto progresista que encarna Petro o el regreso de la derecha uribista y neoliberal responsable de la privatización del Estado, la pobreza y la inequidad estructurales, así como de los efectos socioambientales y ecológicos que deja un modelo de desarrollo fincado en un tipo de Sostenibilidad Asistémica Funcional.

Hay un aparente despertar de una ciudadanía que habla más de condiciones laborales dignas, del cuidado de la naturaleza, del disfrute de la vida y del tiempo libre; de la superación de la pobreza, del clasismo y el racismo, dos de las taras civilizatorias que arrastramos como sociedad; de sectores interesados en reindustrializar el país y de superar los años de atraso que garantizó una élite conservadora, retardataria, mediocre e incapaz de leer los cambios societales.

Eso sí, ya hay candidatos presidenciales que intentarán poner como tema central la consecución de la paz a partir del fracaso de la apuesta maximalista de la Paz Total del gobierno Petro. Por ejemplo, María Fernanda Cabal ya salió a los medios a decir que ella “impondrá la paz”. La goda y neoliberal congresista quiere poner en la agenda electoral de 2026 el tema de la paz sin reconocer la existencia del conflicto armado interno. Hábilmente la “generala o muñeca” de Uribe evita hablar de conflicto armado porque ello iría en contravía de la doctrina de su patrón. Ella habla de paz porque le sirve para despotricar de Petro, de su pasado guerrillero y de la fracasada Paz Total. El país sabe que a la Cabal le gusta es la bala, la bala y la bala. 

He venido diciendo que no tiene sentido de realidad hablar hoy de la existencia de un conflicto armado interno en Colombia. Como tampoco el país enfrenta una “amenaza terrorista”, apelativo con el que sagazmente Uribe borró la historia de años y años de un conflicto social, económico y político que, gracias al proceso de paz de La Habana, a los avances territoriales que en varias materias dejará la administración Petro, pero sobre todo a la lumpenización y traquetización de los elenos y las disidencias perdió ese rimbombante nombre que tanto le sirvió a políticos y a la academia para justificar hechos de paz y de guerra.

Ya es tiempo de dejar de llamar conflicto armado interno a unos hechos de violencia originados por la traquetización de las organizaciones “postguerrilleras”. Que hay que combatirlos, por supuesto, pero no tiene mayor sentido hablar de paz en términos de una negociación política cuando todos los actores ilegales, con los que eventualmente se piense dialogar, se comportan como bárbaros, salvajes y agentes anacrónicos. Hay que poner mucho cuidado a los agentes de la derecha que quieran hablar de paz y de guerra a sabiendas de que lo único que les interesa son los lucrativos negocios del narcotráfico, la minería legal e ilegal y la comercialización de armas. Entonces, estaríamos hablando de Pactos Prepolíticos que terminan sirviendo a la derecha mafiosa y criminal y a esas "guerrillas" que dejaron atrás su espíritu revolucionario para convertirse en traquetos que dejaron de patrullar para montarse con Toyotas de alta gama. 



maria fernanda cabal dice que impondrá la paz y la paz total - Búsqueda Imágenes

jueves, 3 de abril de 2025

CARTA AL VIOLADOR DE CLAUDIA MORALES

Esta carta va dirigida al maldito que violó a la periodista Claudia Morales. El acto sexual abusivo se consumó entre el 2002 y el 2006. La periodista víctima escribió el 19 de enero de 2018 una columna titulada Una defensa del silencio, donde señaló a su violador: «ustedes lo oyen y lo ven todos los días».

Aunque hay indicios de tu identidad, el país aún espera que la víctima revele algún día tu nombre. Lo poco que se sabe es que te aprovechaste de la relación de poder que ejercías sobre la periodista. Eso te convierte en un cobarde. Para mí, no sos un hombre: sos un macho perverso, un depredador.

Imagino que sos hijo de una familia disfuncional, violenta, conservadora y goda. Suele ser ese el ambiente en el que se crían hombres inseguros de sí mismos. En cuanto al lugar donde naciste, pudo ser cualquier departamento del país: Antioquia, Valle del Cauca o cualquiera de los Santanderes. Sos hijo de la Colombia misógina, machista y rezandera; pero también sos vocero de la narrativa compartida por la Iglesia Católica que indica que las mujeres fueron hechas para preñarlas, criar hijos y cuidar al marido; imagino que sos creyente y que vas a misa cada ocho o quince días a recibir el “cuerpo de Cristo”. A las iglesias suelen concurrir los seres más despiadados. Son recintos en los que la aviesa condición humana encuentra abrigo y consuelo por parte de hombres con sotanas que han violado niñas y niños. Unos y otros encuentran refugio en ese Dios imaginario. Al final, con dos padrenuestros quedan saldadas violaciones y otros crímenes.

Esa misma narrativa religiosa sostiene que las mujeres siempre estarán disponibles para los machos cachondos, incapaces de conquistarlas. Para qué intentar seducirlas si manosearlas o violarlas siempre estará culturalmente justificado. Expresiones como “mire cómo iba vestida; quién la mandó a salir sola», o «por qué le aceptó la invitación»; o «son males buscados» y «¿por qué le abrió la puerta?”, terminan casi justificando el delito de acceso carnal violento.

Imagino que ya estás en el ocaso de tu vida. Cuando te llegue el momento de tu óbito, es posible que pasados unos días o semanas la víctima decida por fin revelar tu identidad, en acto de justicia con la historia. En ese momento los verdaderos en su respectivo dios, porque no aceptan en su reino a violadores como vos, pedirán que llegues pronto a ese imaginado infierno. En resumidas cuentas, estoy convencido de que cuando se produzca tu deceso millones de hombres y mujeres descansarán si no es que celebran el esperado desenlace, sí sentirán un profundo alivio.

No sé si esta epístola llegue a tus manos, execrable violador. Lo que sí espero es que muchos hombres y mujeres se animen a escribirte cientos de miles de misivas, como una manera de solidarizarse con Claudia Morales y con el resto de las mujeres violadas por malandrines como vos.

 

Repulsivamente,

Germán Ayala Osorio


Gustavo Torrijos - El Espectador

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