martes, 8 de abril de 2025

ASESINATO DE SARA GONZÁLEZ Y EL ETHOS NAZI

 

Por Germán Ayala Osorio

El cruel asesinato de Sara Millerey González Borja, de 32 años, en Bello, Antioquia, es la constatación de que, en Colombia, y en particular en Antioquia, deambula un ethos nazi que busca a toda costa y a través de diversas formas de violencia física y simbólica eliminar las diferencias políticas, ideológicas, religiosas y la libertad sexual. Detrás de los que gritan que viva la Antioquia Federal hay elementos nazis atados a la búsqueda de una soñada “pureza étnica”, o para el caso específico, de la pureza de la “raza antioqueña” de la que solo son dignos representantes los machos cabríos y cachondos, muchos de esos violadores de mujeres.

Estamos ante un ethos nazi en el que confluyen prácticas culturales asociadas a la visión conservadora de una parte importante de esa sociedad de la que se desprenden la homofobia y la transfobia, expresiones de esa animadversión que les produce los que se atreven a cuestionar los patrones culturales en cabeza del “macho paisa, berraco, borracho, creyente en Dios, camandulero y preñador”.

De lo corrido del año han sido asesinadas en el país 24 personas de la población LGTBIQ+, de las cuales 13 ocurrieron en Antioquia. La cifra habla por sí sola: algo pasa al interior de los antioqueños que odian a los diferentes y están dispuestos a asesinarlos por cuestionar simbólica y físicamente la sentencia religiosa que dice que “Dios creó al Hombre y a la Mujer. Lo demás, es degenero, cochinada, una aberración o relaciones excrementales”. No. Lo único excremental aquí es el ethos nazi antioqueño con el que unas cuantas bestias deciden quién debe morir y quién no. La sevicia con la que atacaron a Sara es propia de “machitos” que muy seguramente necesitan de ese tipo de reacciones violentas, bien para tratar de afianzar su desquiciada y cuestionada masculinidad; o para vengar eventuales episodios de acoso sexual. En cualquier caso, los victimarios de Sara son unos malditos criminales, unas bestias despiadadas; unos homúnculos despreciables que en gavilla menospreciaron la vida de Sara.

Alcanzo a imaginar a los victimarios de Sara ir a misa cada domingo a persignarse y recibir el “cuerpo” del Señor. Como también los visualizo celebrando con pólvora y trago su crimen porque probaron “finura” ante los otros miembros del “club de machos” que andan al acecho de mujeres trans y otros miembros de la población LGTBIQ+.

Adenda: cifras del colectivo Caribe Afirmativo.

Imagen tomada de El Espectador

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