Por Germán Ayala Osorio
Después del fraude electoral ocurrido en Venezuela y la sospecha de que en el Ecuador acaba de pasar lo mismo, el riesgo de que ocurra algo parecido en las elecciones de 2026 en Colombia se acrecienta. En las huestes del petrismo ya están prendidas las alarmas. Y es que el convulsionado ambiente internacional y la crispación política al interior del país hacen pensar en que la derecha le apostará a recuperar la Casa de Nariño a como dé lugar, así toque hacerlo de manera fraudulenta. De ocurrir un fraude electoral en el 2026, la élite hegemónica colombiana da por descontado que contarán con el respaldo de los gringos.
El rápido reconocimiento que hizo
el gobierno de los Estados Unidos del triunfo de Daniel Noboa, a pesar de las
denuncias de fraude hechas por la candidata opositora Luisa González apunta a
que Donald Trump estaría interesado, de un lado, en extender en el tiempo las
relaciones de dominación sobre el Ecuador; y del otro, recuperar a Colombia
como país históricamente hincado a los intereses económicos y militares de USA. A Trump no le importó que González no reconoció la victoria de Noboa, actitud política
que deslegitima el triunfo de Noboa y lo expone a sufrir el escrutinio internacional.
Las posturas asumidas por el
gobierno Petro frente al cambio climático, su lucha contra el narcotráfico, su
rechazo al genocidio en Gaza y el rompimiento de relaciones con Israel, su
acercamiento a China, el estar al frente de la Celac e incluso sus respuestas iniciales a las amenazas arancelarias
de Trump hacen pensar en que al Departamento de Estado, la CIA y a la DEA les convendría
más un triunfo de la derecha por su acostumbrada obsecuencia frente a las
políticas del Tío Sam, que la continuidad del proyecto político progresista, en
cabeza de un presidente o presidenta igual de “altanero” al presidente Petro. Se
suma a lo anterior que el presidente Petro aún no reconoció el triunfo de Noboa.
Petro dijo en la red X que recibió informes "preocupantes" de los
veedores colombianos enviados a Ecuador y solicitó al gobierno de ese país las
actas "para ser verificadas". Dicha posición no debió ser bien recibida en Washington.
De confirmarse el fraude
electoral en Ecuador se estaría naturalizando como práctica mafiosa, internacionalmente
validada por una “comunidad internacional” que, dividida en bloques
diferenciados, terminan poniendo por encima de las democracias afectadas por esas
estafas en los comicios, los intereses de las potencias que se disputan el
liderazgo mundial.
Va quedando claro que sobre las elecciones de 2026 en Colombia estarán muy atentos los gringos. Aunque la continuidad del proyecto progresista no les sirve para insistir en el fantasma del comunismo, el perfil contestatario del presidente Petro sí constituye una molestia diplomática y política. A Trump le encantaría ver en la Casa de Nariño a cipayos como María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Turbay, David Luna, Vicky Dávila de Gnecco, Sergio Fajardo o la misma Claudia López.
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