Por Germán Ayala Osorio
Los periodistas deportivos insisten
en revivir cada cierto tiempo lo que bien se puede llamar los “triunfos o las
victorias morales” de la Selección de Fútbol[1].
Por estos días se recuerda el agónico gol de Freddy Rincón frente a la Selección
Alemana en el Mundial de 1990, que llenó de gloria e historia el empate ante
los teutones. A esa famosa igualdad se suma la goleada 5 a 0 que el seleccionado
nacional le propinó a su similar de Argentina en el Monumental de Núñez en
el contexto de la eliminatoria mundialista. 35 años después de la “hazaña”, la
prensa deportiva habla del suceso deportivo como si se tratara de una gesta
nueva.
En esta columna no hablaré de lo
que significó para el fútbol
nacional el sorpresivo empate ante los alemanes y la aplastante victoria
contra los gauchos. Siempre quise escribir acerca de lo que dijo el periodista
argentino Oswaldo
Alfredo Webhe en la narración del gol de Freddy Rincón. Así cantó el gol el
narrador argentino:
“…Hermano colombiano trepate a
un árbol, andá gritá, andá festejá, gol de Colombia; a los 47 minutos el pase
de Valderrama, la encarada de Rincón, el grito de Colombia en las
plantaciones de café, en una tierra golpeada por un montón de
cosas feas; Colombia con Rincón, Colombia 1, Alemania 1; el
milagro no es alemán, el milagro es colombiano”.
En perspectiva histórica, lo dicho
por Webhe debió haberse considerado como un llamado de atención a sus colegas
colombianos por el silencio guardado frente a los graves hechos de violencia política
que acaecieron en el país entre finales de la década de los 80 y comienzos de
la del 90.
Mientras que el periodista
argentino movía las fibras de las audiencias
con la alusión clara a las múltiples formas de violencia que soportamos los
colombianos en aquella coyuntura, los narradores colombianos prefirieron hacerlo
únicamente a partir del significado del gol de Rincón. Quizás se pueda explicar
esa diferencia porque muchos periodistas deportivos colombianos creen que el fútbol
nada tiene que ver con la política
a pesar de que la historia de ese deporte está cargada de ejemplos que dicen lo
contrario. Basta con recordar que el Mundial de Argentina 78 obedeció a una
estrategia política de la dictadura para distraer a los argentinos y al mundo
que ya veían con preocupación la violación de los derechos humanos por parte de
los militares argentinos.
Aunque el narrador argentino ya
no está en este mundo, los colombianos sabemos que a pesar de esas “victorias
morales” en el país siguen y seguirán pasando cosas feas
que no cesarán ni siquiera quedando Campeones
del Mundo. Por el contrario, el día que Colombia gane un título mundial,
las celebraciones, como siempre sucede, sacarán lo peor de nuestra cultura y condición humana.
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