sábado, 13 de julio de 2024

BIELSA, PERIODISMO, PODER Y FÚTBOL

 

Marcelo Bielsa es el corajudo técnico de la selección uruguaya que, por estos días, anda desatado dando declaraciones altisonantes en torno a varios asuntos que tocan a la organización de la Copa América a la que considera un desastre a juzgar por el mal estado de las canchas y el manejo de la seguridad en las tribunas, en particular por los bochornosos hechos protagonizados por hinchas colombianos y directivos, hinchas y jugadores uruguayos que no soportaron perder "otra vez" con Colombia. También criticó a los medios y periodistas que cubren la Copa América por estar al servicio de la FIFA y la Conmebol y guardar silencio por el mal estado de las canchas, incluso, por el tamaño no reglamentario de las mismas, más los otros asuntos señalados por Bielsa.  

Pero quizás el tema de más grueso calibre al que se refirió el estratega argentino es de la "privatización" del fútbol. Lo dicho por Bielsa no es de buen recibo por parte de los medios masivos y los periodistas obligados a autocensurarse y de otros que, simplemente, disfrutan obedeciendo instrucciones y gozando de los privilegios que les aseguran sus propios patronos al momento de cubrir periodísticamente certámenes como la Copa América, mundiales y la Eurocopa: viajar y viaticar son las recompensas por informar "adecuadamente";  y por supuesto, resultan incómodas para las directivas de la Conmebol, la AUF (Asociación Uruguaya de Fútbol) y la FIFA, agentes de poder responsables en gran medida de haber convertido el fútbol en un vulgar y tenebroso negocio y por ese camino haber permitido que sobre este recayeran señalamientos inmorales relacionados con prácticas como arreglar partidos y resultados, así como organizar torneos para favorecer a específicas selecciones e incluso, jugadores top del fútbol mundial. El ethos mafioso viaja en primera clase y se pavonea por todas las federaciones, hasta llegar a la matriz: la FIFA.

Le dicen el "loco", pero Bielsa está más cuerdo que todos aquellos que giran en torno al fútbol: hinchas, poderosos directivos de todas las instancias, empresas patrocinadoras y mediáticas. Lo primero que dijo el "orate" del Bielsa es que el fútbol ya no es más un espectáculo para los más pobres del planeta, porque fue privatizado. Nadie discute que le cabe razón al profesor Marcelo Bielsa: el fútbol, de un tiempo para acá, pertenece a unas cuantas familias que se lucran porque tienen asegurados a millones de consumidores enajenados y dispuestos a comprar costosas camisetas, banderines, guayos y boletas para asistir a partidos. Y si quieren verlo por televisión, entonces hay que adquirir un plan para poder gozarlo desde sus hogares. Muchos años atrás, se podían ver todos los partidos de un Mundial de Fútbol. 

Dentro de esos consumidores asiduos de partidos y torneos hay quienes  no tienen la capacidad de análisis y el espíritu crítico de Bielsa; por supuesto que hay otros tantos millones a los que poco o nada les interesa saber y entender lo que dice un entrenador de fútbol al que ningún colega parece dispuesto a acompañar en sus críticas por miedo a sanciones y represalias de las autoridades del fútbol.  Scaloni, también argentino, habló y lo callaron, dijo Bielsa. Néstor Lorenzo, el argentino que dirige al seleccionado colombiano, también guarda silencio. ¿Miedo, comodidad o "importanculismo"?

A esos millones de hinchas poco o nada les interesa que el balompié mundial sea hoy un clúster que produce millonarias ganancias para unos pocos, porque las angustias, los miedos y las incertidumbres que padecen, requieren de la más grande válvula de escape: el fútbol. 

Muy seguramente la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) cancelará el contrato que sostiene con Bielsa, bien por no haber conseguido pasar a la final o por sus declaraciones. Es probable que la salida del entrenador se dé por presiones de la propia Conmebol, siguiendo instrucciones de la FIFA. En su momento, Diego Armando Maradona también criticó a la FIFA y a todo lo que se mueve detrás del fútbol. Y nada pasó. 

Lo curioso de todo es que tanto Bielsa como Maradona siempre, de muchas maneras, directa o indirectamente, se beneficiaron de los manejos administrativos y políticos de la FIFA y la Conmebol, para favorecer los intereses de los seleccionados de Uruguay  y Argentina. Sin embargo, sus voces siempre serán importantes para el más grande espectáculo que garantiza la alienación de millones de seres humanos que se distraen viendo goles, mientras Israel hace ingentes esfuerzos militares para borrar de la tierra al pueblo palestino. 

El problema no está en lo que dijo Maradona en su momento y en lo que dice hoy el "loco" Bielsa. El problema radica en que muy pocos estarán dispuestos a abandonar privilegios porque hacen parte del negocio del fútbol o dejar de consumir lo único que los saca de las rutinas diarias y del malestar individual y colectivo que produce la vida contemporánea. 

Mañana, Bielsa publicará un libro con todas las "verdades" que él dice tener sobre el manejo del fútbol mundial. Hinchas, entrenadores y jugadores lo comprarán. Lo único cierto es que el mundo seguirá igual. Nada cambiará, porque ese mundo que critica Bielsa fue creado, es recreado y reproducido por esa condición humana que también acompaña a este "orate" del fútbol que hace muy bien en conectar tres elementos que periodistas deportivos todo el tiempo quieren separar: poder, política y el capital.  



Imagen tomada de sporting news


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