Por Germán Ayala
Osorio
Las evidencias indican que la apuesta de la derecha
neoliberal, de la mano de los medios masivos tradicionales, está en “hacer
invivible la República”. La articulación de sectores de poder económico y
político-mediático, en torno a ese propósito, es evidente. No hay día en que periodistas
como Néstor Morales y Julio Sánchez no dediquen parte de sus programas radiales
a las proclamas de la derecha que aún no acepta que perdieron las elecciones y
por tanto, el control del Estado. Se suman, por supuesto, medios como EL
Espectador, El Tiempo, La República y Semana a la consolidación de la narrativa
que indica que el “país va mal”, a pesar de los positivos indicadores macro
económicos representados en la confianza de los mercados e incluso, en el apoyo
internacional de agencias internacionales a las reformas pensionales, laborales
y a la salud, a las que se oponen las bancadas de los partidos Conservador,
Liberal, Cambio Radical, La U y el Centro Democrático, agentes políticos al
servicio de la oligarquía neoliberal que no quiere perder privilegios y se
opone a dejar de manejar el Estado como si fuera su caja menor.
En medio de esas circunstancias llaman la atención dos
opiniones que calzan perfectamente con las estrategias desestabilizadoras
aupadas por la derecha neoliberal, que confluyen en lo que se conoce como Golpe
de Estado Blando. La primera opinión la dio el nefasto Alberto Carrasquilla,
exministro de Hacienda de Iván Duque, y responsable de las crisis financieras
de varios municipios con los tales Bonos de Agua y del estallido social, por
cuenta de su arbitraria reforma tributaria. Carrasquilla, consumado neoliberal,
dijo que “el gobierno está pasando aceite, porque ya se acabó”,
dijo en la W de Julio Sánchez.
El acto de habla de Carrasquilla constituye una clara
invitación a tomar acciones de hecho, puesto que, al no haber gobierno, la
anomia social sería el escenario más adecuado para tramitar las diferencias y
superar los vacíos de poder que deja un gobierno que ya no opera. Carrasquilla
se alinea con la sediciosa invitación que les hizo el fiscal Barbosa a los
generales de la República, encaminada a desobedecer las órdenes y directrices
del presidente y comandante supremo, Gustavo Petro. Al no haber gobierno, como
lo señala Carrasquilla temerariamente, entonces el único camino que queda es a
que los militares se tomen el poder a través de la conformación de una junta cívico-militar
de la que deberían hacer parte Carrasquilla e incluso, el propio fiscal
Barbosa.
El otro acto de habla lo lanzó Luis Guillermo Echeverry,
conocido como Luigi: “es hora de que el
sector privado defienda esta democracia”. A diferencia de la opinión de
Carrasquilla, dada en el marco de la carta que enviaron varios exministros y
académicos al presidente Petro con la solicitud de retirar la reforma a la
salud, la de Echeverry hace parte de un artículo que le publicó el diario
económico La República. En opinión del ganadero y fino oligarca, “¡un presidente puede estar enfermo de la
cabeza, pero más enfermo está el país que a sabiendas, lo elige! La problemática de Colombia se agravó
con la conducta mafiosa que caracteriza al populismo aliado al narcoterrorismo,
ese es un grave problema. Pero cuando un líder revolucionario destructor de
valor llega al poder, es porque la que está enferma y narcotizada es nuestra
sociedad y al que tenemos que curar de las consecuencias de conductas de insensibilidad,
indiferencia y corrupción, es al país”.
El texto citado hace parte de la vieja narrativa de la
derecha neoliberal que capturó el Estado y por esa vía consolidó una verdadera
plutocracia en Colombia. Luigi acusa a Petro de estar enfermo, pero también
establece una temeraria relación entre sus políticas de corte populista y el
narcoterrorismo. Es decir, Echeverry asegura que desde el 7 de agosto de 2022
quienes están sentados en la Casa de Nariño son miembros de las guerrillas. O
más claro: que fueron los terroristas, de la mano de más de 11 millones de
colombianos enfermos que votaron, los que pusieron a Petro en la presidencia,
lo que sin duda le quita toda legitimidad por cuanto el Estado colombiano en
estos momentos debería de hacer parte de los listados internacionales de países
terroristas. ¿A juzgar por lo dicho por Luigi, qué hace el gobierno de los
Estados Unidos apoyando a un gobierno y a un Estado terrorista?
La anterior interpretación de esa parte del discurso del
ganadero y economista, tiene asidero en el siguiente párrafo: “No
subestimemos el hecho de que organizaciones terroristas como las Farc-EP, el
ELN, llevan varias décadas queriendo tomarse el poder y mediante todas las
formas de lucha imponernos un régimen narco-comunista. Aún estamos a tiempo de rectificar y
corregir los errores, pero ello demanda unidad y un liderazgo colectivo de
nuestros mejores hombres y mujeres, para ordenar institucionalmente el país
dentro de un marco de legalidad y no de impunidad”.
En su precario “análisis” o en su retorcida doxa, Echeverry
desconoce los problemas que ha tenido el gobierno de Petro para negociar con
los grupos que nombra el columnista. Se trataría, entonces, de una pantomima,
debido a que ya el Comando Central y los líderes de la Segunda Marquetalia
co-gobiernan con Petro.
En su diatriba, Echeverry termina con una invitación que bien
se acerca a la invitación de Barbosa y que calza perfectamente con el proyecto
defenestrador que maquinan de tiempo atrás sectores de poder político que hacen
resistencia, no oposición, al gobierno de Gustavo Petro. Este niño mimado habla
de defender la democracia. Vaya uno a saber qué entenderá por democracia este
fino ganadero. Quizás confunda el concepto de democracia con las realidades que
el país ha vivido desde 1991, y que bien permiten el calificativo de Plutocracia
o Kakistocracia. Lo cierto es Luigi está
invitando a los empresarios a defenestrar al presidente Petro.
“Aún estamos a tiempo de defender la democracia. Este
es el momento, hay que entender que cuando se presentan las grandes crisis
surgen oportunidades de cambiar corrigiendo los errores, después, ya puede ser
muy tarde. Es ahora o nunca. Si seguimos el camino destructivo que
lleva la región, caeremos todos en la irreversibilidad de la miseria,
perderemos la esperanza y la pobreza será el único lugar para migrar.
Entendamos que sesenta años de revolución cubana y casi veinticinco de
venezolana, nos enseñan que desde el exilio no se recupera la libertad de una
nación, y que si no actuamos ahora, nos dividen, implantan un totalitarismo y
se perderán 215 años de tradición democrática”.
Quizás Carrasquilla y Echeverry están esperando a que emerja
un militar que, a grito herido, exclame: “Aquí, defendiendo la democracia
maestro”. Sueñan estos dos irresponsables con ver llegar los tanques de guerra
a la Casa de Nariño, para sacar de allí a Petro y a su familia, para instaurar
un régimen de facto.
Para aquellos y aquellas que no conozcan quién es Luigi
Echeverry, traigo a colación lo que en su momento dijo la también inefable María
Fernanda Cabal, en una especie de “fuego amigo”: “Duque es puesto por Fabio Echeverri Correa porque Duque fue el muchacho
inteligente y aplicado que mandó para acompañar al vago de su hijo, que no
sirve pa’ un culo, que es Luigui Echeverri”.
Imagen tomada de EL TIEMPO
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